«La trama, episodio a episodio, nos lleva por la desesperante existencia de Juan, sumando fracaso tras fracaso, hundiéndose cada vez más tanto en lo profesional como en lo personal»
«Todos contra Juan»
Canal +
Texto: JUAN PUCHADES.
En un panorama televisivo invadido por las series de producción estadounidense, la argentina «Todos contra Juan» aterrizó hace unos meses en la parrilla de Canal + casi por la puerta falsa, pero también como un soplo de aire fresco al brindarnos la oportunidad de aproximarnos a una «sitcom» que ofrece una perspectiva humorística fuera de los radares habituales. ¡Y sin subtítulos ni irritante doblaje!
«Todos contra Juan» –de la que Canal + ha comenzado en las últimas semanas a emitir la segunda temporada, mientras repone también la primera–, gira alrededor de Juan Perugia (interpretado por Gastón Pauls), un actor treintañero, apocado, terriblemente ególatra y con muy mala suerte, que vivió sus diez minutos de fama siendo un adolescente en una serie juvenil que terminó abruptamente por un oscuro episodio interno que condicionó su vida y que sobrevuela toda la primera temporada de la serie hasta que, al final, nos es desvelado lo acontecido tantos años atrás. Al lado de Juan siempre están sus dos amigos, los incondicionales Tony (Sebastián de Caro), un solitario que regenta una tienda de merchandising freak, y Luz (interpretada por Mercedes Oviedo), fotógrafa en una revista de moda aunque siempre pendiente de dar sus primeros pasos en la fotografía artística. Los dos amigos son el sustento vital de un Juan que vive ajeno a la realidad, en casa de sus padres (los impagables Marta y Enzo, interpretados por Henny Trayles y Óscar Núñez), enamorado en silencio, desde hace años, de Luz, quien a su vez tiene novio de largo recorrido, algo así como el insoportable chico perfecto.
Juan trata de mantener a flote su inexistente carrera actoral dando clases de interpretación a un grupo de niños y aceptando todo papel que le sale al paso, bien fruto de la casualidad o encontrado por su delirante representante, un don nadie bastante enloquecido que también trata de sobrevivir como buenamente puede. Con tales mimbres, se teje una trama que, episodio a episodio, nos lleva por la desesperante existencia de Juan, sumando fracaso tras fracaso, hundiéndose cada vez más (llega a trabajar en una pizzería o de «reidor» en un culebrón) tanto en lo profesional como en lo personal. Su patetismo es tal que, en ocasiones, algunas escenas terminan con los nervios del espectador. Y nunca dudamos de cuál será el final de cada situación: entre horrible y terrible.
El siempre brillante Gastón Pauls, creador también de la serie, al que conocimos por la magnífica «Nueve reinas», aquí tiende a sobreactuar al dar vida a un Juan de eternos hombros caídos (como arrastrando sobre ellos toda la miseria de su vida) y actitud patética, ¡cómo si las situaciones que tiene que atravesar no fueran suficientemente demoledoras! Grandes descubrimientos de «Todos contra Juan» han sido Sebastián de Caro y Mercedes Oviedo, excelentes actores ambos. El primero, firmando la mejor interpretación de la serie, y Oviedo, poniendo en pie a la dulce Luz, el motor que mueve a Juan. Los tres personajes, en el fondo, acarrean sus vidas insatisfechas, inseguras y solitarias.
Es «Todos contra Juan» una serie original, en la que por momentos se juega al falso documental (impagables las declaraciones a cámara, uno de sus mayores aciertos, en las que actores conocidos, los cameos son constantes, no dudan en representar a divertidos enfermos de ego) y que tiene en la originalidad y el humor inteligente y generacional (los que andan en los treinta se pueden sentir muy identificados) sus mayores valores. Todavía tenemos que comprobar qué nos depara en su segunda, y parece que última, temporada, una vez Juan consiguió al concluir la primera uno de sus principales objetivos vitales, casi como premio a todas las penalidades que tuvo que soportar en todos y cada uno de los capítulos precedentes.
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