Tarque: «Todavía queda un poco de misterio en este negocio»

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«M Clan queda apartado y esto es lo que tengo en la mente y en el corazón»

 

Tras publicar su segundo trabajo en solitario y comenzar su gira, Carlos Tarque confiesa que ahora se va a centrar en ese proyecto, al margen de M Clan. De ello habla en esta entrevista con Javier Escorzo.

 

Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: JUAN PÉREZ-FAJARDO.

 

Después de girar con M Clan, Carlos Tarque retoma su proyecto en solitario con su segundo álbum, Vol. 2, en el que sigue la senda que ya había apuntado en su debut: rock crudo y asilvestrado, sin ningún tipo de disolvente ni edulcorante. La fórmula sigue funcionando.

 

Cuando sacaste el primer disco, en 2018, dijiste que llevabas tiempo con la idea de lanzarte en solitario, pero que no lo habías hecho antes porque no veías el hueco. Ahora está claro que lo has encontrado, porque has encadenado dos discos consecutivos, salvando el acústico de M Clan (En petit comité, Warner, 2022).
Sí. Saqué un disco con M Clan, pero fue la grabación de un concierto de los de pandemia. Ahora mismo este es mi proyecto. M Clan queda apartado y esto es lo que tengo en la mente y en el corazón.

Cuando componías estas canciones, ¿ya tenías claro que eran para tu disco en solitario?
Tanto con M Clan como con Tarque, cuando me pongo con un proyecto solo estoy en él, no puedo estar en dos a la vez. Nunca lo he hecho. No es por nada concreto, pero me sale así. Empecé con la idea de este disco justo cuando la pandemia. Hay una canción que es anterior, “Piel de toro”, que no entró en el primer disco, y la última la terminé un par de meses antes de entrar a grabar. Son canciones que han nacido por y para Tarque. Me gusta que sea así, porque eso te direcciona.

Ahora mismo, ¿M Clan puede considerarse como un grupo artísticamente vivo o se puede decir que ha cogido ya una velocidad de crucero y solo recurriréis a él para giras o grabaciones de cosas más clásicas?
Todo apunta un poco a que pueda pasar eso que tú dices, pero no lo sé, porque igual dentro de cinco años nos apetece hacer un disco más tranquilo. A mí me gustan muchos tipos de música y tampoco me quiero pasar toda la vida tocando rock. Depende del momento. Igual sí, igual no. Creo que con M Clan pueden pasar cosas todavía.

Has grabado este Vol. 2 con viejos compañeros como Iván González «Chapo», Eduardo Giménez «Coki» y Carlos Raya. Es tu círculo de confianza.
Sí. Como tampoco estoy haciendo una búsqueda de sonidos caribeños [risas] ni estoy explorando cosas que no pueda hacer con ellos, la decisión está clara. Esto es sota, caballo, rey; sabemos perfectamente hacia dónde nos dirigimos. Y como tocan tan bien y me siento tan cómodo con ellos… Es mi círculo de confianza, como tú dices.

¿Y qué tiene Raya para que todo el mundo lo quiera en su equipo? Tú empezaste a trabajar con él en 2002, cuando grabasteis Defectos personales, y desde entonces lo has tenido siempre cerca.
Me atrevería a decir que Raya es uno de los mejores músicos del mundo. Mira lo que estoy diciendo, una bestialidad, puede ser que me haya pasado, pero creo que es así. Desde luego en España segurísimo que es uno de los mejores. ¿Quién no quiere tener a un número uno cerca para aprender de él? Tenemos cierta amistad, hay un entendimiento y un hermanamiento, tenemos los dos las mismas raíces, venimos del rock duro y del heavy. Tengo una conexión muy guay con él, diferente de la que tengo con Ricardo. Si conociese a alguien que lo pudiera hacer mejor que él, igual le llamaría, pero es que no lo conozco.

 

«Me atrevería a decir que Raya es uno de los mejores músicos del mundo»

 

Dices que los dos venís del rock duro y es cierto, porque muchos conocieron a Raya por su trabajo con Quique González o después, con vosotros, con Antonio Vega o con Fito, pero en los ochenta estuvo en Sangre Azul, que era un grupo heavy de la época.
Sí, era heavy ochentero. Yo le conocí ahí, era fan total de Carlos Raya, y más en aquellos tiempos en lo que todo se magnifica cuando eres más joven. Era la bomba. Yo no era músico todavía, era fan. Hay algo ahí… Nos entendemos muy bien. Él es muy inteligente, no es una persona que se quede anclada en el rock o en ninguna otra cosa. Puedes hablar con él de cualquier música. Cuando hacemos rock es porque hemos tomado una decisión muy meditada, no es que no sepamos hacer otra cosa. Bueno, yo igual no sé hacer otra cosa [risas], pero él sí sabe.

Tu banda se llama La Asociación del Riff y no podíais haber elegido otro nombre mejor, porque si algo tienen vuestras canciones son riffs de guitarra.
Claro. Creo que, en general, lo principal del rock son los riffs de guitarra. Las grandes canciones de la historia del rock, en general, tienen grandes riffs. Coge un disco de grandes éxitos de rock clásico, o no tan clásico, y verás que está basado en los riffs de las guitarras. Ellos antes se juntaban para tocar en casa de Raya, a veces grababan alguna cosilla, y se llamaban La Asociación del Riff. Fui yo el que les propuso hacer lo de Tarque y La Asociación del Riff.

Eso hace que las canciones suenen mucho a grupo, a pesar de ser un proyecto solista. ¿Cómo afrontáis el proceso de composición?
Nosotros trabajamos de la siguiente manera: Raya y yo nos juntamos durante muchas sesiones; él tiene algunas ideas de riffs, yo también tengo ideas de riffs que grabo con la boca en un teléfono, tengo ideas de melodías… Le explico lo que sea y nos ponemos con ello. Yo en la batería y con el micro, cantando, y él con la guitarra. Entre los dos generamos casi todo, el ochenta y cinco por ciento del material. Cuando ya tenemos eso, nos juntamos con el grupo, hacemos la letra… ahí ya rematamos, igual acabamos una parte que falta en alguna canción… Pero en general casi todo está compuesto por nosotros dos. Luego ya maquetamos, hacemos una demo para ver cómo funcionan los temas, y a grabar.

La grabación la habéis hecho en el estudio de Carlos.
Lo hemos grabado en su casa, sí. Hemos grabado ya muchos discos allí. Estos son buenos tiempos, pero tampoco somos Aerosmith, no podemos irnos a grabar a no sé qué estudio de Japón. Hay muy buenos estudios e igual sí que me gustaría cambiar de estudio, probar otro sonido, ya lo veremos en el futuro. Lo que pasa es que ahí estamos tan bien… Es su casa, descansamos perfectamente, comemos allí… Y luego hay que ver adónde te vas, porque los aparatos y el material que tiene Raya es difícilmente superable. Y la comodidad de estar en su casa, que si te quieres quedar hasta las seis de la mañana, te quedas. Hay muchos músicos que te hablan de la experiencia musical de irte fuera, pero yo pregunto: ¿va a ser mejor o va a ser peor? Porque si te vas a Londres y va a ser una puta mierda, acotado de tiempo, con un productor que no sabe hablar castellano… Yo he grabado muchos discos fuera y por suerte a mí siempre me ha ido bien, pero no todos pueden decir lo mismo. Es que puedes hacerlo estupendamente aquí. Hay cierta leyenda con lo de grabar en el extranjero.

Respecto a las letras, hay veces que has escrito textos más personales, pienso en Memorias de un espantapájaros o Delta, pero en estos dos discos te has decantado por letras más directas y viscerales. ¿Era lo que te pedían estas canciones?
Sí, sin duda. Me cuesta escribir letras de rock, porque en principio es un género que tiene mucho de juvenil, ¿no? Por lo menos, las canciones que conocíamos. Y ya no soy tan joven. Hay ciertas cosas en las que no quiero caer: chicas, noches, drogas… No quiero caer en esos topicazos. Con veinticinco años igual está bien, pero ahora me dirían: «¿Dónde va usted, señor, cantando esas cosas?». Me impongo una serie de restricciones a la hora de escribir. Y luego hay otra cosa: el mensaje en las canciones de rock tiene que ser casi como un eslogan. No puedes desarrollar una historia larga o muy profunda, no es una canción de folk. Tiene que ser algo como el propio sonido. Y no es tan fácil hacerlo. Me ha costado mucho trabajo. De hecho, me ha costado bastante más trabajo escribir las letras que la música. Habrá quien diga que no se nota [risas], pero es así, me cuesta. Les he dado bastantes vueltas, aunque algunas, a priori, parecen sencillas. Conseguir esa sencillez es difícil.

Hay dos canciones, “Piel de toro” y “Bombas en son de paz”, que tienen un trasfondo más político. “Bombas en son de paz” refleja el momento que vivimos como sociedad. Está todo bastante raro, ¿no?
La canción nació como una visión apocalíptica, como un paisaje distócico, un ejército negro que desfila. Pero te das cuenta de que no está tan lejos de la realidad, y más en estos días, con todo lo de Palestina, que maldita la hora en que se da esa coincidencia. He tenido sentimientos contradictorios con el momento en el que aparece el tema, pero es que a la vez está hablando de la realidad. No es una cuestión de oportunismo, no me siento cómodo con eso. Pero ahí está el problema hondo que aún existe en la tierra. ¿Será posible? Es increíble que todavía no hayamos aprendido una fórmula para solucionar los problemas de otra forma que no sea matando niños. Ahí está todavía el ser humano. Toda la tecnología y todos los avances no sirven para nada. Es muy desalentador, y te lo digo desde la impotencia.

En “He vuelto para veros arder” presentas a un personaje muy exagerado, una especie de outsider. Ahora que en la música todo tiene a sonar tan superproducido y tan perfecto, ¿te sientes un poco como un outsider con este disco lleno de guitarrazos y un sonido tan crudo?
Con esa canción pretendía, y creo que no lo he conseguido del todo, presentar a un personaje casi cómico, con un punto tarantiniano y decadente, porque el personaje es un tipo del que nadie se acuerda ya, es un psicópata en el olvido, algo caricaturesco. Me hizo gracia esa exageración, como tú dices, del personaje. Y sobre si me considero un outsider, no pienso demasiado en eso. Lo veo como algo natural, aunque hay bastante gente que me dice que apuesto por lo difícil en estos tiempos, pero es que yo no sé hacer otra cosa. ¿Qué podría hacer? No lo pienso demasiado. Voy hacia delante y para mí es fácil. Me ayuda gente muy buena y no pienso si esto tiene cabida o no. Creo que sí la tiene. Además, por quitarme mérito, te diré que vengo de un grupo que se llama M Clan, que lleva treinta años, no soy un artista emergente, no estoy apostando tanto, esto no es un salto al vacío. Es verdad que podría hacer algo más fácil para el gran público, pero igual no me sentiría tan bien.

Siempre has dicho que uno de tus primeros impulsos para dedicarte a la música lo sentiste cuando viste a AC/DC en Aplauso, que de hecho fue la última actuación de Bon Scott. ¿Cómo has visto su regreso en Power trip? Ha habido bastante polémica sobre si están demasiado mayores para hacer ese tipo de música. Hay quien dice que deberían adaptar un poco el estilo a su edad y circunstancias, otros que tendrían que dejarlo ya…
Vamos a ser sinceros. De entrada, la gente puede hacer lo que quiera, no solo en la música sino en la vida en general, siempre y cuando no moleste a nadie, claro. Si tú tienes doscientos años y quieres tocar el banjo y hay alguien que te va a ver, hazlo, yo no soy nadie para juzgarte, y mucho menos a Angus Young y a gente que me ha dado algunos de los mejores momentos de toda mi vida. Es verdad que a veces parece que este juego tiene una edad y que ellos son muy mayores ya. Lo ves con el pelo blanco y jugando a ser ese colegial, y a lo mejor podría buscar una fórmula en la que ya no tuviese que representar esa imagen, porque, claro, un colegial de ochenta años… Pero ahí están, yo no puedo decir nada, solo tengo palabras de agradecimiento hacia ellos. Que hagan lo que quieran y lo que sientan, como en cualquier otro ámbito de la vida. No sé, tú te puedes reír de un señor mayor que está bailando en un cabaret, y resulta que igual se está riendo él de ti. Tendemos mucho a juzgar a los demás cuando no deberíamos hacerlo. A quien deberíamos juzgar es a la gente que hace daño, no a un tío que hace música.

 

«El mensaje en las canciones de rock tiene que ser casi como un eslogan»

 

Tu disco tiene un ramalazo muy claro a bandas como AC/DC, Led Zeppelin, Free… Y también recuerda a los primeros discos de M Clan, que ahora son muy reverenciados, pero que en su momento no tuvieron demasiado éxito.
Sinceramente, si M Clan no hubiésemos grabado Usar y tirar nos habríamos separado. Estábamos a punto de dejarlo. ¿Por qué? Pues porque todo iba hacia abajo. Ahora mucha gente dice que estaba allí, pero en realidad había catorce personas en el público. Se ha creado cierta leyenda, y es verdad que fueron buenos discos y lo pasamos muy bien, pero aquellos discos no fueron ningún éxito. Ninguno. Había una pequeña base de seguidores que iba a menos. Y menos mal que hicimos Usar y tirar, que fue el momento en el que quisimos abrirnos un poco y no ser solo los Black Crowes de Murcia, porque nos gustaban muchísima otra música. Nos encantaba Jamiroquai, por ejemplo. Fue un poco como lo que están Los Zigarros ahora. Hay que ser libre siempre. Algunos se toman el rock como algo demasiado estricto, un lugar cerrado del que no te puedes salir. Pues chico, si no te gusta, no lo escuches. Creo que dimos pasos muy acertados. Si no fuera por eso, seguramente hoy no estaría aquí, hablando contigo, y tendría que haberme puesto a trabajar en algo que no me gustase.

Tal y como está la industria de la música, ¿sería posible un caso como el de M Clan hoy en día? Una discográfica apostando por un grupo que no triunfó hasta su tercer disco. Ahora todo va muy rápido y parece que se piden resultados inmediatos.
No lo sé. Es cierto que hoy se exigen resultados más rápidos. Tampoco te lo puedo asegurar porque yo no estoy en ese punto, pero tengo amigos artistas que están muy cansados. Igual suena un poco pedante, pero M Clan éramos un grupo de puta madre. No era usual, éramos un grupazo. Tú nos veías en directo y flipabas, porque era brutal. Y eso no pasa tanto, pasa con muy pocos grupos. La gente se queja mucho de que la compañía no les hace caso, de que no sé qué… Es que igual no tienes suficiente nivel. Parece que por el mero hecho de tener un grupo ya vas a grabar un disco y vas a triunfar, y no es así. Tienes que tener calidad, tienes que trabajar… Luego todos conocemos muchos casos de grupos con mucha calidad que se han quedado ahí, un poco perdidos, como Señor Mostaza, por ejemplo. Dos por dos no siempre son cuatro. Por suerte, todavía queda un poco de misterio en este negocio. Pero sí, es verdad que ahora se piden resultados más inmediatos.

Para terminar, Carlos, háblame un poco de la gira. Tienes ya bastantes fechas anunciadas, supongo que estarás deseando salir a tocar estas nuevas canciones.
Muchas ganas, sí. Terminamos con M Clan en octubre y he aprovechado unas semanas para hacer otras cosas, que también me apetecía estar un poco fuera de los escenarios. Pero sí, volvemos con muchas ganas. Vamos a hacer salas, que es algo que me gusta mucho. Esa conexión, ese ambiente de concierto, de fans… me nutre mucho.

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