DISCOS
“Es, en definitiva, lo que todos esperamos de Carlos Tarque: una buena dosis de rock salvaje”
Tarque
“Tarque”
Warner Music, 2018
Texto: JAVIER ESCORZO.
Es imposible definir en una sola palabra el estilo de M Clan. A lo largo de su dilatada y exitosa trayectoria se han acercado al rock sureño, al hard rock, al blues, al pop, al jazz, al soul, al folk, al country… Sin embargo, parece claro que todas esas ramas de las que se han ido colgando nacían en un tronco común, y este no era otro que el rock de los setenta. Siguiendo un desarrollo lógico de los hechos, el debut en solitario de Carlos Tarque no supone un cambio brusco en esa evolución, sino que ahonda en líneas ya trabajadas con anterioridad, concretamente en las del rock más básico y visceral de los primeros discos de su banda madre. Así, todo apunta a que Tarque va a profundizar en la veta más dura, mientras que su compañero Ruipérez, que también está preparando disco, se dedicará a los sonidos más acústicos, campestres y folkies (en la línea de lo que fue “Delta”, último grupo hasta la fecha).
Es lo bueno que tienen los discos en solitario, que en ellos sus autores pueden plasmar fielmente sus ideas originales, sin necesidad de ceder para alcanzar consensos con sus compañeros, como sucede en los grupos. En este caso, Tarque se ha quedado a gusto, titulando el proyecto con su apellido y plantando una radiografía de su cara en portada (eso sí, con micrófono y cuchilla de afeitar en la garganta, y con gafas de sol y copa en la contraportada); como si quisiera decirnos que lo que hay dentro es absolutamente personal, un desnudo en el que el cantante mostrará su ADN musical, su raíz, su tuétano y sus propios huesos.
Musicalmente, el álbum es un auténtico trallazo: una colección de riffs crudos y secos, muy en la línea de grandes bandas clásicas como AC/DC, Led Zeppelin o los primeros Free. En ese sentido, como ya se ha apuntado, puede recordar más a los primeros tiempos de M Clan, aunque en todos los trabajos de la banda murciana ha habido algún guiño a este tipo de sonidos. La producción ha corrido a cargo de Carlos Raya, con quien Tarque se entiende a las mil maravillas, y los músicos a los que ha recurrido son también viejos conocidos: el propio Raya en las guitarras, Coki Giménez en la batería e Iván “Chapo” González en el bajo.
Las letras, que habían ganado en profundidad a partir de “Memoria de un espantapájaros”, aquí versan sobre temas más lúdicos, en las coordenadas del imperecedero tridente del sexo, drogas, y rock and roll. Posiblemente sea lo que reclaman canciones tan urgentes como ‘Bailo’, que abre con fuerza el álbum. Después llega, como una oración pagana, ‘Ahora y en la hora’, con su guitarra de blues pesado y su potente estribillo, o los medios tiempos ‘Heartbreaker’, enésima oda a la eterna mujer fatal de las noches de rock, y ‘Donde nace el R&R”, que por mensaje y melodía bien podría convertirse en un nuevo himno. En la segunda parte del álbum (o, si se prefiere, en la cara b del vinilo), los temas avanzan por la misma senda, cimbreando entre el blues y el hard rock, y abriendo también nuevas ventanas, como la de balada ‘Lobo solitario’, con fuerte aroma a Jimi Hendrix, la canalla ‘Juicio final’, en la que las palmas marcan el ritmo, o la densa ‘Cactus en el corazón’, cuya letra aborda el drama de la inmigración.
Lo que encontramos en “Tarque” es, en definitiva, lo que todos esperamos de Carlos Tarque: una buena dosis de rock salvaje. Y que no se alarmen los seguidores de M Clan, porque, según parece, la banda regresará a la actividad en 2020. Hasta entonces, y a la espera de poder catar los manjares que Ricardo Ruipérez está cocinando, nos toca disfrutar de estas diez canciones, que, por cierto, tienen que sonar como un cañón en directo. Estén atentos, porque ya se han publicado las primeras fechas de la gira.
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Anterior crítica de discos: “La caja negra”, de Carmen Boza.