FONDO DE CATÁLOGO
«Con este disco se hizo oír ante la gran masa y, además, logró abrir el camino a la nueva oleada de mujeres cantautoras que vendría después»
Hasta el segundo álbum en solitario de Carole King viaja Sara Morales esta semana. Un trabajo que posicionó a la compositora en primera línea y marcó definitivamente la década de los setenta.
Carole King
Tapestry
ODE, 1971
Texto: SARA MORALES.
Atrás quedaron los incandescentes años sesenta en los que Carole King, acompañada de su marido Gerry Goffin, había compuesto alguna de las canciones más recordadas de la década desde la mirada de hoy, aunque sin demasiado éxito en el momento de su publicación. Al combo artístico, en el que ella aportaba la música y él las letras, le debemos temas como “Chains”, que más adelante interpretarían los Beatles; aquella “Take good care of my baby”, que ocupó el número uno en Billboard en 1961; “The loco-motion”, que alcanzaría el mismo éxito pero en 1962 y la inolvidable “It mights as well rain until september”, el que se considera el primer hit real de la compositora. El “Pleasant valley sunday” de los Monkees y “(You make me feel like) A natural woman” de Aretha Franklin también corrieron de su cuenta.
Una trayectoria ascendente desde el segundo plano, pero latente, y ante un reconocimiento popular que ya comenzaba a llegar, que quedó suspendida por el divorcio de la pareja y su pertinente separación artística en 1968. Tan solo debieron pasar dos años para que King retomara su camino en solitario; así, en 1970, llegó su álbum de debut, Writer, con el iba a coger carrerilla de nuevo a manos de su don natural para componer y el que iba a dar paso a una de obras fundamentales: este Tapestry que nos ocupa hoy y que vio la luz ya en 1971.
Camino en soledad y en gracia
Lo primero que había hecho la pianista neoyorkina para encarar esta nueva etapa fue reinventarse, y ese renacimiento pasó por mudarse con sus hijas a Los Ángeles para, desde allí, reactivar la maquinaria más potente que nunca. Una fuerza y una decisión que se reflejan en el repertorio de Tapestry, tan cautivadoramente honesto, tan intenso como sugerente, tan complejo como casero porque, ya desde la portada, Carole King quiso dejar claro que esta era ella, mostrando su identidad personal sin artificios, totalmente natural, descalza, en vaqueros y en compañía de su gato.
Esa sencillez que colorea todo el trabajo también hace gala en el escaso tratamiento de las canciones, con una producción cuidada pero apenas perceptible y exenta de excentricidades técnicas. Quiso dejar reflejada su propia personalidad y carácter, mostrarse a sí misma sin más y sin la sombra de otros acechando, sin presiones, sin adornos…; por eso, hasta su voz cala de manera directa, eso sí, a veces sonando estrepitosa y enérgica (“I feel the earth move”) y otras melancólica e intimista (“So far away” y “Home again”).
Las teclas de su piano corretean revoltosas en pasajes como “Smackwater Jack”, en la que se dejan entrever evidentes las pasiones country y folk que había derrochado King desde el principio de su carrera cuando componía para otros. Incluso a canciones ya creadas desde los años junto a Goffin, como “Will you still love me tomorow” o la ya mencionada “(You make me feel like) A natural woman”, consiguió darles la vuelta, revisionarlas y hacerlas propias, de nuevo, por medio de su particular cadencia nostálgica, con la emotividad de una loser que nunca lo fue y que, por fin, comenzaba a ganar la partida. Fue, sin embargo, “It’s too late” la que consiguió cautivar definitivamente al mundo, colocándose en los primeros puestos de las listas estadounidenses y anglosajonas, y situando a Carole King ante la merecida mirada global. Había llegado su momento y ese momento sonaba así, a Tapestry.
La humildad del éxito
El álbum resultó ser un pelotazo en ventas, certificado como disco de platino hasta en catorce ocasiones en Norteamérica, dos en Reino Unido y recibiendo cuatro Grammy. A día de hoy se estima que han podido venderse más de veinticinco millones de copias en todo el mundo y, en la prolífica carrera de Carole King, todavía sigue considerándose su gran obra maestra. Sin duda lo es, pues con ella, y aprovechando el tirón que tenía en aquel momento la canción de autor, la compositora no solo se hizo oír ante la gran masa, sino que, además, logró abrir el camino a la nueva oleada de mujeres cantautoras que vendría inmediatamente después.
Un álbum que definió musical y conceptualmente los primeros años de la década de los setenta y que puso melodía, con canciones como “You’ve got a friend” —que más adelante versionaría con gran acogida James Taylor—, a un tiempo y a varias generaciones. Poniendo sobre la mesa asuntos como el amor, la confianza en uno mismo, la libertad y la soledad, en tonos altos y bajos; dejándose llevar por la improvisación en unas ocasiones, o por la experimentación de habitación en otras, pero siempre siendo ella misma. Un rotundo alegato a la sencillez, en clave de soft rock muy íntimo y encantadoramente personal.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: Los Modelos (1983), de Los Modelos.