Tachenko: Tomando partido

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«Cuando estás haciendo las canciones en casa, pones la tele y ves cosas de las que resulta difícil aislarse. Más aún: tenemos amigos que pasan por situaciones realmente complicadas, y ante eso sí que es imposible permanecer impasible»

 

Tachenko regresan con «El amor y las mayorías», una nueva obra de puro pop en castellano aunque endureciendo su discurso. Y es que los tiempos que corren no les son ajenos y su inteligente reflexión es más necesaria que nunca.

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

 

Vuestro nuevo álbum va, sin duda alguna, en consonancia con los tiempos que corren. Una escucha atenta con las letras en mano lo deja claro.     
Sí… No son letras estrictamente políticas ni sociales: no sabemos ni queremos hacer eso. Pero hemos querido dar ciertas pinceladas aquí y allá para posicionarnos. De todos modos, salta a la vista que están muy lejos de la proclama y el lema fácil.

Y sin embargo, vuestra música sigue siendo luminosa y vitalista.    
Lo de la luminosidad nunca lo hemos acabado de entender, ya que ciertas letras se acercan más a lo nostálgico que a lo alegre. Suponemos que derivará del carácter eminentemente pop de las melodías, pero lo que nos interesa es el contraste entre esos dos elementos.

La portada tiene gracia, hasta que uno se mete en el contenido de las canciones no la entiende.         
Es un pedazo de portada, de una artista llamada Gema Rupérez; una amiga que se prestó a hacerla una vez escuchado el disco. Le dijimos que lo interpretara según su criterio, y estamos encantados con el resultado. Para eso están las obras de arte una vez que se muestran, para ser juzgadas.

Los apaches, el apache, es un símbolo de resistencia.    
Sí, es algo que enlaza con el disco anterior.

No sois un grupo político, sin embargo este podría ser vuestro disco más politizado, al menos el que tiene una actitud más fuerte.    
Cuando estás haciendo las canciones en casa, pones la tele y ves cosas de las que resulta difícil aislarse. Más aún: tenemos amigos que pasan por situaciones realmente complicadas, y ante eso sí que es imposible permanecer impasible. Pero pese a eso, nosotros siempre hemos mantenido la misma actitud, con respecto al funcionamiento del grupo y demás. Otra cosa es que ahora dicha actitud, en cierto modo, se inmiscuya en las canciones.

Este disco, “El amor y las mayorías”, es de instrumentación delicada aunque sea dentro del pop vigoroso. ¿Habrá que estar muy centrado sobre el escenario para hacerle justicia?    
Lo bueno de llevar diez años es que al final aprendes a tocar, je je… Ya sabemos los mecanismos que funcionan para cada canción; preferimos centrarnos en los ensayos, y luego salir a disfrutar. Vamos a llevar a otra persona para poder meter todos los arreglos de teclado y programación que, de otra manera, serían imposibles. Le haremos justicia, seguro.

Hablando de escenarios, vuestro público es muy fiel. Incluso diría que es un público muy atento.   
No tenemos un público numerosísimo, pero tenemos la suerte de haber hecho fans suficientes como para poder ir a tocar a cualquier ciudad española. Y los que lo son, se mantienen, y van creciendo: cuando tienes claro que eso supone una suerte inmensa, y que es muy complicado conseguirlo, se hace mucho más fácil continuar, y el grupo crece casi sin que te des cuenta.

Vuestra carrera es lógica y está muy bien articulada, pero siempre he pensado que cualquier disco de Tachenko es adecuado para que alguien os conozca. 
Yo grabaría un recopilatorio para no iniciados, cogiendo un poco de aquí y otro poco de allá.

El álbum sigue una línea sonora muy clara, ¿cómo planteasteis el diseño del sonido?
Trabajando desde el principio con Rafa Domínguez, nuestro productor. Le pasamos las maquetas, y a partir de ahí empezamos a trabajar con él desde cero.

Sí, y Rafa Domínguez, exguitarrista de Enrique Bunbury, colabora en más de una parcela.   
Ha sido una parcela muy extensa, ha actuado como un Tachenko más, tocando varios instrumentos; y ha producido el disco aportando una visión externa y sabiendo ver lo que queríamos en cada momento. Nos conoce desde hace tiempo y tiene mucha intuición para estos asuntos. Además, nos compraba cervezas todos los días. Un encanto, vamos.

Supongo que una colaboración externa siempre enriquece.
Así es. Siempre que tengas claro lo que quieres, así es.

Sois de Zaragoza, ¿cómo veis su escena musical?
Más que una escena, somos un grupo muy heterogéneo que colabora y se apoya mutuamente: Big City, El Brindador, Bigott, Richi Vicente, Copiloto, Picore, Cuti… Por nombrar solo algunos. Al final todos acaban tocando con todos en alguna ocasión.

Ahora muchos músicos prueban la autoedición, sin embargo, vosotros seguís fieles a una discográfica. Yo creo que esa infraestructura sigue siendo necesaria.    
Yo no quiero tener un grupo para tener que estar todo el día pendiente de los mails, de la fábrica, del diseño, de la contratación, de las grabaciones, de contactar con las salas, de montar las giras, etc… Eso supone más trabajo de lo que la gente piensa. Yo quiero tener un grupo para grabar discos y tocar por ahí; y me reconforta saber que detrás de todo ello están David y Carmen, de Limbo Starr, con los que puedo hablar cada día y tratar esos asuntos, que son un coñazo, sin agobiarme tanto. Eternamente agradecido a ellos…

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