Tachenko: Pasadles la pelota

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“Hemos aprendido de absolutamente todas las personas con las que hemos grabado. Ahora vamos más al grano. Y si en alguna canción el cuerpo nos pide desbarrar, no nos cortamos tampoco”

 

Seis discos avalan la trayectoria de Tachenko, autores de uno de los discos más interesantes del año pasado, “El comportamiento privado”. Cristina Álvarez Cañas entrevista a Sebas Puente, guitarrista y compositor de la banda zaragozana.

 

Texto: CRISTINA ÁLVAREZ CAÑAS.

 

Verano de 2016. Año de Olimpiadas. Un lugar tan exótico como inalcanzable: Río de Janeiro. Vlamidir Tachenko, el exjugador soviético de baloncesto, que según mentideros de Internet visitó por sorpresa España en 2007 para ser imagen publicitaria de la Cooperativa de Vinos Pedrosa de Duero, hubiera celebrado sus undécimos Juegos Olímpicos. El mismo patio de vecinos dice que, tras su retirada, el jugador tuvo que meterse a teleoperador y ahora trabaja en una empresa de logística.

De nuevo en Río 2016, la selección española masculina de baloncesto despide con la medalla de bronce a la generación de los junior de oro. Año arriba, año abajo –allá por el primer lustro de los 2000–, aquellos chicos dorados compartieron con los miembros de Tachenko –esta vez en referencia al grupo zaragozano– el paso a la vida adulta profesional. Y al margen de su vínculo baloncestístico, a ambos les ocurre algo similar: “Parece que fue ayer cuando empezamos”. Pero no, fue hace más de diez años, aunque, “como seguimos teniendo muy presentes todas nuestras canciones, nos da la sensación de que no ha pasado tanto tiempo”, afirma Sebas Puente, compositor y guitarra del grupo junto a Sergio Vinadé.

Ahora Tachenko cuentan orgullosos, y uno por uno con dedos de las dos manos, sus discos de estudio publicados. “El comportamiento privado” (Limbo Starr, 2015), que en la actualidad se encuentran presentando de gira, es el sexto y último. Y ese título, lejos de alejar al oyente en busca de intimidad, le atrae entre una sensación de morbo y voyeaurismo musical. Mirando a través del ojo de la cerradura observamos los mismos disciplinados propósitos, alguna maquinita más, las guitarras limpias y ese lustroso bigote de Sergio Vinadé, que sigue en su sitio, mucho antes de que se pusiese de moda. ¿Qué ha cambiado entonces para que sea este uno de sus discos más redondos? “Sobre todo, que el resultado final se parece más a lo que imaginamos al comenzar a grabar. Antes era un poco más a lo loco. Lo cual tampoco está mal: hay una época para cada estrategia”, destaca Sebas.

 

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“Para ser sincero, tanto Sergio como yo tenemos cierta facilidad para crear melodías, así que realmente nos preocupa más el sonido, darle a cada canción una personalidad concreta”

 

Mucho ha diluviado desde aquel primer “Nieves y rescates” (2004), que sonaba radiante pero más amateur. “Sí, sonaba mucho más amateur… aunque no era premeditado: lo hacíamos lo mejor que podíamos en aquel momento. Ahora tenemos otro control sobre las canciones”. Esto es, la producción tiene hoy un papel imprescindible: “Hemos aprendido de absolutamente todas las personas con las que hemos grabado: Dani Cardona, Cristian Barros, Paco Loco, Edu Baos y Rafa Domínguez. Hemos ido tomando apuntes. Ahora vamos más al grano. Y si en alguna canción el cuerpo nos pide desbarrar, no nos cortamos tampoco”. Quizá se refiere a ‘Otras vidas’. A los tres minutos, este tema de inofensiva apariencia, se quita el disfraz y acaba cortando la respiración.

Pero eso es un paréntesis. Todo el mundo sabe de la confesa adoración de Tachenko por la melodía. De hecho, Teenage Funclub, Elvis Costello, Matthew Sweet o Tom Petty se quedarían probablemente embelesados con muchas de ellas. Y no, no hay presión por imaginar otras tantas nuevas antes de componer cada disco. “Para ser sincero, tanto Sergio como yo tenemos cierta facilidad para crear melodías, así que realmente nos preocupa más el sonido, darle a cada canción una personalidad concreta”. Bingo. Su último trabajo es probablemente el que mejor lo consigue. Ante el público, en los conciertos, “se da la circunstancia de que, más que una canción en particular, hay varias que gustan mucho”. Y, atención, factor sorpresa: “No son siempre a priori las más directas. Lo preferimos así”.

Por otra parte, pulir el español tampoco es tarea fácil. Más aún cuando estamos inmersos en el eterno bucle del “noche/coche” o “no lo pienses más/déjate llevar”, que asfixia a la lengua de Góngora. Entonces, nada de guiños a jergas juveniles, abusar de neologismos o emplear lugares comunes. Todo limpio a la vez que abierto a la interpretación. Como tomarse una pastilla del sueño. Ahí, Sebas Puente, letrista experimentado, pide de nuevo la palabra. “Yo tengo dos referentes muy claros, y a la vez muy lejanos entre sí. De hecho, totalmente opuestos: Andrés Calamaro y Sergio Algora. El primero es capaz de rimar “coche–noche”, “cielo–suelo” o “ella–estrella” sin que la composición se resienta: es más, haciéndola crecer (‘Paloma’ es un claro ejemplo). Algora, en cambio, creaba universos totalmente nuevos, era un enfoque de las letras que te dejaba boquiabierto. Y no siempre hacía falta que rimasen sus frases: con el contenido se sostenían”. ¿Y en el contexto internacional? “Se me ocurre Adam Green, por ejemplo. Tiene frases demoledoras –como “I wanna die because the government lied”– que mezclan lo sentimental con lo irónico, algo que siempre nos ha gustado”.

Únicamente, en esa intersección entre música y letra, Tachenko hace asomar una paradoja. Su fama de grupo soleado y en perenne estado de felicidad choca muchas veces con unas letras agridulces que, solamente en apariencia, acaban sucumbiendo a la melodía. Esta, a su manera, ejerce de espejismo en el desierto. “Es una contradicción premeditada: siempre hemos empleado letras amargas junto a ese tipo de melodías. Pero a veces no sé si se ha captado muy bien”. Ahora los dos polos buscan posturas más próximas, un equilibrio. “Tendemos a atenuar tanto esa alegría melódica como la tristeza de las letras. Es todo más sutil”.

Siguen, por tanto, eligiendo en cada momento lo que quieren hacer. Y en buena medida, gracias a Limbo Starr, su discográfica, palabra –por otra parte– casi en desuso. “Ellos apostaron por nosotros desde el principio y desde ese momento vamos de la mano, sin olvidar a Grabaciones en el Mar, con quien empezamos. Eso es para nosotros la independencia: trabajar día a día para ir construyendo nuestro propio camino”.

Con esos preceptos, tampoco son dados a seguir ninguna moda musical. Su vínculo con la mejor tradición pop española es tan indiscutible como apasionante de analizar. Sin antagonismos. Las dos Españas musicales –la de la nueva ola de los 80 y la de los indies de los 90, que durante muchos años pasearon sin saludarse, pese a tener más influencias en común de lo que creían– convergen amistosamente en Tachenko. “Yo siempre defiendo las canciones que escuchábamos en la radio de pequeños, cuando la radio se dejaba oír: Gabinete Caligari, 091, alguna canción de Los Secretos… por citar solo a algunos; y también la época noventera, que nos tocó de lleno, claro. En general, toda la tradición de pop y rock desde los sesenta, que también han estado muy presentes. Y sin olvidar la canción melódica y ligera”. Al final, un amplio y colorido tótum revolútum.

 

 

Cada cual haría sus propias conjeturas, pero así, indagando en reminiscencias musicales, en “El comportamiento privado” podríamos hablar de, por ejemplo, Los Secretos noventeros en el principio de ‘Más madera’; Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán en algunos momentos de ‘Fuego’; o de los destellos de Nacha Pop, La Granja o los últimos Flechazos en ‘Las claves’. Sin ni siquiera meternos en lazos anglosajones, con ese comienzo al mejor estilo de Belle & Sebastian en ‘No tenemos nombre’. En definitiva, una maquinaria (im)perfecta con una robusta trayectoria, que a veces hace reclamar para ellos un lugar más alto del que ocupan en el pop español. No por ego, sino por justicia “sociomusical”.

Y aunque Tachenko sea una escrupulosa esponja que absorbe en cada disco cuarenta años de pop en castellano, tienen la mente en el futuro –“en breve anunciaremos un nuevo proyecto”– y los pies en el presente: “Esta canción puede salvar la semana”, mencionan en uno de sus últimos temas. Eso, en los tiempos que corren, ya es mucho.

 

 

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