«Los actuales Suede son capaces de hacer brillar las canciones de sus esenciales tres primeros álbumes y también de ofertar piezas nuevas»
Suede
9 de Noviembre de 2013
Madrid, sala La Riviera
Texto: JUANJO ORDÁS.
El retorno de Suede ha sido un ejemplo. Tras una gira de reunión repleta de hits, Brett Anderson comprendió que era importante grabar un nuevo disco que no palideciera al lado de sus grandes obras y que hiciera a la banda fluir por un presente que de otra manera había sido simple nostalgia. Lo consiguieron y “Bloodsports” alcanzó el notable sin problemas.
¿Siguiente parte del plan? Una gira de presentación en la que las nuevas canciones se combinaran con las antiguas remozando el repertorio, y ese es exactamente el espectáculo que llevaron a Madrid el pasado sábado. Y todo funcionó como debía funcionar, con un Brett Anderson en plena forma física y vocal y una banda muy engrasada en la que la estrella es él, como viene siendo desde la salida del guitarrista Bernard Butler hace casi veinte años.
Los actuales Suede son capaces de hacer brillar las canciones de sus esenciales tres primeros álbumes y también de ofertar piezas nuevas de “Bloodsports” que suenan tan bien como en el disco. Como es natural, Anderson ha perdido algunos registros agudos con la edad pero se adapta muy bien a ellos y como frontman es un torbellino.
El lento comienzo con la clásica ‘Daddy’s speeding’ ejerció a modo de preludio para tres poderosas piezas nuevas: ‘Barriers’, ‘Snowblind’ y ‘Starts and ends with you’, con el público muy entregado aunque fue cuando llegó el hit ‘Trash’ que aquello se puso a arder del todo. No debe resultar extraño que obviaran ‘Hit me’, su último y efectivo sencillo, y clásicos como ‘The wild ones’ o ‘Saturday night’, porque el cancionero de la banda les permite preparar un show que no necesita basarse exclusivamente de éxitos aunque de estos suplieran una buena ración con el himno ‘So young’ a la cabeza. Arrastraron a la audiencia hacia el tormentoso romanticismo gótico de ‘The asphalt world’ con un brillante Richard Oakes a la guitarra, sirvieron una inmensa cara B como ‘Killing of a flash boy’ con honores y recordaron el reivindicable “Head music” con una electrizante ‘Can’t get enough’. Todo entre ambigüedad sexual que mueve su pop entre la sencillez y el barroquismo. Suede puro y duro.