DISCOS
“Ratifican la tradicional condición de rara avis del músico, merecedora de protección — y atención— especial”
Summer Spree
“Sub lumine”
AUTOEDITADO
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Él cordobés Álvaro Muñoz no solo es uno de los creadores más injustamente ninguneados de nuestro pop: también denota auténtico pavor ante la posibilidad de repetirse, lo cual ya supone por sí mismo un plus. Si en su intermitente carrera destacan al menos un par de hitos (su primer álbum como Tarik y La Fábrica de Colores, de 1989, y el tercero, “Sequentialee”, de 2005), que sostenían sus argumentos sobre un inspiradísimo pop de guitarras, ahora se nos desmarca — tras el paréntesis de su proyecto Rufus T, de sonido vintage— por los caminos de un synth pop que tiene más en común con Ariel Pink (o cualquier otro talento joven del pop electrónico de dormitorio) que con el rescate mimético de los placeres sintéticos que tanto furor provocaban hace tres décadas.
Una fina ironía (esos textos) tiene la culpa del distanciamiento respecto a las fuentes originales, ya que no en vano se trata de una mitrada personal, como todas las que propone, sobre la tradición europop, con todo lo que ello supone de tránsito entre frivolidad y trascendencia. Se trata de una colección de reflejos iridescentes que a veces coquetean en exceso con el pastiche: no todos los cortes de este “Sub lumine” revelan la misma consistencia. Pero cuando lo hacen, concretan canciones tan deslumbrantes como ‘Después de esto’, ‘Actor secundario’, ‘La hora más fría’ o ‘Llevo aquí ni se sabe’, que ratifican la tradicional condición de rara avis del músico, merecedora de protección — y atención— especial.
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Anterior crítica de discos: “La Reina Pez”, de Vega.