«Ed Van Halen podrá pasar a la historia como el mayor innovador de la guitarra desde Jimi Hendrix, pero su ídolo era Clapton»
Maestro de la guitarra y dueño de un legado fuera de toda duda, la sombra musical del recién desaparecido Eddie Van Halen es muy alargada, tanto, que en su marcha hay quien olvida una de las piezas más interesantes que grabó: su colaboración con Brian May. Por Tito Lesende.
Texto: TITO LESENDE.
Tenía trece o catorce años, todavía iba a la escuela y en clase de Pretecnología me empeñé en construir, a medias con otro socio, mi primera guitarra eléctrica de mentira. En la fase final del trabajo se me ocurrió adherir un retrato de Eddie Van Halen en el instrumento, junto al cambio de pastilla. Era como invocar a las musas o quizá a la buena suerte, igual que esos taxistas que pegan vírgenes en el salpicadero.
Mi admiración hacia Edward solo aumentó según iba cogiendo sentido. Su aportación a la música rock estaba fuera de toda comprensión: podías entenderlo, pero nunca suponerlo. El tipo había revolucionado por completo la técnica y el sonido de la guitarra eléctrica. Para constatarlo bastaba con pinchar, aleatoriamente, un par de minutos en cualquier punto del disco de debut de su grupo, el autotitulado Van Halen (1978). Solo con eso ya hubiera puesto el género patas arriba. Pero, claro, toda la serie de álbumes que publicó con la formación clásica de su grupo (seis elepés hasta 1984) es un derroche exagerado de innovación.
Entre el brutal legado de Edward Van Halen, mucha gente destaca el hito más bien anecdótico de que grabase el solo de guitarra de “Beat it”, de Michael Jackson. Para los niveles de Eddie, se trata de un trabajo menor, aunque el escaparate de Jacko lo catapultase a un nuevo rango de notoriedad. Sin embargo, parece haber pasado desapercibida una maravillosa colaboración con Brian May: Star fleet project (1983). Este invento nació de la obsesión de Jimmy May, el hijo del guitarrista de Queen, por una teleserie japonesa de inspiración galáctica. May sacó el tema original (“Star fleet”) y lo convirtió en AOR para disfrute familiar. Para grabarlo, llamó a Eddie Van Halen y a algunos otros amigos: Phil Chen (Jeff Beck), Alan Gratzer (REO Speedwagon), Fred Mandel (Queen) y Roger Taylor, que hizo unas voces. Metidos en harina, registraron otro tema original de May (“Let me out”) y una larga improvisación instrumental de blues dedicada a Eric Clapton (“Blues breaker”). Porque Ed Van Halen podrá pasar ya a la historia como el mayor innovador de la guitarra desde Jimi Hendrix, pero su ídolo era Clapton.
Terminada la sesión, el ingeniero de Queen hizo unas mezclas provisionales de esos tres temas. Meses después, Brian May decidió publicarlo con el espíritu original, sin retocar la maqueta. En “Let me out”, en medio de un solo, puede escucharse cómo a Van Halen se le rompe una cuerda, pero sigue tocando y así quedó la grabación. Este planteamiento circunstancial aporta cierta dosis de realidad e intimidad.
En 1983, Edward Van Halen era el rey de la guitarra. Todo lo que tocaba era objeto de escrutinio por cientos de miles de jóvenes aprendices, muchos de los cuales son hoy artistas reputados. El epé Star fleet project agudizó el interés por el blues de una hornada de estrellas en ciernes. Con el mayor respeto al legendario Brian May, el gancho de este disco breve es la ejecución flamígera de Van Halen, que sobresale en todas sus facetas mecánicas: echándose carreras, hilando escalas con todos sus dedos en el mástil, subiendo hasta el punto de ebullición, abusando de su palanca de vibrato… Pero, sobre todo, están dos grandes valores del estilo del difunto Edward, tan infrecuentes en el rock duro y, sin embargo, tan suyos: el swing y la alegría. De todos los ingredientes que conforman la fórmula de Van Halen, esos podrían ser los más difíciles de emular.
Star fleet project tuvo una distribución apenas testimonial en vinilo y hoy se halla descatalogado; apenas puede conseguirse de segunda mano o, con suerte, a través de alguna importación oriental.