«El disco es un ejercicio de síntesis, y se explica sin artificios líricos. Intentamos decir cosa grandes, pero sin rebuscamiento. Eso se presta a malas lecturas, que es lo que ha ocurrido en algún caso»
La banda catalana Standstill sigue presentando en directo las canciones de “Adelante Bonaparte”, un disco conceptual editado en forma de triple EP, con el que mantienen su apuesta por el riesgo. Eduardo Guillot los entrevista.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Han protagonizado un singular recorrido, desde su pasado hardcore hasta un interesante presente en el que plantean un proceso de investigación que no se agota en la música y se extiende a otras disciplinas. Con “Adelante Bonaparte”, Standstill han dado un nuevo paso en una búsqueda que parece no tener límites. Al habla Enric Montefusco, motor creativo de la banda.
¿Cómo surge un proyecto tan ambicioso como “Adelante Bonaparte”?
Es difícil resumirlo y racionalizarlo. Responde a un momento concreto en el que tenemos bastante clara la manera de funcionar y de plantear los proyectos, y en ese sentido, “Adelante Bonaparte” es el disco donde tenemos más claro que estamos en un punto en el que queremos dar a cada grabación una estética muy adecuada a su contenido. Cuando supimos de qué iba el disco, todos los detalles fueron saliendo poco a poco, como una consecuencia natural.
Han pasado cuatro años desde “Vivalaguerra” (2006). ¿El tiempo invertido da la medida de la magnitud del proyecto actual?
Ha sido por tres razones diferentes. Por un lado, nuestra gira anterior se prolongó mucho, porque actuamos con dos formatos distintos. Por otro, cuando acabamos «Vivalaguerra» me involucré de lleno en «Diez años y una zanahoria», un documental sobre el grupo, en el que invertí un año. Y, finalmente, «Adelante Bonaparte» es un disco de gestación lenta, artísticamente muy ambicioso, que necesitó un tiempo para madurar y tomar forma y consistencia.
¿En España penaliza la ambición?
En general, sí. Tenemos el complejo de pensar: “¿Quién te crees que eres?” En cambio, cuando los proyectos vienen de fuera, se considera un genio a quien los hace. También es cierto que, luego, las cosas caen por su propio peso, y cuando alguien hace algo así y el resultado no está a la altura, se penaliza, pero si el resultado es bueno, acaba siendo reconocido. O quiero pensar que es así. Y, en ese sentido, estamos muy contentos con la recepción de público y crítica.
Vuestros fans acérrimos temían sentirse decepcionados y la crítica siempre os había cuestionado. Ahora todo el mundo está de acuerdo.
El disco ha sido un paso adelante en varios aspectos. Hemos conseguido que se considere a Standstill más allá de un estilo y un tipo de sonoridad, y éramos muy conscientes de que eso podía echar hacia atrás a muchos. O que el formato dejara a gente fuera. Pero “Adelante Bonaparte” tiene un lenguaje directo y eso nos ha hecho ganar público.
También demuestra que el camino de la autogestión era el correcto, ¿no? Ningún sello se hubiera atrevido hoy en día a editar una caja con tres EPs.
La decisión de montar sello y productora propios ha sido la mejor que hemos tomado, junto con la de cantar en castellano. Eso nos ha permitido estar donde estamos ahora: A gusto con lo que hacemos y con mucha ilusión. De alguna manera, nos limitaba mucho. Nos gusta cometer locuras, y eso sólo se puede hacer en el marco de la autogestión.
Los tres EPs se corresponden con tres actos de una historia, como el planteamiento, nudo y desenlace del teatro. ¿Era el objetivo?
No directamente, pero sí de manera indirecta, en el sentido de que tengo muy claro, y me tomo muy en serio, que la inspiración con Standstill me resulta más fácil cuando viene de otras artes. Me ofrece una perspectiva muy amplia. Darme cuenta de que una historia se puede contar a través de canciones o de un entramado como el de “Adelante Bonaparte” era un reto que me permitía intentar no atomizar, sino explicar una sensación general relacionada con el momento actual de mi vida, y es más fácil hacerlo con una pieza de hora y media que con una canción.
El discurso del disco ha sido acusado de ser demasiado elemental. ¿Algo que alegar?
Esa elementalidad era buscada. El disco es un ejercicio de síntesis, y se explica sin artificios líricos. Intentamos decir cosa grandes, pero sin rebuscamiento. Eso se presta a malas lecturas, que es lo que ha ocurrido en algún caso.
Has hablado de ir más allá de un estilo artístico concreto. Musicalmente, ¿era el objetivo del disco quitarse corsés?
Sí, aunque de manera casi inconsciente. Somos un poco raros en ese sentido. En cuanto alguien nos encasilla, sentimos la necesidad de desmarcarnos y negarlo. “Adelante Bonaparte” lo demuestra. Reivindicamos que todo es matizable y que podemos hacer muchas cosas distintas. Etiquetar es limitar la personalidad y la perspectiva de las cosas, y luchamos contra eso.
¿Hay un límite? Desde fuera da la sensación de que cada disco es un “más difícil todavía”.
Cada vez que sacamos un disco tenemos la sensación de haber llegado a ese límite. O, al menos, al que nos habíamos marcado. Pero, al cabo de los meses, surgen nuevos objetivos y diferentes maneras de abordarlos.
¿Entonces no sentís presión? Después de “Adelante Bonaparte”, un simple CD con doce canciones podría resultar decepcionante.
Nunca se sabe. Quizá esa sea la siguiente vuelta de tuerca: Volver a la esencia. Igual lo hacemos estupendamente o resulta un desastre. Una de las ventajas que tiene nuestra forma de trabajo es que tenemos la seguridad de que, tomemos la dirección que tomemos, el resultado estará trabajado y tendrá consistencia. Aunque eso signifique la vuelta a lo más simple.
Una de las peculiaridades de “Adelante Bonaparte” es que se escucha como los vinilos. Allí había que dar la vuelta a las caras y aquí hay que quitar cada EP para escuchar el siguiente.
Es algo buscado, una opción narrativa. Son tres episodios y no creo que la forma óptima de escucharlo sea hacerlo de un tirón.
El formato obliga a hacer pausas.
Exacto. Entre cada acto transcurre un tiempo y cambia el contexto. Y sí, remite mucho al concepto de LP. Por cierto, estamos a punto de editar un triple vinilo de diez pulgadas, en tres colores diferentes.
El diseño también recuerda a las muñecas rusas. La caja contiene sobres que, a su vez, contienen los CDs. ¿Es un concepto que se puede aplicar a vuestra música?
Forma parte de nuestra manera de ser. En el disco, de alguna manera, se sugiere que todo lo que le ocurre al personaje protagonista en el tercer EP no tiene explicación si no es por lo que ha pasado en el segundo y en el primero. Remite a un círculo infinito en el que todo viene de un lugar y se dirige a otro.
¿Es Standstill algo más que una banda de rock? Ojo, que la respuesta puede resultar pretenciosa.
Por eso me la voy a pensar muy bien (risas). Depende de lo que se entienda por una banda de rock. Lo que es cierto es que el concepto está tan lleno de clichés que no me siento cómodo con él. Somos un grupo de personas que se junta para poner proyectos en marcha: discos, letras, fotografías, videos, puestas en escena… Lo que queremos es transmitir cosas al espectador, y lo hacemos con diversas herramientas y disciplinas, aunque vengamos del rock y la música sea nuestro elemento principal, aunque no el único. Espero que no suene pretencioso.
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