«Podría pagarle a Telefónica los 29 euros, más 14 de línea, más IVA. En total, unos 60 al mes. Unos 700 al año, pero prefiero no dárselos al señor César Alierta, entre otras cosas porque se están beneficiando de un modo muy sucio de las creaciones de los artistas»
No para. Antonio Luque ha puesto la directa, y menos de un año después de «Presidente» ya ha publicado nuevo disco, «¡Menos samba!», que además coincide con la aparición de «Exitus», su primera novela.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Coincidiendo con la publicación de «Exitus», su primera novela, el andaluz ratifica su buen momento de forma musical con «¡Menos samba!», un extenso álbum, grabado en Valencia, con miembros de Maronda, en el que da rienda suelta a su vertiente más socarrona, y ofrece su particular visión de la época de crisis que azota la economía mundial.
Estás muy prolífico últimamente. ¿Hay alguna explicación?
Tengo un amigo escritor en Málaga que se llama Jesús Nieto y publicó una novelita titulada “El año de la rubia”. Está loco por escribir otra, porque ya hace dos o tres años que apareció. Pero dice que no encuentra tema. Yo, en cambio, ahora tengo muchos temas. Lo que tiene que encontrar el compositor o el escritor son temas, algo que contar. Muchas canciones de “¡Menos samba!” son de 2009, la época en que empezaba la crisis, pero no las metimos en “Presidente” porque pensamos que tenía que ser un disco diferente. Pero era un asunto que sabía que se avecinaba y que iba a ser grande, así que me puse a escribir sobre ello. Y ahora estoy viviendo una relación a distancia y también estoy escribiendo mucho sobre eso. Mientras tengas temas, lo demás es oficio. Y un poco de inspiración para hacerlo bonito, claro.
¿Entonces hablamos de un disco conceptual?
De canciones conceptuales, más bien, porque el tema da para enfocarlo desde distintos puntos de vista, y cada canción tiene un valor individual, por separado. Todas se complementan, aunque cada una posea su propio valor.
Se titula “¡Menos samba!”. ¿Quiere eso decir que tu solución a la crisis es “más trabajar”?
Bueno, en Valencia quizá no sea necesario decirlo, porque la gente es bastante trabajadora, pero el espíritu sureño andaluz me tiene un poco cansado. Se dice que son tópicos, pero es desesperante intentar cualquier cosa.
¿No iba a editarse el disco bajo el nombre de Antonio Luque?
Actualmente, Sr. Chinarro es una marca más conocida que Antonio Luque entre la gente del mundillo musical indie. Por mucho que Mushroom Pillow lo haya intentado, y me consta que así ha sido, no he rebasado esa frontera, y cambiar una marca por otra menos conocida nos parecía que no era buena idea. Me lo dijo Marcos Collantes, responsable del sello, y le di la razón.
¿No crees que, precisamente porque sigues en un entorno muy concreto, todo el mundo sabe a estas alturas que se trata de la misma persona?
Puede que no, que haya gente que haya escuchado a Sr. Chinarro algún día en la radio y simplemente le suene el nombre. Después de veinte años saliendo en los periódicos, habrá quien nunca haya comprado ningún disco, pero que ahora puede hacerlo por primera vez. Con cada álbum se pretende sumar, siquiera diez más, a la pequeña secta.
¿Por qué has grabado con Marc Greenwood (La Habitación Roja, Maronda)? ¿Era un riesgo ponerse en sus manos?
Bueno, si hizo bien su primer disco, que fue el de Maronda, ¿por qué no iba a hacer bien el segundo? Y así ha sido. Cuando le vi trabajando en el álbum de Maronda, hizo un par de observaciones y me di cuenta de que tenía las cosas muy claras. Se trataba de confiar en él. Yo ya he trabajado con otra gente a los mandos, y se les ve venir, se ve si van con cuidado, si tienen las ideas claras… Y ya ves el disco que ha sacado, con unos medios más bien escasos.
Hay muchos discos que suenan bien. ¿Qué más pensaste que podía aportar?
No estoy muy de acuerdo en que haya muchos discos que suenan bien. Hay mucha producción en el sentido malo de lo indie. Creo que eso, en parte, ha contribuido a que la gente se haya empezado a descargar los discos de internet. Es un círculo vicioso. Cuanto menos dinero hay, menos inviertes, y por consiguiente, menos vas a vender, hasta que tengamos que publicar maquetas grabadas en el ordenador.
O que deje de haber cedéss. El otro día, en un concurso, las bases decían que no admitían formatos obsoletos como la casete o… ¡El cedé!
Aunque sean archivos digitales, también los hay con mayor o menor calidad. Aunque luego se comprima en un mp3, si lo que estás comprimiendo tiene poca calidad, el mp3 sonará peor.
¿Saldrás de gira con Maronda?
No va a poder ser. La idea era salir de gira con la gente que ha grabado, pero Dani Cardona (batería) no puede [N. del A.: Actualmente, tampoco es ya batería de Maronda]. Así que para montar una banda híbrida con otro batería, me voy a Sevilla, donde ya tengo una.
Que es Maga.
Sí. Pero he invitado a Marc y a Pablo Maronda a que vengan a tocar varias canciones al Primavera Sound. No lo podremos hacer muy a menudo.
Todo el mundo parece estar de acuerdo en que el disco es muy largo. ¿No te planteaste descartar temas?
Sí, claro, podría haber sacado un disco con doce canciones y hacer un epé con las otras. Lo que no me gusta es usarlas como caras B de un single digital, porque se pierden. Ya pasó con ‘La chica del momento’, que salió como cara B de ‘Vacaciones en el mar’ (del álbum “Presidente”). Mucha gente hubiera preferido que estuviera en el disco, incluso en lugar de alguna otra, que gustó menos. El compositor es quien menos capacitado está para decidir qué canciones son las mejores. Y ya no digamos el responsable del sello discográfico [risas]. Así que lo mejor es publicarlas todas, y como el cedé permite saltarte una canción si no te gusta, que cada uno descarte las que menos le agraden, porque no deja de ser un disco largo.
¿Cambiaron mucho las canciones a lo largo de la grabación? ‘La plaga’, por ejemplo, empezó siendo una sevillana.
Sigue siéndolo, pero la deconstruimos. Le pedí a Dani que montara la batería y grabara los bombos por un lado y los platillos por el otro, como si fuera un pasacalle fúnebre, y las trompetas acabaron de darle ese aire entre película de Berlanga y tono medieval. Fue algo que se decidió en el estudio. Luego, hay otras canciones que cambian en la mezcla, dependiendo de los arreglos, o del plano en que ha puesto Marc los instrumentos.
Ese trabajo es el que ha hecho Jordi Gil en discos anteriores. ¿Qué diferencias has encontrado entre uno y otro?
Cada uno lo hace de una manera. Marc ha sido bastante respetuoso con la idea que se tiene de Chinarro, no ha intentado convertir el disco en uno de La Habitación Roja ni nada de eso. Ni Jordi trataba de que sonaran a Solina, que fue el grupo que tuvo en su día. No sé exactamente cómo lo hacen, pero imagino que escucharán el material anterior e intentarán no sacar demasiado las cosas de madre, siendo yo la madre.
«Una cosa son mis creaciones y otra mis opiniones. La gente puede valorar bien mis creaciones y mal mis opiniones, no me importa»
El disco es muy variado estilísticamente: ‘Los años en blanco’, por ejemplo, recuerda a Golpes Bajos.
Ya me han dicho que se imaginan a Coppini cantándola. No me extraña. Yo era muy fan de Golpes Bajos y de Siniestro Total, hasta “Bailaré sobre tu tumba”, más o menos. No reniego de mis gustos, pero es algo que sale solo. No lo pensé cuando escribí la canción ni cuando la escuché grabada, pero si lo dicen, como se ha comentado que ‘Hot mothers’ suena a Pixies, pues bueno, es normal. No tengo ese rollo juvenil de haberme sacado las cosas de la nada.
Tampoco hay prejuicios. ‘Las habichuelas’ es un corrido.
Bunbury acaba de sacar un disco de versiones de temas sudamericanos. Estando en México, contraté un estudio de grabación en Guadalajara, y allí había un chico que tenía un grupo indie y me puso sus canciones. Eran muy malas. De pronto, cogió la guitarra y se puso a tocar temas mexicanos; pensé que estaban muy bien, tenía una forma de tocar muy personal, como lo era el ventilador de Peret en la rumba. El chico, con sus prejuicios indies, renunciaba a aprovechar esos recursos que tenía. Yo pienso que, después de tantos discos, tengo que utilizar todo lo que haya aprendido. Es una cuestión artística. Entiendo que haya grupos que solo hagan un tipo de canciones, pero tengo que pensar que igual no saben hacer otra cosa. Porque si es por prejuicios, malos artistas serán. Los artistas tiene que sentirse libres para hacer lo que quieran y mejor puedan hacer.
¿La ilustración de portada es idea tuya?
Uno de los primeros amigos que hice al llegar a Málaga fue José Pablo García, que es pintor. Las ilustraciones son suyas. Llevaba tiempo proponiéndome hacer una portada y pensé que como este disco tiene ese aire guasón y desprejuiciado, era el adecuado para él. Barajamos varias ideas, hasta que me mandó la elegida y parece que a todo el mundo le gustó. Colgué la portada en Facebook y hubo respuesta positiva, que es una forma de rastrear cómo va a reaccionar la gente. Si me hubieran dicho hace tiempo que iba a hacer una portada de cómic, yo que no soy muy de tebeos… Bueno, sí, me gusta mucho Ibáñez, tiene una forma de ver el mundo muy parecida a la mía, en realidad. Y bromear con la idea de la revolución, el 15-M y eso… Y que presiento que puede haber una guerra. Espero equivocarme.
La imagen remite al Che Guevara, pero también recuerda los cómics de “Hazañas bélicas”, que representaban justo lo contrario.
Bueno, lo del Che Guevara fue una hazaña bélica, ¿no? Eso era lo que se buscaba. Se puede hacer la guerra con una guitarra. Era una manera de expresar que, por una vez, Chinarro iba a sacar los pies del tiesto, que me iba a pringar un poco más, que iba a hacer letras mucho más comprensibles, a la par que violentas o explosivas. Unificar con la música mis declaraciones en redes sociales o entrevistas, que a mucha gente le parecen burradas, en vez de escribir letras más abstractas, como las que he hecho siempre, porque aunque se diga que últimamente son más asequibles, creo que no es así, y por eso tampoco se rompe la frontera de lo indie. Las letras deben ser más tontas o simples, en la medida en que son arte popular.
Pareces haberte tomado en serio lo de “Presidente” y creas mucha polémica en internet. ¿No te metes en demasiados líos?
Sí, pero si se supone que internet es el reino de la libertad, ¿por qué no voy a poner lo que me de la gana? Hay veces que pongo burradas en internet para demostrar que hay una censura de la misma naturaleza que la de los gestores del franquismo, es la dictadura de la mayoría, y me gusta comprobar cómo la mayoría, muchas veces, puede ser tan pacata como los censores franquistas.
¿No es una comparación peligrosa?
Bueno, en mi línea.
¿Esas polémicas benefician o perjudican a tu carrera?
Si gracias a eso hay más gente pendiente de lo que ponga en las redes sociales, imagino que cuando anuncie un concierto igual viene más público. Otra cosa es que pongan: “No voy a verlo porque es un gilipollas”.
Es que también corres ese riesgo.
Pues lo voy a correr. Todo el mundo usa las redes sociales para poner lo que le da la gana. Y yo también.
Pero tú eres una persona pública, y lo que escribas tiene más eco y llama más la atención.
Ya, pero una cosa son mis creaciones y otra mis opiniones. La gente puede valorar bien mis creaciones y mal mis opiniones, no me importa.
En época de crisis, ¿te solucionan los directos las escasas ventas de discos?
Parece que con la crisis la gente solo tiene dinero para ADSL, y vale una pasta. Yo no tengo, uso la conexión del iPhone. Me gustaría que lo pusieras, puede ser una idea para que ahorre la juventud. Mi conexión vale 15 euros y puedo usarlo como módem para el portátil y para entrar en las redes sociales, mirar la prensa, el correo… Lo que no puedo es descargar. Yo, gracias a Dios, podría pagarle a Telefónica los 29 euros, más 14 de línea, más IVA. En total, unos 60 al mes. Unos 700 al año, pero prefiero no dárselos al señor César Alierta, entre otras cosas porque se están beneficiando de un modo muy sucio de las creaciones de los artistas, porque luego la gente confiesa en internet que si no puede descargarse discos se quita internet. Esos comentarios demuestran que las telefónicas se están forrando a costa del trabajo de los creadores de contenidos.