FONDO DE CATÁLOGO
«La grabación va ganado enteros hasta finalizar en una segunda galleta donde la voz de Southside Johnny brilla en todo su esplendor»
Southside Johnny
Spittin’ fire
MUSIDISC, 1997
Texto: MANEL CELEIRO.
Su nombre no debería sonar extraño a los fans de Bruce Springsteen. O sí, ¿quién sabe? Es difícil escudriñar en las mentes de esos seguidores fanáticos que lo reciben en los estadios llamándolo Bruce, como si se conocieran de toda la vida, y que no suelen escuchar mucho más que sus discos. En fin, dejémonos de disquisiciones vacuas y de críticas. Que cada uno puede hacer lo que le de la real gana con su dinero y con sus orejas. A lo que íbamos, el bueno de John Lyon (AKA Southside Johnny) creció en la escena de New Jersey, bajo la sombra del Boss, contando asimismo con el apoyo incondicional de Steven Van Zandt quien tocó con él, le escribió canciones y le tendió la mano siempre que fue necesario en esos primeros tiempos.
Loco por el soul, su propuesta musical se ha basado en mezclar el citado estilo con la fuerza del rock y la profundidad del blues. Las grabaciones de esa primera época son más que recomendables, pero donde realmente se puede apreciar su categoría como artista es cuando se sube a un escenario. Junto a su banda de acompañamiento, The Asbury Jukes, ponía patas arriba todos y cada uno los garitos que pisaban con un directo incendiario y un repertorio imbatible, contenido en obras como I don’t want to go home (1976), This time it’s for real (1997), Hearts of stone (1978), Havin’ a party with (1979) o el doble Reach up and touch the sky (1981), uno de esos discos que no debe faltar en las estanterías de ningún aficionado que se precie.
Después , su carrera fue dando bandazos con una trayectoria de montaña rusa, muy irregular tanto a nivel artístico como personal, alternando periodos alejado del negocio y con más de una decisión errónea. Pero a principios de los noventa, concretamente en 1991, editó Better days, un trabajo que lo ponía de nuevo en el candelero, con sus viejos compinches otra vez a su lado: Steven Van Zandt a la producción, y colaboración vocal de Springsteen y de Jon Bon Jovi, rendido admirador de Johnny. Y aunque la mala suerte continuó, la compañía discográfica quebró justo cuando empezaban la gira de presentación, ese fue el punto de partida de una segunda parte que perdura hasta la actualidad con magníficos discos y numerosas giras por todo el mundo.
Spittin’ fire recoge, en formato de doble compacto, lo acontecido en las noches parisinas del 25, 26, 27 y 28 del mes de octubre. Corría el otoño de 1996 y Johnny andaba de gira europea en formato acústico. A su lado, uno de sus escuderos más fieles, el guitarrista y cantante Bobby Bandiera, y otros dos músicos que también formaban parte, en esos días, de los Asbury Jukes: Rusty Cloud, al piano y coros, y David Hayes, al bajo y los coros. La gira tenía como punto culminante diez noches, sí, han leído bien, diez; en el Chesterfield Café de la ciudad de la luz, a dos pases por cita.
Las primeras canciones suenan un pelo dubitativas, como si la falta de la banda completa les pesara demasiado pero, lentamente, se va creando el clima y el ambiente pasional que siempre generan los pases del de New Jersey. Hits propios, “It’s been a long time”, de Van Zandt, “Talk to me” o la inmensa “The fever”, prestadas por su colega Bruce, y una ristra de otras escogidas versiones. Entre ellas, el stoniano “Wild Horses”; “Fade away”, una más del propio Springsteen; “It’s all over now”, de Bobby Womack, grabada por multitud de artistas; «Lovey dovey» (The Clovers) o el «Hoochie coochie man», de Willie Dixon (¿una de las canciones más versionadas de la historia?).
Como escribía, la grabación va ganado enteros hasta finalizar en una segunda galleta donde la voz de Southside Johnny brilla en todo su esplendor y el minimalista acompañamiento borda las interpretaciones, hasta llevar al público congregado en el garito al éxtasis absoluto con “I don’t want to go home», tocada en una curiosa versión de aire reggae. No cabe duda de que es preferible tropezarse con Johnny respaldado por la versión de lujo de los Jukes, con todos los músicos echando el resto en escena, pero esta es otra manera, más íntima y relajada, de apreciar el enorme talento de Lyon.
Un servidor andaba detrás de este artefacto desde hacía bastante tiempo, sin embargo no había manera de encontrarlo a un precio decente. Solo fue publicado en Francia en su momento y parecía ser una rareza de aquellas difíciles de encontrar. Hasta que hará unos diez años, y en un día de aquellos en que dedicas horas a remover cubetas, me tocó la lotería. Cuando lo vi me dio un vuelco el corazón y mirando de soslayo a mi alrededor me hice con él con la rapidez, la avaricia y el temblor del que ha encontrado un preciado tesoro. Actualmente descatalogado, se puede encontrar todavía alguna copia rastreando la red de redes. Vale la pena, se lo aseguro.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: Palabra por palabra (1972), de Patxi Andión.