«En esas guitarras fuertes, en esa rapidez y en esa potencia me siento muy cómodo»
Con su tercer álbum de estudio recién publicado, Radar, la banda barcelonesa se encamina hacia las cotas rock que denotan sus directos. Un disco cargado de melodías, riffs, contundencia sónica y delicadeza lírica, sobre el que nos da más detalles Micky Laborde, su fundador y alma máter.
Texto: SARA MORALES.
Fotos: JUAN PÉREZ FAJARDO.
Tres discos cargan ya a sus espaldas los barceloneses Soyla, el proyecto formado hace cuatro años por Micky Laborde (compositor, voz y alma máter), el guitarrista Jordi Pegenaute, el bajista Pep Pérez y el batería Dani Simó. Cuatro tipos venidos de mundos muy dispares como el flamenco, el jazz, el clásico, el metal, las fauces de Loquillo y Los Trogloditas o de David Bisbal, pero que han encontrado su nexo de unión en esta nueva aventura con alma rock. Una apuesta honesta, quizá demasiado en los tiempos que corren, que busca poner en relieve las emociones humanas (individuales y sociales) a base de profundas melodías, guitarras imponentes y letras transversales.
Ahora andan presentando su tercer álbum de estudio, Radar, tras su debut homónimo en 2020 y una segunda referencia —Stoy— en 2022. Un trabajo a tumba abierta que abre la puerta a los caminos que quieren transitar a partir de ahora, sin olvidar quiénes son y de dónde vienen. Micky Laborde, líder, compositor y cantante de la banda, nos lleva de la mano hacia este y otros mundos que vendrán.
¿En qué punto se encuentran tres tíos como vosotros, venidos de orígenes tan diferentes?
Bueno, todos hemos tocado muchos estilos. Pep ha tocado flamenco, jazz, rock…; Jordi igual, mucho jazz. Yo, quizá, soy el que menos próximo al flamenco estoy, pero sí he estado en el rock duro, en el pop, el indie… También he hecho bastante clásico. Al final, de toda esa mezcla de estilos musicales, surge Soyla.
Sí, es cierto que se os asocia a la escena indie, aunque vuestra esencia rockera es muy fuerte, muy evidente, está ahí. ¿Hacia dónde dirías que estáis evolucionando con vuestro sonido?
Diría que, cada vez, estamos yendo más hacia el rock y dejando un poco atrás el pop indie. Los nuevos temas son mucho más rockeros, más metaleros, con mucho riff. Nos estamos moviendo poco a poco en esa dirección, menos melódico quizá. Radar está siendo el híbrido, el punto de inflexión hacia esa transición.
Desde luego, el sonido se encamina hacia cotas más contundentes, pero ¿este cambio viene premeditado o ha surgido de manera natural?
Sinceramente, a mí me gusta más la música más dura. Luego también me dejo llevar y confío en los productores, aunque siempre busco ese sonido más guitarrero y potente. Este tercer disco es autoproducido, aunque hemos contado con productores externos como Carlos Hernández; pero la tendencia sigue siendo hacia un sonido más rockero.
Vuestro directo, además, acompaña mucho más a esa energía y a esa rotundidad de la que hablamos, ¿verdad?
Sí, el directo es mucho más rockero. Si tú ves a Soyla en vivo, te das cuenta de que la potencia y la energía es mucho mayor. Metemos muchísima caña.
¿Ha quedado el disco, entonces, algo sobreproducido bajo tu punto de vista?
Esto lo he comentado con Jordi, con mi socio; le he dicho «esta batería no es la que yo tenía en la cabeza o esas guitarras quiero que suenen así y no de otra manera», pero estamos conformes, el producto está bien. Al final, cuando escuchas el disco a toro pasado, siempre ves cosas que podrían estar de otro modo. Las covers que hacemos son muy potentes, como el “Toxicity” de System of a Down, y la gente se vuelve loca, como ocurrió en el Naútico, en Galicia. Luego es cierto que tenemos temas más melódicos, con los que me identifico totalmente, pero en esas guitarras fuertes, en esa rapidez y en esa potencia de la que hablamos, me siento muy cómodo.
¿Cómo es vuestro proceso creativo y compositivo? El backstage de Soyla.
La composición la suelo hacer yo, las letras también. En cuanto a los instrumentos y la producción, trabajamos entre Pege (Jordi Pegenaute) y yo. Luego, Pep se encarga del bajo y ya juntos vemos hacia dónde queremos movernos. Jordi y yo trabajamos lunes, jueves, viernes y algún fin de semana: quedamos, tocamos, grabamos, vemos qué funciona y qué no. Después, lo presentamos al resto del grupo, incluido David, que es el batería de David Bisbal y parte importante de Soyla.
«Nuestro alegato como banda es la vida en sí misma»
Vamos con las letras… Tú eres quien las compone, Micky. ¿Qué te inspira más a la hora de hacerlo: el sentido autobiográfico o el sentidor observador y retratista de lo que ocurre alrededor?
Pues las dos cosas, mitad y mitad. Por ejemplo, “Zoe” es una canción para mi hija de cuando tenía siete meses, “Triste pegador” es una canción que condena la violencia de género, una lacra contra la que tenemos que luchar todos; “La ciudad” es un tema post Covid sobre cómo vivimos aquello; “Días sueltos” es un tema dedicado a mi mujer, directamente el estribillo habla de ella… Así que hay un poco de todo.
¿Cuál es tu motor creativo y de inspiración?
Me gusta muchísimo leer, he leído y leo muchísimo y, entre todo eso, salen las letras de las canciones. Soy muy fotográfico a la hora de componer letras, me imagino fotogramas de lo que estoy explicando como si fuera una película o un cortometraje y cuando me siento a escribir pienso en esas escenas, que son escenas de la vida.
¿Cuál es vuestro alegato como banda?
La vida en sí misma, un alegato a la vida y todo lo que la conforma, tanto las cosas que nos hacen sonreír y nos hacen felices, como aquellos problemas que te hacen buscar soluciones para resolverlos.
¿Qué diferencias hay entre Radar y vuestros dos discos anteriores, el homónimo en 2020 y Stoy (2022)?
Al primer disco diría que lo define muy bien la canción “Ángel sobre Berlín”, por ese dinamismo que tiene. Es un álbum que viene de la época prepandemia y pospandemia, y tiene esa fuerza y esa delicadeza que vivimos en aquellos días. El segundo disco, Stoy (2022), está muy representado por la canción “No volveré”, porque es un tema en el que nos planteamos muchas cosas y define perfectamente la idea de ese álbum.
Y Radar, sin duda, es más contundente, más maduro. Hemos cuidado mucho cada detalle, cada sonido. Se nota que hemos trabajado más en la producción. Este tercer álbum es un punto de inflexión en nosotros, de manera que, si me tengo que imaginar un cuarto disco ya, lo veo más cercano al rollo “Beautiful James”, de Placebo, que al indie pop español.
Ahí quería llegar porque, aunque Radar acaba de salir, ya andan por ahí tomando forma nuevos temas, ¿no?
Sí, estoy componiendo temas nuevos y me tienen emocionado. Tengo que contenerme para no adelantarme demasiado, pero estoy disfrutando mucho de esta etapa. Estoy con canciones que me tienen loco de contento, además se dirigen hacia donde estamos hablando y tengo que frenarme para no irme más allá todavía (risas).
«Si me tengo que imaginar un cuarto disco ya, lo veo más cercano al rollo “Beautiful James”, de Placebo, que al indie pop español»
Radar también tiene temas imponentes, como “Encordador de Raquetes”. Entiendo que esta canción es especial para vosotros…
La canción está dedicada a un amigo mío que pasó por un cáncer muy duro. Perdió muchísimo peso y nadie creía que podría superarlo, pero, milagrosamente, se recuperó; así que aquí tiene su canción.
¡Qué regalo más bonito!
Sí, la verdad es que sí.
Si tuvieras que quedarte con una sola frase de las canciones de Radar, ¿cuál sería?
«Tiene siete meses, para mí ella es presente, en su luz me he despertado, siempre estaré a su lado», de la canción que le dedico a mi hija, “Zoe”.
¿Cómo está siendo la respuesta del público ante este nuevo trabajo?
Muy buena. La gente está recibiéndolo con muchas ganas. Se nota que el sonido ha evolucionado y que hemos crecido como banda. También creo que hemos obtenido una identidad más definida.
¿Tenéis prevista una gira para presentar estas nuevas canciones?
Sí, estamos preparando fechas. Queremos llevar Radar a la mayor cantidad de sitios posible. Nos encanta tocar en directo, es donde realmente sientes la conexión con la gente. La energía y ver que las personas están conectando contigo en ese preciso momento es lo que más disfruto de todo esto.
¿Se puede vivir sin etiquetas en un mundo como este?
Es muy difícil, es imposible saber apartarte de todo y que el resto del mundo lo comprenda así. Esto se ve claramente con el tema de las redes sociales: bien utilizadas, son una buena herramienta y pueden servir para mucho, pero por otro lado la exposición continua a mí me parece que ya es demasiado, no me interesa y tampoco creo que a nadie le interese lo que yo haga cada día, no le veo sentido; hay cosas mucho más interesantes fuera de ahí.