«Es un puñetazo, el álbum más agresivo de su autor y el más retador»
Treinta años cumple, en este 2025, el quinto álbum de Morrissey. Un disco con una personalidad muy marcada, que se salió de los patrones de sus trabajos anteriores y que habitó en pleno auge del britpop. Hasta él regresa Juanjo Ordás.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Si alguien quiere empezar a escuchar a Morrissey… ¡Este no es el disco adecuado! Southpaw grammar toma su nombre del mundo pugilístico, algo subrayado por su portada, con una fotografía del boxeador Kenny Lane. Y eso es el disco, un puñetazo, el álbum más agresivo de su autor y el más retador: más de tres cuartos de hora, solo ocho canciones y dos de ellas superando los diez minutos de duración. Definitivamente, si uno va a escuchar Southpaw grammar, que se centre en hacerlo.
Guitarras superfieras cortesía de Boz Boorer y Alain Whyte —dos de los mejores escuderos que nunca haya tenido Morrissey—, bajo grueso de Jonny Bride y Spencer Cobrin bombeando unas baterías brutales que hacen temblar tímpanos auditivos. Morrissey siendo Morrissey, que es por lo que le queremos, pariendo esas melodías de las que nadie más es capaz y retratando la sociedad inglesa —o el género humano probablemente—, desde la más pura hipocresía, seres tratando de contenerse, Don Juanes farsantes y la mejore de las intenciones.
En años posteriores, cuando llegó la oportunidad de reeditar el disco, hubo añadidos y se cambió el orden de las canciones, pero el inicio original con “The teachers are afraid of the pupils” era inmejorable, cinematográfico, oscuro y desperezado, con el dragón abriendo los ojos, empezando a estirar las patas y oliendo a azufre. El sampleo de la quinta sinfonía de Shostakivich añade drama y es fundamental, pero es el tono amezante a cámara lenta lo que hace de “The teachers are afraid of the pupils” la mejor pieza para lo que está por llegar. Densidad verdadera. Mala idea si tenemos en cuenta que quien se encontraba al otro lado del cuadrilátero era todo el britpop, con Oasis y Blur mostrando un croché demoledor.
Por otro lado, Southpaw grammar fue una reinvención valiente después de los exitosos y mucho más asequibles Your arsenal (1992) y Vauxhall and I (1994). Es difícil saber si la intención de Morrissey era haber creado una supuesta trilogía, porque Southpaw grammar arrancó siendo un disco diferente que un inicio accidentado en Francia y una tergiversada interpretación de las maquetas dio al traste, siendo reformulado en la bestia que hoy conocemos. ¿Cómo habría sido de no haberse estropeado los planes? Posiblemente no tan brutal.
Casi todo es tarareable aquí, “Dagenham Dave” y “The boy racer” no podían haber sido mejores singles, pero no hacen toda la mella esperada. Una lástima, porque Morrissey era una de esas figuras antes las que todo el nuevo pop debía postrarse. Había otras, algunas se llevaron su reconocimiento incluso, pero ninguna que lo demandara tanto como parte de su escenografía. Se le negó la corona en una época en la que debía ser coronado. No es de extrañar que tardara en recuperar la verticalidad. A los dos años llegará un Maladjusted (1997) que no especialmente inspirado y se tomará su tiempo hasta que con You are the quarry (2004) recupera el favor de crítica y público.