«Los músicos tenemos una obligación con las generaciones más jóvenes para que conozcan nuestro legado cultural»
El artista valenciano regresa con El ojo de tu costado, su tercer disco en solitario, cuya gestación y estreno se han visto afectados, como tantos otros, por la pandemia. En él se marca un atractivo retorno a los orígenes, vuelve a contar, para la producción, con Candy Caramelo, y se rodea de colegas de profesión como Ovidi Tormo (Los Zigarros) y Miguel Ángel Escrivá (Santero y los Muchachos).
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Fotos: THE FISH FACTORY.
Los compañeros de viaje con que te obsequia la vida dicen mucho de ti. En el caso de la trayectoria profesional de Juan Carlos Sotos, el destino ha sido generoso. Lo fue uniendo su pasión por los riffs guitarreros a los de David Oncina y el resto de compañeros de La Rocka, una de las bandas valencianas más importantes y carismáticas que nos regalaron los noventa del siglo veinte. En 2002, ya en solitario, retornó a la escena sonora con el elepé Vuelvo a entrar al que seguiría, casi tres lustros después, Tiempo al tiempo (2016), ya bajo la marca de su sello actual, The Fish Factory. En todos ellos, el artista se rodeó de nombres como los de Ariel Rot, Jorge Explosión, Rubén y Leiva (Pereza) y, por supuesto, sus admirados Esteban Hirschfeld y Jaime Urrutia: «A Esteban le debo mucho. Me ha enseñado muchísimo. Es muy detallista. Es cierto que yo entro de lleno en ese mundillo a partir de mi participación en Los Corsarios, el grupo de Jaime, y quienes realmente me llevaron a Urrutia fueron Guille Martín y Germán Vilella. A Guille le encantaba La Rocka, y movía nuestro disco [Estamos muy bien, editado por Submarine en 1997] en aquel ambiente. Cuando se fue con el Loco, le dijo a Jaime: “Tu guitarrista tiene que ser Juan Carlos”. Y recuerdo que, cuando nos dejó Guille, Germán me llamo para acudir a su homenaje, y a partir de esa cita comencé a conocer a mucha gente y hacer amistades, y acabé con Jaime».
Tan buenas migas hizo con el ex de Gabinete Caligari, que este acabó grabando temas suyos como “Mentiras”, “Si la vida te lo da” (las dos compuestas junto a Oncina) o “Tus problemas”, y compartiendo labores de composición (“Tratando”, “Aquí, sin más”) con quien acabaría convirtiéndose en su fiel guitarrista: «De Jaime he aprendido la manera de encauzar la melodía de la canción. Me fijo mucho en sus letras y, sobre todo, en su manera de cantar tan áspera y complicada de imitar. Hacer carretera con él es brutal».
Entre amigos
Fiel a ese espíritu colaborativo, para armar El ojo de tu costado, su tercer disco en solitario, Sotos ha vuelto a tirar de buenos amigos. En este caso han sido Ovidi Tormo (Los Zigarros) y Miguel Ángel Escrivá (Santero y los Muchachos) los encargados de acompañarle en dos de las piezas más destacadas del disco: “Dime” y la personalísima y árida revisión de “Puerta de amor”, el tema que popularizó Nino Bravo a partir del “A street called hope”, de Gene Pitney: «Me gusta mucho rodearme de buena gente y compartir con ellos mis canciones. Siempre lo he hecho. Lo siento como algo natural. No busco ningún interés extraño más allá del disfrute. Había hablado con Ovidi, hace tiempo, de esta colaboración. Cuando regresó la normalidad relativa nos pusimos a ello. “Dime” le venía perfecta a su registro. De hecho, ha acabado convirtiéndose en una canción “zigarrera”. En cuanto a “Puerta de amor”, teníamos pensado que coincidiera con el aniversario de Nino Bravo y queríamos que un músico valenciano, con carisma, como Miguel Ángel, participara en él. Teníamos miedo al principio de que nuestras voces no casaran, y al final hemos descubierto que ese contraste mola mucho. He de confesarte que lo de elegir “Puerta de amor” vino por una historia muy curiosa que me sucedió un día que fuimos a comer al chalé de un colega, Freddy Mas [director de Amanecer de un sueño]. Era una casa muy estrambótica, y cuando entré en ella sentí algo raro. Yo ya tenía pensado meter una versión en el disco, pero todavía no sabía cuál. Resulta que la foto de la portada del sencillo “Puerta de amor”, en la que aparece Nino, estaba hecha en una balaustrada muy llamativa de aquel chalé que fue de uno de sus mánagers [Pepe Meri]. Supe que allí se hacían muchos saraos. Personalmente, ni creo ni dejo de creer en estas cosas, pero comencé a sentir unas energías raras y me acabó dando un yuyu increíble. Venía de viaje y no había tomado ni una cerveza. Estaba completamente sereno, pero te aseguro que comencé a ver a mucha gente de fiesta. Alucinaba. Al verme así, Freddy se soltó y me contó ciertas historias que habían pasado allí. Y en homenaje a Nino, me dije: hay que hacer “Puerta de amor” [risas]. Nos costó bastante, porque ya sabes cómo es la original, repleta de arreglos. Pero Candy es un genio, y gracias a él conseguimos darle una vuelta muy interesante».
Afortunadamente, hace unos años que los rockeros españoles han perdido la vergüenza a la hora de reivindicar a los artistas patrios que les precedieron. Definitivamente, parece que nuestra música ha acabado liberándose de ese complejo provinciano tan característico. Para Sotos, lo de rendir tributo a quien ha marcado tu devenir no es nuevo. Con La Rocka ya se encargó de versionar el “Flamenco” de Los Brincos: «Creo que es algo necesario. Los músicos tenemos una obligación, ya no solo con el público de nuestra generación, sino con otros más jóvenes, para que rememoren o conozcan nuestro legado cultural. Siempre he estado por la labor , ya no de hacer versiones de grupos extranjeros, sino de artistas nuestros, que los hay y muchos. Y de, por qué no, coger un temazo de voces tan grandes como las de Pablo Abraira, y reconvertirlo. Es esencial preservar ese legado, que en Valencia es enorme. Hablamos de Nino, pero también de Camilo o Juan Bau». Sin duda, el elemento melódico desarrollado por intérpretes de la tierra tiene muchos ejemplos que confirman su buena disposición para ser transportados al rock. No olvidemos que multitud de creadores de aquellos temas venían de universos tan modernos como variados: «Es cierto», coincide Sotos: «El paradigma internacional podría ser Tom Jones, considerado un cantante melódico, pero de espíritu muy rockero. Cualquier canción de aquella época es adaptable, porque aquellos creadores y cantantes habían mamado de Bobby Darin, del rock and roll, del blues, de Chuck Berry…».
Codo a codo con Candy Caramelo
Como ya ocurrió en Tiempo al tiempo, Sotos ha unido sus fuerzas a las de otro viejo conocido, el reputado Candy Caramelo. Con él ha trabajado desde hace tres años en este El ojo de tu costado, un trabajo de variada esencia rockera que, en algunos aspectos, representa un retorno a los orígenes: «Nuestro objetivo era sacar el disco en marzo de 2020. Evidentemente, todo saltó por los aires. Algunas canciones, como “Qué vamos a hacer”, ya estaban listas, y a otras les faltaba un poco. Sí, esto de la pandemia ha sido un fastidio, pero también es cierto que a nosotros este parón nos ha servido para estudiarlas más y encauzarlas hacia esa idea que me rondaba en la cabeza, que tenía que ver con volver a esos orígenes de La Rocka que, como sabes, tocábamos varios estilos dentro de una línea identificable. Este iba a ser un disco muy tranquilito, con temas muy suavecitos. De hecho, la más cañera era, precisamente, “Qué vamos a hacer”. Iba a primar lo acústico. Y gracias al Covid, mira hasta dónde hemos llegado. Comenzamos a añadirle saxos, Hammond, algo de electrónica… Al final, el resultado es este: muchos palos diferentes, dentro de una coherencia. “To the beat”, por ejemplo, que es de la época de La Rocka, tiene un rollo muy Primal Scream. Y así fuimos haciendo con el resto: algunas canciones las llevamos por caminos próximos a The Black Keys; otras, más suaves, a lo Dan Auerbach en solitario… Nada que ver con la idea original. Trabajar con Candy es una delicia. En medio de todo este jaleo, entre los dos nos hemos ido encargando de ir armándolo todo, ideando una preproducción, a partir de la cual José Bruno [Calamaro, Leiva, Fito]metía las baterías. Candy tiene unas ideas brillantísimas. Se acopla a ti de una manera increíble. Escucha al músico, lo entiende y le deja trabajar. Trato de fijarme mucho en su manera de tocar, de hacer coros. Y en este disco se ha volcado tremendamente. ¿Sabes? Es un tipo que te lee la mente. Antes de que le digas por dónde quieres que vaya la canción, ya tiene el arreglo o ese toque preparados».
Tiempos difíciles
Curtido en mil batallas y escenarios, a Juan Carlos Sotos se le iluminan los ojos mientras habla de sus creaciones. Evidentemente, está en esto porque, sin acordes, su vida, como la de muchos otros, no tendría sentido. Da igual que vengan mal dadas. Vivimos tiempos extraños, en los que casi todo lo que rodea a la música, en general, y a la industria y los sistemas de difusión, en particular, huele a incertidumbre: «La industria está hecha una mierda. Sacar un cedé es perder dinero. Ha cambiado tanto todo, a todos los niveles… Ahora es muy difícil que salvo los cuatro de rigor, puedas sonar en las radiofórmulas, cuando antes las grandes cadenas apoyaban incluso a la gente que comenzaba. A nivel discográfico la cosa está peor. Lo que les llega no les vale. Les vale lo que ellos fabrican. Personalmente, con The Fish Factory estoy muy bien. Me financian el disco, no me exigen derechos editoriales… un lujo. En cuanto al circuito de actuaciones, no sé si esto pasará en otros lugares pero en Valencia existe un sectarismo atroz por parte de los promotores: siempre tocan los mismos artistas, que por regla general suelen ser colegas de esos que organizan los conciertos y que, de manera brutal, se han quedado con el mercado. Es un círculo vicioso en el cual es imposible entrar. Me pasa a mí y le pasa a muchísimos músicos más con los que hablo».
Sin duda tiempos complicados para cualquier artista que se precie que, además, ve cómo sus creaciones devienen fugaces en esta época de consumo rápido y caducidad inmediata. Paradójicamente, esas nuevas tecnologías y la globalización consiguiente han hecho que el músico cuente con más medios y posibilidades para llevar adelante sus obras, pero también que se encuentre con mayores dificultades para que estas lleguen de manera efectiva al público. ¿Frustrante? «Sí. Antes un disco tenía un recorrido mayor. Ahora publicas un tema, que igual te ha llevado un año crearlo y grabarlo, y a la semana ha caído en el olvido. Pero bueno, por supuesto, seguiremos adelante».
«Trabajar con Candy es una delicia. Antes de que le digas por dónde quieres que vaya la canción, ya tiene el arreglo preparado»
De hecho, cuando uno menos se lo espera, salta la liebre. Como cuando Juan Carlos supo que aquel “Domingos raros”, de Tiempo al tiempo, iba a formar parte de la banda sonora de la aclamada cinta Todos lo saben, dirigida por Asghar Farhadi y estrenada en 2018: «Sin duda. La que era compañera del director de mi compañía trabajaba en Morena Films, y andaban buscando música para la película. Pensaron en mí, les pasamos un par de temas y, por lo visto, al director le encantó “Domingos raros”. No sabíamos nada sobre la producción, porque ya sabes que esto de los rodajes se lleva muy en secreto. Imagínate mi sorpresa y alegría cuando, meses después, me enviaron la escena montada y vi que los protagonistas eran Penélope Cruz, Javier Bardem y Ricardo Darín. Estuvo a punto de ir a los Oscar e inauguró Cannes. Me vino caído del cielo. Estos son los premios que te encuentras mientras sigues currando, componiendo… Y económicamente te viene muy bien. En el sello me dijeron que todos los derechos eran míos. Imagínate si te pilla una multinacional. No te queda ni para pan [risas]. Después de lo de la peli me llamaron de Warner, con los que años atrás había tratado de hacer algo, pero no obtuve una respuesta definitiva. Lo primero que me preguntaron era en qué editorial tenía mis temas. “En la mía”, les respondí» [Risas].
Con su El ojo de tu costado recién estrenado en formato físico (en digital estará disponible en junio), Sotos prepara su gira de presentación para después de verano: «Con la vuelta a la normalidad, todo está ocupado. Haremos algún concierto especial de presentación, pero ya estamos cerrando fechas para septiembre cuando, además, estará el vinilo».