“Una fusión apta para todos los públicos, en la que te olvidas de que se trata de una orquesta completa la que acompaña al carismático frontman que es Auserón y, como buena obra, prosigue in crescendo”
La novena edición del Festival SOS Murcia estuvo protagonizada por Amaral, León Benavente, Love of Lesbian o Santiago Auserón, también por el abandono de Kiko Veneno. Allí estuvo Miguel Tébar A.
Texto: MIGUEL TÉBAR A.
Fotos: JAVIER ROSA.
Por noveno año consecutivo se celebra, en la explanada ferial de la ciudad de Murcia, el Festival Internacional De Acción Artística SOS 4.8. Un evento surgido en plena megalomanía cultural que continúa con el concepto sostenible del decrecimiento y que tiene en el sostivalero local a su mejor valedor. Para dar respuesta a asistentes más o menos fieles a este tipo de festejos, y restringiéndome a lindes estrictamente musicales, asistí por prescripción laboral al mismo con un plan preestablecido: sacrificar a los artistas nacionales emergentes del escenario Jagërmusic, a las cuatro bandas ganadoras del concurso UK Calling, a quienes se subieran a cualquier escenario antes de las 19 p.m. y a partir de las 3 a.m. y a todos los DJs que poblaron el SOS Club durante 48 horas –seguramente, para la minoría, lo mejor del festival–.
¿Es realmente el post rock de Toundra una banda apta para festivales pop? Al igual que los escoceses Mogwai suelen ser cabeza de cartel, ¿por qué no puede el cuarteto madrileño representar a la escena nacional? Seguramente en el cómodo auditorio adyacente de excelente acústica, o bien en una envolvente sala, su música instrumental y progresiva se pueda apreciar mejor y no llegue a aburrir un tanto. Pero para cierto público este puede ser un buen momento de interiorización sin necesidad de recurrir en sustancias prohibidas.
¿Son comparables las giras conmemoración “Pet sounds” (1966) por Brian Wilson, “Songs in the key of life” (1976) de Stevie Wonder o “The river” (1980) de Bruce Springsteen con la de “Everything must go” (1996) de Manic Street Preachers? Para nostálgicos de aquella edad dorada del Britpop seguramente lo sea, como solución para algún que otro programador despistado parece que también. El trío galés, superviviente, continúa soportando justamente toda la atención en su vocalista James Dean Bradfield, quien repasa sin inmutarse ni inmutarnos las doce canciones anunciadas. Para justificar su existencia, ante los menos fans, también hubo algún episodio que otro del memorando colectivo como: ‘Motorcycle emptiness’, ‘You stole the sun from my heart’ o ‘If you tolerate this your children will be next’.
¿Habrá festival que se precie en España que prescinda de Love Of Lesbian? En reciente entrevista promocionando “El cometa Halley” Santi Balmes y los suyos aseguraron, entre risas, que si se enteraban de tal afrenta llamaban inmediatamente pidiendo desagravio. Viendo cómo el publico los acoge y disfruta una vez tras otra, parece difícil creer que teniendo liquidez para satisfacer sus exigencias haya quien voluntariamente prescinda de ellos. Los lesbianos, conscientes de que sus nuevos temas no son la fiesta popular, van intercalándolos entre certeros himnos indies bajo la imponente presencia del miembro no oficial Ricky Falkner. “Mi prima y todas sus amigas vienen por ellos… son los únicos en el día de hoy de quienes conocemos las canciones”, escucho. Sobran las declaraciones.
¿Por qué este año el escenario principal (Estrella de Levante) está ubicado a una distancia tan próxima del escenario secundario (Inside)? Quizás alguien con una intencionalidad pelín perversa podría llegar a pensar que para disimular la notable falta de público, en relación a anteriores ediciones. Seguramente los agotados de una vez y otra la misma formula advirtieron que al no solaparse los conciertos no merecería la pena malgastar las energías yendo y viniendo de uno a otro. Así que, con tan solo girar la cabeza noventa grados ya sería suficiente para para poder prestar atención a ambos escenarios. Y si la emoción o curiosidad se apodera de uno, con tan solo avanzar amablemente se podría llegar a estar centrado o incluso bastante próximo a las vallas que marcan la zona VIP (de pago e invitación).
¿Es Chvrches el penúltimo hype revisionista de los 80? Probablemente no, ni tampoco será de esos momentos que permanezcan por mucho tiempo en el recuerdo, aunque fuese difícil dejar de bailar su pop sintético. Lauren Mayberry, toda una “Lolita” de voz potente, llega a empalagar por lo gritona y monótona que es, por ello su directo logra el máximo interés cuando paradójicamente se intercambian los roles en un par de canciones entre la chica del trío y su compañero el teclista (y tímido líder) Martin Doherty.
¿Por qué Abraham Boba no captó la atención de crítica y público mucho antes de su actual proyecto grupal? Seguramente porque necesitase el empuje y soporte sin paliativos de sus tres compañeros en León Benavente –además del beneplácito del padrino Nacho Vegas–. Por vez primera se le aprecia seguro de llenar un gran escenario, aporreando sus teclados o simplemente desgranando su soflama a ritmo de arenga popular con la certeza de saberse comprendido. El mensaje tiene calado social y la frenética música es igualmente cautivadora a cuando hace unos tres años debutaron en la misma Murcia. Grande y prometedora se confirma la conjunción de estos los cuatro músicos, pese a lo disperso que pueda parecer su segundo trabajo.
¿Los neoyorquinos Matt and Kim son pareja? Lo desconozco y poco importa si la baterista es la evidente mitad masculinidad del dúo y el teclista la parte femenina. A su paso años atrás por el Primavera Sound de Barcelona ya demostraron tener la complicidad suficiente como para trasmitir con creces a todo aquel que quiera divertirse casi tanto como ellos. Tan solo pretenden que se sigan sus indicaciones, los estribillos nos los sirven bien fáciles, para poder vivir la verbena vitalista de su propuesta.
La misma intención que tuvieron las decenas de familias, no necesariamente abonadas al SOS 4.8, que con sus abuelos, sobrinos e incluso carricoches se acercaron a las 13:15 del día siguiente para tomar un aperitivo gratuito (musicalmente hablando) y hacer algo de barra dentro del acotado recinto –para disgusto de algunos bares del centro, habituados a ofrecer las primeras cañas y tapas a los cada vez menos visitantes–. Un deseo que fondeó en mal puerto debido a la suspensión unilateral, tras poco más de un cuarto de hora de actuación, del artista nacional con más solera y mejor salud creativa actual de cuantos apareciesen en la oferta de este 2016. El señor Kiko Veneno, después de avisar reiteradamente que su actuación estaba viéndose saboteada, por el volumen brutal proveniente de la prueba de sonido en el escenario grande, decidió retirarse y dejar que el jolgorio continuase, pero sin su esperada participación en el escenario pequeño.
Durante la comida, un buen amigo me confesó que esperaba de Santiago Auserón, el compañero de Veneno en aquella memorable gira “Vienen dando el Cante”, algún inteligente guiño de apoyo. Pero al parecer no está el mercado como para ir mordiendo las manos de quienes te alimentan, o bien, con los nervios por debutar en su nuevo papel de Vagamundo sinfónico, no llegó al interior del auditorio regional el gran fallo de organización sucedido un par de horas antes en los SOS Aperitivos.
Para él precisamente fueron los mayores halagos escuchados durante los dos días de festival, incluso superlativos piropos provenientes de quienes aparentemente no siguieron La Huella Sonora post Radio Futura. Sinceramente nada excepcional, teniendo en cuenta la trayectoria revisionista que él viene haciendo de su propia obra: colaboraciones en el terreno del jazz con el Taller de Músics, dando continuidad a las músicas de tradición afrohispana con la Zarabanda, al mestizaje cubano–mexicano con José Fors y el grupo Sí Son o últimamente en formato íntimo con su inseparable guitarrista Joan Vinyals, también presente en la presente puesta de largo.
Encopetado en un esmoquin burdeos, centró su repertorio –arreglado por la valenciana Amparo Edo Biol– en su último disco de estudio («Río Negro», 2011), con algunos guiños aprendidos en su notable vagabundear por la historia de la música, recuperando para regocijo de sus fans más nostálgicos desatinadamente ‘Annabel Lee’ y pausadamente ‘La negra flor’ y presentó una exclusiva titulada ‘El desterrado’. Una fusión apta para todos los públicos, en la que al poco tiempo te olvidas de que se trata de una orquesta completa la que acompaña al carismático gran frontman que es Auserón y, como buena obra, prosigue in crescendo.
Seguramente será un proyecto con el que se vaya encontrando a gusto a medida que encuentre una sinfónica más maleable: “Con esta presentación recuperamos la tradición que tenía Juan Perro de comenzar sus andanzas en Murcia”, afirma, y así no tenga que justificar –con la sabiduría y tablas que lo caracterizan– algunos deslices: “Es una emoción indescriptible para un músico callejero como yo, escuchar como académicos músicos acostumbrados a los más grandes compositores interpretan parte de tu repertorio… porque en el mundo del pop sucede que cada cual va por donde quiere sin que se note, pero esta música que suena se mantiene firme gracias a unas partituras estrictamente bien escritas”.
En los dos días que dura el festival, las únicas carreras desde las zonas de botelleo colindantes hacia el interior del recinto festivales las provocaron, como no podía ser de otra manera visto el plantel, los zaragozanos Amaral. El tandem formado por Eva Amaral y Juan Aguirre, podrá gustar más o menos, su presencia en según qué carteles es tan coherente como que Radio 3 ahora suene a radiofórmula, permanecerá más o menos tiempo en las listas de ventas y provocará tantos prejuicios como la certeza que tienen de saber estar, resolviendo con profesionalidad y relativa cercanía las grandes citas. Y si alguien llega a pensar en que lo suyo es impostura, con un poco de tolerancia y atención a su nueva gira ‘Nocturnal’ cualquiera puede llegar a disfrutarlos más que a la mayoría. Está plagada de himnos en español y no les hace falta mucho artificio para convencer a sus incondicionales. Podría asegurarse que son como el comodín que vence en cualquier partida. Además, el SOS 4.8 suele jugar de farol.