«Delta 5 encabezaron sonadas revueltas como parte activa del movimiento Rock Against Racism y expandieron la batalla feminista como causa pendiente»
Sara Morales nos acompaña a mediados de los setenta para descubrir cómo cobraron vida las bandas más reivindicativas del after punk inglés: Gang of Four, The Mekons y Delta 5.
Texto: SARA MORALES.
Hace unas semanas nos despedíamos de Andy Gill, meritorio fundador y desaforado guitarrista de Gang of Four. El que, armado con un mástil de espinas en lugar de cuerdas, se convirtió en el perfecto trovador del arte del agravio. Su banda se instaló cómodamente en la fricción desde sus inicios en 1977 y, desde el particular atril que es el rock, desenfundaron todas sus armas para llevar a la música y al entretenimiento las ideas colectivistas y antiburguesas que absorbieron durante sus años como estudiantes en la Universidad de Leeds.
Aquel campus, en aquella segunda mitad de los setenta, fue el escenario principal de la batalla sociocultural que asolaba el asfalto inglés, en un tiempo convulso en que el Reino estuvo más desunido que nunca. Mientras unos lamentaban la pérdida del rol imperial y rehuían de una Gran Bretaña a la altura de la modernidad, otros impulsaban la revolución en las calles a base de huelgas, saqueos, disturbios y protestas estudiantiles que tuvieron su epicentro en la facultad de Bellas Artes de la ciudad. La lucha contra el conservadurismo se inició en aquellas aulas de la mano del director T.J. Clark, miembro de la Internacional Situacionista que lidió por erradicar la opresión impuesta por la sociedad de clases, y de Terry Atkinson, profesor de pintura que había formado parte del colectivo ultra y pro marxista Art and Language. Unas clases que trasladaban el espíritu progresista de la pugna antisistema al arte y a la cultura con la creación de obras que, más allá de la teoría, pusieran en práctica los valores del cambio y el progreso social. Y entre los pupitres de aquella docencia prolífica en pósters políticos, fanzines filosóficos, viñetas sarcásticas, vídeos y performances disidentes, se encontraba un puñado de alumnos que decidió aplicar aquellas enseñanzas al sonido, dando vida a tres de las bandas más representativas del estadio after punk en el norte inglés: Gang of Four, The Mekons y Delta 5.
Gang of Four, música para el combate
No fue casual que Gang of Four se bautizaran como tal cuando engendraron su banda en pleno estallido punk, para embarcarse en la actividad durante la resaca de este. Un nombre con referencia a los cuatro líderes de la Revolución Cultural China, que fueron arrestados por el nuevo dirigente de la República Popular tras la muerte de Mao en 1976, era el modo de implorar a la revolución alterando el gallinero europeo desde su carta de presentación. Además, aquellos días, los grupos y organizaciones maoístas brotaban por las esquinas de las universidades británicas y, aunque Gang of Four no se consideraban tal y tampoco formaron parte activa del partido comunista, sí comulgaron desde el inicio con las ideas progresistas y el espíritu de izquierda que imperaba en el ambiente e iba a empezar a hacerlo también en sus letras. Las clases del profesor Atkinson habían dejado huella.
No tardó en llegar su aclamado debut, Entertainment! (1979), un álbum que sorprendió por la gracia de haber sabido limar la discordia entre el punk rock, el funk y el dub y que, además, dejaba patente la manera democrática, igualitaria y transversal de trabajar del grupo de puertas para dentro. Sin dejarse llevar por la improvisación, estudiaban cada entrada de instrumento y le condecían su espacio. Nada ni nadie en la banda era más importante que el resto; porque a pesar de los extraños y mecánicos solos de batería de «Love like Anthrax», los inventos de «Guns before butter» o la sobresaliente línea de bajo de Dave Allen en «Damaged goods», cada detalle estaba pensado para brillar de forma unilateral como lo hacía, evitando estamparse contra el para entonces ya trillado muro de sonido.
The Mekons y Delta 5, en la retaguardia
Además de enseñanzas en la facultad de Bellas Artes de Leeds, The Mekons también compartieron local de ensayo con Gang of Four; incluso diseñaron giras conjuntas en los primeros años de andanza. Una banda que nació como colectivo artístico, pero que fue derivando en la formación musical hasta terminar conformándose como grupo adherido a los preceptos del punk rock, pero con dosis de country y folk.
Nunca le dieron tanta importancia a introducir en su lírica conceptos en boga como el fetichismo de la mercancía u otros asuntos de la narrativa anticapitalista como sí hacían sus amigos coetáneos, ni siquiera ostentaron una visión tan justa y equitativa para la convivencia en el seno del grupo, pues Kevin Lycett siempre se postuló líder de la manada. Eran menos disciplinados y, aunque en sus primeros conciertos reinaba el caos, la impremeditación e incluso el desastre, fueron los primeros de aquella oleada de bandas en conseguir un contrato discográfico.
A partir de entonces, y de su gran éxito indie «Where were you?» en 1978, comenzaron a afiliarse a las grandes multinacionales y «la lucha» antisistema empezó a carecer de sentido, si es que alguna vez lo había tenido para ellos.
Los que sí lo tuvieron siempre claro fueron los chicos y chicas integrantes de Delta 5, que se enfundaron en uniformes unisex para reivindicar la igualdad de género y, aunque nacieron de un rebrote de The Mekons, sí quisieron emplearse a fondo en eso de «lo personal es político».
Con un sonido más cercano al punk funk de Gang of Four, evidenciado en guitarras rítmicas y dos bajos al frente de la sección melódica, encabezaron sonadas revueltas como parte activa del movimiento Rock Against Racism y expandieron la batalla feminista como causa pendiente. Su última hazaña fue ceder su single más preciado y con el que debutaron en 1979, «Mind your own business», a uno de los capítulos de la serie Sex Education en enero del año pasado. La pugna por la igualdad continúa, aunque ahora se libre por otros canales.
