DISCOS
«Reina un sonido impoluto al servicio de clásicos, dispuesto en un show inteligentemente dosificado y extremadamente competente»
Tears For Fears
Songs for a nervous planet
CONCORD / MUSIC AS USUAL, 2024
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Los discos en directo suelen ser brindis al sol, tentempiés en espera de que vuelvan las musas (si es que vuelven) o complacientes baños de masas cuyo registro está más orientado a fans que a neófitos. Llama la atención que Tears For Fears no hayan publicado ningún live oficial hasta ahora, y Roland Orzabal me decía hace unos días que si tuviera que recomendar un disco suyo a alguien que apenas conozca su trayectoria, le diría que empezara por este. Tiene su lógica, porque también sirve como una suerte de grandes éxitos, teniendo en cuenta que hace casi dos décadas que no publican ninguno, con la particularidad añadida de que entre estas veintidós canciones hay hasta cinco de su última grabación de estudio, aquel The tipping point (2022) que les sirvió para escenificar su reconciliación tras años de distanciamiento, y otras cuatro canciones recientes que son inéditas, algunas avanzadas como single.
Es decir, la factura de casi la mitad de este disco es posterior a 2021, algo que dice mucho sobre su intención de recobrar su mejor pulso, tras el complicadísimo trance que Orzabal tuvo que superar con el fallecimiento de su primera mujer tras tres décadas de matrimonio y una penosa y larga enfermedad, y teniendo en cuenta que entre sus diez canciones más escuchadas en Spotify no hay ni una posterior a 1989 y les hubiera sido muy fácil quedarse tal y como estaban, sin complicarse la vida, viviendo de rentas.
Así pues, este es un directo, registrado el año pasado en un concierto en Tennesse (Estados Unidos), que también es, en cierto modo, compilación y reivindicación de un digno pero escasamente sorprendente y nada rupturista presente (ellos mismos reconocen que reciclan hallazgos del pasado en su obra actual), cuya última concreción es el pop convencional de “Say goodbye to mum and dad”, los contornos de single claro de “The girl that I call home” y la tenue psicodelia de cariz Beatle (una de sus recurrentes obsesiones) en “Emily said”y “Astronaut”. Esas son las cuatro novedades aquí presentes. Por lo demás, reina un sonido impoluto al servicio de clásicos como “Shout”, “Everybody wants to rule the world”, “Mad world” o “Change” dispuesto en un show inteligentemente dosificado y extremadamente competente.
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Anterior crítica de discos: La materia, de Alondra Bentley.