DISCOS
«Su objetivo es ir reuniendo buenos conjuntos de canciones y ofrecérselas a su público, algo que ha vuelto a conseguir»
Damien Jurado
Sometimes you hurt the ones you hate
MARAQOPA RECORD, 2023
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
En 2022 tuve el placer de editar, junto a Eloy Pérez, el libro Folk rock, la historia, los artistas y los álbumes fundamentales (Red Book Ediciones) en el que pretendíamos repasar un género tan complicado y con tantas aristas como el del título. La mayor dificultad que nos encontramos fue a la hora de definir qué era y qué no era folk rock. Y uno que nos planteó muchas dudas fue Damien Jurado, que acabó, eso sí, apareciendo en las páginas del citado libro. Servidor se encargó de su ficha correspondiente y no dudé en definirlo como «el sonido de un hombre sencillo».
Los argumentos para considerarlo folk rock estaban en sus orígenes, grabando sus canciones, acompañado solo con su guitarra acústica, en casetes que le iban haciendo un nombre en su Seattle natal, mientras otros melenudos daban forma a lo que luego sería el movimiento grunge. Pero vayamos a sus últimos pasos. En 2019, Jurado publicaba The monsters who hated Pennsylvania, un buen disco al que sucedería, en 2021, Reggae film star, para muchos una de sus grandes obras, afirmación nada desdeñable para un tipo con veinticinco años de carrera a sus espaldas. Eso no ponía las cosas fáciles a Damien Jurado de cara a la recepción de su nuevo trabajo. Aunque podemos afirmar, sin posibilidad de equivocarnos, que este va a satisfacer por completo a sus seguidores y seguidoras.
No faltará quien afirme que hay demasiados terrenos ya conocidos en las canciones de Sometimes you hurt the ones you hate. Como si Damien fuera con el piloto automático puesto y hubiera decidido arriesgar más bien poco. Error. Damien Jurado ha construido así toda su carrera. No hay grandes cambios entre disco y disco. No intenta reinventarse con cada lanzamiento. Su objetivo, manifestado públicamente en más de una ocasión, es simplemente ir reuniendo buenos conjuntos de canciones y ofrecérselas a su público, algo que ha vuelto a conseguir.
Aquí hay solo ocho temas —quizá demasiado poco — en veintidós minutos, pero el nivel compositivo vuelve a estar a un gran nivel. Todo empieza con “James Hoskins”, una canción de folk rock psicodélico que, por temática, podría pasar por una murder ballad y donde se muestra la impronta que va a tener en el álbum la presencia del multiinstrumentista Josh Gordon. “Neiman Marcus” es mucho más folk, con sus arreglos de cuerdas incluidos. Mientras que en “A lover, a balcony fire, an empty orchestra” el sintetizador toma el protagonismo. “Mr. Frank Dell” es un homenaje a los cantantes de soul más desconocidos, “Match game 77 (Episode 1907)” hace que el fantasma de Nick Drake se nos aparezca y “In a way probably never” vuelve su mirada, de manera acertada, hacia los años cincuenta. Cierran el álbum “A buildings kind of building”, que muestra al Jurado más poético de todo el álbum con una letra acertadísima, y “I was a line”, que ofrece algo de redención mental desde su brillo innato. Lo dicho. Que vuelve a acertar.
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Anterior crítica de discos: UK Grim, de Sleaford Mods.