«Se jugaba el físico cada noche, se lanzaba sobre el público, se retorcía sobre cristales rotos…»
Terminamos el recorrido por los músicos que han triunfado más solos que acompañados con el icónico Iggy Pop. Aquí, quizá haya opiniones más divididas por el interesante lustro que vivió al frente de los Stooges. Escribe sobre ello Fernando Ballesteros.
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
El caso de Iggy Pop es especial. Por más que lleve cuatro décadas grabando en solitario, muchos de sus fans siempre pondrán su lustro maravilloso al frente de los Stooges por encima del resto de su obra. Y motivos no faltan.
Antes de eso, había sido batería de varios grupos. El más destacado de ellos fue The Iguanas, del que salió el apodo que ha acompañado desde entonces al de Michigan. Pero todo eso ocurrió antes de que Danny Fields les descubriera para Elektra y los Stooges comenzaran a moldear una trilogía que, como en el caso de otros grandes de la música, fue ganando altura con el paso de los años. En su momento, aquellos discos vendieron muy poco. Su debut homónimo, en 1969, tampoco es que conquistara el favor de la crítica. Aquello era punk antes del punk: pura energía en estado salvaje, trasladado a trallazos del calibre de ‘No fun’, ‘1969’ o ‘I wanna be your dog’. Sobran las palabras.
Aquellos días, Iggy, acompañado de Dave Alexander y los hermanos Ron y Scott Asheton, iba mucho más allá en directo. Se jugaba el físico cada noche, sin trampa ni cartón, se lanzaba sobre el público, se retorcía sobre cristales rotos… ceremonias que han pasado a la leyenda. Cada una de ellas se convertía en un caos en el que todo parecía posible.
En Funhouse, su segundo disco, pusieron toda la carne en el asador con un objetivo: plasmar en disco todo lo que se respiraba en sus actuaciones. Y la jugada les sale redonda, porque se trata de uno de los discos más violentos, peligrosos, sucios, que jamás se hayan grabado. ‘Loose’, ‘TV eye’… da igual el título que citemos, porque el álbum funciona como un todo, y es una explosión que no deja diferente. Lamentablemente, no fueron muchos los que vivieron la experiencia, porque “Funhouse” no logró mucho mejor recibimiento que su debut, de hecho, Elektra decidió poner fin a su relación contractual con un grupo que le daba más disgustos que satisfacciones.
La intervención de Bowie
A esas alturas de su historia, hizo su aparición una figura crucial: el mismísimo David Bowie. Se conocieron en 1972, se hicieron amigos y Bowie le intentó ayudar a reconstruir el grupo. Por si fuera poco, también convenció a Columbia para que le diera una nueva oportunidad. Misión cumplida: habría tercer disco y vería la luz con la fórmula de Iggy & The Stooges. Se habían disuelto, pero Bowie hizo que el vocalista y James Williamson se marcharan a Londres a grabar. Como no tuvieron éxito en la búsqueda de músicos locales, repescaron a los hermanos Asheton y juntos grabaron “Raw Power”, un capítulo final a la altura.
Antes de que se pregunten por las drogas, les confirmo que, a pesar de que no hemos hablado aún de ellas, estaban muy presentes. Y más aún en los duros momentos que separaron “Raw power” de su debut como solista con “The Idiot” en 1977. Hecho polvo por el final de su grupo y con la heroína cobrándose sus facturas en su organismo, Iggy terminó incluso internado con un trastorno bipolar diagnosticado. Allí fue a visitarle Bowie, que a estas alturas no andaba mucho mejor. En su caso, era el abuso de la cocaína el que le había situado al borde del precipicio.
Así que ambos deciden poner tierra de por medio y cambian Los Angeles por Berlín, donde David, además de elaborar su trilogía berlinesa, produce la puesta de largo como solista de Iggy. En “The idiot”, la influencia de los ritmos y el sonido tecno remiten a la tierra en la que se ha gestado y canciones como “China girl”, “Dum dum boys” y “Nightclubbing” lo convierten en una gran obra.
Su segunda colaboración con Bowie, “Lust for life”, también vuela alto y contiene dos de las canciones que no pueden faltar cuando repasamos su carrera: la titular y ‘The passenger’. Y aunque se trataba de recordar a los Stooges, conviene recordar que con sus altos y sus bajos —más de los primeros— , la carrera de la iguana es la de uno de los grandes. Siempre hay algo que rascar: en “New values” (1979), en “Instict” (1988) y su guiño al rock duro de la mano de Steve Jones o en “Brick by brick” (1990), en el que se incluye su número uno ‘Candy’, un dúo con la B52’s Kate Pierson que se convirtió en uno de sus temas más radiados.
Regreso de los Stooges
“American Caesar”, “Avenue B” y su tranquilidad al final de los noventa… todos esos discos nos llevan hasta 2003, el año en el que pudimos ver a los Stooges en directo.
12 de septiembre. Había muerto Johnny Cash y la triste noticia lo marcó todo en la jornada inaugural del Azkena que, no obstante, muchos terminaríamos recordando por la actuación de la mítica banda. Scott, Ron y Mike Watt respaldaban la locura que todavía transmitía un Iggy de 56 años, todo fibra, superviviente y en forma. No se trataba de recrear los aquelarres de 1970 porque eso era imposible, pero lo que vivimos en Vitoria nos permitió comprender mejor todo lo que había ocurrido tres décadas atrás. Desde entonces han sido varias las veces que se ha podido disfrutar de la experiencia Stooges, pero la primera en España fue algo especial.
Y me van a permitir que pase de puntillas, silbando y mirando para otro lado, sobre el hecho de que volvieran a grabar. No, aquello no tuvo sentido. Los Stooges en disco son su trilogía mítica.
Del Iggy de los últimos años, prefiero quedarme con “Post pop depression”, el disco publicado en 2016 y que su propio autor anunció que sería probablemente el último. Si es así, el álbum, forjado con la ayuda de Josh Homme, constituiría un dignísimo broche a una carrera extraordinaria.
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Anterior entrega de Solistas que brillaron más que sus bandas: Bon Iver.