Simón, de Miqui Otero

Autor:

LIBROS

«Unos Episodios Nacionales de la modernidad, que recolectan, al final, los personajes que ha ido diseminando a lo largo de la novela»

 

Miqui Otero
Simón
BLACKIE BOOKS, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Hay un género de novela muy barcelonés en la que se recorre la vida de un protagonista y de paso se pega un buen repaso a los cambios, las transformaciones y la historia de la ciudad. Se adscriben a él Eduardo Mendoza, Francisco Casavella, Marcos Ordóñez, autores menos conocidos como Antonio Rabinad o Ignacio Agustí, en catalán Josep María de Sagarra y Juan Marsé, si tenemos en cuenta el corpus de todas sus novelas. A este selecto grupo se alía Miqui Otero con Simón. El bueno de Simón, hijo de emigrantes gallegos que montan en el barrio del Portal, cerca del Mercado de San Antonio y de su mercadillo de libros de saldo, el bar Baraja junto a sus hermanos, padres por tanto de su primo Rico.

Encontramos a Simón, un niño de ocho años, serpenteando entre las mesas del bar y sus parroquianos habituales, parroquianos que veinticinco años después aún seguirán las andanzas de Simón, que tiene tiempo de llenar su infancia, de perderla, de convertirse en un cocinero de renombre con proyectos desmesurados, de volverlos a perder y de acabar en la dorada mediocridad de quien ha intentado por todos los medios ser feliz.

Para ello, se apoya en personajes femeninos, bien perfilados. Estela, en primer lugar, su amiga de la infancia, que después se desvía hacia luchas sociales y que lo acompañará hasta el final. También Beth-Betty, dependiendo de que domine en ella su hedonismo o su equivocado afán de responsabilidad, y Ona, que en un segundo le cambia la vida. Pero, sobre todas, Candela, que aunque aparece en menos páginas, es la más llena de vida, de chispa, con un relieve especial y lleno de detalles.

Mientras tanto van pasando los Juegos Olímpicos, bares como el Marienbad o el Sidecar, las estrellas Michelín y el trabajo precario, la crisis del 2008, el atentado de las Ramblas. Sin disimulo va pintando las caras de la ciudad, hasta llegar a conformar un fresco. Unos Episodios Nacionales de la modernidad, que recolectan, al final, los personajes que ha ido diseminando a lo largo de la novela. Hasta el propio autor hace un pequeño cameo.

Más desmesurada de lo que dan sus páginas, el tono, los estilos y las atmósferas van siendo cambiantes, pero hay unas líneas comunes, que a veces resultan estáticas y a veces se cargan de mucho músculo. Hay un bar y hay noches y fiestas, hay libros focalizados desde un Simón que vive en literatura y hay reflexiones. Se trata de aplicar en la novela, de desplegar, esas palabras de Gato Pérez de las que Miqui Otero se apropia: el secreto de llevar una vida plena son tres cosas: biblioteca, calle y atalaya.

Anterior crítica de libros: Stone free, de Jas Obrecht.

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