“Recuperar ese punto de niñez y de inocencia y colocarse en el lugar del fan de la música era fundamental. Si no, las canciones de este disco no hubiesen salido”
Seis meses después de publicar “El peor grupo del mundo”, Sidonie reflexionan sobre el recorrido que están haciendo con su último trabajo, con el que están girando por toda España. Antes de subir al escenario de la sala Razzmatazz, en Barcelona (el 25 de marzo), Javier Escorzo charla con el vocalista, Marc Ros.
Texto: JAVIER ESCORZO.
Foto: ÓSCAR LAFOX.
Dos décadas de trayectoria y Sidonie continúa recorriendo sus particulares carreteras infinitas, esas en las que han desarrollado su permanente evolución: del inglés al castellano, de la psicodelia al rock, de la sala vacía al festival abarrotado, del rock a la electrónica, de considerarse el peor grupo del mundo a convertirse, hace ya bastantes años, en uno de los mejores grupos de nuestro país. Y ahí siguen, siempre buscando (y muchas veces encontrando) la canción pop perfecta.
Han pasado ya varios meses desde la salida del disco. Al escucharlas ahora, ¿eres de los que cambiarían muchas cosas de los discos que grabas?
Sí, yo cambiaría todo (risas). Cada disco, en cuanto pasan un par de semanas, lo grabaría todo de nuevo. En este caso es un poco contradictorio, porque ha tenido más éxito que los anteriores. Uno siempre desea que su disco tenga éxito y llegue a todo el mundo, pero no siempre se consigue. Es una cuestión de tener tino con las melodías, de que el mensaje sea limpio y simple. En este caso lo hemos conseguido, o al menos más que en otras ocasiones, así que bien está lo que bien acaba.
“El peor grupo del mundo” (Sony, 2016) es una declaración de amor a la música, creo que más desde el punto de vista de unos aficionados a la música que desde el punto de vista de unos profesionales de la música, que es lo que realmente sois.
Sí. A mí me pasa una cosa: por las noches siempre me apetece escuchar un disco, y tienen que pasar tres o cuatro canciones hasta que me olvido de que soy el cantante de Sidonie, de que soy un músico profesional, hasta que puedo disfrutar el disco como cuando los escuchaba siendo más jovencito, cuando era pequeño, que no analizaba tanto el trabajo de los músicos. Recuperar ese punto de niñez y de inocencia y colocarse en el lugar del fan de la música era fundamental, porque si no las canciones no hubiesen salido. Nosotros siempre hemos defendido que somos primeros fans y después músicos. Si no fuese así no hubiese tenido sentido haber dedicado este disco a eso que tanto nos apasiona y que nos ha ayudado tanto en momentos bajos, y que nos ha hecho personas, que es la música pop.
¿Y realmente consigues que no te empañe la mirada toda la experiencia que tienes cuando escuchas un disco o asistes a un concierto?
Mira, es muy interesante esto, yo lo pienso a menudo. En los conciertos sí que me dejo llevar, porque es todo tan teatral, las luces, el sonido que te envuelve… con un par de cervezas ya estás ahí (risas). Pero sí que tengo que hacer el esfuerzo de salir de mi papel, que en realidad no es un papel, porque es mi oficio. Tengo que esforzarme por redescubrir la música. No es fácil dejar de analizar lo que estás escuchando, por eso me gusta tanto la pintura. Me relaja muchísimo, porque yo no sé pintar. Y por eso me encanta ir a museos, porque me dejo llevar por la magia, no sé cómo lo han hecho, no sé cómo han llegado a representar eso, pero es maravilloso. Yo conozco casi todos los trucos musicales, y a veces veo que pretenden hacer eso o lo otro. Pero a veces tienes que dejarte llevar por esa magia, bien porque te has tomado un par de vinos, o bien porque simplemente estás medio dormido. Y me encanta alcanzar ese punto.
En la primera canción del disco, de título homónimo, se habla de un grupo que empieza de una manera muy precaria, sin conocimientos ni destreza, con más actitud que capacidad, pero sin embargo transmite. ¿Ese fue vuestro caso, la filosofía punk del do it yourself?
Sin duda, porque nosotros no habíamos estudiado música. No teníamos ninguna base académica, simplemente nos juntamos tres tíos que amaban la música, que nos entendimos y que éramos capaces de hacer sonar dos notas seguidas y que sonara mal. Para este disco nos hemos fijado más en ese tipo de bandas que por no tener esa destreza descubre un sonido nuevo fruto del error, y descubre algo nuevo en el panorama musical. Pienso por ejemplo en la Velvet Underground, un grupo de cuatro o cinco inadaptados que se juntó para hacer algo que a día de hoy sigue siendo super influyente. Por otro lado, también me gusta la voz de Sinatra, que es lo opuesto, o las composiciones de Burt Bacharach, que sí tienen una base académica. Para este disco me he fijado en el “do it yourself” que mencionabas, en la filosofía del punk de los grupos hechos a sí mismos; los grupos que empiezan sin tener nada y descubren por el camino muchas cosas que con el tiempo pueden llegar a influir a muchísima gente.
Cuando uno forma parte del “peor grupo del mundo”, ¿recuerdas algún momento concreto en el que os dieseis cuenta de que ibais a salir adelante?
Recuerdo una canción de la época en la que cantábamos en inglés, que además era instrumental. Se titulaba ‘Sidonie goes to London’, y mezclábamos la música de sitar con percusiones, bases electrónicas… Era una cosa que habían trabajado grupos como Primal Scream, y en la historia de la psicodelia el sitar sí que está muy utilizado, pero con electrónica no era tan frecuente, y menos en España. Los Smash utilizaban el sitar, pero no con música electrónica. Cuando aparecimos nosotros con aquel sonido sí que sentimos que estábamos alcanzando un punto de inflexión, un hito en nuestra carrera. Después se han ido repitiendo más momentos como ese. Recuerdo cuando les presenté a mis compañeros la canción ‘Un día de mierda’, y me preguntaban: “¿En serio vas a poner la palabra “mierda” en el estribillo?”. Al principio nos daba cosa, pero cuando la escuchamos dos o tres veces seguidas vimos que tenía que ser así. Así funciona el pop.
De hecho, en los conciertos esa canción funcionaba especialmente bien, era uno de los puntos álgidos de la gira anterior.
Soy consciente de que es una de nuestras canciones más celebradas, pero creo que en realidad tiene más importancia porque creó un ambiente a su alrededor, que fue el propicio para componer el siguiente disco, que es “El peor grupo del mundo”. Es una canción que solo me ha dado alegrías y buenas noticias, a pesar de que hable de un momento deprimente. Pero a raíz de esta canción empezó a entrar gente nueva que no nos conocía, veíamos que en la segunda mitad de la gira “Sierra y Canadá” las salas se llenaban, en los festivales, cuando la tocábamos, la gente se ponía como loca… Y en ese contexto empecé a escribir “El peor grupo del mundo”. Todo empezó con ‘Un día de mierda’.
Precisamente, en este disco está ‘Os queremos’, donde habláis de un fan que reniega de su grupo favorito cuando este comienza a adquirir mayor popularidad, que creo que es algo que os ha pasado a vosotros como seguidores de algún grupo concreto…
Sí, no lo cito expresamente, pero estoy hablando de Suede, el grupo liderado por Brett Anderson. Yo los conocí con su primer disco, “Suede”, a mí me voló la cabeza, me parecía increíble que mezclase de aquella manera a Bowie y a Morrissey y consiguiesen algo tan chulo y tan nuevo… en fin, todo lo que nos provocó aquel disco. Me fui a verlos a una sala pequeñísima de Barcelona, creo que estábamos unas doscientas personas. Al año siguiente volvieron, pero ya habían sacado el “Dog Man Star”, y ya llenaron la sala Zeleste, que hoy se llama Razzmatazz, había más de dos mil personas. Es curioso, pero cuando eres un adolescente piensas esas cosas: “Este grupo ya no es mío, lo tengo que compartir con mucha gente, ya no mola”. Es una cosa muy elitista que tiene un adolescente, pero por otro lado también es necesario, yo lo entiendo, porque así descubres mucha música. Aunque claro, también te pierdes otra. Con los años se te va pasando, afortunadamente ahora soy mucho más abierto, pero en su momento sí que me pasó eso que se cuenta en la canción con unas cuantas bandas, aunque en la canción hablo expresamente de Suede.
Y si os ha pasado como fans de grupos, ¿entendéis que a algunos de vuestros fans les pase con vosotros? Porque también os sucede.
Sí, en cada disco. En cada puto disco. Siempre es mejor el anterior. Siempre. Hasta que empiezas a echar hacia atrás, y lo mejor que has hecho ya no es el primer disco, sino la maqueta del primer disco. O incluso el primer ensayo, que lógicamente nadie escuchó. Pero sí, es algo que, como me ha pasado a mí, entiendo que les pase a los demás.
¿Pero recuerdas algún momento concreto en el que se haya dado especialmente? Pienso quizás en cuando cambiasteis el inglés por el español…
Mira, cuando cantábamos en inglés venían bastantes mods a nuestros conciertos. Los mods forman una tribu urbana muy elitista, y a partir del cambio de idioma dejaron de venir, pero empezaron a venir los aficionados al indie en español, que a su vez dejaron de venir cuando alcanzamos más éxito con “El incendio”. Mucha de esa gente dejó de venir después, cuando pasamos a la electrónica con “Sierra y Canadá”, porque las canciones les parecían muy extrañas. Y así siempre, pero ya te digo que como yo también lo he vivido como fan, soy muy comprensivo cuando alguien me dice que molábamos mucho más cuando cantábamos en inglés.
Ahora estáis viviendo otro punto de inflexión, que a la larga quizá acabe siendo tan relevante como cuando cambiasteis de idioma. Por primera vez en muchísimos años, algunos de los grupos de vuestra generación están empezando a sonar en las radiofórmulas. Debería ser muy normal, porque movéis a muchísima gente y eso debería tener su repercusión en los medios de comunicación, lo raro es que durante casi veinte años no haya sucedido. ¿Cómo lo interpretas?
Claro, es exactamente lo que has dicho tú. Lo raro es que durante estos años de oscuridad no haya sucedido lo que está empezando a suceder ahora. Las radios generalistas tampoco son tontas, y ven que los grupos de nuestra generación estamos arrastrando a muchísima gente, que los festivales han contribuido a esto. Lo que me sabe mal es que en toda esta época de oscuridad en la que solo cabía un tipo determinado de música no hubiese espacio para otras propuestas, porque hubiesen funcionado perfectamente. Si tú pones a Lori Meyers cuatro veces al día en tu cadena, la gente va a acabar entusiasmada con ellos. Ha tenido que ser la gente la que les ha hecho ver que aquí hay un público y por lo tanto un negocio, porque al final todo se basa en eso. Al final estamos volviendo a una cierta normalidad, que en los noventa fue absolutamente normal, pero que luego dejó de serlo.
“Cuando compongo siempre pienso en mis compañeros de grupo, pero también tengo en mente a un público y a los sitios en los que tengo que tocar”
Esto también sucedió hace treinta años, en los ochenta, cuando todos los grupos que la Movida y post Movida pasaron de no existir a sonar en las radiofórmulas y convertirse en lo que finalmente fueron. Vosotros citáis a algunos en vuestra hoja de promoción, y es algo que me gusta, porque cuando salisteis muchos de los grupos de vuestra generación renegabais de aquello. ¿Queríais distanciaros?
Sí. Aquí hay varias cosas. Cuando una generación florece siempre reniega de la anterior. Yo me siento muy afortunado por haber crecido en los ochenta escuchando a grupos de la nueva ola como Radio Futura, Alaska, Gabinete, Los Secretos… Tenía acceso a ellos porque sonaban en la radio y salían en la tele. Me parece muy triste que los chicos que se estaba desarrollando musicalmente entre 1995 y 2007, por decirte algo, solo hayan podido escuchar latino o reggaeton. Nosotros vinimos aquí para derribar lo anterior, los jóvenes siempre necesitan hacer eso. Yo recuerdo haber repudiado a Los Secretos en alguna entrevista, y ahora es un grupo que me fascina. Yo creo que esto es natural, es ley de vida. Ahora me gustaría entrar en la mente de un chico que tiene dieciséis años y está en su local de ensayo, y que de repente escucha en la radio a Lori Meyers o a Love Of Lesbian; no sé si le influirán, aunque sea inconscientemente, para después rechazarlos. A mí me encanta que pasen estas cosas.
Al principio hemos hablado de la frescura que tienen los grupos que empiezan. A lo largo de vuestros veinte años de carrera habéis tocado muchos estilos distintos. “El peor grupo del mundo” es más pop, “Sierra y Canadá” era más electrónico, “El fluido García” era más psicodélico… ¿Es una forma de no perder esa frescura, meteros en un terreno virgen en cada álbum?
Sí, y no sé si lo hacemos para no aburrirnos o por lo que hemos comentado antes de que somos fans de la música antes que músicos, y sería absurdo repetir constantemente el mismo disco. Yo en mi discoteca tengo de todo. Al lado de Aerosmith puedo tener a Air. Entre disco y disco pasan dos años, y en esos dos años, si eres inquieto, todo lo que escuchas acaba dejando su huella. No es que tengas planes. Para serte sincero, cuando compongo siempre pienso en mis compañeros de grupo, en Axel y en Jesús, que les tengo que enseñar las canciones, pero también tengo en mente a un público y a los sitios en los que tengo que tocar. Obviamente, si tuviese que tocar en Liceo y tuviese diecisiete músicos de cuerdas y de vientos, mis canciones serían de otra manera. Eso lo explica muy bien David Byrne en su libro “Cómo funciona la música”. Muchos artistas dicen que cuando componen solo piensan en ellos, y en el libro, Byrne dice que eso es falso. Nosotros tenemos en mente al público. Si tú compones una canción después de haber escuchado a los Byrds te saldrá parecida a los Byrds. Y si lo haces después de haber escuchado a Burt Bacharach, te saldrá algo más melódico. No es que hagamos esto para no aburrirnos, en el sentido de que si nos aburriésemos nos fuésemos a separar. No, no es eso. En el fondo creo que hacemos las cosas un poco a lo loco, sin pensarlas. Como hace el fan, que tiene esa psicosis en la que nosotros nos reconocemos.
Puede que no tengáis un plan premeditado para preparar los cambios de estilo, pero me da la impresión de que vuestro terreno es el de los discos más pop, como “El peor grupo del mundo” o “El incendio”, en los que prevalecen las canciones y las melodías redondas. Creo que es la música que os sale de manera más natural. No quiero decir que “El fluido García” o “Sierra y Canadá” sean discos forzados, en absoluto, pero me pregunto si necesitáis un propósito, una motivación para grabarlos. Ahí estáis investigando, estáis explorando fuera de vuestro territorio natural. Creo que si os metéis en una habitación a tocar, sin pensar en nada, os saldrán canciones más pop. ¿Puede ser?
Sí, estoy absolutamente de acuerdo. Aún me sorprende cuando la gente se refiere a nosotros como “el grupo psicodélico”, cuando la psicodelia ha sido solo un capítulo en nuestra carrera. Lo que en realidad hemos deseado siempre es hacer canciones pop. Buenas canciones pop, que se puedan cantar y bailar. Simplemente. Como los Hollies, ya está. Hay momentos, como el experimento electrónico de “Sierra y Canadá”, en los que nos lo tenemos que proponer, y sabemos que quizá no nos salen canciones tan redondas como en otras ocasiones, pero decidimos experimentar. Y estoy muy orgulloso de “Sierra y Canadá”, creo que tiene muy buenas canciones, como ‘Estáis aquí’, que es de las mejores que tenemos, o ‘Un día de mierda’, de la que hemos hablado antes. Pero sí, creo que Sidonie es un grupo de pop. Y punto.
“Cuando estoy solo, tocando la guitarra, no sé por dónde voy a salir. Y creo que esa inocencia que conservo puede ser el secreto del “éxito” y de la longevidad de Sidonie”
Hasta ahora vuestro éxito ha crecido de manera paulatina. Ahora que están confluyendo muchas cosas, los festivales, las radios y el disco tan potente que tenéis, si de repente subieseis cinco escalones de golpe y alcanzáis otro nivel de éxito, ¿seguiríais este camino más arriesgado de investigar, de aprender, aun sabiendo que quizá no os salen canciones tan redondas?
Bufff… No tengo ni idea. Reconozco que no lo sé. Puede ser tentador, alcanzado cierto nivel de éxito, repetir la fórmula… Bueno, con “El incendio” tuvimos bastante éxito, estuvimos muy cerca. Notamos cierta explosión, y si te fijas, el siguiente disco fue “El fluido García”, que no tenía nada que ver.
Recuerdo que decíais que con “El incendio” visteis que empezabais a llegar a otro público más amplio, que quizá venía de grupos como Pereza. Y efectivamente luego sacasteis “El fluido García”, que a priori puede resultar un disco menos accesible.
Claro. Y a lo mejor fue una jugada estúpida y a lo mejor soy muy tonto, porque me toca a mí hacer las canciones. Pero sinceramente, no sé qué haría si de repente Sidonie triunfara masivamente y subiese esos cinco escalones que dices. O si lo petásemos en América. No sé qué pasaría. Supongo que tendría que convivir con la tentación de repetir la fórmula, que nunca lo hemos hecho, ni siquiera sé si estamos capacitados para hacerlo. Pero eso es lo bonito. Si ahora me pongo a componer me va a salir una cosa, y si me pongo dentro de una semana me saldrá otra diferente.
Quizá en un momento dado decidís repetir la fórmula y os sale fatal, pero hasta ahora no habéis seguido ningún plan y os ha ido bien.
Es eso. Como soy bastante tonto como compositor, no hago lo que quiero hacer, sino lo que me sale. Quizás por eso hemos dado tantos vaivenes. Cuando estoy solo, tocando la guitarra, no sé por dónde voy a salir, no tengo ni idea. Y creo que esa inocencia que conservo puede ser el secreto del éxito, entre comillas, y de la longevidad de Sidonie.