FONDO DE CATÁLOGO
«Sentimiento y compromiso dándose la mano en su obra»
Luis García Gil propone volver sobre el sexto disco de Carlos Cano, en el que el granadino mostró cierto desencanto político enhebrado con letras sociales e historias que apelan al corazón.
Carlos Cano
Si estuvieran abiertas todas las puertas
MOVIEPLAY, 1983
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
En Carlos Cano latió siempre la dignidad de una canción andaluza alejada del tópico, que no renegaba de la tradición, aquella que podía representar la copla y su lenguaje, pero iba más allá de referencias concretas, aunando lirismo y compromiso.
El granadino surge como canción del sur y manifiesto en los años setenta y abraza con su cancionero un tiempo nuevo, de identidades y sueños recobrados, tras la larga travesía del desierto del franquismo. Si estuvieran abiertas todas las puertas, su sexto álbum de estudio, aparecido en la primavera de 1983, es parte del Carlos Cano de los años ochenta, que disco a disco se afianza como una de las grandes voces dentro de la etiquetada como canción de autor de nuestro país. Ese mismo año ve la luz la biografía que le dedica Fernando González Lucini en la colección Los Juglares de Ediciones Júcar.
Este es un disco que ya pronuncia cierto desencanto hacia la izquierda que traicionaba sus propios ideales tras el triunfo apabullante del Partido Socialista en las elecciones de 1982. La canción que refleja perfectamente esa desilusión a través del ejercicio de la sátira es “La metamorfosis”, título kafkiano con preguntas esclarecedoras: «¿Qué queda de aquel tiempo? / ¿Qué fue de la ilusión? / ¿Dónde están la esperanza/ de nuestra generación?».
El disco se abría con “No son palabras de amor” y proseguía con su homenaje a Elisa Serna, una de las voces más comprometidas de la canción entendida como forma de resistencia y de rebeldía. “Elisa” trasmitía el amargor de los olvidos que cayó irremediablemente sobre muchos cantores de la libertad. Otra bella tonada en la que demostraba su exquisitez como melodista es “La estrella perdida”, vuelta los ojos hacia su sentimiento de andalucista utópico.
“Mi refugio son tus ojos” se balancea en la experiencia amorosa con un romanticismo becqueriano hermosamente demodé. “Hijo de la calle” va por otro camino y otra sonoridad e incluye en su letra el título de la canción con un fondo ácrata: «Si estuvieran abiertas todas las puertas / nadie tendría que abrirlas con violencia / todo sería de todos y habría amor / y el mundo sería mejor…».
Entre las canciones más resonantes y comprometidas de este disco destacaba el “Tango de las madres locas”, con guiño gardeliano y denuncia de la infame dictadura de Videla en Argentina que ese mismo año comenzaba su reconquista de la democracia perdida.
Carlos Cano atraviesa en este disco todo un mapa de sentimientos como los que enuncia en esa esperanza abanderada en “De color rosa” que precede a la denuncia explícita de “El caso Almería”, parte de la crónica de sucesos de la España más negra y que motivó una película de Pilar Miró con el mismo título.
El disco tocaba a su fin con una canción titulada “Despedida” con unos sones de guitarra introductorios que preceden a la endecha amorosa. El sujeto lírico dice adiós a la amada con ligeros ecos flamencos en un disco que musicalmente muestra su versatilidad con la dirección musical y los arreglos de Nicolás Medina y la producción de Julio Palacios e Ignacio Martínez en una suerte de continuidad con el previo El gallo de Morón.
Lo explicaba, cuando salió el disco, en las páginas de El País, a la periodista Gabriela Cañas: «Ahora, por fin, puedo reivindicar las cosas que me conmueven, que son la soledad y el silencio como fuerza. El silencio como tiempo que hay que recuperar, como algo positivo. La soledad, como un espejo donde mirarse y saber que se está vivo y que hay que comunicárselo a los demás. Leí el otro día una frase de Bergamín que decía: escribir es pensar y pensar es comprometerse. Para mí, cantar es sentir y sentir es comprometerse».
Quizá no haya mejor manera de definir el espíritu de Carlos Cano a través de esa sentencia que él hizo suya de José Bergamín. Es decir, sentimiento y compromiso dándose la mano en su obra y que se resume en Si estuviesen abiertas todas las puertas.
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Anterior Fondo de catálogo: A Christmas gift for you from Phil Spector (1963), de Phil Spector.