FONDO DE CATÁLOGO
«Baladas ensoñadoras conviven con rocanroles de corte clásico con coherencia y naturalidad»
Moon Martin
Shots from a cold nightmare (1978)
CAPITOL RECORDS, 1978
Interpretado entre otros por¡ Willy Deville, Nick Love o The Searchers, Moon Martin dejó una interesante cosecha de canciones, algunas de ellas incluidas en su debut, Shot from a cold nightmare, recuperado aquí por Manel Celeiro.
Texto: MANEL CELEIRO.
El día 11 de mayo del pasado 2020 fallecía John David Martin a los setenta y cuatro años en la localidad de Encino (California), ante la práctica indiferencia del mundillo de la música, donde era conocido por el apelativo de Moon Martin. Unas notas a pie de página en algunos medios, algunas líneas algo más extensas en la prensa especializada y poco más. Es cierto que su trayectoria llevaba décadas en declive, que sus últimos trabajos apenas interesaban a nadie y que el inapelable peso del olvido había caído sobre él. La dura realidad de los productos de consumo rápido y masivo que dominan el mercado en la actualidad ya no eran el mejor ecosistema para un compositor de canciones a la vieja usanza, como era su caso.
También es verdad, no hay que engañarse, que desde el principio su rumbo artístico ha dibujado un recorrido irregular y que salvo algunos sencillos de puntual repercusión en USA y Australia, como “No chance”, “X-ray vision” o “Rolene”, el mayor éxito de todos, perteneciente a su segunda obra, Escape from domination (1979), la cosa no fue a mayores a nivel comercial. Aunque, por otro lado, algunas de sus canciones sí han sido populares en boca de otros. Rober Palmer entró en el top 20 con “Bad case of loving you”, el inolvidable Willy Deville —en la etapa Mink Deville— hizo una magistral lectura de “Cadillac Walk” e incluso la reina del blues, Koko Taylor, además de Frankie Miller, Dave Edmunds, Rachel Sweet, Nick Lowe y The Searchers añadieron temas suyos a su repertorio. Un apunte que debería ser suficiente para validar su talla como escritor de canciones.
Moon Martin empezó muy joven en la escena de su ciudad natal, Altus, Oklahoma, metiéndose en ella con las neuronas agitadas por el descubrimiento de los viejos artistas de rockabilly y de la efervescencia levantada por los cuatro fabulosos de Liverpool. No le fue fácil abrirse camino, ni con las bandas en las que militó ni como músico de sesión ni como escritor a sueldo. Sin embargo, tras llamar a muchas puertas, tragar sapos y desesperarse ante la incertidumbre de su futuro en la industria, consiguió ponerse de acuerdo con los capos de Capitol Records para editar el primer trabajo a su nombre, Shots of a cold nightmare. Así que… Vamos a ello.
Promocionado por la compañía disquera como una versión nuevaolera del rock and roll clásico —algo que, en el fondo, no iba muy desencaminado—, el bueno de Martin disparó en esta grabación, nunca mejor dicho, las mejores balas que tenía en su revolver. Sonido poco grandilocuente para la época, guitarras, bajo, batería, puntuales apariciones de los teclados y un gran trabajo en las armonías vocales, además de congregar a su alrededor a un grupo de músicos de primer nivel. Una banda compuesta por Phil Seymour (batería de Dwight Twilley Band), Gary Valentine (bajo de Blondie), la percusionista Susan Hall y el piano del gran Willie «Loco» Alexander bajo la tutela del productor Craig León.
Todas estas eran suficientes razones para solventar con matrícula de honor una decena de canciones que tienen como hilo conductor la ansiedad del desamor y lo mal que las chicas han tratado al bueno de Martin. Baladas ensoñadoras conviven con rocanroles de corte clásico con coherencia y naturalidad. Entre las primeras destacan “Nite toughts”, tan etérea como su título indica y con un falsete vocal fantasmagórico; la cadencia seductora de “Paid killer” —o cómo descubrir que tu chica es una asesina a sueldo— y la brillantez lírica, al estilo de bandas como Big Star, de la preciosa “You don’t care about me”. Los medios tiempos mantienen ese hálito power popero, con las seis cuerdas apadrinando las melodías de “Victim of romance” o “Hands down”, donde el espíritu de tipos como Buddy Holly dan su bendición.
Punto y aparte para el póquer de rocanroles incluidos, cuatro piezas que conservan toda su frescura y lozanía cuarenta y cinco años después de ser editadas. Contagiosos riffs de guitarra construidos en torno a estribillos que se pegan a tu oreja como lapas: “Hot nite in Dallas”, la fabulosa y anteriormente citada “Bad case of loving you”, el presumido caminar de “Cadillac walk” (con recital a las teclas del Loco Alexander) y el sabor añejo de “She’s a pretender”, que mezcla las enseñanzas de Chuck Berry y los Beatles. De estos últimos es, precisamente, la única versión, una devota rendición de “All I’ve got to do”.
Moon Martin no consiguió focalizar su enorme talento con la firmeza y la continuidad necesaria para rubricar una carrera más estable y sólida, pero tan solo por este admirable debut, por su segundo elepé y por el puñado de perlas sueltas que podemos encontrar salpicando el resto de su discografía, ya merece reclamar su trozo del pastel y aparecer en esta sección.
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Anterior Fondo de catálogo: Entre el agua y el fuego (1982), de José Luis Perales.