“Sexo, drogas, poesía y rock and roll”, de Javier Vayá Albert

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“No se trata de un libro de pleitesías baratas, muy al contrario: Elvis se lleva cuatro tiros y Keith Richards es la risa del fin de los tiempos”

 

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Javier Vayá Albert
“Sexo, drogas, poesía y rock and roll”
EL PETIT EDITOR, 2018

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Pese a haber nacido a mediados del siglo XX, el rock and roll posee un imaginario mitológico bastante nutrido. Obviamente, la industria y la explotación de dicho imaginario tienen mucho que ver en ello, pero también la calidad del mismo, la hábil —y natural— forma en que el rock and roll articula mitos tan antiguos como la humanidad. No es de extrañar que haya sido varios los escritores que han encontrado en él inspiración para sus libros, entre ellos el valenciano Javier Vayá Albert, quien para su cuarto libro aprovecha la forma en que la música le ha influido a lo largo de su vida para crear una colección poética de calidad y por momentos arrebatadora.

A lo largo de las cien páginas que conforman “Sexo, drogas, poesía y rock and roll”, Vayá toma figuras como las de Keith Richards, Elvis o Dylan (entre muchas otras) para servirse de ellas como herramientas. No se trata de un libro de pleitesías baratas, muy al contrario: Elvis se lleva cuatro tiros, Keith Richards es la risa del fin de los tiempos y Janis Joplin se toma su derecho a réplica. Pero tampoco es una mala contestación, muy al contrario de nuevo: en el fondo es un libro muy consciente de que sin el rock and roll no existiría, y exuda amor en ese aspecto.

El estilo de Vayá es directo, sin recovecos, muy adecuado para las noches de estío. No se afana en impresionar con figuras rebuscadas, sino que prefiere buscar el disparo limpio y directo. ¿He dicho ya que a Elvis le mete cuatro? Además, es inteligente a la hora de visitar los límites de la ciudad para traerse buenas historias de allí. No todo es el glamour a vida o muerte del rock como tal, o vínculo sentimental, sino que desde la periferia el autor encuentra espacio para mitificar la cinta de casete, la lluvia y las noches de ciudad.

Anterior crítica de libros: “Tiempo que dura esta claridad”, de Federico del Barrio y Elisa Gálvez.

 

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