Llega Número uno, el sexto disco de Sergio Makaroff, con doce canciones con su maravilloso e inconfundible sello personal, producidas por Jose Nortes y con dirección musical de Ariel Rot. Un disco verdaderamente lujoso que sólo se vende en descarga digital. Charlamos con Sergio para saber de su actualidad.
Texto: JUAN PUCHADES.
Incomprensiblemente, Número uno, el nuevo disco de Sergio Makaroff, no ha encontrado acomodo en ninguna discográfica de las que lo escuchó. Lo cual nos lleva a pensar que la crisis del disco no sólo es económica: existe un déficit brutal de inteligencia y buen gusto entre quienes rigen los destinos del sector, sea desde grandes o pequeños sellos. En todo caso, Número uno, cosas de los tiempos que vivimos, se puede comprar en tiendas digitales (iTunes, eMusic y Napster), aunque en unas semanas habrá una pequeña edición “palpable” para coleccionistas que, cómo no, será autoeditada.
Sea del modo que sea, merece la pena hacerse con la nueva obra de este viejo rockero –hoy adicto a la música popular, sin más etiquetas– argentino residente en Barcelona desde hace décadas.
Pero, alto, que nadie piense que por ser este un disco autoeditado, estamos ante una obra modesta: Número uno lo ha producido Jose Nortes, cuenta con dirección musical de Ariel Rot y con lujosas colaboraciones de Carlos Raya, Candy Caramelo, Osvi Grecco o Señor Mostaza. Son doce nuevas y maravillosas canciones con el sello personal e inconfundible de su autor. Doce joyitas para alegrarnos la vida. Ni más, ni menos.
Han pasado seis años de silencio desde tu anterior disco, ¿no es mucho tiempo?
Mi carrera artística es una carrera de obstáculos. Hago lo que puedo. La cosa estaba difícil antes de la macro-crisis de la industria discográfica: ahora ya es una odisea. Pero no estuve en silencio, canté en vivo, por la radio y en mi casa. Sigo componiendo canciones como si nada, con el mismo entusiasmo, si no más.
¿Qué ha sucedido para que este disco no haya encontrado discográfica? Saber que tienes un buen trabajo entre las manos y que sea rechazado… ¿cómo se lleva?
Me deprimí, lo superé y ahora estoy disfrutando de la nueva situación, ya que soy un optimista irredento: compongo canciones y las canto sin esperar nada a cambio. Es un fin en sí mismo y eso artísticamente tiene mucho sentido.
¿Si tuvieras que «venderle» a alguien Número uno, qué le dirías, cómo le explicarías lo que va encontrar?
Doce canciones hechas con cariño.
Vale, Sergio, hoy estás lacónico… Así no va a haber quien te compré el “pescado”.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Tú pregunta y yo contesto.
Desde que grabaste el single «Loco por ti», Ariel Rot es fijo en tus discos, bien como productor, como guitarrista o como arreglador. ¿Es como el «socio» en el que más confías? ¿Qué os une musicalmente?
Ariel es un tesoro como socio musical. Siempre está inspirado. Básicamente nos gustan las mismas cosas, con las lógicas excepciones. Él no escucha rap y yo sí.
¿Por qué trabajar con Jose Nortes como productor? ¿Cómo fue el sistema de trabajo con él, Ariel y los músicos?
A Jose lo conocí a través de Ariel, cómo no. Es un genio como músico y productor y un tipo entrañable. Ahora mismo no me pasa por la cabeza trabajar con otro. De hecho ya estoy hablando con él y Ariel para repetir fórmula. El sistema fue juntarnos en el estudio y ponernos a tocar. Probamos catorce canciones. En once encontramos de inmediato el camino. Otra se resistió pero funcionó al coger Candi la guitarra y Ariel el bajo. En las otras dos nos estancamos un poco y simplemente las dejamos fuera. ¡Ya teníamos doce con un grado de frescura más que satisfactorio!
Es un disco autoproducido, en lo económico, sin embargo, escuchándolo nadie lo diría. El nivel de calidad es muy alto. ¿Es autoexigencia que las cosas sean así?
No, es la suerte que tengo de que Ariel, Jose, Candi Caramelo y Danny Griffin –más la pléyade de invitados– no piensen en el dinero cuando les propongo grabar mis canciones. Un chollo.
Los músicos invitados fueron César Araque, Osvi Grecco, Marcela Ferrari, Txetxu Altube, Carlos Raya, Tony Jurado, Luis Prado, Alejandro “Boli” Climent, Paco Tamarit, Phil Skillman y Javier Schoendorf… ¿Te das cuenta de lo que quiero decir cuando digo “chollo”?
Me doy cuenta, pero ¿no sería mejor hacer todo lo posible para no dejar pasar tanto tiempo entre un álbum y otro?
Sería mejor poder grabar más a menudo, sí, pero el tiempo que transcurre no es porque los discos sean caros sino porque todo es muy complicado. La vida es dura, hermano.
¿Cómo se te ocurrió contar con el grupo Señor Mostaza para que tocaran «Ingrid»?
Se le ocurrió a Jose Nortes. Hace honor a su apellido: es faro, brújula, guía espiritual.
En Número uno, tengo la impresión de que tu lado humorístico es menos evidente que en otras entregas, quizás más sutilmente irónico. ¿Es algo premeditado?
No lo había pensado…”La culpa es mía”, ”Ingrid” y “Always together” son puramente humorísticos, ¿no? Y en los demás hay ironía por un tubo, ahora que lo pienso. “Si el amor se acaba” no se puede tomar muy en serio…
No termino de comprender el sentido de la letra de «Pearl Harbor», en la que citas acontecimientos históricos (el ataque japonés, dando incluso la fecha real), con una historia paralela… ¿De qué hablas en ella?
Mis letras siempre son 100% comprensibles, transparentes. Ésta es la excepción. Hablo de la falta de amor en el mundo, pero no evité resultar un poco hermético. ¿A quién le importa? Después de todo no es más que un tema de pop-rock entre quintillones que saturan el éter.
También, como casi siempre has hecho, incluyes algunas letras amargas, tipo «En el campanario». Aunque tus discos tienden al optimismo, tu visión del mundo no es muy positiva…
La más amarga es “Con una sonrisa”. Pero mi visión es positiva. A pesar del mundo y las mil razones para hundirse en la desesperanza, a pesar de la infinita estupidez humana… soy optimista.
Escuchas mucha música, pero ¿cuáles son tus referencias en estos momentos, tus «modelos»?
Cuando compongo no tengo modelos, al menos conscientemente. Tengo artistas favoritos, eso sí. Últimamente escucho con reverencia a Tim O’Brien, Zeca Pagodinho, Leon Russell, Alcione… y siempre a Georgie Fame y Nick Lowe, claro. Pongo un disco de Nancy Sinatra, luego otro de Naughty By Nature y el tercero de Litto Nebbia. Finalmente cojo la guitarra y me olvido de todo. La sensación de que podría componer un tema decente me sigue poniendo a mil, me dispara a un planeta desconocido.
Después de todo el calvario que ha supuesto que el disco vea la luz, creo que no eres demasiado optimista respecto a tu futuro, o presente, en la música, ¿es como que aceptas ser seguido sólo por minorías selectas?
No usaría la palabra “calvario” para describir mis pequeñas frustraciones: sé en qué mundo vivo. Soy un ser afortunado. Estoy enamorado, sano, de buen humor. Es un honor y un privilegio que unos miles de personas escuchen las canciones y vengan a los conciertos. Ser una hiperestrella de rock no es la única manera de estar vivo. De hecho es algo muy peligroso para la salud… a los ejemplos me remito. Tengo la nevera llena de delicatessen, en el armario ya no me entran los zapatos de ante de colores sutiles y este verano nos vamos a Copenhague y las Islas Feroe.
Pon “feroe” en Google Imágenes y luego dime si tengo derecho a quejarme.