LIBROS
«El libro se compone de breves textos y viñetas que intentan arañar las contradicciones del mundo actual»
Miguel Brieva
Se busca un futuro posible en el que desear vivir
ASTIBERRI EDICIONES, 2024
Texto: CÉSAR PRIETO.
No nos podemos engañar. A no ser que uno sea un negacionista convencido, asumirá que el único planeta que tenemos se encuentra en un estado que algunos proclaman que lo llevará a entrar en la UVI dentro de no mucho tiempo. Las medidas para paliar el estado crítico son conocidas por todos —otra cosa es que las llevemos a cabo—, pero hay una tan importante como separar residuos o reducir emisiones: concienciar. Y esta misión tan importante es la que asume Miguel Brieva en su reciente Se busca.
Colaborador de múltiples cabeceras, este sevillano se ha dedicado en sus viñetas, ilustraciones y libros, a dinamitar las torpes creencias que se intentan inyectar a las poblaciones del mundo occidental. Algunas de sus publicaciones anteriores, Dinero o Memorias de la tierra resultan tan transparentes en sus títulos como el de este nuevo libro: Un futuro posible en el que desear vivir.
Hay libros que son necesarios, y este es uno de ellos. En la vorágine de estos tiempos, conviene un análisis sociológico de alguien que no tiene móvil y desconfía de la tecnología. Su visión sobre la pandemia, el neofascismo, la guerra, o el cambio climático, pueden aportar una visión más real a los tecnoadictos, que al fin y al cabo podemos ser todos. Y poner bien las cartas encima de la mesa es lo que nos puede salvar.
El libro se compone de breves textos y viñetas que intentan arañar las contradicciones del mundo actual. Y en primer lugar describe cuál ha de ser el estado de ánimo correcto para despertar la preocupación por la situación en que tenemos a nuestra tierra y nos tenemos a nosotros mismos. Tras ello, van surgiendo, página tras página, todos los temas: el sexo, el arte, la hipocresía, las banderas, negacionistas y negocionistas, la naturaleza…
Los dibujos son hiperrealistas, un cruce entre el underground norteamericano de los setenta y esas estampas que adornan los folletos de evangélicos o testigos de Jehova, la única diferencia es que en ellas no aparecen jóvenes suburbiales como en el primer caso, aunque en ocasiones sí que hay estampas idílicas como en el segundo. Lo que ocurre es que se les da la vuelta, y esos preciosos paisajes exuberantes, aparecen rodeados por hecatombes o monstruos tecnológicos. Todo está barnizado de aspectos retrofuturistas en los que mamuts conviven con casas propias de un Le Corbusier alucinado.
Este contraste y esta tensión, en la que también se cuelan directores generales, miembros del Ku-Kux-Klan o extrañas escenas costumbristas, son los que disparan los dardos más sangrantes contra el status quo, el capitalismo o la tecnología mal entendida y peor empleada. Cierto es que a veces Brieva reduce al absurdo, pero siempre he creído que, en ocasiones, es necesario para desvelar situaciones en las que no salta a la vista su carácter ilógico.
En muchas ocasiones, se utiliza la experiencia personal del propio autor para la reflexión que propone el libro. Se demuestra con ello que la vida diaria, conversaciones aparentemente banales, pueden dar pie a percibir todo lo que no funciona. Eso es, solo una vista a nuestro alrededor para observar lo evidente: que a la inteligencia artificial se le destinan millones, pero al indigente de la esquina no se le destina nada.
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Anterior crítica de libros: Contra los gourmets, de Manuel Vázquez Montalbán.