Desde su página en Facebook, Santiago Auserón (Juan Perro) ha hecho público el siguiente escrito, con el que expone su punto de vista sobre las matanzas israelíes en Gaza. En él aboga por el sentido común y el respeto, llegando a preguntarse «¿Cómo es posible que un pueblo que ha sufrido tantas persecuciones a lo largo de la historia hasta llegar al holocausto carezca de sensibilidad para entender que moralmente no puede acabar con su diáspora a costa del derecho de otro pueblo?». Lo reproducimos íntegramente:
Queridos amigos, no quiero resultar invasivo con temas tan dolorosos, pero lo que está sucediendo en Gaza es terrible, no puede ser justificado como reacción defensiva y no debe quedar impune, al menos en nuestro juicio personal, aunque para otra cosa nos hayamos de sentir por desgracia impotentes.
No tengo ninguna gana de ejercer de hombre público con necesidad de aliviar su mala conciencia, de revestirme del compromiso con los débiles como si fuera un traje de escena, pero siento la necesidad de expresarme como una voz más, atenazada por el horror, y de unir mi reflexión a la de muchos.
El Estado de Israel ocupa territorios, incumple los acuerdos internacionales y masacra inocentes impunemente porque goza del beneplácito de las finanzas internacionales, del veto de los Estados Unidos en la ONU y del consentimiento en cadena de sus aliados. Las amenazas de Hamas se acabarían de inmediato con el reconocimiento del Estado Palestino y el respeto de los acuerdos. Israel fuerza las normas más allá de toda razón porque el propósito de sus dirigentes no es la convivencia, sino la anexión de territorios, la sumisión del enemigo o su exterminio.
¿Cómo es posible que un pueblo que ha sufrido tantas persecuciones a lo largo de la historia hasta llegar al holocausto carezca de sensibilidad para entender que moralmente no puede acabar con su diáspora a costa del derecho de otro pueblo? ¿Puede servir el estatuto de víctima para legitimar el de verdugo?
El Estado teocrático y militarizado de Israel contradice a su propio Dios obedeciendo a un entramado de intereses más bien endemoniados, de rostro oscuro e hipócrita, alejado del escenario del conflicto. Sus razones son de dominio y no una promesa de fertilidad en la Tierra de Promisión. ¿Quién está engañando a los colonos invasores? También está escrito en el viejo Libro: la vida nunca germinará donde se siembra el odio.
El conflicto de Oriente Medio nos atañe a todos porque en él se manifiesta la cara oculta del poder, el horror que se disfraza de creencia. Por lo menos hemos de intentar que los palestinos no se sientan enteramente abandonados viendo morir a sus hijos bajo los escombros. Que tampoco se sientan solos los israelitas a quienes las razones de su Estado les queman por dentro. La insensatez debe tener un límite.
Palestinos e israelitas que odiáis la suciedad de la guerra, marcad ese límite en vuestro corazón, yo lo marco en el mío. El deseo que os transmito como un creyente ciego les parecerá pueril a algunos. Mas que los viejos fariseos se preparen en silencio para rendir sus últimas cuentas, porque sus razones habrán sido vanas y caerán en el olvido. Vuestros hijos, en cambio, derribarán los muros, dibujarán nuevos países sobre la arena, compartirán el agua, las canciones y los libros.