Publicamos la segunda y última parte de la larga entrevista con Santiago Auserón a propósito del lanzamiento de su nuevo trabajo, el disco Canciones de Santiago Auserón con la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics en el que repasa parte del cancionero de Radio Futura y Juan Perro con los arreglos de Enric Palomar y el soporte de una espectacular big band.
Texto: JUAN PUCHADES.
Bueno, Santiago, nos hemos desviado del objetivo primero, porque como hubiera dicho Umbral hace rato, tú has venido a hablar de tu disco. Un disco que es como la muestra de un trabajo excepcional realizado durante una larga gira junto a la Orquestra del Taller de Músics de Barcelona y Enric Palomar, ¿cómo surgió este proyecto?
Surgió porque el Taller de Músics celebraba su 25 aniversario de existencia como escuela de música independiente, en el año 2005. Entonces, le encargó a Enric Palomar, que estaba escribiendo música, arreglando y haciendo producciones con el cantaor Miguel Poveda, que hiciera un arreglo de “La negra flor”. Enric lo hizo, y cuando montaban una fiesta en la sala Luz de Gas, en Barcelona, me llamaron para ver si quería cantarlo. Me acerqué a un ensayo y me quedé alucinado: Una orquesta de chavales jóvenes tocando una “Negra flor” que venía como de otro planeta musical, pero que reflejaba muy bien la Rambla y sus colores, los paisajes y los personajes de la canción. Era como la película hecha por otro, pero era la misma película, yo reconocía la canción en el arreglo y me apetecía meterme en ello. Me apetecía cantarlo, veía que yo vivía la misma historia de la canción, pero en un paisaje un poco más amplio y más profundo, con más colores, más matices. Y, sobre todo, me impresionó el contacto directo entre un maestro culto, joven, que se dedica a componer óperas, ballets y sinfonías, que reconocía haber sido fan de Radio Futura y haber seguido de cerca la carrera de Juan Perro, que conocía todas las letras, y una orquesta joven que salía prácticamente entonces de las aulas del Taller, pero que tocaban un tema con los papeles delante a la primera lectura prácticamente, y que sonaba muy conjuntada y muy vigorosa. El misterio estaba en que esa orquesta ensaya semanalmente. En España mantener una big band ensayando de continuo es imposible, si no es en base a una institución así. Cada vez que otros músicos necesitan una big band, se la juegan con una tarde de ensayo, porque es imposible.
Es imposible mantener una formación estable de esas características.
Totalmente imposible. Yo noté esa sonoridad fresca y la visión lúcida de un músico culto al que no se le caen los anillos por arreglar “cancioncillas”, canciones populares, y que luego me mostró otra cosa: yo decía qué pasa aquí, qué pasa en esta lectura de “La negra flor”, pues estaba pasando que Enric había extraído todos los rincones posibles de esa canción, rincones que yo no conocía. Y Enric no sólo arregla, es que escribe muy bien, y comparto con él también la afición por la poesía, él es buen poeta, tiene una sensibilidad para la letra muy particular, y él vive, como me pasa a mí, la asociación entre letra y música de una manera muy particular, las vive como fenómenos muy cercanos, por lo menos próximos. Tiene una percepción realmente aguda, muy lúcida y por eso le extrae música nueva a mis canciones. Funcionó muy bien el tema este en Luz de Gas, y entonces nos planteamos hacer algunas canciones más. Enric me propuso que le dejara elegir el repertorio entre Radio Futura y Juan Perro, y le dije, “bueno, por mí, encantado”. Pero yo tenía un cierto reparo, estaba ya metido en Las malas lenguas con Luis [Auserón], haciendo versiones de otros y veía que iba a pasar mucho tiempo sin que pudiera meterme en material nuevo, que era lo que me apetecía ya. Tenía un poco de miedo a pasarme mucho tiempo versioneando, cosas de otros o nuestras, pero, por otra parte me di cuenta y se lo dije así a Enric, que iba a ser la primera vez que se iba a coger repertorio de Juan Perro junto al de Radio Futura, lo cual iba a permitir una lectura más o menos homogénea de canciones de dos repertorios que, en principio, habían nacido de forma un poco divergente. Cuando yo tiré por Juan Perro hubo mucha gente, incluso amigos, que me reprocharon haberme ido un poco lejos de lo que a ellos les gustaba de Radio Futura. Se había vivido la aventura de Juan Perro como una divergencia respecto a Radio Futura, y ésta era la ocasión de plantearse lo contrario, la posible continuidad. Eso, la verdad, es que me tentó bastante, le dije a Enric, “vale, tú haces la selección de canciones de Radio Futura y de Juan Perro, aproximadamente en el mismo número, para buscar un cierto equilibrio, y me propones”; y así lo hizo. Me propuso diez, y esos diez los estrenamos en Barcelona, en la plaza de la Catedral, la noche de la Mercè de 2006. Yo creí que iba a ser un acto cultural un poco arriesgado, pero aquello se llenó de gente que se puso a bailar, no cabía nadie en las calles adyacentes, la respuesta fue estupenda, y la Orquestra disfrutó y me lo hicieron pasar a mí de maravilla. Se produjo una sensación de “vibra”, contagiosa. Unos días después nos sentamos en las oficinas del Taller y vimos que podía dar lugar a una gira. Enric dijo, “venga, elijo cuatro temas más para completar una hora y media de repertorio y nos ponemos en marcha”. Fue paulatino, y ya para 2007 había unas catorce canciones.
Tú siempre estás abierto a experiencias, porque también ofreciste, hace unas temporadas, unos conciertos con grupo de jazz.
Sí, creo que voy a cerrar el grifo de las experiencias. Debo reconocer que son demasiadas. Recibo muchísimas propuestas de colaboración, me cuesta mucho decir que no, sobre todo a gente que viene con un planteamiento sincero y con ganas, gente a la que valoro artísticamente. Pero recibo tantas que, incluso a la gente que más aprecio y con la que me gustaría colaborar, ya por una cuestión de supervivencia propia, voy a cerrar el grifo porque no puedo más. ¡Se me han pasado cinco años en colaboraciones! La más larga con Luis en Las malas lenguas, con el Taller ya llevo dos años y no he parado de hacer colaboraciones incluso en otras lenguas. Me estoy metiendo en todo el multilingüismo del Estado [risas], he cantado en catalán, con un miedo terrible pero al final lo hice, con Marina Rosell para Pau Riba. Después del taller en La Coruña, voy a cantar un tema mío en gallego, y mañana grabo con Kepa Junkera un tema en euskera. Con lo de Leonard Cohen canté en inglés… Son cosas maravillosas, interesantes, fascinantes, pero no puedo más, se han pasado cinco años. Ahora voy a acabar esta campaña con la Orquestra, que están saliendo conciertos todavía, y vamos a dejar que se desarrolle naturalmente, lo que salga lo hacemos, pero ya tengo la cabecita puesta en mi “guitarrica” y en mi cuaderno y en ir acabando temas. Enric, que es muy listo y muy espabilado, me ha dicho, “no independices del todo tu nuevo repertorio, aunque necesites rodar en formato pequeño, de la posibilidad de que yo siga arreglando algo y que de vez en cuando hagamos algo con la Orquestra”.
Qué bueno, ¿no?
Sí, y de hecho, en el concierto que vamos a hacer en el contexto de la Expo –aunque no es de la programación de la Expo, es en el pabellón de Aragón, el 22 de junio–, será un concierto especial con la Orquestra. Porque nos pidieron algo que no fuera la rutina, si se le puede llamar así, de lo que está en gira con la Orquestra. Bueno, pues vamos a estrenar cuatro canciones que yo tenía previstas para el retorno de Juan Perro, y que las tiene Enric ya en sus manos y las está arreglando.
Me temo que, por el propio nombre de la orquesta –Original Jazz Orquestra–, mucha gente va a pensar que este repertorio, el que ha quedado en el disco, responde a arreglos jazzísticos, pero no es así.
Efectivamente, y esto conviene precisarlo. Se han juntado tres elementos: La Orquestra, una big band que viene de una escuela de música popular, independiente, a la que el Taller le ha puesto Original Jazz Orquestra porque, en el Taller, prima la línea de trabajo de la improvisación instrumental y el acercamiento del jazz con el flamenco, aunque se trabaja música popular en todos los sentidos. Los músicos están metidos en esa línea, pero si hablas con ellos uno por uno, porque son personalidades muy curiosas cada uno de ellos, ves que jazzeros no se consideran más que unos pocos, van para solistas improvisadores algunos de ellos, otros se consideran más rockeros, otros tienen intereses dentro del campo de la música culta, o de la música clásica contemporánea. A otros les interesa el desarrollo por los palos flamencos, otros están haciendo mezclas como de jazz-folk. Si hay una tónica general entre ellos, es que no tienen prejuicios respecto a la música popular, todos ellos han vivido el rock y otras músicas populares cercanas, pero, a la vez, están abiertos a desarrollarse en otras direcciones. Luego está Enric, que proviene del rollo culto, y yo vengo de la canción eléctrica popular contemporánea. Hay como tres géneros, casi tres franjas generacionales juntas, porque yo soy de una edad, a Enric casi le saco quince años y él otros quince a la media de la orquesta. Son como tres géneros juntándose, y no suena artificial. Lo que resulta imposible es decir que esto es jazz, porque no lo es; o es rock, tampoco lo es, aunque las canciones provienen del rock; o es música popular española, que es la lectura que tiene Enric. Él ha tratado el repertorio como situándolo en una perspectiva intemporal.
Hay muchos dejes…
…Hispanizantes.
Sí, buena definición.
Porque no son sólo españoles aflamencados, que hay alguno, sino que Enric está muy interesado en la lectura hispanizante en general, española y latinoamericana.
Pero, al mismo tiempo, se funden con detalles muy buenos, ligeros incluso, como esos daba-das que hacen las coristas en “Charla del pescado”.
[Risas] Sí, eso está sacado un poco de los coros televisivos de los años 60 y a su vez el tema, que en principio era una especie de reggae o cercano al raggamuffin y al rap, Enric lo ha descontextualizado un poco y lo ha llevado a una cosa como de música popular española, casi de pasodoble taurino y luego al final cierra el tema con una cita a la música tradicional catalana, que debe provenir, yo qué sé, de las coblas de Girona [risas]. Yo le he dejado plena libertad de hacer y la verdad es que me río muchísimo, todavía me sorprenden esos arreglos porque voy, concierto a concierto, descubriendo lo que hace el saxo barítono, lo que hace la sección de trompetas, lo que toca el bajo. Me voy aprendiendo los arreglos de todos los músicos y voy viendo la inteligencia con que está hecho. A los que son más sectarios en sus gustos musicales, algunas cosas les pueden molestar, pero yo lamento decir que ya me he desvinculado de esas cuestiones y que a mí la cuestión de los géneros no me concierne mucho. Provengo de donde provengo, está claro, del rock callejero, pero tengo la necesidad y la obligación de crecer en todas las direcciones posibles.
DEL ROCK Y LAS MOVIDAS
¿Sigues escuchando rock español contemporáneo?
Debo ser coherente y decir la verdad: poco, algunas cosas. Hay gente que me llama la atención, hay gente a la que siempre le descubro rasgos de calidad, de vez en cuando me sorprende alguna cosa nueva. La suerte me proporciona participar en situaciones inesperadas en las que descubro cantidad de cosas. Por ejemplo, en La Coruña, con un certamen de canciones que el Ayuntamiento propuso por Internet y con el cual, con esa selección de canciones yo he hecho un taller y me ha sorprendido ver cómo hay una transformación cultural en curso muy fuerte en Galicia que está dando canciones con chispa nueva, esa sensación que teníamos en la época de La Movida de que las canciones nacían con descaro, con sencillez pero llenas de sustancia. Eso lo acabo de vivir hace unas semanas en Galicia.
Citas La Movida, pero has vivido bastante ajeno a esta ola de “revival” que se ha dado.
Sí, sí, sí, deliberadamente me he mantenido aparte porque me parecía muy aburrido volver a hablar siempre de lo mismo. He recibido muchas propuestas y en todas me he tenido que excusar porque necesito el tiempo y las energías para hacer otras cosas.
Al margen de los regresos puntuales que se han dado y se están dando, sois sólo unos pocos músicos los que permanecéis en activo de aquella época.
Sí, hay algunos que se han mantenido y cuyos espectáculos en directo se han solidificado con el tiempo y tienen una entidad que es un valor en la música popular española. De géneros que a lo mejor a mí no me pillan cerca, pero que si paso en un festival o en una ciudad que está habiendo otro concierto y me acerco a un escenario a oír lo que hace, yo qué sé, Fangoria o Loquillo, veo profesionalidad y veo que han aguantado el paso del tiempo mucho mejor que otros. Son gente muy coherente en su directo y en su línea profesional, a lo mejor no es la música que yo practico, que ya te digo que no tengo ningún prejuicio de géneros, pero cuando paso delante de uno de estos escenarios y veo lo que están haciendo, me alegro de ver que eso se sostiene con el paso del tiempo.
¿Cómo ves el cambio de la escena en directo, con la actual proliferación de festivales?
Lo de los festivales forma parte de la necesidad adolescente de viajes y de experiencias, de vivir unos días en un medio distinto, fuera de la rutina cotidiana.
Quizás para los que tenemos una cierta edad, el medio festivalero es un tanto hostil…
[Risas] No creas, yo ahora mismo acabo de venir de Nueva Orleans, de pasarme por el Jazz Festival, con barro hasta los tobillos porque no paraba de llover, y he disfrutado como un mono. Realmente, no me pasaría tres días oyendo metal, pero oyendo rhythm and blues , un poco de zydeco, gospel, lo que queda del blues del Delta, jazz bueno, yendo de unos escenarios a otros, como pasa allí, en el Jazz Festival de Nueva Orleans, sí que me parece una propuesta muy interesante. A lo mejor, alguno de los festivales que tenemos en España, podría evolucionar en esa dirección de mezclar estilos sin complejos y para todas las edades. Es curioso, porque lo que he visto en Nueva Orleans es que todos los estilos se aproximan unos a otros, todos los estilos de la ciudad tocan unos con otros, son facetas que se contemplan y que se alimentan con reciprocidad y sin complejos. Los más selectos, o sectarios, supuestamente, que podría ser la gente del jazz, en Nueva Orleans no se comporta según el modelo del este, de los “hypsters” estilo años 40, sino que al revés, van buscando la relación con el público inmediata, dando caña, temperatura, que el público participe. Estás oyendo el jazz más “free”, más selecto, más subido de tono intelectualmente hablando, pero que está buscando el baile, la reacción del público. Para mí ha sido una experiencia positiva el verlo en su salsa.
Antes me decías que va a volver Juan Perro, ¿qué es lo que te lleva a que unos discos los firme Santiago Auserón y otros Juan Perro?
En los últimos proyectos no lo he decidido yo. Con Luis [Auserón] era evidente que, para mantener el equilibrio en la participación entre los dos, utilizáramos ambos nuestro nombre personal. Y en el caso de la Orquestra, también; me pidieron que fuera una intervención más personal. O en el caso del proyecto de [Alberto] Manzano con Leonard Cohen, él ya en los documentos que me mandaba incluía mi nombre como Santiago Auserón. Yo he dejado que la propuesta hablara por sí sola, no lo he impuesto yo como condición, y precisamente quizás eso, el que me han pedido muchas colaboraciones en estos últimos años como Santiago Auserón, me hace añorar un poco la doble personalidad de Juan Perro, porque me permite un poco de distanciamiento humorístico. Conforme pasan los años, creo que mantener el humor, aunque sea negro, en la composición incluso, y sobre todo en la vida de carretera y en el escenario y en la relación con el público, me parece un recurso indispensable. Y Juan Perro me permite un poco eso, hacer trabajo serio sin perder el humor. No sé, por el momento no sé qué pasará, cuando tenga las canciones en las manos veré cómo me encuentro.
¿Estás trabajando en nuevas canciones?
Sí, llevo trabajando en este nuevo repertorio tres o cuatro años, pero muy lento, porque se me han impuesto ritmos muy fuertes en estos últimos proyectos, ahora sí ya empiezan a rodar un poco más las canciones. Estas dos semanas que he estado en Nueva Orleans, fuera de la presión constante de los problemas, de la página web o de la salida del disco y todo eso, me han salido dos canciones nuevas. O sea, que deduzco que si me quito de en medio un poco, la cosa puede ir algo más rápida [risas].
En esta ola mundial de retornos, ¿has recibido ofertas para que regresara Radio Futura?
Sí, sí, ahora parece que se ha calmado un poco la cosa, pero durante todo el “revival” de los 80, varias veces ha habido llamadas a la oficina con esto de decir “cheque en blanco, poned vosotros el precio”.
¡¿Llegan a decir esas cosas?!
Sí, pero a nosotros nos da mucho pudor y nos tenemos que excusar: “por favor no nos digáis esas cosas, que nos da mucha vergüenza” [risas].
Sin embargo, más de uno estará solucionándose los años venideros con estos retornos.
Bueno, oye, el que funcione y el público lo ratifique, está en su derecho, no quiero meterme con nadie. Lo que sí quiero es no despistarme yo de lo que a mí me apetece hacer, pero no me meto con nadie en ese sentido.
¿Pero ninguno de los tres componentes de Radio Futura os lo habéis planteado?
No, a nivel de que espontáneamente Enrique, Luis o yo pueda surgir la idea de Radio Futura… es que padecimos mucho, tensiones muy fuertes, profesionales y personales para sostener a la vez la pretensión de hacer algo artístico y el estar en primera línea de popularidad. Fue un ejercicio muy duro. Yo creo que tal como es el medio español, si te dedicas a la popularidad, tienes que ir a por todas, entrar en publicidad, entrar a saco y llevártelo todo [risas]. Pero si no te va o no te sale naturalmente hacer ese juego, es tiempo perdido, es mejor ponerse uno límites y decir, “va, me conformo con menos”, o me conformo con lo que tenga que venir, como en este caso, en el que estamos ahora: quiero seguir haciendo canciones, quiero seguir tocando y me conformo con lo que me diga el público, y ya está.