DISCOS
«No hay nada de punk ni reggae, pero sí un buen puñado de estupendas canciones que parten del rock para aproximarse más al pop»
Jesse Malin
Sad & beautiful world
WICKED COOL-ACARAPERRO, 2021
Texto: XAVIER VALIÑO.
Hay quien dedicó buena parte del confinamiento del año pasado a trabajar. Jesse Malin decidió aprovechar que se quedó encerrado en Nueva York para dar a la luz un nuevo disco doble, que toma su título de una frase de la película de Jim Jarmusch Bajo el peso de la ley (1986). Además, hizo conciertos semanales benéficos durante el verano desde la sala Bowery Electric, emitidos en la red bajo el título de The fine art of self distancing (El elegante arte del auto distanciamiento).
Según ha explicado Malin, su nuevo disco tiene dos caras que parten del cruce entre punk y reggae de los ochenta: la primera, Roots rock, con baladas más tristes, y la segunda, Radicals, con temas más ásperos. Es difícil apreciar esa distinción como él lo hace, al menos en su parte musical: no hay nada de punk ni reggae, pero sí un buen puñado de estupendas canciones que parten del rock para aproximarse más al pop en cortes como “Before you go”, “State of the art”, “Dance of my grave”, “Backstabbers” o “Todd youth”, y con sorpresas que remiten a Blondie en “A little death” o a The Pogues en “Saint Cristopher”.
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Anterior crítica de discos: Gold-diggers sound, de Leon Bridges.