Treinta y seis años después, Ruta 66 alcanza este presente con cuatrocientos números publicados en su aventura por el papel y el rock and roll.
Texto: EFE EME.
Cuatrocientos números, treinta y seis años, y cuatro meses. Así arranca el especial de Ruta 66 este mes de febrero, porque eso es precisamente lo que celebran desde las filas de la revista, una de las publicaciones de rock and roll, y sus subgéneros, más totémicas en nuestro país.
Y lo hacen con una entrega especial con la que homenajean su propia leyenda, a partir de contenidos comparativos entre su pasado y su presente, recopilaciones curiosas y sugerentes (como la de los álbumes que han pasado desapercibidos por la pandemia, los peores de la historia o los mejores discos en directo de lo que llevamos de siglo veintiuno) o una playlist de papel, con la recomendación de cuatrocientas canciones fundamentales de todos los tiempos.
También un repaso a la carrera de Jim Jarmusch, un informe sobre el estado de salud del jazz actual y otro sobre el género de terror en el séptimo arte del nuevo milenio. Pero como de echar la vista atrás va la fecha señalada, el reportaje sobre los orígenes del protopunk cobra especial sentido, por ser, como aquel número cero de Ruta 66 en 1985, el principio de muchas cosas.
De tantas, y tan trascendentales, que todavía suenan hoy. Hablamos del protopunk, sí; pero sobre todo de Ruta 66.
Larga vida al Ruta.
