“Posee la magia del creador y la proximidad del tipo normal, lo que le permite abordar lo cotidiana desde un punto de vista mágico”
Tras su paso por Buenas Noches Rose y Pereza, el rockero madrileño disfruta de su tercera vida musical: su proyecto en solitario, con el que ya ha publicado dos discos. Este martes cumple 40 años.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Foto: JUAN PÉREZ-FAJARDO.
Cumple cuarenta años Rubén Pozo, le piden a uno que se escriba algo y se da cuenta que Rubén da para mucho. Es curioso, pero es un músico que se ha ganado el respeto del sector rockero gracias a su experiencia como guitarrista de Buenas Noches Rose y del sector popular a propósito de sus años como miembro de Pereza, aunque Rubén habita todos los mundos posibles porque es hombre de mundo, vive en el mismo que tú y que yo. Precisamente esa cercanía suya, como persona y como autor, es lo que hace que siempre merezca la pena leer su última entrevista o escuchar su último disco. Porque posee la magia del creador y la proximidad del tipo normal, lo que le permite abordar lo cotidiana desde un punto de vista mágico. No es un juego de palabras, es la verdad.
Recuerdo cuando supe de él por primera vez, cuando Buenas Noches Rose debutaron y aluciné con lo bien que sonaban sus guitarras, tocadas por él y Alfredo “Alfa” Fernández, otro ilustre que también da para un rico texto. Me acuerdo de Rubén como el chaval de barrio que parecía ser, mayor que yo (¡y eso a tus quince años exige un respeto!), desatando riffs de rock setentero. Esos tipos, Rubén y Alfa, vivían en mi misma ciudad, pero tocaban la música que escuchaba en mi walkman y con la que viajaba en el tiempo y más allá. ¡Era tan fácil entenderles! Ahora miro a Rubén, le veo haciendo rock de autor y veo cómo ha pasado el tiempo. Ni yo tengo quince años ya, ni él vive el rock and roll con una banda de colegas. Pero su autoridad como artista sigue ahí y mi respeto por él también.
Fue songwriter desde el principio, en Buenas Noches Rose quienes se echaban el peso de la composición a la espalda eran Alfa y él, por lo que desde el comienzo de su carrera se pudo saber qué pasaba por su cabeza, no hubo que esperar hasta un disco solista para que empezara a hablar a la gente, porque desde el primer disco de Buenas Noches Rose lo empezó a hacer. Y siguió con el segundo, y el tercero, y en Pereza. Cuando puso a la venta “Lo que más”, su primer disco solista, Rubén ganó autonomía, pero la valentía ya le venía rodada, eso de tocar su canción mirando cara a cara al público estaba más que superado. ¿Y de qué lleva años escribiendo y cantando Rubén? De la vida, ¿de qué va a ser? Del corazón que va por un lado mientras las mujeres van por otro, de lo que pasa cuando se encuentran y de quién es uno y a dónde va. El de dónde venimos no le ha importado nunca, pero con todo lo demás ha tenido de sobra para firmar canciones tan puras, tan verdaderas, que obedecen a un pacto privado con él, en el que las reglas se rompen. No siempre llega el estribillo cuando se cree, no siempre va a volver la misma melodía, no siempre va a ser lo de siempre. Su último disco, “En marcha”, es tan valiente, tan osado, que no tiene miedo a los estilos ni al qué dirán.
Pensando, creo que por su cuarenta cumpleaños Rubén tenía que regalarse un disco en vivo, algo en plan “Ajuste de cuentas” de Quique González o “Confesiones de un artista de mierda” de Iván Ferreiro. Un directo grabado en un estudio con el público justito y un repertorio que vaya desde Buenas Noches Rose a su actualidad, pasando por Pereza. Guau, eso sí que sería un cumpleaños a la altura de las circunstancias.