“Cuando intentábamos buscar un productor era un problema: ‘Esta niña canta de todo’, ¿en serio es un problema, no es una virtud? Porque yo creo que ahora lo ven como una virtud, lo que pasa es que estoy en tierra de nadie o en tierra de todos”
La chica de los títulos con puntos suspensivos ha publicado nuevo disco, “Quién me ha visto…”. Huyendo de un solo registro y un solo lugar, Rozalén apuesta por abrirse a los sonidos y las fronteras. Chema Domínguez habla con ella.
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Hay nombres como el de Rozalén que ya están dejando huella dentro de la nueva ola de compositores y músicos, generación que tiene el valor de hacerse oír en una de las épocas con peores condiciones para la cultura en España, así que doble mérito. Con una voz envidiable, sus canciones hacen presagiar que hay talento para rato, es un encanto en la distancia corta y antes de empezar la entrevista ya está respondiendo: «Quiero que las canciones me valgan a mí y que les valgan a los demás. Sobre todo, en este disco he intentado ser un poco más coherente con lo que pienso», afirma después del saludo sin más, sin una pregunta explícita de por medio. En la banda sonora de «Perdiendo el norte», además de aportar la excelente ‘Berlín’, se marcó un espléndido dúo con Kiko Veneno para recuperar ‘Mi querida España’ de Cecilia. Bueno, para recuperar y comprobar que sigue siendo una letra muy vigente, uniendo así varias generaciones de canciones y músicos imprescindibles, donde el nombre de Rozalén ya tiene cabida.
«Con derecho a…» (2013) no solo fue tu primer disco, sino también un éxito, una coincidencia más que rara hoy en día. Y lejos de ir a asegurar, prefieres provocar subiendo el volumen de la ironía, la crítica y el humor desde ‘Ahora’, el primer corte del disco.
El humor siempre por bandera. Sí, porque hay mucha autocrítica, hay mucho de reírme sobre mi misma. Meto cera también, pero me estoy diciendo cosas, todo se suaviza y todos nos reímos de todos. En ‘Photocall’, por ejemplo, digo que estoy incómoda en ese momento pero lo hago, y también participo del postureo y me hago ‘selfies’ y cosas de estas. Creo que nadie se puede sentir mal escuchando lo que digo, y si se siente mal, pues que se lo mire (risas).
La clave es reñirse de uno mismo y de sus circunstancias. ‘Somos’ lo deja claro: «Soy progresistamente tradicional», «hippy-pija», «Morboso el país en el que vivo. Tendré que acostumbrarme a callar».
Claro, ‘Somos’ es explicar cómo soy pero a través de lo que dicen de mí. Yo he estudiado psicología, pero aun así… Esto al principio era de una forma, cuando de repente todo se empezó a multiplicar y todo el mundo opinaba sobre todo lo que yo hacía o decía, era como: “¿Pero qué os pasa?” No entiendo porque antes yo era una persona cero importante y ahora importa todo, importa hasta el piercing de mi nariz. No entiendo. También me ha ayudado a crecer como persona preguntarme por qué piensan que soy hippy-pija y por qué tal… y por qué resaltan que soy hija de tal. La mayoría de las cosas que dicen son ciertas pero contradictorias, somos así. Lo que digo al final es que en realidad lo único que somos es lo que somos aquí y ahora, soy lo que soy hoy y ya está.
«Con derecho a…» y «Quién me ha visto…». Dos discos, seis puntos suspensivos… ¿prefieres no obligarte al título completo?
Creo que sí, lo voy a hacer marca de la casa (risas). Cuando escribo pongo puntos suspensivos a todo porque es una manera muy expresiva de dejar algo que sabes cómo va a acabar, y al ser refranes quizás todos mis discos puedan ser así. Y luego también al pintarme llevo tres puntitos aquí (señala el ojo izquierdo), no sé, son como gilipolleces pero que te marcan. Casi nunca termino la frase, así también das pie a que cada uno la termine como quiera.
Musicalmente tampoco quieres sentirte atada a ninguna escala concreta.
Vengo de la generación en la que teníamos la suerte de poder escuchar un montón de cosas, de músicas, me flipan estilos súper diferentes y soy un poco nerviosa, si canto cosas muy iguales todo el rato me da bajón. Me gusta ir jugando con las emociones y con los ambientes, y algo bueno que tengo es la voz, que es muy moldeable y cada vez me divierto más en estilos más diferentes. Quiero aprender mucho en mi vida, estudiar mucho, poder cantar en otros idiomas. Bueno, así sale.
Tu disco contiene muchos discos, eso es cierto.
En el primero cada canción ya era de su padre y de su madre, este es un plus más porque es aún más… Es lo de siempre, tenemos un problema con las etiquetas. Al principio cuando intentábamos buscar un productor era un problema: «Esta niña canta de todo», ¿en serio es un problema, no es una virtud? Porque yo creo que ahora lo ven como una virtud, lo que pasa es que estoy en tierra de nadie o en tierra de todos. Creo que es una suerte poder tener varios registros. No solo yo, todos los músicos que participamos.
De hecho, repites con Ismael Guijarro como productor, Samuel Vidal como ayudante, músicos como Luis Dulzaides a la percusión, los estudios SurClub y Gandul…
El equipo es el mismo, hasta el diseño del disco lo ha hecho la misma persona, mi amiga Alba Egea. Es lo bonito de tener un grupo de gente que nos queremos, admiramos y todos crecemos juntos, en el diseño se ve que hay una evolución brutal y ella me conoce, es amiga. Yo soy muy fiel a la hora de trabajar, si puede ser con los de siempre, con los de siempre.
Por curiosidad, del abanico de estilos con el que te aireas, ¿con cuál te marcarías un disco completo?
En principio me da igual, estoy cómoda en el cambio continuo. Mi forma de ser es muy así, te estoy contando un drama y te meto un chiste entre medias y me pongo a reír o llorar… Me hace feliz moverme así.
Volviendo a la elaboración de «Quién me ha visto…», sí has viajado un poquito más con las canciones, llegando a aterrizar en estudios de Miami y Buenos Aires. ¿La intención de echar raíces por ahí es prioritario para ti?
A veces pensamos que es España y ya está, pero el mundo es tan grande que cuando fui a Argentina, te pones a comparar y piensas qué cacho de Argentina es España. Y estoy escuchando a Kevin Johansen, Jorge Drexler… y me rodeo de mucha gente de allí, y también hay algunas producciones que te recuerdan a cosas de Adele, de Muse, de Coldplay… Escuchamos cosas tan diferentes que es perfecto que haya un poquito de todo.
Has incluido ‘La belleza’ que hiciste para «Giralunas», ¿Aute es tu gran referente en la canción de autor?
Ha sido casualidad. Sí que es verdad que he tenido épocas de escuchar más a Sabina, a Víctor (Manuel), o a tal, pero Aute siempre ha tenido una sensibilidad especial que me ha tocado así como un puñetazo en la tripa. Cuando ves los cuadros que hace, dices ¡qué demonios, es una genialidad! Y esto ha sido casualidad por el disco homenaje, porque si no hubiera participado no creo que hubiera metido ninguna versión.
Hay dos canciones más que no son de tu autoría.
La de ‘Tonta’ es de Paco Cifuentes y Alejandro Martínez. De esa sí tenía más idea para incluirla, de coger a gente que tengo muy cerca, de autores que me gustan para cuando me falte la inspiración y tirar de pedazo de artistas que hay, que además ahora es muy complicado intentar que te vaya bien. Y luego la colaboración en ‘Ni tú ni yo’, la canción que cierra el disco, con Fetén Fetén, Diego Galaz y Jorge Arribas, que estoy enamoradísima de ellos y fue otra casualidad, la música es de ellos y la letra es de Sebastián Schon, que trabaja con Cachorro López en Argentina. Fueron todo como casualidades, llegué a Argentina para un concierto, promoción, me metí en un estudio y la grabé, fue como: “¡Ostras, esta canción mola mucho!”, y ya empezaron a decir que la metiésemos, pero se supone que era para participar en otro proyecto de ellos, de Fetén Fetén. Son tres canciones que no me pertenecen pero que he hecho mías.
‘Ni tú ni yo’ con Fetén Fetén junto al ‘Berlín’ de la película «Perdiendo el norte», parecen la cara y la cruz de una misma moneda.
¿Te parece un ambiente parecido?
Son diferentes, pero si las escuchas seguidas en buena parte el acordeón de una completa el bolero de la otra, y en el texto queda aún más clara la cara de ‘Berlín’ y la cruz de ‘Ni tú ni yo’.
‘Berlín’ quizá tiene ese punto electrónico antiguo y moderno, y ‘Ni tú ni yo’ es algo como muy argentino, un tango lento. La melodía es imposible, y no es mía, claro. Ahí simplemente canto, pero en Buenos Aires me intentaron llevar al registro más amplio que tengo, me llevaron súper grave y súper agudo. A ver ahora cómo la defiendo en directo (risas). Pero ellos tienen una riqueza musical que yo aún no tengo ni de coña, son unos bicharracos musicales.
Comentabas antes que en medio de un drama cuentas un chiste, pero también sucede al revés. ‘Mi fe’ supone un contrapunto grave respecto al tono mayor del disco. ¿A quién te diriges?
Lo digo sin problema, es la pérdida de fe en la humanidad. No es a Dios, estoy jugando todo el rato con cosas de religión, pero digo claramente que me ponen triste muchas cosas del ser humano. Ahora entiendo cosas de las que hablan siempre los mayores que duelen en la vida. La frase de «mi padre se hace mayor» es uno de esos momentos, en el que ves a tu padre y dices: «Ostras, es un abuelo», tiene setenta y ufff, en algún momento lo voy a perder. Y luego llevo tres años sin televisión, porque el hecho de estar comiendo viendo determinadas imágenes en la tele también me parece algo súper cínico, y lo hemos asociado, todo el mundo come viendo eso y no hay problema, y no se te cierra el estómago; eso me parece muy poco humano. Y es eso, joder, ojalá volviese toda la ilusión que yo tenía de pequeña y todo lo que yo creía, porque me la habéis hecho perder.
No he visto que El Kanka repitiera coros en este disco, interesante compañero de generación al igual que Antílopez y muchos otros. ¿Qué tal la relación con él, está previsto colaborar sobre las tablas?
Hombre, yo creo que es incluso mejor la relación. Yo no reprocho nada ni mucho menos, siempre estoy con ellos a muerte, pero al principio era como decir ¿por qué tú sí y yo no? Y lo entiendo. Además, como nos queremos tanto lo hablamos. Yo adoro a Road Ramos, El Kanka, los admiro y tengo la suerte de que son mis amigos. En el disco no hay colaboración, pero en los directos quiero seguir haciendo cosas con los míos, porque encima son los buenos. Hay una canción de El Kanka que ahora hacemos mucho, ‘Volar’, la que hace con Zenet. Ya hay algún sitio de la gira donde va a cantar conmigo, los Antílopez evidentemente seguimos haciendo cosas juntos, Carmen Boza… A veces fantaseo con hacer una gira conjunta entre varios, creo que Kanka, Rocío (Road Ramos) y yo encajaríamos muy bien. Con Fetén Fetén también me encantaría hacer algo, por ejemplo, con la lengua de signos, Bea y yo con ellos dos creo que puede ser algo interesante para teatros. No sé, todo el rato ando maquinando.
Maui, antes con Los Sirénidos, también tendría cabida.
Maui, claro. Molaría hacer algo de mujeres de nuestra generación porque hay cosas muy potentes: Maui, Mäbu, Patricia Lázaro… De una generación un poco más mayor, Vicky Gastelo, Rebeca Jiménez, Conchita… Hay un montón de tías súper potentes.