FONDO DE CATÁLOGO
«Un creador único, cabeza visible de todo un género y con un peso decisivo en la educación de generaciones posteriores»
Manel Celeiro nos propone reescuchar el disco Roll on de JJ Cale, un genio en la sombra abanderado del laid back tan respetado en el gremio como infravalorado comercialmente.
JJ CALE
Roll on
BECAUSE / ROUNDER, 2009
Texto: MANEL CELEIRO.
El 26 de julio del 2013 un infarto se llevó del edificio a John Weldon Cale, JJ Cale, de manera tan discreta como había transcurrido su existencia. Un tipo tranquilo y dedicado en cuerpo y alma a su profesión que tuvo un modesto hit allá por el año 72, “Crazy mama”, lanzada como sencillo un año antes, y al que le llegó el reconocimiento popular a través de las versiones que otros artistas hicieron de sus canciones, caso de Lynyrd Skynyrd con “Call me the breeze” y, sobre todo, por parte de Eric Clapton, que hizo suyas algunas de sus composiciones y las llevó a un público más amplio, caso de “Cocaine” o “After midnight”. De hecho, se cuenta en los mentideros del rock que la adaptación que hizo Clapton de esta última le hizo reconsiderar la decisión de abandonar la carrera musical, debido a la poca repercusión que había cosechado hasta entonces. Si es cierto, menos mal que decidió continuar, ya que hubiéramos perdido a un creador único, cabeza visible de todo un género y que tuvo un peso decisivo en la educación de generaciones posteriores de músicos y, obviamente, guitarristas. Una persona que supo preservar su vida y su intimidad apartada de los focos, que grabó discos cuando creyó que tenía algo que decir y que huyó de la rueda de las giras largas y agotadoras manteniéndose alejado de la inmisericorde rutina del negocio musical de la misma manera que crecía su prestigio y consideración entre sus compañeros de profesión.
Escribíamos unas líneas más arriba que era el abanderado de un género, el laid back, mezcolanza musical que hermanaba rock, blues, folk, jazz y country tocado casi a cámara lenta, de manera perezosa. Música tan relajada como hipnótica que crea un bucle rítmico del que es muy difícil escapar una vez te aprisiona entre sus redes. Y no solo eso: era un enamorado de los estudios y técnicas de grabación, capaz de pasarse horas y horas enredando entre cachivaches y probando efectos y pistas que poder encajar. De hecho, es uno de los precursores de la utilización de las cajas de ritmos electrónicas, recurso que incluyó en algunas de las canciones incluidas en su primer disco, Naturally, que fue editado a finales de 1971. Así que no nos quepa ninguna duda de que estamos ante un auténtico genio en la sombra, perteneciente al club de los elegidos, de aquellos que pueden alardear de ser pioneros, de haber sido pieza clave para la creación de un estilo y cuyo legado ha sido admirado y recreado por una enorme legión de intérpretes que han incorporado canciones suyas a su repertorio. A los anteriormente citados Lynyrd Skynyrd y Eric Clapton podemos sumar, entre otros, a Tom Petty & The Heartbreakers, Bobby Bare, Kansas, Freddie King, Bryan Ferry, Bobby Bland, Pish, John Mayer, Jerry Garcia, Waylon Jennings o el inclasificable Captain Beefheart.
Roll on, hijo de la tormenta
Roll on llegó después de un periodo de tiempo muy agitado para lo que de él se podía esperar. Su disco Tulsa and back (2004) fue presentado en una de las giras más extensas que había realizado, participó en el mediático Crossroad Festival, donde se gestó el proyecto The Road to escondido, disco realizado a pachas junto a su devoto admirador Clapton, lanzado al mercado a finales del 2006 y galardonado con el Grammy al mejor álbum de Blues contemporáneo. Mucho frenesí para el bueno de Cale. Así que se caló la omnipresente gorra, se mesó la barba y regresó al estudio para facturar un nuevo trabajo, que resultó ser el último editado en vida y que dejaba bien clarito que seguía siendo un músico de gran peso.
Los tonos jazzy toman las riendas en los dos primeros temas, “Who knew” y “Former me” se alimentan de los ritmos entrecortados y los pianos a contrapunto propios del género, y parecen anunciar un disco en cierta manera diferente, pero no es así. “Where the sun don’t shine” rescata las cajas de ritmo en su introducción y ya camina por derroteros conocidos, los de esos medios tiempos seductores que hizo denominación de origen. Y con “Strange days” sube el nivel, notas de guitarra que recuerdan a la música zíngara de origen balcánico y una melodía vocal arrebatadora te mantienen pegado a los altavoces durante los fugaces tres minutos que dura.
Composiciones como “Down to Memphis”, “Cherry Street”, “Oh Mary” u “Old friend” aclaran de dónde lo han aprendido todo tipos tan sobrevalorados —en mi opinión— como Mark Knopfler, y confirman que su influencia sobre Clapton fue determinante en los primeros años de su carrera en solitario. Que, por otra parte, es donde están sus mejores trabajos. Y como último presente nos deja una dupla de canciones que rezuman belleza y sensibilidad, “Leaving in the morning” y “Bring down the curtain”. La sencillez hecha arte.
Manuel Beteta, redactor de Ruta 66 y uno de los mayores expertos en la obra de JJ Cale dentro de nuestras fronteras, decía esto en su reseña del disco: «Canciones matizadas, luminosas y cálidas… Buen regreso desde el extraordinario To Tulsa and back… Una especie en vías de extinción». Postrera frase que refleja la realidad que vivimos. Hay músicos contemporáneos extraordinarios, no hay debate sobre ello, pero carecen del carisma, la personalidad y la capacidad de pasar a la historia que posee esta estirpe de artistas que, por la inexorable ley de la vida, cada vez nos dejan más solos.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Mule variations (1999), de Tom Waits.