Rockola, Libros. 13 de febrero de 2009

Autor:

Rockola, Libros. 13 de febrero de 2009¡Ahora! No Mañana. Los mods en la nueva ola española 1979-1985
Pablo Martínez Vaquero

MILENIO

Los mods y los ex mods son (somos, ejem) tipos afortunados. Ninguna de las escenas musicales que conviven en España son capaces de generar tanta literatura como lo hace la de estos amantes de los sonidos negros, del R&B blanco, del beat, de la lisergia primigenia… En los últimos meses se han comentado en esta sección varios volúmenes aparecidos recientemente como Bienvenidos al planeta mod, de Marcos Ruano, y Revival Mod 1974-1988, de Robert Abella. Lenoir ya anuncia la inminente publicación de la traducción al español de A sharper World. Una antologia mod, del ex amigo de Paul Weller, Paolo Hewitt. Milenio, por su parte y sin ningún miedo a la saturación del mercado de este tipo de libros, nos presenta ¡Ahora! No mañana. Los mods en la nueva ola española 1979-1985, un título que resume perfectamente el contenido de esta obra. Pablo Martínez Vaquero, su autor, explica la génesis de “lo mod” en España en los tiempos de la movida. Ésta es una historia que transcurre de forma paralela en el tiempo pero divergente en lo musical con el momento de la eclosión de bandas como Ejecutivos Agresivos, Nacha Pop, Alaska y Los Pegamoides… En este caso, los protagonistas tienen nombres como Los Flequillos, Escándalos, Los Elegantes, Telegrama, Sprays, Kamenbert, Brighton 64, Los Scooters, Los Negativos… Formaciones que, pese a dejar un meritorio y, a veces mínimo, legado discográfico, no han tenido nunca el reconocimiento que merecían.
    Martínez Vaquero reconstruye con detallismo y pulcritud (una cosa muy importante tratándose de mods) la historia de todas esas bandas, da las claves del surgimiento de pequeñas comunidades de modernistas en ciudades como Málaga, Madrid o Barcelona y cómo éstas son capaces de articular eventos y crear modzines. No falta nadie con nombre y apellidos que fuera importante en esa época. El autor recoge testimonios directos y bucea en los textos de los viejos modzines hechos a base de fotocopias para exprimir al máximo toda la información disponible al tiempo que aporta también reflexión y análisis, uno de los grandes valores de este volumen.
    El libro se complementa con magníficas fotos de archivo que reflejan a la perfección la intensidad con la que este grupo de jóvenes vivió esa época. Destacan las que aporta Miguel Trillo, autor del epílogo y de unas imágenes que son una auténtica acta notarial de ese momento mágico. El prólogo lo escribe Kiko Amat, novelista surgido de la “escena” que asevera con acierto que a los mods (y a los ex mods) les chifla contar “sus” historias, escribirlas ellos mismos y no toleran que nadie lo haga por ellos. Son (somos) así y punto. Quizás por eso haya tantos libros sobre los mods, pero tan pocos con un resultado tan notable como el que ha conseguido Martínez Vaquero.
ÀLEX ORÓ.

Un maravilloso presente
Pattie Boyd/Penny Junor

CIRCE

El swinging London representa para la dorada década de los años 60 algo así como el momento álgido en el cual la gente chic que allí vivía, trabajaba y se relacionaba entre sí (actores, músicos, estrellas de la moda, artistas y gente bien y rica varia), escribió las páginas de oro de una manera de ver y sentir la vida y de hacer las cosas, que, como el tiempo se ha encargado de demostrar, fue absolutamente irrepetible. Era la época de los mitos, de una juventud que podía hacer lo que se propusiese y de unos cuantos acontecimientos sociales únicos que el cine, el arte y la literatura se han ocupado de inmortalizar con mayor o menor fortuna. Un tiempo que vio florecer a los mejores grupos de pop, como los Beatles o los Rollings Stones –por nombrar dos de los inmortales–, de la revolución de las costumbres, de la socialización de las drogas y de muchos sueños vitales que a partir de 1968 –se comprobó– no fueron al cien por cien realizables. Con ellos se creó una sociedad y una forma de vida que marcó el punto de inflexión entre pasado y presente.
    Ese swinging London guapo, colorista y atrayente, contempló existencias como la de la grácil y sugerente Pattie Boyd, una hija de buena familia que, pese a una existencia personal no del todo sencilla respecto de la niñez y de la adolescencia, tuvo la habilidad –o la suerte, quién sabe– para engarzarse en aquel mundo aparentemente idílico. Conoció a George Harrison cuando, ya modelo de profesión, fue reclutada como extra para salir en A Hard Day’s Night, la sensacional cinta de debut cinematográfico del cuarteto de Liverpool.
    La biografía en cuestión, pivota básicamente sobre esa primera experiencia marital junto al beatle más joven con el que vivió un amor tierno y casi inocente, pero también sobre la que luego mantuvo con el guitarrista Eric Clapton, relación, a todas luces, más tormentosa que la anterior aunque más apasionada e intensa que aquella. La Boyd, primero, pasa de puntillas por su infancia pese a descubrir ciertos detalles pero que muy reveladores y condicionantes de su trayectoria ulterior. A continuación, se sumerge con todas las consecuencias en la descripción de muchos episodios míticos de los 60 que ella vivió en primera persona y con absoluta intensidad: la cultura pop, el auge de los clubes, la psicodelia y las drogas. También fue motivo de inspiración de ambos músicos para componer temas como “Something” o “Layla”, canciones que se convirtieron en parte de una banda sonora personal que conjugó años felices con momentos extremadamente tortuosos. Pattie nos muestra cómo era la vida de los Beatles y la del genio de la guitarra al que compararon con Dios.
    Lo más remarcable –al margen de un buenísimo tono descriptivo cercano a lo periodístico, muy fácil y directo a la vez, que facilita una lectura apasionantemente contagiosa– es el papel de esta mujer (y supongo que de otras como ella que también andaron por ahí) en la vida de estrellas del calibre y trascendencia de Harrison y Clapton. No lo olvidemos sus dos maridos es verdad, pero también buenísimos e íntimos amigos, cosa que dota de un morbo especial y contradictorio a los acontecimientos que la ex modelo se ha decidido a relatar por fin. Tras la lectura, se desprende que Pattie Boyd, enamorada absolutamente de los dos, aunque en etapas diferentes de su vida, ejerció como algo parecido a un abrigo –una especie de refugio donde cobijarse– para los momentos de debilidad que los hubo, muchos y muy graves.
    Estuvo junto a George cuando sus escaramuzas espirituales se alternaban con malévolas y poco elegantes infidelidades que ella soportó con estoicidad teresiana. Ayudó a Eric en su trasiego por el desierto del alcoholismo y las drogas duras y sacrificó parte de su propia dignidad para ayudarlo a salir a flote. Estuvo también cercana a aquél cuando el de Surrey tuvo un hijo con otra mujer –el que ella jamás pudo engendrar a su lado– y le consoló cuando la criatura cayó accidentalmente desde un rascacielos neoyorquino. El precio de todo ello, poner su salud física y mental en peligro de muerte.
    Finalmente, demostró enorme valentía, al desvincularse de “mano lenta” igual que lo había hecho antes con el de Liverpool. Se trataba de intentar dar continuidad a su propia vida no permaneciendo más tiempo a la sombra de personalidades artísticas tan grandes como aquellas aunque inmisericordemente terrenales. Se dio cuenta de una vez que en momentos dados, voluntaria o involuntariamente, sus compañeros sentimentales habían llegado a anularla como persona. La salida: por un lado, abrazar la espiritualidad pero siempre con los pies en el suelo; por el otro, recurrir a terapia piscológica para lograr trazar un punto y seguido a su existencia. Al final, parece ser, la guapísima Pattie ha logrado encontrarse a sí misma y vivir de forma independiente de su trabajo de fotógrafa. La mejor conclusión posible a una retrospectiva biográfica, interesante como la suya, que aflora sinceridad en todas y cada una de sus páginas, aunque sin recrearse en demasía con la morbosidad de aquellos excesos de los demás que de alguna manera también fueron los suyos.
JAVIER DE CASTRO.

El retorno de los teenagers
Varios

LULU

Ha tardado en llegar, pero aquí está. De la misma manera que la música de base ha encontrado su manera de ocupar el espacio de Internet, los libros han esquivado el canal de editor, distribuidor y gran superficie para encuadernarse de forma personal por mandato cibernético. Cientos de obras con decenas de temáticas y calidades que no dejan de ser fanzines ampliados, con sus mismas faltas de ortografía –aquí no hay correctores de estilo– su misma empatía directa y su misma voluntad de expresión heroica.
    Y claro, cómo no, también hay libros de música. El caso que nos ocupa lo es, aunque tampoco lo sea. Explicamos. Un activo militante de las sociedades mod bilbaínas que al ser engullido por otra sociedad más real y rutinaria recupera la idea de urdir un libro de relatos sobre la actitud de los ochenta. Así que vuelve a telefonear a amigos, contacta con algún escritor profesional y sube a la red un libro de historias que van desde la narración dura hasta el nuevo periodismo. De hecho, Tom Wolfe es el modelo.
    Los escritores profesionales se van a casa con distintas notas. Muy buena la de Kiko Amat –“escribí sólo de emociones” me decía ayer mismo mientras presentaba su tercer libro– y escasa la de Javier Abásolo que actúa como un profesional de la novela negra pero no logra captar el espíritu.
    Lo curioso es observar cómo miden sus historias los amigos ajenos a la profesión literaria, porque hay verdaderos instintos. Reflexiones sobre la actitud se ven varias, como el recuerdo de una conversación en una cena de festival que refleja Juan Pedro González a la manera de Truman Capote o la búsqueda de un Face que narra con buen ritmo Jesús Arribas, pero sobre ello –tópico al fin y al cabo– destaca la entrega del relevo que acerca a la épica la trama de Carlos Carballo, la ucronía de Alberto García, el costumbrismo de Teo Balas y sobre todo el desbarre de anécdotas de Toni Face sobre Laurel Aitken, premio Rolling Stone con este relato.
    No, desde luego no son literatos al uso ni el libro va a ser superventas, pero se agradece encontrar esa misma pasión inestable que en los grupos que empiezan a exponerse en Internet.
CÉSAR PRIETO.

Hubo noches de rock and roll
Juan Mari Montes

FUNDACIÓN SALAMANCA CIUDAD DE CULTURA

Juan Mari Montes es el cronista de la vida musical de Salamanca, el ubicuo testigo de toda la vorágine de los últimos tiempos. Hace quince años publicó el libro Música moderna en Salamanca, el único documento de investigación a día de hoy sobre la creación sonora en la ciudad. Ahora este Hubo noches de rock and roll reinicia la labor de rastreo desde 1995. La obra es un encargo de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura con motivo del festival internacional de fotografía Explorafoto dedicado este año al rock bajo la consigna “Rock my religión. Cruce de caminos entre el rock y las artes visuales”. Los gestores culturales deseaban cartografiar la escena local en los últimos lustros. No sólo inventariar grupos oriundos, si no también el paso de bandas nacionales e internacionales descorchando su cancionero en los diferentes escenarios y eventos de la ciudad. En Hubo noches de rock and roll se da cita una increíble vastedad de información y datos que si no estuviesen aquí agrupados y plasmados por escrito pasarían a pertenecer a lo que el viento se llevó. Con admirable y agotadora labor de hormiga, el libro los rescata del olvido, los convierte en indelebles y los dignifica con léxico enormemente descriptivo. En orden cronológico se va urdiendo un padrón de bandas y solistas de vida efímera y aletargada en la mayoría de los casos. La investigación cobra una tasa de dificultad que la enaltece si se advierte lo heroico que resulta glosar grupos sin trampolín de notoriedad y de escasa o nula huella mediática. Pero no queda ahí la cosa.
    Esta revisión de la escena local se entreteje con los directos de un ingente número de grupos nacionales e internacionales (sin distinción de pertenencia, se analiza tanto el underground como el mainstream) que tocaron en la ciudad, los actos culturales (poniendo especial énfasis en los fastos y conciertos celebrados a raíz del nombramiento de Salamanca como Capital Cultural Europea en 2002), los bares, garitos y salas, las radios e instituciones que programaron música en vivo. En las páginas del libro conviven las regias actuaciones promovidas con dinero público con la quijotesca programación de pequeños locales que se mueven entre la epopeya, el romanticismo rockero y el cierre por defunción. La obra certifica que una ciudad tan diminuta como Salamanca ha disfrutado de una programación profusa, vertiginosa, ecléctica, magnífica y en algunos casos sorprendente. Se verifica así la dolorosa y endémica asimetría entre programación y creación, el abismo entre el opulento presupuesto destinado a actuaciones de bandas foráneas y el ecosistema marginal en el que vive la escena local.
    Escribir un buen libro no está al alcance de cualquiera, pero escribir un libro así no está al alcance de nadie. Sólo de Juan Mari Montes. Basta leer una o dos páginas para constatarlo. Les invito a comprobarlo y a disfrutarlo.
JOSEMI VALLE.