Rockola Libros, 10 de octubre de 2008

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Rockola Libros, 10 de octubre de 2008Te seguirá mi canción del alma… El bolero cubano en la voz de las mujeres
Yolanda Novo / María do Cebreiro Rábade

UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

No cabe la menor duda. Sólo una editorial sin aparente afán de lucro podía liarse la manta a la cabeza para llevar a buen puerto la publicación de un volumen de las características de éste, por desgracia, a todas luces económicamente deficitario.
Y es que un estudio serio, exhaustivo y magníficamente escrito y razonado como Te seguirá mi canción… sólo puede responder al entusiasmo de dos investigadoras universitarias que han aunado en su esfuerzo intelectual indudables conocimientos filológicos e históricos y, por encima de ellos –salta a la vista–, un inmenso amor por la música popular. El haber escogido para esta disertación como motivo de estudio el bolero cubano no resulta para nada baladí, al contrario. Su visión y sensibilidad de mujeres, parecen los mejores aditamentos para entrar a fondo en la obra interpretativa de un buen número de cantantes cubanas del mismo sexo que de por sí ya representan una parte fundamental de la historia cultural y artística de la isla caribeña y que han convertido a este género baladístico en auténtica denominación de origen.
Hablamos de nombres imprescindibles de todas las décadas como los de las poco conocidas por estos pagos Ernestina Lecuona, María Teresa Vera, Cristina Saladrigas, Isolina Carrillo, Grecia Domech, Lily Batet, Cora Sánchez Agramante, Ela O’Farrill, Tania Castellanos, Mara Valdés, Miriam Ramos, Anaïs Abreu y Haydée Milanés o las más conocidas a este lado del Charco, Olga Guillot, Elena Burke, Omara Portuondo o La Lupe; en este caso, aportaciones interpretativas que pueden ser disfrutadas a plenitud porque bastantes de sus discos vienen siendo editados en España con cierta frecuencia y regularidad.
Atravesando los sones de la Vieja Trova y las sonoridades vinculadas al feeling –o fílin como le llaman allí–, a la bossa, al jazz, a la Nueva Trova o, incluso, a alguno de los timbres más nuevos del siglo XXI, este hermoso volumen ofrece un cancionero heterogéneo de textos bolerísticos cuya finalidad última ha sido contribuir a su mayor visibilidad la poética que contiene y, de paso, también, a la del género lírico-musical y sexual que les es propio. En suma, un auténtico placer para todo aquel lector (de cualquiera de los sexos, naturalmente) a los que le atraiga el riesgo y quiera entrar y gozar sin ambages de un género tan fascinante y pasional como éste pero protagonizado en esta ocasión sólo por ellas.
JAVIER DE CASTRO.

Touching from a distance
Deborah Curtis

METROPOLITAN

Curiosamente, siempre que una viuda escribe un libro rememorando su vida junto al fallecido, es ella la que más impune sale de la dramática situación. No es mi intención dudar de la veracidad de los acontecimientos que Deborah Curtis presenta en Touching from a distance, de hecho nos presenta tanto las virtudes como las miserias del vocalista de Joy Division, pero entre el cielo y el infierno se entrevé una búsqueda de la objetividad que siempre acaba mostrándose parcial respecto a ella. Son los defectos que conlleva cualquier biografía escrita por implicados, que muchas veces cae en el descarado cotilleo dejando de lado el rigor periodístico, aunque, a fin de cuentas, qué bien saben las anécdotas vitales de nuestros músicos favoritos, ¿para qué negarlo?
Las referencias musicales de la obra son nulas, de hecho la autora no parece una experta en la materia ni muchísimo menos, aunque para los seguidores de Ian Curtis el libro consta de diversos atractivos, siendo el principal el testimonio de primera mano de una persona que convivió con el músico hasta sus últimos días. Sin caer en detalles escabrosos y mostrándose siempre como una verdadera señora, Deborah Curtis relata mediante una ágil narrativa algunos detalles que ayudan a esbozar la compleja personalidad de su ex marido. Su fijación con la política de derechas, un desapego familiar en brutal contraste con su solidaridad social o amor al mundo animal, matices que esbozan un personaje único cuyo punto de vista respecto a los hechos citados no conoceremos jamás. ¿Visionario?, muy posiblemente, especialmente si tenemos en cuenta que la influencia de su banda continua viva y vigente. ¿Déspota?, muy posiblemente, pero también sensible a un mundo con el que no conseguía encajar.
Una lectura fundamental para cualquiera que se haya perdido alguna vez entre las canciones de Closer.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Bossa nova. La historia y las historias
Ruy Castro

TURNER

Río de Janeiro. Carnaval de fuego
Ruy Castro

HERCE

El primero de este par de librazos debidos a la misma pluma, la del historiador, periodista y crítico musical de Minas Gerais, Ruy Castro, es un auténtico lujazo por su magnífico verbo, por su cuidada estructura discursiva y, sobre todo, por el despliegue detallista e ingente cantidad de conocimiento sobre el tema objeto del estudio que su autor nos propone. Porque, al margen de las obviedades que todos los que nos dedicamos con mayor o menor fruición a esto del periodismo musical conocemos sobre la bossa nova (a saber: que se trata de un género nacido en Brasil hacia finales de los años 50; que sus representantes más notables fueron compositores y músicos de la talla de Antonio Carlos Jobim, Joao Gilberto, Newton Mendonça, Vinicious de Moraes, Luiz Bomfà, Badem Powell, los hermanos Castro Neves o cantantes como Silvinha Telles, Maysa Matarazzo, Maria Creuza, Elis Regina o Astrid Gilberto; que piezas como “Chega de saudade”, “Desafinado”, “O pato”, “Lobo bobo”, “Coisa mais linda”, “O barquinho”, “Dindi”, “Felicidade”, “Samba da minha terra”, “Corcovado”, Insensatez”, “Meditaçao”, “Trêvo de 4 folhas”, “Bim Bom”,  “Hô-Bá-Lá-Lá” o la inmortal “Garota da Ipanema”, constituyen sólo unas cuantas de las piedras angulares en las que se sustenta la leyenda de este género nostálgico pero ante todo sensual; también que, cuando ya el común de los mortales cayó irremisiblemente cautivo de su aparente sencillez y su magia indescriptible, unos cuantos músicos de jazz como Dizzy Gillespie, Stan Getz, Herbie Mann, Ferry Mulligan o Art Farmer o, incluso, el mismísimo Frank Sinatra desde su pandemónium de Palm Springs, también quisieron darle un cierto toque yanqui a esa historia adaptando a sus propios estilos unos cuantos de aquellos números ya de por sí insuperables) estas más de 500 páginas nos desvelan, en palabras de su propio inductor, Toda la historia de las historias sobre el género musical brasileiro por antonomasia. Y es verdad.
Este libro maravilloso le permite a uno no sólo saber por qué tardó en gestarse el estilo casi una década –desde que a finales de los 40, empezasen a crecer como setas pequeños combos vocales que influenciados por lo que venía de los EE.UU, comenzaron a romper con la tradición reinante de cantantes de vozarrón–; cuáles fueron las condiciones históricas, sociales y culturales –léase, musicales– que contextualizaron su aparición; o, mejor todavía, conocer a todas aquellos personajes no tan conocidos como los anteriormente citados, (Chico Feitosa, Menescal, Carlinhos Lyra, Ronaldo Bóscoli, Alayde Costa, y muchos otros más) que también tuvieron buena parte de la culpa para que la bossa nova alcanzase la notoriedad que en última instancia logró adquirir y que la convirtió en poco menos que un fenómeno social para la juventud deseosa de cambio de principios de la década de los 60. Porque la expresión bossa nova y su significado histórico fueron acuñándose de forma paulatina; no fue una iluminación pasajera de ningún visionario sino que poco a poco fue adquiriendo connotaciones y significado para un puñado de jóvenes artistas que buscaban con su música y la forma de expresar ésta una especie de válvula generadora de cambio, de contumaz búsqueda de novedad, o de mejorar aquello a lo que la generación que los precedió se había acostumbrado. De hecho, cuando aún nadie empleaba el término como sustantivo calificador de nada musical en concreto, éste ya había aparecido en la letra del luego clásico de Jobim “Desafinado”. Poco más tarde, cuando tuvieron lugar las primeras actuaciones en grupo –juntos pero no revueltos– de los primeros protagonistas de la bossa nova en tres históricas reuniones (la primera en el Grupo Universitario Hebraico, la segunda en la Facultad Nacional de Arquiectura y, la tercera, en la Escuela Naval, locales todos ellos de Río de Janeiro). Fue durante las pocas semanas que ilustraron estos eventos cuando se fue sustituyendo la denominación del tipo de música que aquella juventud disipada practicaba, pasando del “samba-sesión” denominación más o menos imprecisa que aglutinaba diferentes tipos de música, al término final de bossa nova (literalmente “protuberancia” pero que en un sentido más figurado también puede ser interpretada por “habilidad” o “maña” y, naturalmente, “nueva”, “joven”, “diferente”) que pasó a la posteridad.
En cualquiera de los casos el término bossa nova no sólo pasó a denominar ese estilo musical nuevo sino que de alguna manera también era aplicado a esa actitud rabiosamente juvenil que logró generar el cambio. El libro progresa adecuadamente analizando los progresos del género, su evolución y derivaciones y, cómo no, presentando también a sus primeros detractores, críticos y, en algún caso, también a ciertos “traidores” que tras utilizarlo inicialmente, optaron por otros derroteros expresivos diferentes.
La parte final del volumen traza un interesante retrato coral de cómo y por qué deambularon de modo diverso las carreras de muchos de los protagonistas de la bossa, haciendo especial hincapié en las personalidades más trascendentes y cerrando el círculo, en algunos casos de más de medio siglo de exitosa trayectoria profesional. Los apéndices que Ruy Castro son así mismo pero que muy sabrosos. Al margen de la abundante información que el texto mismo nos aporta sobre muchas de las grabaciones que jalonan esta historia, el autor propone algo así como una antología discográfica –casi medio millar de grabaciones– que constituyen en conjunto un auténtico tesoro sonoro para cualquiera que pudiera reunirlas en una discoteca ideal.
El conjunto se completa con una bibliografía especializada, un valioso álbum fotográfico con muchos de los personajes que se citan ya algunos de los lugares y locales particulares y públicos que sirvieron de escenario para esta historia y, sobretodo, con un índice onomástico de personas, discos, canciones y espacios comunes que constituye una herramienta de identificación imprescindible para que el lector no se pierda en esta auténtico “Amazonas” musical.
El segundo de los volúmenes de Ruy Castro, mucho más modesto en cuanto a contenido que el reseñado, constituye, sin embargo, un muy buen complemento para entender la idiosincrasia de una población ricamente interracial como la de Río de Janeiro pero plagada de contradicciones. Y es que Río de Janeiro. Carnaval de fuego, propone al lector un acercamiento a la ciudad brasileña más difundida, mediante el cual el lector podrá conocer muchas anécdotas de sus barrios más míticos y de los personajes que han vivido o aún frecuentan sus calles y protagonizan sus entresijos.
Historias teñidas de música, de bossa nova o de carnaval que explican el Brasil de hoy, el de ayer y el de siempre, con sus playas legendarias y sus locales de ocio abiertos las 24 horas del día y junto a ese humor típicamente carioca que, sólo en ocasiones, permite hacer olvidar otras historias bastante menos edificantes como las de las guerras del narcotráfico o la de la cruda realidad de las favelas de los suburbios. Territorio de piratas, fugitivos y rebeldes, la indefinible ciudad de Río nos es mostrada de una forma inusual y contagiosamente divertida.
JAVIER DE CASTRO.

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