Rockola, Discos. 7 de marzo de 2008

Autor:

Nick Cave
Dig, Lazarus, dig!!!

MUTE RECORDS

En uno de los temas de este Dig, Lazarus, dig!!!, Nick Cave exclama “Do you wanna dance?, do you wanna groove?”, y bien podría estar dirigiéndose al oyente. Efectivamente, nos encontramos ante uno de los trabajos más innovadores del australiano en el que las cuidadas, ricas y agresivas bases rítimicas incitan al baile maníaco, desde el tema titular con el que abre fuego hasta la traca final con el pop “More news from nowhere”, reminiscente y deudor de la Velvet Underground. La influencia de Grinderman, el proyecto paralelo de Cave es patente en el sentido de que la crudeza experimental se impone a la melodía, pero esto ya ocurría en sus primeros discos como con los Bad Seeds, por lo que la mayor novedad debería centrarse en la falta del componente romántico (que no dramático), pues esta vez el autor parece más interesado en narrar historias lúgubres sobre sentimientos forajidos bastante alejados de la dulzura con la que adornó sus excelentes trabajos de principos de década, tales como el brillante e infravalorado Nocturama. No se trata de una vuelta a las raíces, sino del uso maduro de recursos estilísticos libres.
Uno de los puntos más interesantes de una obra tan redonda y acertada como la presentada es el desplazamiento que parece sufrir Mick Harvey en favor de Warren Ellis, quien se muestra como la nueva mano derecha del jefe, dejándo de centrarse en el violín para dotar a las canciones de guitarras absolutamente salvajes y experimentales (una verdadera lástima que Bilxa Bargeld ya no se encuentre en el grupo, pues a buen seguro habría disfrutado tocando en algunos de los temas).
En lo que se refiere propiamente al líder del conjunto, podemos asegurar que Cave se encuentra en un momento envidiable de su carrera. No sólo interpreta con convicción y gusto, sino que como compositor no deja de crecer, ampliando su paleta musical y brindando un total de once temas de factura impecable, de belleza brutal. Épico, hipnótico e inspirado, extremadamente inspirado. No sólo es capaz de encadenar obra perfecta tras obra perfecta, sino que también consigue dominar un ente tan potente como son los Bad Seeds, un grupo en el que el talento y las fuertes personalidades resultan desbordantes. Buena prueba de ello es este Dig, Lazarus, dig!!! Música para una selecta fiesta caníbal. Eso sí, sólo con invitación: la que otorga el buen gusto.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Morrissey
Gretest hits

DECCA

Cualquier artista o banda que logra sobrevivir en el proceloso mundo del negocio musical merece, sin duda, poder añadir de vez en cuando a su discografía alguna recopilación. Lo que quizás ya no es tan normal es que este recurso se utilice con tanta frecuencia como lo hace Morrissey. Y es que, no en vano, deben anotarse en su haber productivo hasta cinco entregas de esta naturaleza que han venido a pertrechar convenientemente a los siempre ávidos mercados de ambos lados del Atlántico. A saber, Bona drag (1990), World of Morrissey (1995), Suedehead: The best of Morrissey (1997), My early Bulgary years (1998) o The best of Morrissey (2001). Todo y con eso, y a pesar de que seguramente tanto sus fans más fieles como el público más general que también disfruta de su música, coincidimos en que lo que se echa de menos de verdad es un nuevo álbum con material inédito, la última entrega del astro británico ha sido, de nuevo, otro disco de éxitos; eso sí, con su qué, o como diría el castizo, con algo de truco. A diferencia de recopilatorios anteriores, este Greatest hits, parece haber sido concebido para seguidores de última hornada puesto que es fácil constatar que más de la mitad de sus quince cortes pertenecen respectivamente a You are the quarry (2004) y Ringleader of the tormentors (2006), sus dos últimos discos de novedades. Para completar el repertorio seleccionado –y aparte de “All you need is me” y “That’s how people grow up”, los inexcusables inéditos que los avispados ejecutivos disqueros han escogido esta vez como gancho para enredar a los completistas– se ha optado por recuperar algunos momentos gloriosos de su larga carrera como “Everyday is like sunday” o “Suedehead”; viejos hits del calibre de “The last of the Famous international playboys”; su singular versión del “Redondo beach” de Patti Smith, la poetisa punk por antonomasia; o “The more you ignore me, the closer I get”, otra de las gemas que dan mayor lustre a su acerbo compositivo. Pero como nunca llueve a gusto de todos, debo manifestar que pese a que quien esto escribe nota a faltar algunas de sus preferidas, como por ejemplo “Alma matters”, “Sing your life” o “Billy Bud”, acepto como justa compensación a tales faltas varios cortes registrados en un concierto en vivo y que, como si de auténticos bonus tracks se tratara, acaban por convertirse en el auténtico valor añadido de esta reciente edición “promo” en formato de compact-disc doble que es la que yo estoy manejando. A destacar finalmente el despelote fotográfico que el ex Smiths nos ofrece adornando interiormente la carpeta y que, según parece, está siendo en la red el objeto de comentarios más recurrentes entorno a este reciente disco, más allá, por desgracia, de la estupenda música que contiene en su interior.
JAVIER DE CASTRO.

Paolo Fresu / Richard Galliano / Jan Lundgren
Mare nostrum

ACT COMPANY/KARONTE

Soberbio encuentro de tres personalidades que sí han entendido que el jazz no es sólo virtuosismo ejecutorio ni repaso de estándares, sino luz, color y –si me apuran– una obsesión bien manejada por la calidez mediterránea. El trompetista Paolo Fresu, el acordeonista Richard Galliano y el pianista Jan Lundgren han sabido ir mucho más allá de los formalismos protocolarios del encuentro a tres bandas –y eso que la cita es de aúpa–, para explayarse en la creación de un nuevo sonido, un nuevo esquema, en el que no hay solos sino canciones, y no se vislumbran protagonistas claros. Ni siquiera cuando cada uno de ellos aporta sus propias piezas, de las que cabe citar las mejores en cada caso: “Mare nostrum” (Lundgren), “Valzer del ritorno” (Fresu), “Principessa” (Galliano). Vale que esta indeleble frontera entre el jazz y la música instrumental contemporánea ya fue traspasada mucho antes por Oregon, Pat Metheny, Jan Garbarek, Keith Jarrett, etc. etc., pero se hace de nuevo muy presente con este Mare nostrum. El álbum es una delicia de principio a fin. Los paisajes presentados son provenzales y toscanos, saben a vid y huelen a lila. Y el repertorio no podía ser más heterogéneo para tratarse encima de una propuesta tan natural y uniforme (aparentemente); de esas veces que uno sí se cree que una fuerza superior les ha puesto en el mismo camino. Y pasan de Charles Trénet a Jobim/Vinicius, de Maurice Ravel al folclore tradicional sueco, sin que nadie alcance a percibir las múltiples paradas que el tren ha hecho en todo el recorrido. Un disco maravilloso.
GERNOT DUDDA.

The Blows
Upskirts

PUPILO RECORDS

En el fondo se trata siempre de lo mismo, cuatro amigos de apenas veinte años que se reúnen para hacer canciones como las que les emocionan. Y con un poco de talento y resonancia consiguen que una compañía les edite el primer disco. Ésta es la historia de The Blows hasta la fecha. Una historia que suele tener como ventaja la reserva de energía y el descaro –los castañazos que le pegan a la batería en “Two minutes” o el nervio de “107dB’s” salen de esa juventud– y como inconveniente un excesivo mimetismo, que ellos sortean revelando en las entrevistas un bagaje musical que supera en mucho a esos Strokes con los que se empeñan en compararlos.
Y realmente los detalles revelan una personalidad que se está formando con coherencia: una voz que remeda el espectáculo vocal del glam en “Do you like my boots, huh?”, una estructura modélica en el ajuste entre arreglos y voz en “What’s happening” y un estribillo glorioso, a la vez extenso e intenso, en “Damn 80’s Hooke”.
Quizás entre las previsibles caídas se encuentre la canción que parece haber sido escogida como hit, “We want you”, resultona pero convencional. Pero se compensa con los múltiples aciertos, los que hemos repasado y otros como “Disco”, que el productor Cristian Vogel juega a convertir en un llenapistas entre la densidad de las guitarras. Once canciones con una portada que sugiere como hace tiempo que el pop español no sugería, notable bastante alto en el primer trimestre para estos vigueses y la perspectiva de que si siguen trabajando llegará el sobresaliente.
CÉSAR PRIETO.

Nacho Vegas
Canciones inexplicables 2001-2007

LIMBOSTARR

Por fin ve la luz en España el recopilatorio que Nacho Vegas lanzó para el mercado mexicano hace meses. Y es que, si hay un artista español que precise de una retospectiva tan completa como ésta, ése es el asturiano. Prolífico como pocos, Vegas puede alardear de una carrera artística rebosante de calidad, desparramada en EPs, LPs y proyectos paralelos, que vienen a estar perfectamente representados en este Canciones inexplicables 2001-2007. Casi dos docenas de canciones permitirán al oyente acercarse o regresar el particular universo del músico, aquel en que confluyen influencias literarias y musicales que abarcan desde la lejana Norteamérica hasta la tradición asturiana. Podría resultar muy fácil aludir a términos como melancolía, sordidez y dolor para referirnos a la obra del músico, pero a estas alturas sería más honrado citar su sensacional capacidad para entretejer piezas redondas. Vegas nunca ha sido un autor luminoso, desde luego, pero no debería  dejar de contemplarse el fino humor negro con el que impregna cada una de sus narraciones. Y no importa el grado de veracidad de la historia que el músico cuente, pues la realidad es que la canción como tal existe y se puede disfrutar de ella.
Así pues y entrando en materia, tras una portada de influencia totalmente Cohen (echad un vistazo al primer “best of” del canadiense) se oculta un recorrido amplio por toda la obra del músico. Desde sus primeros pasos como artista en solitario hasta sus últimas aventuras en compañía de Bunbury y Rosenvinge. Por el medio se destripa parte de Cajas de música difíciles de parar y Desaparezca aquí (sus dos obras capitales), así como temas que hasta ahora sólo podían encontrarse en EPs, caso de la cruda y brutal «Cosas bien hechas» con la que se cierra la colección de forma rotunda. Resulta fascinante comprobar mediante la sucesión cronológica, cómo ha ido creciendo el asturiano, cómo ha ido aprendiendo y desarrollando su particular estilo. Según avanza el tiempo cada vez firma mejores canciones, algo lógico teniendo en cuenta su talento y dedicación al oficio. Por otra parte, su producción siempre se ha caracterizado por un sonido grueso y grave, que ha ido ganando matices y dejando hueco para estribillos.
Es cierto que el disco no aporta nada nuevo a los completistas a nivel sonoro, aunque a nivel lírico presenta unas más que interesantes “liner notes” que el propio Vegas ha escrito para cada una de las canciones. En ellas, el músico relata todo tipo de historias relacionadas con la canción a comentar, dotando al envoltorio de un valor añadido para el seguidor entregado.
¿Canciones inexplicables?, no lo creo, la explicación es muy sencilla: inspiración y buen hacer.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Víctor Manuel
No hay nada mejor que escribir una canción

SONY BMG

Como complemento perfecto a la publicación en papel estos días de Vivir para cantarlo, un espectacular volumen recopilatorio con las más de quinientas canciones escritas e interpretadas por Víctor Manuel desde su debut artístico hacia mediados de la década de los sesenta, nos llega su último trabajo artístico. Un disco cuyo título es algo así como una declaración de principios y que resume sin duda el impulso y la energía que le han alumbrado y dado fuerza todos estos años. Tras casi un lustro sin sacar a la luz material original nuevo, estas doce canciones nos devuelven al cantautor de Avilés en un gran estado de forma que le ha permitido sacar adelante con solvencia esta nueva aventura discográfica. Es más que probable que a sus fans de siempre les guste mucho el disco porque recuerda al Víctor Manuel de los setenta y comienzos de los ochenta, su época más fructífera y popular, con álbumes como Soy un corazón tendido al sol, Luna, Ay amor o Para la ternura siempre hay tiempo. Aunque tampoco debería extrañar a nadie que también interese y agrade al variopinto segmento de público de reciente hornada que pudo engancharse a sus canciones tras la gira de hace unos años junto a Serrat, Miguel Ríos y a su esposa Ana Belén. Dejando a un lado sus éxitos de toda la vida con los que ha consolidado su popularidad, en este disco descubrirán, a un cantautor, veterano sí, aunque con cosas que decir todavía como lo demuestran sus nuevas composiciones inspiradas en temas de rabiosa actualidad, como por ejemplo “Cómo voy a olvidarme”, “Cada día sale el sol”, “Qué me importa la Luna” o “Deja que te cuide mariposa mía”, dedicadas a la recuperación de la memoria histórica, al exceso de explotación, a la pérdida del medio ambiente y a la sensibilización sobre las enfermedades degenerativas, respectivamente. Otras gemas del nuevo poemario musicado de Víctor son sin duda “Donde dé la vuelta el aire” (de la que emana el verso que da título al álbum).
Un buen disco en suma, en el que cabe destacar la presencia de un elenco de músicos de primer nivel, incluyendo una brillante colaboración de su paisano el gaitero Hevia, y de varias personas de su entorno más íntimo que le han aportado tranquilidad y máximo apoyo: su esposa Ana y su hija Marina se han encargado de los coros y de diversos arreglos vocales y su hijo David ha sido el principal responsable de la producción y la dirección artística del proyecto amén de haber puesto el piano y los teclados a lo largo y ancho de todo el disco. Todo queda en casa…
JAVIER DE CASTRO.