Rebeca Jiménez
Todo llegará
DRO/WARNER
Nutritivo, impactante y hermoso. Así se podría definir el debut en solitario de Rebeca Jiménez, una artista que se muestra capaz de componer las canciones más emocionantes que se han escuchado en mucho tiempo.
Con sus raíces hundidas en el rock tradicional clásico, Rebeca se mueve por parajes musicales ambientados en autopistas sentimentales, moteles solitarios y corazones rotos. Todos ellos componentes que, lejos de ser patrimonio yanqui, son ya referentes universales para la vida de cada cual, aunque la tradición norteamericana influye notablemente en su ópera prima, dotándola de un gusto atemporal que encaja a la perfección con sus trabajadas letras. La fuerza de su versátil voz envuelve cada una de las composiciones, producidas por la experta mano de Carlos Raya y contando en cada una de ellas con una garantía veterana como es el batería Tony Jurado.
Todo llegará es uno de esos discos redondos, en los que no sobra absolutamente nada, de duración generosa pero que invita a hacerlo sonar una y otra vez, descubriendo nuevos detalles en cada escucha mientras cala con fuerza en el oyente. No hay más alternativa, un par de escuchas y el CD se vuelve imprescindible, su madera de clásico es innegable.
La fuerza del single de adelanto no se diluye a lo largo de la escucha sino que aumenta y se muestra como un digno adelanto de lo que ya tenemos entre manos. Producción robusta, arreglos muy cuidados y canciones, arrebatadoras canciones. De la sencillez a la complejidad, del minimalismo a la explosión, del cabaret al blues denso, pero siempre con la identidad de una voz sincera y potente, suave y rasgada, al servicio de sus propias composiciones, con inteligencia.
En estos tiempos que corren, es una alegría que haya una discográfica que continúe apostando por trabajos de calidad, es un orgullo que aparezca una nueva voz con cosas que contar en un contexto definido, lejos de tendencias, simplemente con la única pretensión de mostrarse con sinceridad, de llegar a quien guste del vitalismo y de la reflexión, al que disfrute de la calidad.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
Paul Collins Beat
Ribbon of gold
ROCK INDIANA
El celebrado, íntimo y honesto Flying high supuso la resurrección de Paul Collins tras doce años de silencio discográfico. Fue un aviso de uno de los músicos más inquietos de la New Wave norteamericana. Collins no estaba dispuesto a calzarse las pantuflas y a vivir de rentas pasadas (y eso que puede). Todavía le quedan cosas por decir y por ello el ex Nerves ataca de nuevo con Ribbon of gold, un trabajo sólido, nada acomodaticio y en el que apuesta sobre seguro, pues contiene un puñado de temas que ya les gustaría tener en su repertorio a la mayoría de bandas actuales de power pop.
Con lugarteniente español (Octavio Vink) y el sueco Chips K a la producción (Nomads, Hellacopters), Collins ha conseguido un disco vibrante, que si bien no le hará revivir glorias pretéritas, seguro que le vuelve a colocar en la primera línea del pop con guitarras, un género que siempre cautivará a miles de aficionados y del que este viejo zorro del rock conoce todos los secretos. Y a las pruebas me remito, Sr. juez: “Hey DJ”, el tema que abre Ribbon of gold, nos transporta a las sonoridades de los dos primeros discos de The Beat; una línea que se mantiene en “I still want you” o “Fallen in love with her”, mientras que “Without you” se revela como el mejor momento íntimo del disco gracias a las bonitas armonías vocales. No desentona con el conjunto “Big pop song” pero el mejor momento del CD lo encontramos en “She doesn’t want to hang a around with you”, en la que el salto atrás nos remite hasta The Nerves, la primera banda de Collins. Puestos a encontrar un tema sobrante, éste sería el ñoño “Parlez vous français”. Paul Collins pasa con nota alta el examen de reválida que supone editar un segundo disco en esta nueva etapa. Le damos un ocho y medio y esperamos que haya tercera entrega.
ÀLEX ORÓ.
Brad Mehldau Trio
Live
NONESUCH/WARNER
El pianista Brad Mehldau es una apisonadora que lo arrolla todo, llegando a digerir en semejante intercambio (¡a triturar!) cada guijarro que pisa. Aparte de las cinco piezas nuevas que aporta en este Live (especialmente brillante la que lleva por título “Buddha realm”), sabe disfutar de los “estándares” indistintamente de su procedencia estilística. Como tal, es considerado también, por ejemplo, el “Wonderwall” de Oasis, una de las mejores canciones de los 90. Su residencia en el Village Vanguard neoyorquino ha deparado como resultado este doble CD en directo, registrado con Larry Grenadier al bajo y Jeff Ballard a la batería, que reivindica una de sus grandes especialidades: el formato de trío. Y los tres músicos son piedra de toque de ese jazz alternativo que tanto, y tan bien, jalona muchas de las grabaciones del presente. No sólo Oasis, también Soundgarden y su “Black hole sun” (¡otra de las grandes canciones de los 90!), Chico Buarque (“O qué será”), John Coltrane (“Countdown”) o el “The very thought of you” que popularizara Nat King Cole, están presentes en el set de este lujoso capricho que viene a decir que todo lo que él toca se vuelve atemporal por naturaleza.
GERNOT DUDDA.
T Bone Burnett
Tooth of crime
NONESUCH/WARNER
Blues rock de regusto clásico, vanguardia cimentada sobre parajes desolados, guitarras planeadoras, detalles de free jazz… T Bone Burnett sabe lo que se lleva entre manos para construir una obra de ambientes, plagada de texturas en las que el rock es la base sobre la que se asientan, aunque éste no sea necesariamente el ritmo dominante.
En compañía de figuras como Marc Ribot (como siempre, enorme con su manejo de las seis cuerdas) o Jim Keltner, Burnett, en realidad, plantea un catálogo de intenciones, es como la tarjeta de presentación del productor que es (sí, digámoslo una vez más: él es quien está detrás del disco de Robert Plant y Alison Krauss), como si dijera, «todo esto es lo que sé hacer, ¿cómo lo ves?».
No es Tooth of crime, con sus letras oscuras, en todo caso, un disco fácil, ni tan siquiera amable, requiere de la complicidad del oyente para adentrarse en él sin prisas, no lo pongas en el reproductor de Mp3 para salir a pasear, lo mejor es situarse en posición horizontal, darle al play, subir el volumen y dejarse llevar. La experiencia merece la pena. Altamente recomendable para músicos y productores profesionales.
JUAN PUCHADES.
The Long Blondes
Couples
ROUGE TRADE/SINNAMON
Salta al oído a la primera escucha que los Long Blondes no son los mismos en su segundo disco, que los han cambiado. Del sonido acerado de las guitarras a una sutil evanescencia, de un impulso juvenil a los arreglos premeditados. Siguen visitando a Blondie, pero ya no despliegan glamour de barrio sino los dejes funkys de la sofisticación. En el fondo, es la misma evolución que sufrió, irremediablemente, la New Wave. O que sufre cualquier estilo, si vamos al caso.
Ahí quedan algunas perlas que aún se asimilan a los orígenes como la directa “Erin O’Connor” y la excepcional y jugosa “I’m going to hell”, que sería ya un clásico si no hubiesen alargado innecesariamente el final. Pero la producción de Erol Alkan –que estén Justice o Daft Punk entre sus protegidos ya lo dice todo– da una mano de barniz electrónico con más tono de sintetizador que de nuevas tendencias. Así las canciones frenan su fuerza y adquieren esa languidez casi experimental de OMD o de la Human League cuando se ponían melodramáticos. En “Roun the hairpin” se disfruta un buen ejemplo, aunque la electrónica con arrestos, estribillos categóricos y gritos en celo es la de “Here comes the serious beat”.
Así que tenemos un disco con dos mini-LPs dentro, el de la vitalidad y el de la reflexión. Y en medio de ambos canciones que aún sorprenden y encorajinan. “I liked the boys” sería el hit si aún estuviesen más atentos al espíritu de los B’52s y al abandono que produce la locura.
CÉSAR PRIETO.
Toumani Diabaté
The mandé variations
WORLD CIRCUIT/NUEVOS MEDIOS
Toumani Diabaté es el gran virtuoso de la kora, instrumento que conocimos de primera mano en los dos trabajos que compartió con nuestros Ketama bajo el nombre de Songhai. Tras una serie de obras y actuaciones efectuadas con su banda, la Symmetric Orchestra, Diabaté desnuda aquí del todo sus interpretaciones de voces, percusiones, metales y otros elementos propios del occidente africano para afrontar un recital impresionante de kora en toda su pureza y grandeza. Se vale de la riqueza tímbrica del instrumento y de las complicadas variaciones que ejecuta para alcanzar un altísimo grado de lirismo y espiritualidad en sus composiciones, más emparentadas de lo que parece con la música clásica del norte de la India o incluso el flamenco (por qué no). Diabaté utiliza lo que él llama “afinación egipcia”, que le permite sonar “oriental” en sus diabluras sobre las cuerdas. El disco es ante todo un homenaje a sus seres queridos desaparecidos, muchos de ellos músicos legendarios como Ali Farka Touré, Ismael Drame o Kaounding Cissoko (tocador de kora de Baba Maal), que titulan con sus nombres muchas de estas bellísimas piezas. Impresionante.
GERNOT DUDDA.
Los Summers
La chica de cada verano
FLOR Y NATA
Lo primero que cautiva es la portada. Cuatro tipos, no muy agraciados (todo hay que decirlo), ataviados con unas camisas que hubieran podido formar parte del vestuario de los Beach Boys y montados en un 600 con matrícula de Almería aparcado sobre la arena de una playa, posan con sus instrumentos y una actitud de “vale, no somos guapos, pero si nos llevas contigo te vas a divertir”. Además, el nombre de la banda no engaña: Los Summers, lo que viene a ser una declaración de principios estilística. El grupo apuesta sin rubor por el pop-punk, el surf, el power pop, influencias varias de los sesenta como los ya citados Chicos de la Playa, Beatles, Brincos o las Ronettes y, como no podía ser de otra manera, de Ramones. La chica de cada verano consigue su objetivo: divertir y transmitir energía juvenil. “El próximo verano”, el tema que ha sido elegido como single y deudor en intención y estilo de “Here comes the sumer” de los Undertones, es la canción más destacada de los “15 nuevos y alocados éxitos musicales” que, según reza el subtítulo, contiene este CD. El resto de composiciones mantiene un buen nivel y si el oyente es consciente de las virtudes y limitaciones del género surf-punk playero, pasará un buen rato escuchando este debut tan bien intencionado.
ÀLEX ORÓ.
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