«La sencillez, que no simplicidad, campa por sus anchas en un trabajo pleno de armonías vocales fluidas, deliciosos requiebros acústicos, alusiones a la naturaleza y melodías de cierto calado espiritual»
Maderita
«Vivir para Creer»
EL VOLCÁN
El patriarca del pop mediterráneo y la banda más injustamente infravalorada de la escena valenciana (al magnífico y ninguneado “Libros de Viajes”, del 2006, nos remitimos): precisamente eso es Maderita, la unión aparentemente casual del veterano Julio Bustamante y tres cuartas parte de Ciudadano, las que encarnan Jorge Pérez, Xema Fuertes y Cayo Bellveser. Aunque casi nada es casualidad, ya que se diría que ambas partes estaban destinadas a facturar un álbum de belleza tan singular como este, de esos artefactos sonoros de los que se dice que de no existir, alguien tenía que haberlo inventado.
No de otra forma cabe calificar un trabajo que hermana el folk de aquí con el de allí, el que siempre ha representado la tradición norteamericana (desde Dylan, de quien aquí se latiniza su ‘It Ain’t Me, Babe’ con muchísima gracia, bautizado como ‘No te equivoques’, hasta el tono pastoral que han encarnado en últimas temporadas Fleet Foxes o Bon Iver) con el que desde finales de los 70 el propio Bustamante y un puñado de benditos individualistas fueron tramando desde la costa mediterránea: no en vano, el «Brossa d’Ahir» de Pep Laguarda i Tapineria (1977) ha sido uno de sus discos de cabecera.
La sencillez, que no simplicidad, campa por sus anchas en un trabajo pleno de armonías vocales fluidas, deliciosos requiebros acústicos, alusiones a la naturaleza y melodías de cierto calado espiritual, empaquetadas en un digipack cuya inequívoca portada muestra el dibujo de un «socarrat», clásico azulejo valenciano. ¿Se le podría llamar realismo mágico? ¿Folk de propiedades terapéuticas? ¿Espiritualidad mediterránea? Poco importan las etiquetas cuando con tan pocos mimbres se consigue tanto.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
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The Cover Band
«The Cover Band. 1965-1975»
FACTORÍA AUTOR
Nombre grupal para lo que en realidad es el nuevo proyecto musical de Ramoncín, una iniciativa que trata de recuperar temas clásicos del rock y el pop español y que intercalará con una carrera en solitario que, afortunadamente, promete reactivar.
Porque al margen de opiniones (con las que se puede estar o no de acuerdo), lo que Ramón mejor hace es componer y cantar, y aquí no compone, ¡pero cómo canta cada una de las versiones! Hay que insistir en dejar de lado los prejuicios para disfrutar de un tipo con mucho oficio, con una carrera muy sólida a sus espaldas y al que la edad le está sentando francamente bien. En el disco que nos ocupa se aprecia cómo su voz ha ganado en matices y volumen, clavando cada uno de los clásicos de los años sesenta y setenta que este primer volumen recoge.
Que nadie se equivoque, es hermoso escuchar reactualizadas canciones mayúsculas, impregnadas de una inocencia que ya no se estila. ‘Viento de Otoño’ de los Pop Tops o ‘98.6’ de Los Ángeles suenan un tanto ingenuas, pero ahí radica su encanto, en esos coros, en esas melodías luminosas. Pero no todo es seda, de hecho el –doble vinilo concretamente; aunque también ha salido en CD– cuenta con piezas muy potentes, como la versión de ‘Mi calle’ de Lone Star (tranquilamente a la altura de la lectura que grabara Loquillo en su día) o la enérgica redención del ‘Nadie te quiere ya’ de Los Brincos (quizá el mejor tema de todos los incluidos).
JUANJO ORDÁS.
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Pink Turtle
«Pop in Swing»
FRÉMEAUX & ASSOCIÉS
El último descubrimiento en materia musical que nos ha llegado de importación desde nuestro vecino francés, es un curioso artefacto denominado Pink Turtle. Aunque tras dicha denominación lo más lógico hubiese sido encontrar algún producto pop sixtie de connotaciones más o menos psicodélicas o, si me apuran, algo relacionado con la música electrónica o el hip-hop; nada más allá de la realidad. Hablamos de un llamativo conglomerado compuesto por siete músicos y cantantes galos que se dedican a pasar por su peculiar túrmix jazzístico grandes clásicos del pop-rock y del hard-rock anglosajones de la década de los setenta. Así, en este «Pop in Swing» se pueden encontrar versiones inverosímiles pero enormemente atractivas de temas como el ‘How Deep In Your Love” de los Bee Gees, ‘Walk On The Wild Side” de Lou Reed, ‘Smoke On The Water’, ‘Logical Song’ de Supertramp, ‘Money’ y ‘Another Brick In The Wall de los Pink Floyd’, ‘Hotel California’ de los Eagles, ‘Highway To Hell’ de AD/CD, ‘Every Breath You Take’ de The Police o ‘We Are The Champions’ de Queen, junto a varias gemas más, trasmutadas a subestilos o variedades jazzy como el swing, el ragtime, el dixieland, el jazz de Nueva Orleans o de Chicago, el sonido big band o, incluso, alguna “modernidad” como el cool, el West Coast o la bossa nova, todo ello, eso sí, sin pasar la raya del «mainstream» puesto que –al menos por el momento– no se han atrevido con estilos más vanguardistas como el bebop, el free o el acid jazz, aunque estoy seguro que todo se andará.
En cualquier caso, el resultado final obtenido aquí es una muy sugerente colección de covers, alejada del todo del tratamiento convencional al que estamos acostumbrados cuando se parte de materia prima como la escogida en esta ocasión.
JAVIER DE CASTRO.
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Ana Lógica
“Apueste su vida”
RÁFAGAS DISCOS
La maldición y el perfeccionismo apuntalan el debut de los granadinos Ana Lógica. Falso estreno, pues el disco arrastra más de media década de trabajo sesudo. Compuesto en parte desde 2004, grabado en 2008 y publicado en 2010. No llegan a la agonía enfermiza de su admirado Brian Wilson, pero casi. El proyecto capitaneado por el taciturno Dani Guirado, ex baterista de Cecilia Ann, se presenta al público con una obra pulcra y resplandeciente. El sello Ráfagas, filial de Rock Indiana, no inicia su andadura con un lanzamiento cualquiera. Las arduas circunstancias de su gestación y el carácter obsesivo de la banda impedían un cancionero manchado por la irregularidad. Aspiración galáctica, ojo, porque “Apueste su vida” supera una envidada muy pretenciosa: la artesanía pop forrada en metales, en la esfera imposible de “Forever changes”. Muchos otros lo intentaron antes y naufragaron en resultados viscosos.
Sin descuidar influencias domésticas (voces que remiten a Los Flechazos y preciosidades orquestales aprendidas de Los Pekenikes, a los que versionaban en sus primeros conciertos), el sexteto andaluz tiende al barroquismo anglófilo de los sesenta. Esas capas de ornamentación tan socorridas en Left Banke o en el mismo “Pet sounds”. En ese sentido, la producción vintage de Jordi Gil (Sr. Chinarro, Maga, Solina) terminó de encauzar la frenética lucha de Guirado por el sonido ondulante de cintas y estudios boca abajo. Vamos, que Gil ejerció de George Martin particular, añadiendo el barniz preciso de descoco para equiparar el asunto a unos Teenage Fanclub rejuvenecidos.
En el caso de Ana Lógica, con textos en castellano, inteligentes, ajenos a lugares comunes e ingeniosamente hilvanados. Narraciones de personajes desubicados inducidas por la imaginería lunática de Lewis Carroll y Julio Verne. “En el centro de la tierra está el motor de la razón”, canta Guirado, que además se encarga de las baquetas, siguiendo la tradición de Poncho González en Los Ángeles. Un mundo caleidoscópico que las trompetas, trombones, fliscornos, melódicas y demás artilugios llenan de color y profundidad de campo. Todos los instrumentos encajan en este muestrario de pedrería pop. Y eso que la mitad de la formación procede del ámbito académico de la música clásica, lo que redunda en una rica combinación de notaciones y espontaneidad. ¿Alguien recuerda “Stg. Peppers”? Casi por tropiezo, surge un ramalazo soulero que vitamina cada uno de los cortes. Gemas con pegamento en los estribillos y melodías inmediatas. Piezas que revelan pistas en nuevas escuchas. La épica trepidante de ‘La siesta del guerrero’, los divertidos relatos gastronómicos de ‘Operación bikini’ y ‘Psychedelic garden’, la difícil redondez del single ‘Han matado al pusilánime’ o la psicodelia más chispeante en ‘Frank De Winne’. Mención aparte para el himno con el que siempre cierran sus actuaciones, ‘Sombrero tejano’: luminaria visión del Oeste granjero que deslumbraría al mismísimo Morricone. No perderás si apuestas por ellos.
EDUARDO TÉBAR.
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John Tirado
«Slow-Motion Party»
LUCINDA/SUBTERFUGE
Hay una categoría de discos de la que no esperamos profundas reinvenciones de los códigos sonoros, ni ideas que escarben en la condición del hombre, ni perfección instrumental extrema. No, son obras más cercanas a nosotros en las que buscamos reconocernos, un guiño cómplice y una pequeña alegría al encontrarlos. Son discos hechos con la arcilla con que se hace la amistad, y el de John Tirado es uno de ellos.
Quizás no conozcan ustedes a The Nash, una banda mallorquina de guitarreo enérgico y chispazos en la melodía; pues bien, en esta banda se alojó el de Nueva Jersey al instalarse en la isla hace una década. Allí editó tres discos y descansa ahora en su proyecto en solitario, un «Slow-Motion Party» igual de enérgico, pero con una pintura de tono más delicado.
La idea inicial del disco era conseguir un sonido sobrio con canciones que no entraban en el grupo, pero poco a poco fueron entrando colaboradores y detalles, hasta conseguir vestir las canciones y llenarlas de brillantes. El saxofonista de Joe Cocker, un pianista de los Platters o gente de la escena local como Pablo Ochando de La Granja participan en la grabación. El primero consigue por ejemplo que la tonada de ‘All the Lazy Stars’ se levante hasta un jazz de sofá de skai y en ‘High Definition’ la calidez de las cuerdas crea pequeños universos de sugerencias, pop de guitarras en el que la frescura se convierte en suavidad. Incluso adopta disfraces country en ‘On my radar’ y su impresionante cello.
También hay tiempo para las guitarras, guitarras tan ensoñadoras como musculosas. ‘Gang of One’ tiene ese regusto al sabor libre de los instrumentos de los setenta, justo un segundo antes de que empezase la new wave, como el himno de un país que está a punto de construirse. O esas guitarras de la maravillosa ‘How Much Can You Take’ que abren agujeros en los que se cuelan ataques de sol.
No hay nada aquí que no se pueda reconocer, todo es cómodo y asentado en su estilo, escuchen si no el inicio de ‘Winter by the Sea’ –¿se acuerdan de los New Searchers? ¿No les suena a la publicidad de determinada bebida refrescante?–. La modestia es el marco formal, pero de lo convencional sabe extraer intensas conexiones de verdadera emoción.
CÉSAR PRIETO.
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Bellatrona
«Bellatrona»
STONE FREE!
En esta sección solemos reseñar reediciones de viejos vinilos de grupos que en su día no gozaron del favor del público. En muchas ocasiones son grabaciones de bandas de los sesenta y los setenta que optaron por prensar sus discos en pequeños sellos privados, lo que les aseguraba ver plastificadas sus canciones y el fracaso comercial más absoluto. El músico catalán Josep Miquel Mateu “Geppetto” ha recuperado con su proyecto Bellatrona el espíritu de esos grupos abocados a una forzada independencia artística. En el caso de Bellatrona, pero, esta ha sido una elección consciente. “Geppeto” y los músicos que le acompañan en esta aventura musical han elegido mantenerse al margen de la industria y han plastificado sus canciones en un vinilo de tirada limitada a 500 ejemplares, que solo se puede adquirir a través de la web de Stone Free! Low-Limited-Editions, el sello creado para la ocasión y en una tienda de libros de segunda mano de Lleida.
A nivel musical, Bellatrona nos propone un viaje singular desde el folk y la psicodelia progresiva de Pau Riba de la época de «Dioptria», Màquina! o Música Dispersa al pop-rock más iconoclasta de Adrià Puntí, el ex cantante de Umpah Pah, renacido recientemente como Josep Puntí. La influencia de Bowie, Nina Hagen, Bahaus, Joy Division y casi todo el punk y la new wave de finales de los setenta también es omnipresente en este disco de debut. Pese a estos gustos añejos, “Geppeto” ha recurrido a su amigo Franky Moreno para que le creara programaciones con lo que el resultado es una potentísima, densa y, a veces claustrofóbica mezcla de sonidos actuales y «vintage» en los doce temas cantados en catalán de este microsurco. Nos hallamos ante una propuesta “underground” como las de antaño pero con vocación de continuidad. Bellatrona ya está trabajando en el segundo capítulo de esta historia tan prometedora y que tiene todos los elementos para interesar sólo a un puñado de aficionados.
ÀLEX ORÓ.
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Raynald Colom
«Evocación»
ADLIB ARTS
Uno de los más importantes y talentosos trompetistas de la dos últimas décadas, el catalán Raynald Colom, acaba de dar otro salto cualitativo adelante con esta «Evocación» y sus nueve nuevas composiciones; es la tercera de sus entregas de larga duración tras los ya en su día espectaculares «Mi forma de vivir» y «Diapasión». Un mundo personal cargado de influencias que van desde el jazz de vanguardia de los 60 personificado en grandísimos como Miles Davis o Wayne Shorter hasta la fusión flamenca de Paco de Lucía y otros grandes virtuosos de su generación o posteriores pasando –como el mismo reconoce– por chansoniers vinculados a su infancia como el indómito Claude Nougaro. El caso es que el bagaje acumulado durante años, trabajando en sus anteriores registros sonoros junto a personajes del calibre del cantante Duquende y del guitarrista Chicuelo o viviendo la experiencia en directo del ambiente neoyorquino de la mano de músicos de diferente pelaje interpretativo como el pianista Aruán Ortiz, el baterista Enric McPherson o el contrabajista Omer Avital, han servido a Colom para que en estos últimos meses, de nuevo asentado en su habitat natural, haya desarrollado una base artística adecuada para este nuevo y apasionante proyecto discográfico que ahora ha visto la luz.
Junto a algunos otros de sus viejos conocidos como el percusionista Roger Blàvia u, otra vez, Juan Gómez Chicuelo, y nuevo personal (el saxofonista Gabriel Amargant, Isaac Vigueras al cajón, el bandoneista Marcelo Mercadante y la cantaora Rosario Guerrero La Tremendita) se nos invita a disfrutar con un embriagador ejercicio de improvisación cuyas únicas marcas de partida lo constituyen leves indicaciones sobre tempo, armonías o melodías y en el que cada creador aporta lo mejor de sí mismo aunque logrando que nadie pise el terreno de nadie y todos brillen con parecida intensidad. La característica que resumiría la belleza y la profundidad de composiciones sobresalientes como ‘Toulouse’, ‘Sanctuary’, ‘Zyriab’, ‘Como el cielo, las estrellas’ o las dos largas secuencias de título homónimo que han dado nombre al álbum, sería la sencillez; gran sencillez. Una inspirada sencillez no exenta de profundidad y matices pero que nos revela mucha, pero que mucha alegría interpretativa.
JAVIER DE CASTRO.
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The Velvet Candles
“The story of our love”
EL TORO RECORDS
Tony Williams, el poderoso tenor de los Platters, era solo un jovenzuelo currante de gasolinera cuando el cazatalentos Buck Ram le echó el guante. Del surtidor de carretera al estrellato. El doo-woop –aquí transformamos la onomatopeya en du dua– generó miles de conjuntos exitosos a mediados de los cincuenta en Estados Unidos. Música cándida sustentada en las voces para ilustrar primeros besos, bailes agarraos y tocamientos furtivos en la adolescencia. Grupos como los Drifters o Dion & The Belmonts salieron de pobres y disfrutaron su momento de gloria. Corrían otros tiempos, claro, y ya se sabe que todo es posible en la tierra de las oportunidades. Más chocante resulta hablar de este género, hoy desconocido y postergado, en la Barcelona del siglo XXI. Como aquel recio muchacho de la gasolinera, los Velvet Candles comenzaron hace tres años en las calles de la Ciudad Condal. Desde luego, los du duas no gozan de popularidad alguna, pero poseen la cualidad infalible de transportar al oyente en el tiempo. Provocan un viaje a la inocencia y al esplendor de la Norteamérica que hemos conocido en las películas. De alguna forma, este estilo añejo activa de inmediato las válvulas de la memoria en el acervo colectivo.
Los prodigios vocales de Agustí Burruell, Eddie Peregrín y Mamen Salvador no pasaron desapercibidos. Pronto recibieron llamadas de televisiones y radios catalanas. ¡Hasta la Familia Real española solicitó sus servicios para una celebración privada! Y ahora, después de una larga experiencia ofreciendo directos apabullantes con banda, debutan a través de la selecta etiqueta El Toro Records. “The story of our love” no sólo revitaliza la esencia de los cuartetos de barbería. También avanza una mirada contemporánea, enérgica y contundente del rock and roll, el surf y el twist. En la nómina de colaboradores aparecen figuras de peso en la escena local: Mario Cobo (The Nu Niles), Juan Garcés de Marcilla, Juan Ramón Vega, Thierry Courault o Xavi Cuscó. Todos armonizados bajo la producción de Dani Pérez (Los Rebeldes, The Big Jamboree).
La introducción de cinco temas propios evidencia el alto nivel compositivo de Velvet Candles. Por fases, más cerca del R&B que de las cantinelas napolitanas. Como en la vertiginosa ‘There’s a girl’, la más homologable a sus actuaciones en vivo. ‘Robot stomp’ tiende un lazo a la temática espacial de serie B. Y ‘Dímelo tú’, versión de Los Cinco Latinos, es la única cantada en castellano. Lástima, porque la emocionante interpretación de Mamen Salvador invita a más. Como broche, agradecidas menciones a estandartes de la talla de Doc Pomus (‘Footsteps’). Un álbum para volver a soñar con tupés y amores primerizos.
EDUARDO TÉBAR.
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