Paul McCartney
Memory almost full
MPL/UNIVERSAL
Cuarenta años después de haber escrito y cantado “When I’m sixty-four” (es decir, cuatro décadas después de Sgt. Pepper’s), Paul McCartney cumplió efectivamente esos 64 años tantas veces luego anunciados de manera indirecta en sus canciones, y se descuelga con uno de sus mejores discos, un álbum más reflexivo que retrospectivo, aunque también lo sea en la medida en que casi todas las obras que perduran en la memoria lo son (¿qué, si no retrospectiva es esa pieza mágica de John titulada “Strawberry fields forever”, escrita cuando apenas contaba 24 años?).
Memoria casi llena, dice el propio Paul, habla y no poco de las urgencias de la vida moderna, más una alegoría de la prisa por consumir emociones sin pararse a disfrutarlas que una referencia directa al lenguaje cibernético. Y, como no podía ser menos viniendo de un hombre y un artista casi siempre indulgente consigo mismo y con sus cercanos, el conjunto de las canciones de este disco ejemplarmente pop apuntan, más que a la ironía o la destemplanza, hacia esa plácida felicidad del que sólo sabe o quiere quedarse con los colores más diáfanos de la vida. Por permitirse, Paul incluso se permite mensajes de gratitud a su segunda esposa Heather Mills (“Gratitude”) y algún recuerdo amable en sepia a su propia niñez (“That was me”).
Por lo demás, lo que maravilla de este álbum es la increíble capacidad de McCartney para producir pequeñas gemas de pop intemporal, desde “Only mama was” hasta el single “Dance tonight” o el espléndido medley que clausura con sobresaliente, a la manera, sí, del glorioso Abbey road, este exquisito trabajo de madurez que acaba colándose en la memoria como una de esas películas que nos marcaron en la primera juventud y nunca, nunca olvidamos.
LUIS LAPUENTE.
Marc Almond
Stardom Road
SEQUEL/PIAS
Un accidente de moto estuvo a punto de truncar la carrera de Marc Almond hace tres años. Desde entonces, y dado su bloqueo compositivo, el británico no ha hecho más que aferrarse a un puñado de temas ajenos que ayudaron a forjar su sobreactuado y teatral estilo, y a algunos de ellos se ha agarrado para reivindicar su lugar en la cima del pop de lentejuelas, ahora que Antony Hegarty o Rufus Wainwright son nombres de referencia entre la modernidad. Precisamente es el omnipresente vocalista que lidera a The Johnsons quien acompaña a Almond con su manierista timbre en su estilizada versión del “Ballad of the sad young man”. No faltan tampoco los guiños explícitos a Sinatra (un reverente “Strangers in the night”), Bobby Darin (tierna “Dream lover”), Aznavour (esa “I have lived” como tarjeta de presentación y supervivencia particular) o Bowie (elegante “London boys”) en esta particular travesía sonora desde los 50 hasta los 80. Aunque lo mejor del lote sea su dueto con Sarah Cracknell (Saint Etienne) rememorando a Dusty Springfield en “I close my eyes and count to ten” y las alusiones directas a T-Rex en la orgullosamente excesiva “Kitsch”. Stardom Road es un trabajo que, soslayando la desigualdad de su producción de cuño propio en la última década, refuerza la grandeza de Almond como ardoroso y superlativo intérprete.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Aroah
El día después
ACUARELA
Tal vez ni el nombre de Aroah ni el de su alma conceptual, Irene Tremblay, sea conocido para muchos, pero eso no le quita el privilegio de ser una de las formaciones de pop-folk más interesantes del país. Su tercer disco suena con la frescura de un debut sazonado con la madurez de la experiencia. Los textos son una delicia, como cabía esperar, posiblemente lo mejor de un disco que, sin embargo, cuenta además a su favor con un sonido agradable y bien elaborado, con buenos ritmos ejecutados con sobriedad siempre al servicio de la voz, la gran protagonista –en realidad, la palabra– de todas las propuestas de esta floreciente formación. Probablemente es su álbum más comercial, pero al mismo tiempo también el más personal, lo que sin duda es una gran suerte.
JAVIER MÁRQUEZ.
Varios
Somos los ¡Mods!
BIP BIP
El sello barcelonés Bip Bip se ha especializado en editar discos de bandas afines al movimiento mod. De vez en cuando lanza recopilaciones que pretenden tomar el “pulso” a los grupos españoles deudores de los sonidos de los sesenta. No obstante, el título de este CD puede llevar al engaño. No se trata de formaciones de sonido y actitudes miméticas, clones de The Who o Small Faces. Son grupos que parten del R&B, el soul, el ye-yé, la psicodelia, el pop e incluso el folk de los sesenta pero que, mayoritariamente, utilizan estos estilos como coartada para seguir un camino propio en busca de la canción perfecta.
Somos los ¡Mods! incluye 21 bandas, entre las que están nombres consagrados con uno o más discos editados. Es el caso de Cooper, que aporta el instrumental “Flea market”, de su último EP; Bombones, Octubre o Los Imposibles. Entre las propuestas más novedosas destacan Mittens y el tema “A fix of sun”, una efectiva mezcla de pop y folk, y Mod Time, la nueva banda de Javier Sun con “Lunáticos” (dos canciones que hasta ahora sólo estaban disponibles en sendas y limitadísimas ediciones de single de vinilo). Entre las promesas hay que resaltar a Chicos del Sábado, una banda inspirada en The Jam y el power-pop que con su tema-himno “Ni un paso atrás” abren el disco; Dehra Dun, Los Retrovisores, The Gurus o Peter Colours.
La conclusión final es que el actual “sonido sixtie” hispano goza de buena salud, que se ha convertido en un género (aparecen nuevas bandas constantemente) y que se está gestionando correctamente una inmensa herencia musical dejando atrás un mimetismo que no aportaba nada nuevo y que esta siendo sustituido por un eclecticismo renovador.
ÁLEX ORÓ.
Kroke
Seventh trip
ORIENTE MUSIK/RESISTENCIA
De forma casi gemela a los Flecktones de Béla Fleck, se puede decir que Kroke acaba de alcanzar una complaciente edad madura. Bromean con ello en las notas interiores del álbum, pero es cierto que el trío de Cracovia ya no es el mismo de los tiempos de Eden, justamente hace diez años. Por el contrario, han ganado en metraje, dinámica y dimensión, con lo cual no son nada descabelladas las comparaciones con Pink Floyd, como se ha podido leer por ahí. Aunque quien dijo Pink Floyd, igual quiso decir Jean Luc Ponty.
Los chicos mantienen la altura emocional de ese klezmer expandido que ya no es klezmer gracias a piezas largas, como “River of shadows”, “Journey” o “Tomorrow for a while”. “Seventh trip” es un gran trabajo hecho sobre todo con virtuosismo y con grandes cesiones a los músicos del grupo que no son del grupo: Tomasz Grochot a la batería y Dariusz Grela a la guitarra (eléctrica). Gana con cada nueva escucha. Hay además una nueva lectura de “Canon”, el único tema tradicional que aportan.
GERNOT DUDDA.
Love of Lesbian
Cuentos chinos para niños del Japón
NAÏVE
El giro de los catalanes en Maniobras de escapismo (2005) fue mucho más que idiomático: fue un salto al vacío en el que se desprendían de ataduras genéricas –la densa oscuridad de sus inicios– para abrazar un pop brillante, inspirado y en continuo movimiento. Su regreso no sólo revalida aquel logro –incluso lo supera– sino que les reafirma como una de las mejores bandas estatales. La triada inicial es simplemente espectacular, con “Universos infinitos”, “La niña imantada” y “Noches reversibles” operando un fogonazo de apertura antológico, que marca el tono abiertamente confesional y emotivo de un álbum casi invencible en sus momentos de máxima intensidad. A través de su amplio y bien enhebrado minutaje se desliza esa curiosa habilidad que tiene Santi Balmes para conjugar, sin contradecirse, una conmovedora solemnidad lírica y esos juegos de palabras marca de la casa que refuerzan su veta humorística (llevada al extremo en “Villancico para mi cuñado Fernando”). Quizá aún les falte dosificar algo mejor sus recursos –una muestra es la pegadiza «Shiwa», también grabada en catalán como bonus track, que palidece ante otros argumentos de mayor peso–, pero andamos ya en ese punto en el que la obra de Love of Lesbian está muy cerca de alcanzar su mejor cocción. Y puede que lo mejor aún esté por venir.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Dr. John
Right place, Right time: Live at Tipitina’s Mardi Gras 1989
HYENA
Segunda entrega de las Rebennack Chronicles, este disco presenta un excitante directo grabado en la legendaria sala Tipitina de Nueva Orleáns el día de Carnaval de 1989. Tras el desastre que asoló Nueva Orleáns, Mac Rebennack, más conocido como Dr. John, parece perfilarse como el gran heredero de una tradición musical en vías de extinción. Basta escuchar este concierto para entender por qué hay que rendir pleitesía a este hombre y lanzarse a escuchar nuevas propuestas que vengan de aquellas latitudes. Con una banda de siete músicos notables, Dr. John repasa temas como “Junco partner”, “Let the good times roll” o la imprescindible “I walk on guilded splinters”, todos ejecutados con una energía desbordante.
JAVIER MÁRQUEZ.