«Son once canciones perfectas (una de ellas una versión instrumental) que en poco más de media hora dejan constancia de porqué su figura resulta mítica. Este es un disco de rock and roll, de buscado sonido vintage y canciones enormes»
Jaime Urrutia
“Lo que no está escrito”
WARNER
Ya se echaba de menos un nuevo trabajo de Jaime Urrutia, uno de nuestros grandes escritores de canciones y también uno de los mejores interpretes españoles. Al calor de este excelente “Lo que no está escrito” se ha tendido a menospreciar «El muchacho eléctrico”; es frecuente ensombrecer obras anteriores para engrandecer la más actual, algo que en ocasiones es justo y otras injusto. En el caso del nuevo disco de Urrutia se trata de una cuestión ambivalente, pues estamos ante un trabajo magnífico pero no es de recibo dilapidar a su predecesor. Cierto que ‘Maribel’ no fue el mejor single (de hecho no pasaba de ser una canción simplemente divertida), pero hablamos de un álbum que contenía joyas como ‘Clases de rock and roll’, ‘Nada por aquí’ o ‘Cariño’, temas que ya desearían para sí algunos grupos alternativos de esos que tan en voga están un día como muertos al siguiente.
Centrándonos en “Lo que no está escrito”, hay que reconocer que Jaime Urrutia es un tipo de inspiración lenta –han pasado cinco años de su último disco de estudio–, claro, que cuando este gato castizo se pone a parir trae al mundo preciosas camadas. Ya lo hizo con sus dos anteriores obras en solitario y en esta tercera ocurre lo mismo. Son once canciones perfectas (una de ellas una versión instrumental) que en poco más de media hora dejan constancia de porqué su figura resulta mítica. Este es un disco de rock and roll, de buscado sonido vintage y canciones enormes. Con ‘Tarde’ el madrileño firma uno de los mejores temas de toda su carrera (¡que ya es decir!), en el corte que da título al CD vuelve a acercarse con muy buena mano a los ritmos populares (tal como hiciera en su día con ‘La culpa fue del cha cha chá’ o la tarantela de ‘El calor del amor en un bar’) pero lo que aviva el disco es un sentimiento muy años 50 que presenta al Urrutia más rockero que el público jamás haya conocido (‘Siempre a veces’, ‘¡Venga ya!’), un gran Urrutia en una gran obra presentada con mimo.
JUANJO ORDÁS.
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Graham Parker
«Imaginary Televisión»
BLOODSHOT/HOUSTON PARTY
Cuando hace unas semanas analizábamos el último disco de Paul Weller comparábamos al «modfather» con los artitas que iniciaron su carrera durante la segunda mitad de los setenta y afirmábamos que sólo Elvis Costello mantenía viva la llama de la creación. Citábamos también a Sting, Geldof, Mick Jones… ¡pero nos olvidamos de Graham Parker! El británico hace ya algunos años que reside en Estados Unidos y no sale de gira porque le da pánico subirse a un avión. En este semi exilio americano, Parker se ha dedicado a componer los discos que le apetecen sin importarle demasiado la opinión de críticos y fans, una actitud que no desentona nada con el carácter “angry young man” del que siempre ha hecho gala. Así, en el 2005 nos entregó «Songs of no consequence», en el 2007 el bellísimo «Don’t tell columbus» y hace pocas semanas se ha descolgado con el inteligente y divertido «Imaginary Television».
Parker aplica todo su “know-how” para componer once temas de pura new wave con un denominador común: todas las canciones han sido compuestas para ser bandas sonoras de hipotéticas series de televisión. La idea surgió cuando Parker recibió el encargo de componer una par de sintonías para programas televisivos. Se puso manos a la obra pero los temas no fueron aceptados. Tirando de este hilo, Parker consiguió componer cortes como ‘It’s my party (but I won’t cry)’, un simpatiquísimo guiño al ‘It’s my party (and cry if I want to)’, que popularizó Lesley Gore a principios de los sesenta. La solidez compositiva queda patente en temas como ‘Weather report’, ‘You’re not where you think you are’ o ‘Always greener’, que no tienen el talante reflexivo del cancionero de «Don’t tell Columbus»: En «Imaginary Television», Parker ha optado por letras más livianas, más pop, más entretenidas, como en los viejos tiempos de la new wave.
A estas alturas de su carrera, al compañero generacional de Nick Lowe, Costello o Brinsley Schwarz se la suda lo que piensen de él, lo que le da una libertad creativa que deja frutos como este disco. Que siga así.
ÀLEX ORÓ.
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Brad Mehldau
«Highway rider»
WARNER
Brad Mehldau se desmarca con categoría con este doble trabajo iluminado en la mayoría de sus cortes por un fino y cuidadoso trabajo orquestal. El pianista es experto en los lances cortos, en la proximidad que le confería cierto tratamiento atmosférico y a menudo minimalista de su música. Pero aquí gana techo con maestría y consigue componer, de paso, algunas de las más bellas melodías jamás firmadas por él. Es el caso de ‘Don’t be sad’, para la que cuenta con el saxofonista Joshua Redman. Piezas más largas, como ‘We’ll cross the river together’, no hacen sino ganar profundidad de campo en torno a la belleza de la orquesta, aprovechando al máximo sus posibilidades. En ‘Capriccio’ juguetea con el concepto “clásico contemporáneo”, a ritmo de bulería.
No es un trabajo vanguardista (si se entiende como tal algo complicado y de difícil digestión), pero apunta a un más allá. Ha repescado para ello al productor Jon Brion, se ha rodeado de dos baterías diferentes (Jeff Ballard y Matt Chamberlain) y del bajista Larry Grenadier, y Joshua Redman, lejos de ser un mercenario ajeno y desubicado, cuenta como uno más de la banda. “Highway rider” gana por supuesto a cada nueva escucha y, aunque no se corresponda con su “modus operandi” más característico, acabará sin duda convertido en uno de los mejores trabajos de Brad Mehldau.
GERNOT DUDDA.
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Sr. Nadie
“En la ciudad del aire”
DFX/OCTUBRE/SONY
El EP que Sr. Nadie adelantaba el año pasado señalaba un futuro de larga duración notable, y así ha sido. El ex Sexy Sadie Jaime Soriano ha dado con una fórmula a medio camino entre el pop comercial y los sonidos indies, una tierra que hace bien en explorar. “En la ciudad del aire” es asequible, limpio y homogéneo. Si hubiera que ponerle una objeción sería su sonido uniforme, tanto a nivel de arreglos como de producción, aunque también ayuda a envolver las canciones como conjunto.
Sr. Nadie es pop bien entendido, de guitarras pulidas y buenas canciones. Soriano se presenta como un artista renovado, poco hay de su antigua banda en esta nueva etapa. El dueto con Eva Amaral en ‘Me duele la cabeza’ debería conducirle hacia la popularidad absoluta, no sólo por la invitada, sino porque la canción es un hit brutal, igual que ‘Dime que no’, otro momento destacable. “En la ciudad del aire” demuestra que se puede hacer pop cristalino sin caer en pantanos almibarados, un prometedor reinicio.
JUANJO ORDÁS.
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Victor Deme
«Deli»
NAÏVE
En 2007 Victor Deme sorprendió en el territorio de las músicas de raíz con un primer trabajo en el que destacaba por su pureza musical y una primorosa voz a la que sólo cabría comparar con la del cubano Ibrahím Ferrer. Vendió 40.000 copias en Francia, fichó por un sello francófono y acabó convertido en el nuevo santo varón de la World Music. Abrió con ello la puerta de Burkina Fasso, uno de los países más paupérrimos de la Tierra, hasta el momento sólo conocido por la exuberante música de Farafina. El grupo francés Yapa organizó una expedición y acabó grabando un disco entero, “Pariwaga”, con la aportación de talentos locales (entre los que también se encontraba Victor Deme).
Su nuevo trabajo mantiene los ingredientes de pureza vocal y musical mencionados, pero gana muchísimo en aporte instrumental. Está todavía muy lejos del panafricanismo de muchos de sus vecinos, y se nota que él prefiere el peso tradicional de los griots (él también lo es), pero no tiene miedo en asomar la cabeza hacia el blues norteamericano (‘Chapa blues band’), dejarse mecer en plan afro-beat por los ritmos sabrosos de Santana (‘Wolo baya guéléma’) y hasta culminar el disco con un prodigio de folclore terrenal a lo Farafina llamado ‘Tan ni Kéléen’.
GERNOT DUDDA.
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Big City
“Celebrate It All”
I+D MUSIC/ PIAS
El tercer disco de los zaragozanos Big City aparece en escena bajo el nombre de «Celebrate It All» y como su propio título indica, sin duda es algo para celebrar.
Abre este trabajo ‘Who’s Gonna Set You Free Now, Prisoner?’, sencilla e imaginativa pieza que se presenta con la mejor muestra musical desplegada ante los oídos. Se respiran temas de gran calibre pop como ‘The Smiths’, con rápidos rasgueos de guitarra y coros femeninos sensacionales y la distorsionada ‘Finland’. A tener en cuenta, también, ‘Car Music’, relajada pieza que el quinteto ha elaborado y que los propios Wilco habrían firmado sin duda alguna. ‘The Split Led’ contiene una amalgama sonora rica en ritmos inesperados.
Con cada escucha, mejora notablemente, reparando en que, las influencias, siempre presentes, son un ingrediente esencial en este disco, desde los anteriormente nombrados Wilco, pasando por los Jayhawks… incluso los Beatles. Ahí quedan también Poland y Ghostbusters como ejemplo de todo.
‘On Voulait la Révolution’, serenada y de una nocturna belleza es otra de las golosinas que esconde este nuevo trabajo. Para terminar, qué mejor manera que con una deliciosa armonía “marina” titulada ‘A Song for You and Me and The Undertow’, disolviéndose en el eco del silencio. Se han hecho esperar, pero ha merecido la pena hasta dar con un álbum marinando cada composición con esmero y calma.
CHARLY HERNÁNDEZ.
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