Paul Weller
Hit parade. The Jam, The Style Council, Paul Weller
UNIVERSAL
Nos acaba de llegar de rabiosa importación un más que coquetón recopilatorio que reúne lo más señalado de Paul Weller, el auténtico pope británico del revival beat de finales de los años 70. Repartidos en cuatro compactos y acompañado de un precioso librillo a todo color, esta estupenda selección nos ofrece hasta sesenta y siete cortes que ilustran de forma definitiva y por primera vez en una única entrega, las tres etapas creativas del astro inglés.
La primera, que se inició al frente The Jam en plena efervescencia punk en un momento en que pocas bandas eran capaces –de verdad– de crear a guitarrazo limpio auténticas obras musicales con mayúsculas; una segunda, la que vio florecer y marchitarse en relativamente poco tiempo a The Style Council, un combo excelso cuya elegancia formal acabó de abrir a públicos amplios la argumentación musical de Weller; finalmente, sus últimas andazas de quince años a esta parte que, más que nada, nos sirven para corroborar el magnífico compositor de melodías que es el protagonista de esta entrega.
A pesar que se echan a faltar los bonus típicos de esta clase de recopilaciones, la presente es, en cualquier caso, el mejor y más completo acercamiento hasta la fecha a la obra de uno de los gigantes del pop de las últimas generaciones.
JAVIER DE CASTRO.
Marea
Las aceras están llenas de piojos
DRO/WARNER
Los navarros Marea son los que mejor han asimilado la pedagogía rockera y estética de Extromoduro. A diferencia de otros, jamás renegaron de su maestro y no tuvieron reparo alguno en señalar el magisterio lírico y suburbial de Robe Iniesta como espejo en el que mirarse. Marea trepa ahora hasta su quinto disco despachando ventas que quitan el hipo y colapsando recintos en donde la militancia que lleva el rock contestatario incorporado a su torrente sanguíneo alcanza el paroxismo.
Su nuevo álbum, que se acompaña de un DVD con la presentación en Barcelona de su anterior trabajo, 28.000 puñaladas, repite la agraciada fórmula de sus predecesores. ¿Y en qué se basa esa pócima mágica que ha concedido celebridad y discos de oro al combo navarro? Los ingredientes se pueden cifrar en un molde de rock urbano atemporal con toques forajidos y bandoleros, guitarras galopantes en temas acelerados, elaborada poesía callejera sin remilgos por señalar lo sórdido y reclamos de elementos bucólicos para construir metáforas (la luna, el viento…). Las canciones permiten fraseos largos para albergar la fecundidad poética de su cantante y líder, Kutxi Romero. Sobre él se apoya toda la personalidad e idiosincrasia del grupo.
Este trabajo nace tutelado por el single “Aceitunero”, canción que resume a la perfección lo que es Marea varios años y un disco después. El epígono aventajado del mejor Extremoduro.
JOSEMI VALLE.
Lou Reed
Hudson River wind meditations
SOUNDS TRUE/RESISTENCIA
Aunque parezca mentira, se trata del primer trabajo de no-rock-n-roll de Lou Reed desde el controvertido Metal machine music de 1975. Por supuesto no tiene nada que ver con él, salvo en la epatante actitud que habrán percibido una vez más sus desorientados fieles. Acompañado de Hal Willner en la producción (?) y basándose en el serialismo electrónico y minimalismo repetitivo de LaMonte Young, Steve Reich y Terry Riley –más viejos compañeros de fatigas de John Cale que suyos propios, paradójicamente–, Lou Reed aporta cuatro piezas de duración e intenciones desiguales. “Move your heart” (28:54) incluye un único motivo armónico de sinte, reproducido como un bucle sin fin a la manera de los típicos mantras orientales. En “Find your note” (31:35) introduce el concepto de ruido a través de un zumbido de onda senoidal, manipulada sin mayor misterio, y que recuerda mucho al primitivismo industrial de los primeros Kraftwerk. La breve pieza homónima al título del álbum, subtitulada “Blend the ambiance” (1:50), es tan sólo una volátil postal nocturna de una playa con un tenue sonido de olas. Y la coda final, “Wind coda” (5:23), es justamente eso, una coda, con algunos de los motivos presentados en las dos piezas más largas.
Lógicamente, el comentario a hacer es el mismo que cuando hace poco Robert Fripp y Brian Eno juntaron de nuevo sus caminos en otra de sus inclasificables reuniones: ahora disponemos no sólo de más información sobre estas cosas que en los 70, sino de un mayor número de referentes sonoros como para seguir considerando estas locuras dentro de una subcarpeta del rock (como pasaba entonces).
Conclusión: lejos de aportar realmente algo original y nuevo al mundo del “ambient”, estas ventosas meditaciones fluviales caen como una ocurrente boutade –no más– que sólo le sirve a su autor, confeso devoto del Tai Chi y los espacios internos del ser, que ha querido ingresar en el lucrativo mundo de la música de herbolario, los salvapantallas marinos y los hidromasajes. Lo suyo ha sido como pedirse un café en uno de los establecimientos de la cadena Starbuck’s, que te escriben tu nombre en el vaso. Y Lou Reed ha querido ver puesto el suyo propio en una realización de este género. Un café espeso y bien cargadito, que es mío y me lo bebo yo solito. ¿Algún voluntario para compartirlo?
GERNOT DUDDA.
Robert Forster/Grant McLennan
Intermission. The best of the solo recordings 1990-1997
BEGGARS BANQUET/POPSTOCK!
Una de las últimas decisiones tomadas por Grant McLennan en vida –antes de su inesperado deceso el pasado año– fue la elección de los trece temas de su cosecha que conforman la mitad de este Intermission. Un excelente pórtico de entrada para todo aquel que quiera saber a qué dedicaron su tiempo la pareja compositiva de The Go-Betweens desde 1990 a 1997, lustro largo durante el que emprendieron carreras paralelas hasta su vuelta triunfal en 2000, siempre hablando en términos de estima crítica y muy minoritariamente popular. Y es que formaban un tándem tan exquisito como complementario: por un lado la delicadeza, la dulzura y la inclinación por el pop diáfano y oxigenado de McLennan; por el otro la agudeza, la ironía y la fina disección literaria de Robert Forster. Gran parte de los temas aquí reunidos podrían haber formado parte, sin complejos, de cualquiera de sus mejores álbumes. Desde la andanada de pop sin freno de “Lighting fires” (McLennan) a la emotiva “Danger in the past” (Forster).
El temario, de 26 canciones, pese a dejarse alguna que otra gema de valor (hándicap implícito al 90% de las recopilaciones), no deja de ser equilibrado y suficientemente representativo del talento dos songwriters que nunca –y eso sí que es casi un drama– volverán a cabalgar juntos. Su perfecta conjunción de caracteres es de las que se antojan en vías de extinción.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Evripidis and his Tragedias
Evripidis and his Tragedias
TOUCHME
Griego y afincado en Barcelona, Evripidis Sabatis presenta un disco raro, desmesurado y manierista. Con el anclaje de su voz, cuatro “tragedias” femeninas –que hacen de los coros una verdadera delicia– y la base de un grupo con sección rítmica y violín modela doce canciones que aceptan decenas de influencias conscientes y felices. Como un concentrado de los primeros setenta –la única época maldita del pop– paseamos por cabarets, aquel glam intelectualizado, el sinfonismo más meloso, la psicodelia que parecía de juguete, retazos de música progresiva, crooners infantiles a lo Gilbert O’Sullivan y formatos de ópera rock. Y asistimos a pequeños dramas que se resuelven entre la grandilocuencia y la intimidad en constantes cambios de ritmos y tempos que enfocan cada corte del disco desde ángulos muy diferentes.
Al cabo, el ateniense sale triunfante, no sólo porque trata al sonido con devoción y humor sino porque tiene por lo menos dos temas deslumbrantes, la preciosa tonada de cuento folk que es “The long-lasting lovers” y “Ru ru I’d love to…”, una maravilla bubblegum. Excitante, pegadiza y clara, como si Phil Spector se hubiera metido en un capítulo de los Archies. La canción del verano indie, a poco que la suerte lo acompañara.
CÉSAR PRIETO.
Hardage
The five doubts
BACCI BROS. RECORDS/BLANCO Y NEGRO
Hardage es el proyecto de un cocinero romano emigrado a Chicago, luego convertido en uno de los mayores empresarios del mundo inmobiliario. Con los beneficios obtenidos montó su propia discográfica y se dispuso a cumplir un sueño de juventud: convertirse en músico y DJ, que en su caso –y afortunadamente– son la misma cosa. Y como la edad es un grado, su fuente de conocimientos musicales es inmensa. A la vuelta de grandes ideas –y no sólo de talonario–, ha llegado a contar con las voces de Nina Miranda (Smoke City), Joy Malcolm (Incognito), Maxi Priest, Jocelyn Brown, Michael Franti (Spearhead), Mark King (Level 42) y Peter Gabriel, con el que comparte una muy festiva versión del conocido “Big time”: a lo Buscemi, con mucha batucada y con unas marimbas que hasta parecen prestadas del Sr. Coconut. Y como PG ya no tiene esta voz ni canta igual, sospechamos que se trata de la misma pista de voz que utilizó en 1986. Pero mejores si cabe son los dos instrumentales que presenta: “Questionland”, con ese vocoder la mar de galano, y la inquietante “Alchemist”, que tan bien habría encajado en los trabajos menos “big beat” de los Chemical Brothers.
El tono general del álbum es sabio, elegante, invadido de una sutil nostalgia que denota clase y nada de “revival”. Una ocurrente manera de romper las barreras entre géneros felizmente asentados en el conciliador mundo del baile.
GERNOT DUDDA.
Bon Jovi
Lost highway
ISLAND/UNIVERSAL
¿Un disco de Bon Jovi reseñado en EFE EME? ¿Porqué no? Estamos hablando de un trabajo repleto de canciones pop redondas, matizadas por arreglos tipicos de country americano. Si este hubiese sido el primer lanzamiento del último hype estadounidense, ya estarían corriendo rios de tinta por el mundo entero, pero no. Se trata del nuevo disco de la banda de rock comercial por excelencia y, quizá por eso, hay que contemplar cualquiera de sus lanzamientos con cierta desconfianza, especialmente si promulgan un acercamiento a las formas clásicas americanas. No obstante, sería un sinsentido negar que esta nueva aproximación a este sonido tan en boga en la actualidad les va a reportar una buena cantidad de nuevos fans e ingresos, aunque la calidad del álbum esté fuera de toda duda una vez se ha escuchado con atención.
Se trata basicamente de un disco conformado por temas de interesantes arreglos, de trabajadas melodías y letras que remiten constantemente a la fuga y a la búsqueda de uno mismo, todo ello con la voz de un Jon Bon Jovi que cada vez canta mejor y que por momentos parece querer luchar contra su público adolescente para poder alcanzar el estatus de banda clásica (aunque pronto se redima ante él con alguna que otra balada prefabricada).
Sin duda, pocos se aproximarán a la banda mediante este trabajo, aunque quizá sea la única forma de descubrir a una formación capaz de situarse más allá de los tópicos que se le suponen, demostrando que son capaces de componer y grabar piezas redondas que ya desearían para sí músicos de más prestigio e inferior talento.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
Dandelion
Dandelion
GUERSSEN RECORDS
El primer disco de los franceses Dandelion es uno de los vinilos más malditos de la historia de la psicodelia folk europea. Fue grabado en 1979 en un albergue juvenil con una mesa de dos pistas. Se prensaron sólo trescientas copias que fueron editadas en un sello privado llamado Le Kiosque d’Orphée. Hoy en día un ejemplar de este disco puede costar unos 1.200 euros.
¿Pero qué tiene esta grabación para que se haya convertido en un fetiche musical? Tras una primera escucha, la primera respuesta que le viene a uno a la cabeza es “nada”. A la precariedad de medios utilizados se le une una aparente falta de pericia instrumental que te impulsa inmediatamente a guardar el CD en la caja y no volverlo a escuchar jamás. No obstante, el disco merece una segunda oportunidad y es a partir de ahí que se puede descubrir un sonido naïf y amateur, algo así como un antepasado del indie, que convierte a Dandelion en un manjar especial, aunque no de fácil digestión. La prueba son temas como el espectacular “Winter tale”. El acústico “La farfalla”, con voz femenina cantando en italiano es otra delicia, así como “Sometimes”, el atmosférico corte que abre el disco con prominente órgano y pegadizo estribillo.
ÁLEX ORÓ.