Rockola, Discos 18 de enero de 2008

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Rockola, Discos 18 de enero de 2008Pata Negra
Blues de la frontera

NUEVOS MEDIOS

1987. Todavía tiempos de vinilo. Se publica Blues de la frontera, uno de esos discos destinados a escribir una de las mejores páginas de la historia del pop español. Lo firma Pata Negra, el grupo de los hermanos Amador, Rafael y Raimundo. Pero no se trata de una obra primeriza, ambos debutaron en los lunáticos Veneno y ya como Pata Negra han dejado atrás otros dos discos de una búsqueda musical que culmina en este luminoso Blues de la frontera que conmocionó a quienes lo escuchamos por aquellos días, previos a la eclosión del Nuevo Flamenco. Porque aquí está todo: la fusión posible de palos flamencos con el blues, el rock, el pop, el funk, el reggae, unas canciones bien sembradas, una producción tan libre como exacta –de Ricardo Pachón–, una voz –la de Rafael– que canta con ecos flamencos pero rehuyendo de cualquier ortodoxia y está, claro, la guitarra de Raimundo, que lo mismo sirve para electrificarse, pulsar sabores del sur o para pellizcar por Django Reinhardt.
    Éste era el disco que podíamos comprar los que no sentíamos el menos interés por el flamenco porque, sencillamente, esto no es flamenco, es, simplemente, sonido Pata Negra, sobre el que Ketama se renovará no mucho después para acabar por pervertirse en pos de una salsa que acabará de malas maneras con el invento. Pero esa es otra historia.
    En 2008, en esta edición remasterizada, Blues de frontera sigue sonando tan fresco como veinte años atrás. Muchos de sus logros siguen sorprendiendo hoy al oyente por su ingenio, su poderío, su exquisitez o su energía. Es como si el tiempo se hubiera detenido sobre estas canciones, como si el manual que escribieron los Amador nadie hubiera logrado descifrarlo y se presentara virgen de nuevo. Porque, señores y señoras, qué disco, qué nueve canciones. Aquí están «Bodas de sangre», «Blues de la frontera», «Pasa la vida», «Yo me quedo en Sevilla», «How high the moon», «Camarón»… Todas, las nueve. No sobra ni una. Con razón, en julio de 2003, EFE EME situaba Blues de la frontera en el quinto lugar entre los cien mejores discos del pop español.
    Si el aficionado que quiera tener una panorámica completa de la historia del pop español no posee este disco, está obviando un capítulo ejemplar y capital.
JUAN PUCHADES.

Youssou N’Dour
Rokku mi rokka

NONESUCH/WARNER

Rokku mi rokka es el primer trabajo del senegalés desde que en 2004 ganara el Grammy con el monumental Egypt, que le puso al corriente de su espiritualidad en un entorno de misticismo sufí que le alejó momentáneamente de los ritmos autóctonos de su país. En su regreso, ha puesto la mirada en la desértica aridez del norte, la zona limítrofe con Mauritania y Malí. Aun así el álbum goza de absoluta polirritmia, y de una dimensión tan global que logra implicar sin problemas a sus vecinos más septentrionales, feudo absoluto del wolof, lengua que por supuesto mantiene y que utiliza para decir que la música del Senegal no es sólo “mbalax”, que hay otras cosas. Youssou N’Dour canta como nunca y, de hecho, el álbum es un claro homenaje a las otras grandes voces de su país, como Baaba Maal o Ismael Lö. En “Sama Gàmmu”, por ejemplo, incluye la emocionante voz del “norteño” Ousmane Kangue; el tema también goza del “ngoni” de Bassekou Kouyate, recién “liberado” de la banda de Ali Farka Touré. También ha repescado a sus viejos compañeros de la Super Etoile de Dakkar, y durante la grabación del disco coincidió en el estudio con dos de los componentes de la sagrada Orchestra Baobab, presentes en el tema “Xel”, que recuerda mucho a los tiempos de su colaboración con Peter Gabriel. Completa la lista de invitados Neneh Cherry, que lejos de rememorar el ya sobado “7 seconds”, rapea en el tema “Wake up (It’s Africa calling)”, aportando ese punto de vista panafricano que tanto le gusta defender a su autor. Con sus últimos discos, Youssou N’Dour parece haber renunciado al doble rasero que le exigían las circunstancias comerciales respectivas y éste no es excepción. Ya no limita las historias “elaboradas” a Occidente mientras África se queda con sus casetes específicos. Cosas de la globalización –paradójicamente–, sus discos tienen ahora cosas para todos y por igual, y así de maravillosas. La edición limitada incluye un segundo CD con cinco “bonus” que no tienen desperdicio.
GERNOT DUDDA.

Alicia Keys
As I am

J RECORDS/SONY & BMG

El acceso a carreras discográficas de calado industrial suele causar sarpullidos en consumidores acostumbrados a tonos más crudos y enérgicos. Y no debería ser así. Si es cierto que el trabajo de las discográficas lima personalidad para subir en ventas, también lo que es que si el equipo que traza un disco ha bebido de las fuentes correctas el resultado puede llegar a ser notable.
    Es lo que sucede con el tercer álbum en estudio de la laureada artista neoyorquina, preparado para vender millones de copias pero a la vez cuidado en esos detalles que son los únicos que pueden dar originalidad al estilo que nadie sabe por qué se ha dado en llamar rhythm’n’blues. Detalles que ha mimado el equipo de compositores y productores que han esculpido las canciones.
    Desde esa introducción con un piano a lo Chopin que anuncia la presencia importante y nueva de teclados, se suceden canciones que en ocasiones tienden a lo convencional, a la excesiva presencia de medios tiempos y a la sobrecarga vocal. Pero que en otras ocasiones resultan emocionantes en los arreglos.
    Esos arreglos que en el primer single –»No one»– poseen la efectividad del gospel, que en «Go ahead» recuerdan a los 70 de la disco music más sofisticada con esos bajos finales y que en «Wreckless love» resultan pura Motown con esa estructura en crescendo.
    Quizás todo alcance el cenit con «Teenage love affair», unos primeros segundos con una entrada a lo Marvin Gaye y unos coros deslumbrantes hacen que se toque la gloria con los oídos. Eso sí, tendrá que rezar para que «Superwoman» no sea acusada de plagiar el «A winter shade of pale». Aunque teniendo en cuenta que Procul Harom la habían plagiado a su vez…
CÉSAR PRIETO.

Varios
Pop a porter. Grandes éxitos de 2007. Box 01 y 02

BON VIVANT

Durante 2007 reseñamos en esta sección algunas de las estupendas recopilaciones del sello extremeño Bon Vivant, especializado en descubrir nuevos talentos a través de maquetas. Café de la Creme (de formaciones “lounge”) o Bikini beat (bandas de surf y otros sonidos playeros) fueron algunos de estos discos. Ahora toca, al igual que hiciera en 2006, tomar el pulso a la cosecha de pop y rock español del año pasado con los recopilatorios Pop a porter. Y por lo que parece, 2007 podrá ser recordado como un año de gran producción musical. Tanta que las maquetas recopiladas por JP González, el alma de esta discográfica, dan para editar dos CDs dobles. 91 formaciones nos ofrecen sus propuestas sonoras. ¡91! Algunas ya se hicieron un hueco en anteriores lanzamientos del sello extremeño como Dark Smile, Pablo Krantz, Electrocugat, Asskickers Enmascarados, Océano Invisible, The Cosmic Vampiros. Otras, como Tiki Phantoms, Autonautas, The Shake, Chest, Pigmy o Chicos del Sábado ya tienen sus primeras grabaciones oficiales en el mercado. Pero lo bueno que tienen estas recopilaciones es que siempre hay nuevas joyas que descubrir. En esta ocasión proponemos que se preste especial atención a los valencianos Megaphone ou la Mort, una turbadora apuesta musical; los madrileños Luca, algo así como unos nietos indies de Ray Davies; Thisgrace, Psychoine, Hule, Nadiuska, Dunno… ¡Es un no acabar! Encontrarán de todo, elegantes sonidos lounge, R&B, revival sixtie, pop electrónico, punk… Como decimos en Cataluña: “n’hi ha per triar i remenar” (hay para dar y tomar).
ÀLEX ORÓ.

Pérez Prado
Pérez Prado 70

ORFEÓN VIDEOVOX

No se ha vuelto loco quien esto firma al proponerles la escucha de este disco del “Rey del Mambo”, de ése a quien Beny Moré llamaba “chaparrito con cara de foca” y que es universalmente conocido por ser el compositor del “Mambo nº 8”. Olvídense de todos los perjuicios que puedan tener los lectores más rockeros de esta sección, no se dejen engañar por esta portada que recuerda a las casetes que se vendían en las gasolineras y lean con atención el texto que reproduzco de la contraportada de Pérez Prado 70: “En el contenido de este álbum encontrará usted la justificación precisa del porqué le llamamos ‘Pérez Prado 70′, y que de inmediato notará que en la aplicación del sonido electrónico a sus instrumentos acostumbrados, Pérez Prado ha logrado un sonido distinto a lo que antes habíamos escuchado en música grabada”. Efectivamente, el compositor cubano experimentó en este disco con instrumentos eléctricos, pedales wah-wah u órganos groove y consiguió que los ritmos latinos se fusionaran con el funk, el soul y el jazz. El tema más arrebatador es, sin duda, “México 70”,  un instrumental dedicado al mundial de fútbol que acogió el país azteca en ese año, en el que guitarras y sección de metal tienen un combate a muerte y los convierten en algo así como el ABC de la música de baile. Pero no podemos olvidarnos de “Fanny Bump”, “Mambo bump”, “Vuélveme a querer” o “Guada Guadalupe”, composiciones que sorprenderán a los amantes de los llena pistas del soul latino. “Perdiendo la cabeza”, es una versión de “Goin’ out of my head”, el clásico que populizaron Little Anthony and the Imperials y que interpretaron, entre otros The Zombies o Cilla Black, que demuestra que en esa época el “chaparrito con cara de foca” estaba al tanto de los “standards” anglosajones que triunfaban a finales de los sesenta. Pérez Prado lo recubre con una elegante capa de arreglos orquestales. Este disco guarda dinamita sonora de primera categoría. Manéjenlo con precaución, no vayan a sufrir una luxación.
ÀLEX ORÓ.