CD DE LA SEMANA: «Española», de Niño Josele.
«Josele es el guitarrista flamenco de mayor proyección del momento, el más culto y voluntarioso, al que la balda del flamenco se le queda muy estrecha ya que supera ampliamente el género, cuando, como aquí, lo más flamenco es el instrumento que toca, porque si uno tuviera que encajar esta obra, la metería en el jazz»
Niño Josele
«Española»
DRO/WARNER
Hay discos que, en modo alguno, deberían pasar desapercibidos, sin embargo son cientos los que al cabo del año se nos escapan. Discos maravillosos, valientes, arriesgados o singulares a los que, por las muy largas razones de explicar o imaginar que sea, no llegamos. Otros están condenados a quedarse en el casillero del género al que esté adscrito su creador y los que no comulgamos con dicho estilo, como si oyéramos llover, y sin saber que estamos perdiéndonos una gran obra. Eso es lo que viene pasando con los últimos trabajos de Niño Josele, que se quedan en el cajón del flamenco y como éste no sea de los que frecuentes, pues como que no. Sin embargo, Josele tal vez es el guitarrista flamenco de mayor proyección del momento, el más culto y voluntarioso, alguien al que la balda del flamenco se le queda muy estrecha ya que supera ampliamente el género, cuando, como aquí, lo más flamenco es el instrumento que toca, porque si uno tuviera que encajar esta obra, la metería en el jazz, en el jazz de fusión, en el latin jazz, en el jazz moderno, en el jazz más vivo, en el mejor jazz, pero en el jazz, siempre en el jazz.
Es incuestionable que el toque de Josele es flamenco, y que compone sobre bases de palos flamencos, pero ha sabido ir más allá, evolucionar, estudiar, abrir ojos y oídos a otros géneros y desde ahí crecer. Además, sabe rodearse de buenos amigos, como Fernando Trueba –uno de esos tipos a quien es fácil admirar en todas sus facetas artísticas–, productor de este imaginativo, sabroso y cálido «Española» –que llega tras un álbum de incursión en el repertorio de Bill Evans– y que emociona de principio a fin.
El CD se abre, precisamente, con ‘Española’, el único corte que no lleva su firma, sino que es una lectura de un tema del jazzman McCoy Tyner y que Josele interpreta aquí solo a guitarra, casi como un juego, pues la pieza más jazzera se la reserva solo para su guitarra, mientras que las suyas propias, a priori más flamencas –’¿Es esto una bulería?’ titula a una de ellas–, se dejan arropar por contrabajo, percusión, bajo, cuerdas o vientos. Todo ello sonando popular –vamos, que no hace falta haberse estudiado la discografía de Gillespie, Coltrane o Davis para disfrutarlo– con un buen gusto y derrochando una fantasía que echan de espaldas. Lo de menos es que esté grabado entre Madrid y Nueva York acompañado por primeros espadas, lo importante es que esta obra instrumental, de tan acogedora, te atrapa desde el primer momento, te recibe con los brazos abiertos en un cariñoso abrazo y te invita a regresar a ella cuanto antes. Un disco de esos que te hacen creer en la música porque sí, sin etiquetas ni más historias.
JUAN PUCHADES.
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Índigo
«Los peores momentos»
BON VIVANT RECORDS
Les voy a hablar a ustedes de Índigo. Sí, Índigo, quizás no les suene pero fue un prometedor y numeroso grupo valenciano de aires folk que a veces sonaba a Mocedades –los primigenios, los buenos– y a veces a La Buena Vida. Fueron curtiéndose en su ciudad y sacando maquetas extremadamente cuidadas y llenas de canciones optimistas y serenas. Ello les llevó a ganar todas las convocatorias a grupo revelación y ello les llevó a fichar por una de las independientes con mejor catálogo y más capacidad de promoción. Todo parecía sonreír.
Incluso se fueron filtrando con otro grupo, Individual, algo anterior, y en él probaban la rudeza que pueden ofrecer las guitarras y llevaban a su terreno la savia rockera que invadió las listas hace un par de años. Pero esta independiente los traspasó a otra de menor calado con la que editaron dos discos en 2007. Empieza la tormenta: quiebra el sello, han de deshacerse del grupo paralelo, se adelgazan hasta quedarse en cuatro. Todo parecía haberse acabado.
Así que su nuevo disco en la coqueta Bon Vivant es casi una lección ética. La lección de quien cree en lo que hace y pone a prueba al mundo. Quién sabe cuántas lágrimas hay bajo este «Los peores momentos» –observen la alusión del título–, bajo estas cinco canciones que representan un orgullo épico por su gestación y porque en ‘El espíritu olímpico’ la batería es un tambor de guerra que van llenando el aire de nieblas negras hasta llegar a la orgía final de guitarras que le presta seguramente el espíritu de Individual. La tensión asalta, las letras –a veces ahogadas por el ripio, es el precio por arriesgarse–, abrazan como tema la frustración pero se agarran a estilos nominales, apenas verbos, placidez. Las músicas son más consistentes, menos andariegas que aquellas a las que estábamos acostumbrados
Hay excepciones: la pequeña sinfonía que es el single ‘Animales domésticos’ y sobre todo la canción final: ‘Fuego (a la mentira y al odio)’. El título declara que van a superar todas las circunstancias malignas. Un fuego que traza oxígeno después de tiempos grises y una melodía que se desplaza como una nube. Ojalá que el viento los lleve donde merecen.
CÉSAR PRIETO.
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Randy Brecker
«Randy in Brasil»
BHM/INDIGO
Sorprendente ejercicio de estilo del trompetista Randy Brecker en torno a la música brasileña. Sobre todo porque se ha arrimado a ella en clave de latin jazz (o jazz panamericano, que diría Paquito D’Rivera), con un clasicismo deslumbrante y una decidida vocación por la melodía y la polirritmia más sutil. El trompetista que hay aquí no es un intérprete atlético y egocéntrico. Deslumbra por la puesta en escena, compartida con una exquisita nómina de músicos, a cuya cabeza se encuentra la también productora Ruriá Duprat. Y todo apunta claramente hacia aquellos trabajos dorados del género en los años 50 y 60, cuando los grandes jazzmen norteamericanos empezaron a mirar hacia el sur. De los 12 temas, 10 son versiones de Djavan, Gilberto Gil, Joao Bosco o Ivan Lins. Pero insisto: prima la lectura clásica sobre la netamente brasileña. Y los dos que aporta el propio Brecker (‘Guaruja’, ‘Sambop’) están perfectamente homologados con el resto; muchos rozando incluso el bolero. Destaca ‘Ilê ayê’, de Gilberto Gil (con esa desbocada intro afro-beat); la psicodelia de ‘Oriente’, de Gilberto Gil; o el sutil funk de ‘Aiaiai’, de Ivan Lins. Un discazo, sin duda.
GERNOT DUDDA.
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Pablo Moro
«Pequeños placeres domésticos»
BOOMERANG DISCOS
Pablo Moro pega un salto de gigante: Si con el anterior disco, «Smoking point», se rastreaban un exceso de influencias, en estos «Pequeños placeres domésticos» es como si ya hubiera encontrado su propia voz, su personal manera de escribir canciones e interpretarlas. Sí, entre el rock norteamericano y esa escuela que bebe de Sabina y se cruza en el camino con González, pero Moro muestra maneras nuevas y una muy grata tendencia a pisar el acelerador, a rockear. Además, en cuestión de arreglos y (excelente) producción se aleja del modelo González, tan en boga últimamente, y, por momentos, hasta los Stones más sucios se cuelan aquí y allá, mientras los pianos y órganos trabajan con intensidad invitando a seguir el ritmo. Además, el ovetense firma buenas letras, entre el intimismo, la vida cotidiana y la calle, destacándose como buen observador y mejor narrador, dejando una buena cosecha de canciones que habría rematado un disco sobresaliente de haber aligerado un poco el número de cortes (¡¿cómo es posible que se siga cayendo en esto?!), quedando, al final, un disco de notable alto, lo que no es poco. Pero es una pena que haya estado tan cerca de entregar un trabajo perfecto, de diez, de esos a los que no les sobra nada y que por aquello del exceso, del entregar demasiado, haya terminado quedándose a las puertas de la gloria.
En todo caso, «Pequeños placeres domésticos» es uno de los discos por los que merecerá recordar este año que termina en su apartado de rock nacional. Y canciones como ‘Jolivuz’ (sí, un título que da tanta grima como el arrastrar tiza sobre pizarra, pero es lo que hay) ‘Gente feliz’, ‘Golpe de suerte’, ‘Aunque despierte solo’, ‘Dos tiros’, ‘Exhibicionistas’, ‘No voy a caer’, ‘Pequeños gigantes’ o ‘Dolores Club’ serán excelentes compañeras de viaje durante mucho tiempo. Y eso solo ocurre con las buenas canciones, ¿no?
JUAN PUCHADES.
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Linda Guilala
«Bucles infinitos»
ELEFANT
«Bucles infinitos» es el sugerente título del disco de debut de Linda Guilala, el dúo formado Iván y Eva, dos de los miembros de Juniper Moon, la vitaminada banda gallega que en 2002 sorprendió con el LP «El resto de mi vida». La primera incógnita que se nos planteaba antes de escuchar el CD era si Linda Guilala mantendría la capacidad de generar letras ingeniosas y estribillos mágicos que tenían los primigenios Moon. La X de esta ecuación queda despejada a las primeras de cambio con un contundente sí como respuesta. Temas como el que da título al disco, ‘Nada nos va a importar’, ‘Torremolinos’ o ‘Ilusión’ son pruebas fehacientes del poderío compositivo que exhibe el dúo. Caso aparte es ‘Nadie se dará cuenta’, una canción llamada a ser un single «como los de antes», de esos que te empujaban a comprarte el LP.
A nivel musical, Linda Guilala se posiciona en el entorno del indie pop anglosajón y puede recordar a formaciones como My Bloody Valentine, Luz pero también a Alaska y Los Pegamoides. Para los que añoren los ramalazos punk de Juniper Moon, Linda Guilala les ofrece ‘Saber perder’. En definitiva, «Bucles Infinitos» es uno de esos discos con capaces de generar adicción y al que auguramos un buen recorrido comercial.
ÀLEX ORÓ.
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The Jim Jones Revue
«Here to save your soul»
PUNK ROCK BLUES/CARGO RECORDS
La formula de Jim Jones es grabar canciones de corte cincuentero y clásico como si se hubieran registrado en los setenta. Es decir, Chuck Berry o Jerry Lee Lewis más rockero pasados por el filtro de The Stooges o MC5, aunque con sonoridades mucho más sucias que las de sus influencias punk.
«Here to save your soul» recopila los cuatros singles que la banda de Jones ha lanzado hasta la fecha, junto a sus correspondientes caras B y dos temas inéditos. ¿Y qué decir de ellos? Si las estridencias sonoras no son lo tuyo mejor alejarte de esta bomba de canciones salvajes, de ecualización justa y de mezcla básica. Con The Jim Jones Revue las virtudes se vuelven defectos y viceversa. Un sonido real, saturado de agudos, auténtico pero sin pulir, quizá demasiado crudo incluso. Que nadie espere un muestrario pulcro por mucho que se trate de un recopilatorio de singles, esto es garaje extremo dosificado en ocho temas directos, con buenos momentos y una pericia instrumental que ni el grasiento sonido disimula.
Su siguiente entrega nos dirá si estos ingleses son capaces de crecer partiendo de su único disco debut y este estimulante recopilatorio. Por ahora, solo para oídos atrevidos.
JUANJO ORDÁS.
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Spandau Ballet
«Once More»
MERCURY/UNIVERSAL
Pulcritud, ese es el adjetivo que a uno le viene a la cabeza escuchando «Once More», el disco de regreso de Spandau Ballet. Todo suena limpio, hasta demasiado en este trabajo algo almibarado en el que se entregan dos temas nuevos y se releen clásicos de una de las grandes formaciones de los años 80 del siglo pasado. Tal limpieza formal lleva al grupo a una suerte de soul blanco uniformado que no es que esté mal, es solo que le falta un algo de nervio y otro poco de locura.
Hay que reconocerle a Spandu Ballet, en todo caso, que hayan tenido el detalle de grabar de nuevo su repertorio, de ofrecernos un testimonio sonoro envasado de cómo suena la banda en su retorno de 2009, con un Tony Hadley que mantiene su poderío vocal –siempre fue un discípulo aventajado de Ferry– y una banda –como siempre dirigida por Gary Kemp– que suena compacta y que intenta ofrecer una sonoridad renovada para clásicos como ‘Gold’ (ahora con acústicas, arreglos de cuerda y algo más comedida que la versión original), ‘Chant nº 1’, ‘Communication’ o ‘Only when you leave’. Pese a tener poca chicha (¿pasa esto cuando te haces mayor?), funciona, otra cosa es si su público preferirá las nuevas versiones o las grabaciones originales.
JUAN PUCHADES.
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Varios
«Mr Toytown presents vol. 3»
TOYTOWN RECORDINGS
De todas las series recopilatorias que recuperan los sonidos psicodélicos de los sesenta, «Mr Toytown presents» es una de las más destacadas. Sus compiladores huyen de los temas y artistas más populares para ofrecer una imponente selección de canciones que se convierten en reveladores descubrimientos para el oyente.
En este tercer volumen no podía ser menos. Dedicado a oscuros singles europeos de finales de los sesenta y principios de los setenta, este disco incluye veinte temas entre los que encontramos ‘Rey y reina’, un single grabado en 1969 por Tony Bernan, el cantante valenciano que reemplazó a Nino Bravo en los Superson mientras este cumplía el servicio militar. La canción es un tema de The Moody Blues de 1967, aunque permaneció inédito hasta 1977. Pero esta no es la única curiosidad que podemos encontrar en este CD (es una pena que no está editado en vinilo). ‘Nice time’, por ejemplo, es un tema que grabó Kenny Everett, un popular cómico británico cuyos programas se pudieron ver en TV3 en los ochenta. Everett tenía una estrecha relación con The Beatles por lo que se rumoreó durante años que esta pequeña joya de «psych-pop» era un descarte de los Fab-Four. Alemania aporta a The Others, una banda que interpreta ‘Easy Squeezy’, un manífico ejemplo de bubble gum bailable. También podemos encontrar grupos que fluctuan hacia el folk sin abandonar el pop psicodélico como Les Irresistibles o Wood. Ninguna de las canciones incluidas en esta recopilación tiene desperdicio por lo que si a esto le añadimos la cuidada presentación, el libreto interior con información y portadas de los discos y el excelente sonido, nos encontramos ante un disco por el que merece la pena pagar cada uno de los euros que cuesta.
ÀLEX ORÓ.
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NOTA: Debido a las fiestas navideñas, el ROCKOLA se toma un descanso hasta el 8 de enero. Mientras tanto, EFE EME seguirá informando todos los días y ofreciendo nuevos contenidos.
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