Jaime Roos
Fuera de ambiente
PATAGONIA/FRANK ANDRADA/GALILEO
Ciertamente no es muy prometedor el corte de bigote que luce Jaime Roos (Montevideo, 1953), pero como esto de la música no es una cosa de mostachos, podemos obviarlo y disfrutar del nuevo álbum de este cantautor uruguayo que en los últimos tiempos está intentando introducirse en España, tanto con la edición de sus discos como pisando escenarios.
Fuera de ambiente, grabado el año pasado, recoge una decena de excelentes canciones que hablan de historias de todos los días, de soledades y amistades y que aportan algunas miradas hacia dentro con cierto regusto melancólico. Mientras, en lo musical, inciden en ese acento del sur que tan fuertemente tiñe la obra de Roos. Pero, educado en el rock y en el pop, sus zambullidas en sonidos autócnonos (milonga, murga, candombe, tango) tienen más que ver con el ritmo y la melodía que con lo formal (aunque también). De algún modo, y para situar al lector, lo suyo no está muy alejado de lo que practican en Uruguay los Fattoruso (Hugo toca en este disco) y Rubén Rada o en el otro margen del Río de la Plata Litto Nebbia. Es decir, música que busca la esencia más próxima para conducirla hacia el pop; música de verdad que transmite el sentimiento de los músicos que la interpretan y que renuncia a la electrónica (detalle de agradecer en unos momentos en los que la técnica por vía de la informática ayuda a superar la pobreza económica con la que se afrontan las producciones discográficas).
Un disco que atrapa por su riqueza rítmica y armónica, por las historias que Roos escribe y canta con su acogedora voz y que tiene sus mejores momentos en «Postales para Mario» («Amigo, estoy perdiendo el pelo y tú conmigo / El viento siempre en contra y sin abrigo»), «Catalina» (hermosa canción dedicada a su madre: «Yo soy hijo de Catalina, de ella saco la risa / saco el orgullo y gracias a ella jamás temí la libertad»), «Sólo contigo», «Por amor al arte», «De la canilla» (tango con letra genial de Raúl Castro; no, no es el hermano de Fidel) y «Tema del hombre solo». Canciones que, sin duda, hacen que merezca la pena adentrarse en la obra de Jaime Roos.
JUAN PUCHADES.
Sidonie
Costa Azul
SONY BMG
Cuarto larga duración del trío barcelonés Sidonie, la gran esperanza del pop español a pesar de que en su acta bautismal del 2001 resultaba innegable su identificación con The Beatles. Curiosamente vuelven a alejarse de las sónicas anglosajonas y cada vez suenan más autóctonos, con canciones luminosas llenas de arreglos y giros que recuerdan al pop embrionario de los grupos españoles de los 60.
Sidonie utilizó como pista de despegue de su trayectoria una visión epicúrea y descarada de la realidad, una actitud crápula y juerguista, una serie de guiños al desenfreno que sin embargo chocaban con una música concienzuda que no dejaba prever ese lado rijoso y de empecinada idolatría al aquí y ahora. En el nuevo disco ocurre lo mismo: Costa Azul, es una pincelada al hedonismo que dibujó literariamente Scott Fitzgerald en esta región francesa. Sidonie construye muy buenas y brillantes melodías, pero todas ellas junto con las temáticas destilan hedonismo triste, la presencia de un imaginario ángel que llora, languidez y abatimiento incluso cuando se vuelven explosivos (como en el single “Nuestro baile del viernes”), o proclaman la emancipación de la mediocridad gracias al glamour, el lujo, el narcisismo o el dandismo.
Costa Azul es su cuarto disco, pero su álbum de debut todavía continúa siendo un sensor inesquivable de las posibilidades del grupo. Generaron expectativas tan grandes con aquel trabajo irreprochable que ahora cuesta colmarlas. Este nuevo álbum es una parada de descanso hacia ese lugar que una vez nos hicieron intuir.
JOSEMI VALLE.
Rufus Wainwright
Release the stars
GEFFEN
Nuevo trabajo del genio canadiense que vuelve a acercarnos a complicados parajes musicales de barrocos y sobrecargados arreglos. Quizá nunca llegue a ser un artista de masas, pero su intrincada propuesta no deja de resultar apta para todos los públicos, siempre que estén dispuestos a entender la ampulosidad de la que hace gala.
Moviéndose continuamente dentro del pop más clásico, Wainwright presenta el que quizá sea su mejor y más accesible trabajo, siendo complicado resaltar algún tema sobre otro, pues el nivel que marca en cada una de las piezas es altísimo, descubriéndose nuevos matices en cada escucha. Así mismo, la variedad también es una constante, desde la grandilocuencia del tema titular hasta el glam de «Between my legs», pasando por la melancolía de «Going to a town» (primer y efectivo single).
Clase, estilo, elaboradas melodías y una producción de lujo. ¿Qué más se puede pedir?.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
Basia Bulat
Oh, my darling
ROUGH TRADE/SINNAMON
La canadiense Basia Bulat nos mira desde la portada de Oh, my darling, su álbum de debut, con cara inocente, casi, casi de pánfila y hippie trasnochada. No parece un buen augurio pero “Befote I know”, el primer corte del CD ya te pone la sonrisa en los labios durante el minuto escaso que dura. Desprende optimismo y sinceridad y eso es algo de agradecer. El resto del disco no pierde ni un ápice de interés. Está lleno de folk, calido y dulce gracias a los soberbios arreglos de cuerda, a la delicada y aterciopelada voz de Basia y a unas canciones sinceras y bien producidas y arregladas. Si bien el folk es el denominador común de todas las composiciones de Oh, my darling, no se pueden obviar los aires country, pop e incluso de norhern soul que envuelven el disco como demuestran los temas “Why cant’it be mine” (que puede recordar a Gal Costa), “Pilgrim vine”, “Little waltz” o la misma “Oh, my darling”. Unas canciones que te arropan, te acompañan y te hacen pasar un buen rato. ¡Carajo con la pánfila!
ÁLEX ORÓ.
The Mary Onettes
The Mary Onettes
LABRADOR/EVERLASTING
Vienen de Suecia y su punto de partida es aquel pop oscuro que se empezó a hacer en el Reino Unido a principios de los años ochenta, bandas como The Cure, Echo and the Bunnymen o The Church. Su punto de llegada son las diez canciones de su primer larga duración –después de tres sencillos–, que van creciendo a cada escucha porque superan el ejercicio mimético para rebosar verdadera vida.
En las formas basculan entre incitaciones al baile construidas con esa producción ya definida –guitarras en segundo plano pero llenas de relieve, coros casi espectrales– y esos baladones que sólo se pueden resolver con sintetizadores, baterías electrónicas y voces que impostan la grandilocuencia. Un camino que va desde la delicadeza pop de “The companion” hasta la sensiblera pero creíble “Explosions”. En el contenido se alían con un romanticismo glacial y tecnológico, como en el vals espectral que es “The laughter”, con los violines creciendo como montañas conforme acaba la canción.
Y en definitiva, el peligroso roce de la cursilería no impide que dejen constancia de una intensa sensación de melancolía en todo el disco, aquella melancolía que no por maquillada deja de ser natural.
CÉSAR PRIETO.
Van Der Graaf Generator
Real time
FiE!/GALILEO MUSIC
Rubricando de forma puntual cada una de sus múltiples etapas, Van Der Graaf Generator siempre tuvo una buena grabación de directo. Y no ha sido excepción en su afortunadísima reunión de 2005 para alumbrar un excelente nuevo trabajo de estudio, Present, que contó con toda su formación de gala. A saber, Peter Hammill, voz solista, guitarra y pianos; Hugh Banton, órgano; David Jackson, flautas y saxos; y Guy Evans, batería.
Real time fue grabado en una sola noche en el Royal Festival Hall de Londres, el 6 de mayo de 2005. Estamos hablando de los mismos fulanos –a falta del bajista Nic Potter– que desde 1969 dinamitaron todas las reglas del rock ¿sinfónico, progresivo?, renunciando descaradamente a la guitarra eléctrica, en discos como The least we can do is wave to each other, H to he, who am the only one o Pawn hearts, algunos de cuyos mejores momentos han tenido a bien seguir contemplando en su repertorio. Es el caso de la descomunal “Darkness”, la vigorosa “Killer” o la archiconocida “Refugees”, que suena mucho más compacta e inusitadamente rockera que en la versión que hace poco se marcó el propio Hammill en la BSO de Tilt. Esa combinación entre su crudeza dramática, la dimensión que cobra el órgano de Banton, la contundencia de Evans y los recursos al saxo de Jackson sigue siendo de un impacto apabullante. Se presentan aquí como cuatro extraterrestres caídos de su planeta y que, al igual que King Crimson, estos ejercicios de “re-avituallamiento histórico” le vienen perfectos para seguir demostrando categoría y vigencia.
GERNOT DUDDA.
Carlos Ann
La nada
AUTOEDICIÓN
Valiente paso el que Carlos Ann se ha atrevido a dar, ofreciendo su nuevo trabajo de forma totalmente gratuita en internet, aunque permitiendo a sus seguidores más incondicionales la posibilidad de comprar el disco en soporte físico mediante su web oficial. Pero no acaban ahí las novedades, pues el inquieto artista ha mudado la piel, abandonando la ironía de sus anteriores propuestas a favor de una visión más poética y seria de la realidad, aunque conservando su característico cinismo.
Es de suponer que sus pasadas incursiones en el «spoken word» han marcado su pulso creativo ya que, aunque sigue cantando con su característica voz, es en su lírica donde encontramos una revolución radical, tratando temas de corte casi existencial. No se trata de un trabajo sencillo, aunque en sucesivas escuchas acaba por enganchar al oyente por completo, haciéndole partícipe de su ambiente y clima.
Quizá hayamos perdido al Carlos Ann más descarado, pero a cambio hemos ganado a un nuevo Carlos Ann que ha madurado y se ha reinventado, y eso no lo sabe hacer cualquiera.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
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