Quique González
Avería y redención #7
WARNER
No es ningún secreto que la trayectoria de Quique González pasa por ser una de las más sólidas e interesantes del actual panorama patrio. Bien desde la independencia absoluta o bien desde el respaldo de las “majors”, el autor madrileño nos ha ido brindando paulatinamente discos redondos, bien trazados y repletos de canciones desbordantes, de las que perduran. Obra a obra y paso a paso, ha ido conjugando a la perfección la tradición norteamericana y el rock español, haciendo de dicha mezcolanza su marca de identidad. La confluencia de la vertiente yanqui con el rock de corte ibérico no es nada nuevo, eso lo sabemos todos, pero me atrevería a afirmar que nadie ha resuelto jamás dicha fusión con tanta personalidad en la historia de la música española.
En Avería y redención 7#, todo el talento de González vuelve a emerger de nuevo, pero esta vez en compañía de un nuevo planteamiento sonoro, más abierto y menos tradicional, que le aleja de influencias externas para terminar de marcar de forma patente su fuerte personalidad artística: la de un autor clásico para el que la creación es tan importante como comer o beber. El poso norteamericano se diluye mientras las canciones se liberan de corsés, explotando en su propio universo musical, campando libres pero de la mano de su creador, quien con la ayuda de su nueva banda las envuelve con cuidados arreglos que, lejos de la obviedad, sorprenden y lanzan retos al atento oyente. No tendría sentido destacar ninguna canción sobre otra, sería una trivialidad, pues el contenido de la obra es de tal calidad y de tal sentimiento que cualquier tema se torna en un momento álgido de la escucha, cada corte se hace hueco en la memoria. Melancolía, euforia e introspección marcan el pulso del disco, convirtiendo sus contrastes en una baza, aquella que permite mediante la variedad bien hilada conformar un LP que se degusta tanto en bloque como por partes.
Sus emocionantes canciones conmueven más que nunca, los temas dinámicos son más ágiles que nunca, sus tiernas baladas son aún más tiernas y sus inteligentes letras son aún más inteligentes, con esas referencias al universo cotidiano que nos hacen sentir que quien nos canta es un amigo que nos conoce muy bien. Un dato interesante y muy destacable es su crecimiento como intérprete, y es que cada vez parece conocer mejor sus registros, exprimiéndolos al máximo y dotando a sus composiciones de voces sinceras que calan muy hondo.
Sin dejar de mirar al espejo retrovisor, Quique ha decidido pisar el acelerador y entrar de lleno en un nuevo concepto sonoro, sin traicionar su brillante pasado pero dando un paso de gigante rumbo a la leyenda o, al menos, hacia la satisfacción de haber parido un clásico contemporáneo del rock español. Ahí es nada.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
The Devastations
Yes, U
BEGGARS BANQUET/POPSTOCK!
Dentro de esa estirpe de bestias pardas de las antípodas cuyo árbol genealógico madurase al calor de Nick Cave y diera algunos de sus mejores frutos con Kim Salmon, Beasts of Bourbon, Hugo Race y algunos más, podría considerarse a sus paisanos The Devastations como el último eslabón de la cadena. Y puede que aspiren, junto a los norteamericanos The Constantines y The National, a pavimentar una de las más turbias, viscerales, oscuras y excitantes vías de servicio del rock contemporáneo, en un trayecto jalonado, a cada lado del camino, por la testosterona rampante de Afghan Whigs y por el romanticismo decadente de Tindersticks. También se nota que su tercer álbum, ligero repunte de calidad tras el discreto Coal (2006), ha sido grabado en Berlín: más serenos que domesticados, ahora su hiel sonora se sirve sobre sobrias bases sintetizadas, restándoles, fiereza –al menos en apariencia, ahí están aún esas puntuales interferencias de guitarra cual papel de lija– y dotándoles de un cierto componente de belleza sintética en el que algunos ya han visto la sombra de Roxy Music. En realidad, no es más que una inteligente forma de cimentar la evolución de una banda que crece y pulimenta su sonido sin renunciar a su inequívoca denominación de origen. Yes, U es, más que un álbum, un estado de ánimo en el que sumergirse, prescindiendo de toda vacuna contra la hipnosis.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Refree
Els invertebrats
ACUARELA
Hablar de Refree, álter ego de Raül Fernández, es hablar de cosas alternativas, de una particular forma de entender la obra musical, absolutamente alejada de las reglas de juego y cánones que rigen en la actualidad el negocio discográfico. Por esta razón, tal vez, sus tres muy reseñables obras anteriores –La matrona, sobre todo– pasaron, sin embargo, con más pena que gloria por el mercado, aunque destacaran con calificaciones sobresalientes la prueba del directo. El caso es que en el presente Els invertebrats, hallamos de nuevo a un Refree en plenitud de facultades compositivas siguiendo de forma firme y segura la senda marcada en sus tres entregas discográficas, aunque haciendo especial hincapié en algunos de los puntos cardinales que mejor se destilan de su prodigioso talento: en una concepción global del pop de impecable factura, la increíble utilización que hace de la técnica armónica; su cada vez más claro acercamiento a la experimentación jazzística mediante fórmulas de improvisación instrumental; y, como siempre, la imaginería melódica de la que siempre ha hecho gala pero que en esta ocasión alcanza, más si cabe, momentos de auténtica excepción.
En cuanto a lo temático, estas doce nuevas canciones componen en conjunto y como si de una historieta se tratara, algo así como un retrato costumbrista de varias vidas o personalidades a veces relacionadas y que luchan por ser tenidas en cuenta. Todo ello, como suele ser habitual en Raül Fernández, tamizado por la obviedad de unos sentimientos tan terrenales como efímeros: el amor en cualquiera de sus variadas manifestaciones; un cierto gusto por la belleza momentánea; la solución del placer como vehículo de relación interpersonal; o, cuando no hay más remedio, la búsqueda de lo espiritual como último recurso de bienestar.
JAVIER DE CASTRO.
Chris & Rich Robinson
Brothers of a feather
EAGLE
Pocos sujetos del actual panorama musical son capaces de presentarse ante un público fanático armados simplemente con dos acústicas, defender un repertorio atípico y salir triunfantes. Los hermanos Robinson (almas y líderes de los Black Crowes) no sólo lograron todo esto en una serie de veladas irrepetibles, sino que tuvieron el acierto de registrarlo en excelente calidad para que, ahora, pueda llegar a nuestras manos. La calidad de audio es perfecta, recogiendo todos los matices precisos y respetando la intimidad del show (la versión en DVD también es muy recomendable y aún más extensa).
A lo largo del minutaje recogido en este Brothers of a feather, los dos músicos nos sumergen en un viaje por la esencia de la música americana de acento sureño, filtrada por la excelente voz de Chris y el vrtuosismo clásico de Rich, un guitarrista que bien podría impartir lecciones magistrales a todos esos músicos que han olvidado que la música no ha de impresionar, sino emocionar. El repertorio escogido no se basa en la vertiente popular, sino en los gustos personales de los dos músicos (desde temas de los Black Crowes a versiones e inéditos), aunque no por ello no se trata de un trabajo destinado a un publico determinado o especializado, sino que estamos hablando de una grabación viva y caliente, hecha desde el corazón, capaz de llegar a cualquiera que esté minimamente interesado en disfrutar de música de calidad. Como si la radiofórmula nunca hubiera existido.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
The Mendoza Line
30 year low
GLURP
Seguramente el nombre de esta banda de Brooklyn no les suene prácticamente de nada. No es de extrañar. Pese a llevar más de una década en el negocio, apenas han descollado unos milímetros sobre el umbral de ese enorme cajón de sastre en que ha devenido la etiqueta del sonido americana. Y si no lo consiguieron con discos como We’re all in this alone (00) o Fortune (04), sus trabajos más minoritariamente laureados, difícilmente lo lograrán con este 30 year low. Lo cual es una auténtica lástima, no sólo por ser uno de sus trabajos más accesibles –que lo es, de esos álbumes fluidos que entran a la primera, en estos tiempos de mp3 y escuchas fugaces y apresuradas– si no por ser también el último que pergeñarán, al menos bajo ese nombre. ¿La razón? El divorcio de Timothy Bracy y Shannon McArdle, pareja sentimental y compositiva del proyecto, quienes han pilotado la nave de The Mendoza Line al más puro estilo de los dúos mixtos del country rock (el ejemplo más cercano en el tiempo sería el de Mark Olson y Victoria Williams, también separados hace poco). El resultado de tal catarsis emocional, haciendo de la ruptura virtud, es un miniálbum convulso y mucho más ecléctico de lo que se le supone a un producto de estas características, compuesto por ocho temas que basculan entre el rock acerado de “31 candles”, la entrañable alternancia vocal de “Aspect of an old maid” y el inverosímil cruce entre la dicción perezosa de Bob Dylan y las disonancias de Yo La Tengo en la magnífica “I lost my taste”. Y lo mejor de todo es que la cosa no se queda ahí: el álbum se hace acompañar de un disco extra de casi veinte descartes con muy poco deshecho y un puñado de versiones, entre ellas del Springsteen menos reivindicado (el de Tunnel of love, de donde recuperan “Tougher than the rest”), de Linda Thompson (“Withered and died”) y hasta de los excelsos Arab Strap (“Packs of three”). En conjunto, delicioso.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Varios
Acordes con Leonard Cohen
DISCMEDI
Dice Alberto Manzano, responsable máximo del proyecto, en el cuadernillo que acompaña al álbum, que éste es el disco que toda la vida había soñado producir. No en vano este Acordes con L.C., vendría a redondear largos años de estudio y publicaciones sobre la obra del conocido cantautor, escritor y poeta objeto de este homenaje y que han convertido a Manzano en el máximo especialista del tema en nuestro país. El coquetón estuche (doble CD + DVD) que estos días se esta promocionando es el resultado práctico de una serie de conciertos que hace aproximadamente una año o año y medio juntó en una misma gira a una fantástica pléyade de artistas de muy variada extracción. Con la excusa del 50 aniversario de la publicación del primer poemario de Cohen, gente de aquí como Duquende, Javier Mas, Santiago Auserón, Javier Colis, Gerard Quntana, Toti Soler, Cristina Rosenvinge, Javier Muguruza o Luis Eduardo Aute, o foráneos como Jackson Browne o Elliot Murphy y gente del más íntimo círculo del mismísimo Cohen, como su corista Perla Batalla, su actual compañera Anjani Thomas o Adam Cohen, su propio retoño, se pusieron de acuerdo para, sin demasiadas estridencias de ego, compartir escenario y versionear desde puntos de vista diversos, una cuantas de las composiciones que han hecho imperecedero el repertorio del artista canadiense. A excepción de John Cale o Kiko Veneno –que formaron parte en algún momento del elenco en directo pero que por alguna razón que ignoramos han sido obviados de la grabación– el resto de artistas acompañados del rapsoda Constantino Romero que hizo las veces de maestro de ceremonias para dar continuidad a los diversos números musicales, ofrece cada cual a su manera y a razón de una o más canciones, su particular visión de esta singular y, quizás, irrepetible jugada. El resultado práctico ha sido una entrega discográfica muy hermosa y del todo reseñable, pero que además se muestra rebosante en cuanto a nuevos contrastes sonoros –ésta es su gran aportación– sobre unos originales ya de por sí ricos en texturas y profundidades temáticas.
JAVIER DE CASTRO.
Varios
Manifesto dobarrista (Un disco tributo a Andrés do Barro)
FALCATRUADA
Sepultado en el limbo de aquellos a quienes la historia no ha salvado, excepto en su Galicia natal, y por tanto convertido en un cantante regional, Andrés do Barro formó parte en los primeros 70 de una tercera vía encajonada entre los progresivos y los veraniegos. Una tercera vía que también borró el punk y que era aún depositaria de algunas de las esencias de la década que recién finalizaba. Su compromiso con lo gallego, al intentar una normalización, ha ocultado que en sus canciones latía el verdadero espíritu pop: burbujeante, adictivo y fugaz.
Perfectamente asentado en esa línea bubblegum-folk que en el extranjero triunfaba de la mano de dignos olvidados como Tony Christie o Daniel Boone, también aceptó en su música dejes de psicodelia, susurró baladas sutiles y construyó himnos de acampada. Y como el mito que todavía es en su país, ha merecido un tributo en forma de disco doble de preciosista factura. La asociación Falcatruada recoge a treinta bandas nuevas de ámbito gallego que demuestran que las canciones del ferrolano aceptan todos los tratamientos y salen airosas.
Desde lecturas electro-trash o hip-hop hasta la preciosidad indie que borda Nalda, desde bravú hasta el power pop clásico de Quant. Y en medio tratamientos casi funkys, interpretaciones a lo Pogues o sutilezas como la de Jules & Jim que acercan las canciones al pop íntimo actual. Y todo cubierto con un barniz de emoción que se hace tembloroso cuando su hija Andrea recita en “Meu amor”. Eliminado este factor sentimental, el disco –difícil de encontrar en tiendas, hay que buscarlo en www.dobarrismo.com– demuestra que las canciones del gallego tienen más personalidad y coraje del que parecían desprender en su voz.
CÉSAR PRIETO.
Varios
We all love Ella
VERVE /UNIVERSAL
Honrar la memoria de Ella Fitzgerald es siempre, de por sí, un argumento más que suficiente. Pero si en el homenaje está seriamente implicado el productor Phil Ramone, amigo, los resultados pasan inmediatamente de “correctos” a “fabulosos”. ¿La excusa? Celebrar los 90 años del nacimiento de la diva reina del “scat” surcando su propio feudo: el de los grandes estándares, una ruta bien jalonada de Rodgers & Hart (“The lady is a tramp”), Duke Ellington (“Do nothin’ till’ you hear from me”, “Cotton tail”), Gershwin (“Oh, lady be good!”, “Someone to watch over me”) o, por supuesto, Cole Porter (“Miss Otis regrets”). La emprenden primeros espadas de ese sofisticado mundo de los estudios de grabación que tan bien controla Ramone: Natalie Cole, Chaka Khan, Diana Krall, Hank Jones, Queen Latifah, Dianne Reeves, Lizz Wright, Etta James, Ledisi, Linda Ronstadt, Gladys Knight, k.d. Lang, Dee Dee Bridgwater, Michael Bublé… Sonido clásico al más puro espíritu de las viejas “big bands”, pero nunca rancio (uuf, grabación y mezclas de Al Schmitt, arreglos y conducción de Rob Mounsey…). Una deliciosa continuación a otros hitos de Ramone, como los respectivos “Duets” de Sinatra o el trabajo conjunto entre Diane Schuur y el trompetista Maynard Fergurson. A recomendar de forma especial, un sensacional “A-tisket, a-tasket” de Natalie Cole; un logradísimo “Airmail special” –por su desparpajo de joven debutante, ¡tan sólo 13 años!– a cargo de Nikki Yanofsky, y una inesperada sorpresa que supone la única grabación no realizada expresamente para este trabajo: el rescate de un viejo dueto registrado en directo a principios de los 70 entre la propia Ella y un jovencísimo Stevie Wonder. El encuentro que protagonizan –y su inevitable intercambio de piropos– es tan especial que hasta yerran en una de las entradas del archiconocido “You are the sunshine of my life”. Pero de estos pequeños deslices sólo los más grandes saben salir airosos. Hay tributos y Tributos, y éste es justamente uno de éstos. Para profundizar algo más en la obra de Ella Fitzgerald, se hace igualmente recomendable otro álbum, “Love letters from Ella”, que recopila piezas inéditas cantadas por ella en compañía de Joe Pass, Scott Hamilton o Count Basie y toda su orquesta, y un repertorio de lo más exquisito.
GERNOT DUDDA.