«Este disco es mi verdad y mi estilo»
Cerrando el 2019 ve la luz En las distancias cortas, el debut solista de Ricardo Ruipérez. Una oportunidad para charlar con la mitad del dúo M Clan sobre sus nuevas canciones y lo que está por venir. Por Carlos H. Vázquez.
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: JUAN PÉREZ-FAJARDO / CHARLIE BALIBREA.
Cuando Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez anunciaron la pausa de M Clan a principios de 2018, se supo también que ambos iban a publicar sendos trabajos en solitario. El primero en salir fue Tarque (Warner, 2018), un elepé con un sonido más próximo al rock and roll (guitarra, bajo y batería). En el caso de Ricardo Ruipérez, su título, En la distancia corta (Warner, 2019), continuaba el camino que M Clan inició con Para no ver el final (Warner, 2010), y terminó con la última entrega —hasta el momento— de la banda: Delta (Warner, 2016), con un estilo más sosegado, apuntando hacia Nashville. Es por ahí por donde ahora camina Ricardo Ruipérez, en el lado tranquilo de la vida, pensando con una guitarra acústica.
Un músico que saca un primer disco en solitario, ¿necesita un buen productor a su lado o necesita a un tipo optimista?
Necesita un productor. Creo que siempre se necesita un productor para hacer un disco. Es una opinión personal, pero en este caso era fundamental; no tenía ningún espejo donde mirarme. Yo llego hasta el cincuenta por ciento y el otro cincuenta lo pone un productor, la visión de fuera, los arreglos, un músico en el que confíes… La música es un trabajo en equipo.
¿Y siempre pensaste en José Nortes?
No. Te voy a responder con honestidad total. Cuando empecé, pensé en Ricky Falkner, porque me gusta como suena. Luego pensé en Nortes también, pero no era por opciones, sino por una cuestión de sonido solamente. Y en cuestión de agenda, Nortes la tenía mucho mejor. Cuando [David] Bonilla [Product Manager/A&R de Warner] se lo planteó, le dijo: «Yo, por “Ricar”, lo que haga falta». Entonces, a muerte. Conozco a José desde hace veinte o veinticinco años, pero esa confianza ciega me mató.
Explicaste en la escucha del disco que hay temas de En la distancia corta que tienen cuatro o cinco años.
Bueno, no tanto. Dos años, dos y medio… Por ahí.
Entonces estamos hablando de la época de Delta, más o menos…
Sí. Cuando empecé a componer para Delta, a lo mejor un año o un año antes… Bueno, realmente es 2015, así que sí son cuatro años. Ahí empecé a hacer muchas canciones, monté el estudio en casa y a dominarlo mejor; encontré un método para componer, que eso es importante. Un método técnico: cómo grabar las guitarras, componer, tocar el bajo, la batería… Era todo artesano, porque me sale así. Empecé a componer y a desechar lo que no valía. En mi forma de componer, a mí me vale todo. O sea, no mato a la canción antes de nacer, que es lo que suele pasar, porque yo no tengo complejos ni prejuicios. Luego, a la hora de enseñar, ya enseño otra cosa. Pero esa estupidez mata a muchos músicos y deja muchas canciones a medias. He trabajado con músicos y artistas que empiezan y al minuto cortan la canción.
¿Por qué crees que no le dan una segunda oportunidad?
Porque no tienen esa visión ni el recorrido para ver las canciones. Para mí, una canción, desde que nace hasta el resultado final, puede incluso hablar en otro idioma. A mí me gusta trabajarla, moverla aquí y allí, probar los arreglos… hasta que, de pronto, un arreglo de metal la lleva a otra parte. ¿Por qué no probarlo?
Pero has desechado canciones que no contaban la verdad o la verdad que tú querías contar. ¿Cuántas?
Muchas.
¿Ya estaban terminadas?
Sí. En un ochenta por ciento, quince o veinte.
Es una cifra alta…
Sí. Ahora estoy componiendo otra vez. Cojo algunas canciones y les cambio la letra, porque me gusta la melodía o me gusta la onda. Voy poco a poco.
«Tarque y yo siempre hemos trabajado al cincuenta por ciento. Siempre. Y cuando no cede uno, cede el otro»
“Nunca me he olvidado de ti” tenía los metales pensados desde el principio. Entiendo que has continuado con el sonido de Delta, incluso con el de Para no ver el final, sobre todo por los metales.
Sí. Para mí, este disco es mi verdad y mi estilo. No era una preocupación, pero sí quería que saliera así, porque el rock lo concibo así. Me gusta mucho el rock de New Jersey, Southside Johnny, los metales con el rock, esa combinación, la gran banda, la épica de las melodías… Ese es un poco mi estilo. En este caso, “Nunca me he olvidado de ti” nació con el arreglo de metal y la temática. Para mí, la canción nace del todo cuando tengo la temática para una letra. Luego te puede salir mejor o peor, que la gente se entere más o no, pero he escrito sobre eso, que es el logro fundamental. A veces andas perdido y no sabes por dónde ir, y con una frase o una sensación te nacen las canciones.
Si alguien te dice que este disco suena como M Clan, ¿significa que el «culpable» del sonido de los últimos años de M Clan eras tú?
No. El sonido de M Clan siempre lo hemos hecho [Carlos] Tarque y yo a la par. Y mucho más la voz de Tarque, que predomina mucho y es algo muy determinante. El sonido de M Clan, para el gran público, son “Carolina” o “Llamando a la Tierra”, canciones en las que puede que mi personalidad estuviera más en esa línea, pero lo que determina M Clan es la voz de Carlos, aunque luego las canciones pueden variar. Tarque y yo siempre hemos trabajado al cincuenta por ciento. Siempre. Y cuando no cede uno, cede el otro. Hay canciones que son muy suyas, pero Delta, por ejemplo, es mucho más mi estilo. Él sabe cómo pienso yo y también se mimetiza conmigo. Igual que yo al revés.
Y por eso, cada uno, sabía qué tipo de disco iba a hacer el otro.
Absolutamente. Yo le dije: «No tienes que decirme lo que vas a hacer, porque ya sé lo que vas a hacer».
¿Cuándo empezasteis a hablar de vuestros proyectos en solitario? Han salido casi a la vez, con un año de diferencia.
Había que parar con M Clan porque llevábamos muchos años sin hacerlo. A partir de ahí, Tarque me dijo que quería hacer un disco en solitario de rock, power trío… Si eso era lo que quería hacer y a lo mejor conmigo no acababa de desarrollarlo del todo, aunque diera una pincelada, perfecto. Yo le dije que iba a hacer otro, pero en este caso no íbamos a la par. Cuando dije que iba a hacer un disco, la gente me decía: «¿¿Cómo?? ¿Por qué? ¿Qué vas a hacer? Enseña». Yo confiaba en mi gusto musical y en que este disco saldría.
Eres guitarrista, pero también quien canta en En la distancia corta. Claro, no estabas acostumbrado a cantar de esta forma, principalmente porque siempre has hecho coros. ¿Cómo encontraste el tono adecuado para tu voz en tu propio disco?
Como se dice, acierto y error. Cuando ya encontramos el sitio, cuando me puse a cantar en el micro, encontré el camino. Pero fue una senda llena de dudas, de inseguridad, de vértigo… Pero bueno, tenía que resolverlo yo solo.
¿Impone el micrófono cuando estás solo, defendiendo tus propias canciones?
No, todo lo contrario; a mí me ayuda. Yo veo un micro y canto mejor con él que sin él, porque todavía no me he hecho a ese proceso de cantar solo con una guitarra. Es cuestión de tiempo.
¿Cuál es la canción que más tiempo tiene?
“Nunca me he olvidado de ti”. Es la única canción que cogí de hace cuatro o cinco años, las demás tienen dos años o dos y medio. Ahora tengo quince o diecisiete, pero he retomado un par de la hornada de “Nunca me he olvidado de ti”. Tengo los metales grabados en casa. También estoy trasponiendo, bajando las tonalidades para cantar en mi sitio.
Veo que has cogido carrerilla, porque tener tantas canciones…
Sí. Componer se ha convertido en una terapia. Me ayuda a reubicarme emocionalmente. Suena como pedante, pero es la puta verdad. Componer es una forma de encontrarte, de saber dónde estás, tus miedos, tu energía, tus sentimientos, tus emociones… “El bosque de los pájaros”, por ejemplo, me salió caminando. Salió toda la puta letra entera. No sé por qué ni cómo. Era un momento en el que me encontré en mi sitio, donde salgo a andar. Momentos de la infancia, fotos de pequeño, en el monte, porque es donde yo me crié… Era como un mantra que iba recitando y pensé que tenía que grabarlo. Y conforme lo iba escribiendo, salió todo menos una o dos frases. Dije: «Todo esto es verdad».
En la distancia corta es tan personal, que hasta el título tiene historia. ¿Fue la recomendación de un amigo?
De una amiga. Me dijo que en las distancias cortas no soy lo que aparento, y esa frase me dio que pensar. Yo no soy lo que aparento, y el que me conoce lo sabe. Puedo parecer un poco distante y mi sentido de humor es un poco ácido y negro, pero no todo el mundo lo entiende. También me gusta mucho la maldad en el humor, pero lo hago con la gente cercana, aunque a veces me equivoco. En M Clan, Tarque es más la pantalla, en su papel de frontman. Es más natural en eso, también porque es una persona más generosa y yo soy un poco más reservado. Pero en este disco, me dije: «Tienes que ir a muerte».
Por otra parte, y siguiendo con lo personal, le dedicas dos canciones a tus hijas: “Ángel dorado” [Aitana] y “Daniela”. ¿Por qué a las dos? ¿Si le hacías una canción a una tenías que hacer otra para su hermana?
Sí, pero Daniela lo dijo con toda su bondad, no exigiendo ni pidiendo nada, sino que se preguntó en voz alta y en un apartado, así entre los dos, me dijo: «Papi, ¿y a mí no me has hecho ninguna?». Claro, a mí me mató. De hecho, de esa hornada que te decía antes, ya tenía una canción para ella que se llama “Como quieres”. No sé si algún día saldrá o no. “Ángel dorado”, la de Aitana, habla de esa sensación que conoces si eres padre, cuando te portas mal con ellos y te arrepientes. Me acuerdo de que Miguel Malla, el hermano de Coque, cuando se las mandamos para el arreglo, nos dijo que se sentía identificado.
«Componer se ha convertido en una terapia. Me ayuda a reubicarme emocionalmente»
Hay culpabilidad en las dos letras. En “Daniela”, por ejemplo, dices: «Muy temprano me tuve que marchar / No me llames esta noche, no estaré / Un muñeco dejaré a tu lado en un cajón». Algo similar ocurre en “Ángel dorado”: «Ahora puedo detenerme y decirte que me quedo y no me voy».
Claro, es un poco mis ausencias de los viajes. Tienen doce años. Cuando nacieron yo no paraba, pero ellas lo han llevado siempre muy bien y tampoco hemos hecho giras mundiales. Pero la ausencia de su padre, aunque no la sienten permanentemente, sí la tienen puntualmente. “Daniela” es una melodía que nació entera de un sueño y la hacía con Tarque, Pascual [Saura] y Oti [Juan Antonio Otero]. Estábamos los cuatro ensayando en el patio de una casa antigua de pueblo. Yo tenía toda la melodía, la estrofa y el estribillo, y en el sueño yo decía: «Por favor, parad, parad. Que quiero grabar esto, que no se olvide». Me desperté y la grabé en el móvil. Cuando me fui al estudio, Nortes me metió a grabarla, pero no tenía letra. Puso el micro y la grabé. Hice después una letra, entera. La hice y la grabamos en la misma mañana. Es una melodía muy bonita y sentía que le debía una canción a Daniela en este disco.
En la canción que tienes con Txetxu Altube, “Tardes de lluvia”, ya había una melodía, pero fue Txetxu quien puso la letra. ¿Tenías tú una letra alternativa?
No. Txetxu vino a casa, a mi estudio, y terminamos la estructura y la melodía. Hay canciones que salen de diferentes formas y “Tardes de lluvia” salió sin letra. Txetxu me dijo que quería probar a hacer la letra, así que se metió en la canción y contó parte de su historia.
¿Trabajasteis más canciones Txetxu y tú?
Sí. Tenemos algunas más, pero no han salido porque no estaban terminadas del todo. A mí Txetxu me gusta mucho, es un tío muy sensible, muy personal y talentoso.
Cuando os conocisteis, en los tiempos de Compás de espera de Los Madison, le comentaste tras escuchar el disco: «Tú no sabes lo que has hecho». ¿Es así?
Sí. No lo sabía y sigue sin saberlo. Pienso que es un tío tan humilde, que no ser consciente de dónde está le hace a veces frenar o tener inseguridad. Este mundo es muy complicado.
Los tres singles que han salido [“El bosque de los pájaros”, “Ahora que dudo” y “Tardes de lluvia”] son las tres primeras canciones de En la distancia corta. ¿Es una casualidad o el disco hay que escucharlo en un orden determinado?
Hombre, para nosotros siempre hay un orden; para el público no sé. Quizá, cuando te obligan a hacer un orden, piensas un poco cómo quieres decir las cosas, cuál es el lenguaje del disco… Y debía cerrar con “Daniela”; el desarrollo era ese. De hecho, otro single habría sido “En la distancia corta” o “Nunca me he olvidado de ti”, aunque quizás es más cañera, más rápida. En los discos, tener que poner un orden te obliga a estructurar un orden emocional. No sabremos si es el acertado o no, pero siempre hay un orden.
Respecto a las guitarras, hay bastantes tipos: una Stratocaster del 68, dos Telecaster de los 60, una Danelectro (Baritone), Gibson SG de los 60 también, una Rickenbacker de los 80 con una afinación tipo Nashville, la Les Paul de los 70 para hacer algún solo… Y en el apartado de las acústicas, Gibson y una Martin de los 70. Además de los efectos y los detalles a lo George Harrison en “Ahora que dudo”. En general, hay cosas muy beatle que no estaban en M Clan.
Es que mi faceta beatle o más country rock no se ha destilado mucho en M Clan. En este disco hago todas las guitarras menos un solo de Nortes y una rítmica, pero esto no lo había hecho en ningún disco de M Clan. En el grupo mis guitarras son un veinte por ciento, porque yo no pienso como un guitarrista; mi forma de ver la música no es como la de un músico. Siento la música como canciones, como algo global. No tengo ni la técnica ni el afán protagonista de ser un líder. No pienso así ni siento así la música de esa manera. Las guitarras son complementos, arreglos que me ayudan a hacer una canción, pero no soy un guitarrista al uso.
Tampoco te has metido en la música para hacer rock de estadios, como has dicho otras veces.
No, bueno. A mí me encantaría llenar estadios, pero creo que es la música la que te elige a ti y no tú a la música. Yo tengo mi deformación profesional a la hora de escuchar música y no puedo verla como una persona de la calle. Me imagino que es como el pintor que siempre piensa en su trabajo. Pero al mismo tiempo sí soy muy de canciones, no soy prejuicioso. Me gusta todo tipo de música, me encanta, y no soy de un estilo ni de una bandera. Intento huir de eso porque ir con la bandera hace que te pierdas todo.
Pero puedes elegir a los músicos. Creo que Miguel Malla, respecto a su función en este disco, le da una personalidad muy interesante a las canciones.
Nunca había trabajado con él y me encantó. Y seguiré trabajando con él mientras pueda.
«Quiero hacer mi música, mis canciones, y quiero tener un hueco para poder tocarla, solamente eso»
Además de los metales de Miguel y las cuerdas de Manu Clavijo, el resto de la formación se ha completado con Sergio Bernal (batería), Candy Caramelo (bajo), el mismo José Nortes (guitarras), Luis Prado (órgano y piano) y Txetxu Altube (coros). ¿Cómo formaste la banda?
Me traje a Sergio, batería de M Clan, porque es buenísimo. Vino y trabajamos en casa.
Luis Prado también estaba en M Clan, ¿no?
Sí. Luis vino un día a hacer sus pianos y órganos. Lo hace con la gorra, es tan bueno y tan talentoso… Iba a meter menos, pero ya que estaba, grabó algunas cosas más, como un Hammond. Me decía que tenía que irse a las seis, pero yo le respondía: «No te preocupes. ¿Quieres que te traiga un bocata y me grabas un Hammond en esta canción y en esta otra?» [risas]. Le pagamos un poco más, claro. Es un lujo tenerlo, como en “Luna ha cambiado de piel”, que es un tema de rock cincuentero. Te hace veinticinco licks, a cada cual mejor.
¿Y Candy?
Candy es un músico total. Es bajista porque él quiere, porque puede ser pianista, guitarrista, cantante y también productor.
¿Qué fijación tienes con los ángeles? Aparecen cuatro veces en el disco, ya sea en el título de una canción (“Ángel dorado” o “Ángel y demonio”) o en la letra (“En la distancia corta” y “El discurso”).
Quizá es por mi educación. En mi subconsciente, es una palabra que me consuela o me alivia. No sé, me podría inventar una respuesta para quedar bien y tal, pero no lo sé, francamente.
¿Por qué se ha quedado fuera “El discurso”?
Porque la vamos a sacar después. Hoy día, como me explicaba David Bonilla, sale el single, aparece el disco, se pone a la venta y después muere. Por eso en febrero saldremos con un tema nuevo. Tengo bastantes temas, pero seguiré componiendo, y cuando haya que grabar haremos un par de temas con Nortes en el estudio. Tenemos material hasta que salga lo de M Clan.
¿Significa esto que ya hay planes futuros con M Clan?
Vamos a hacer un Sin enchufe. 20 aniversario. Tenemos que juntarnos Tarque y yo, a lo mejor, a partir de febrero o marzo, ver qué canciones vamos a hacer y qué disco queremos hacer… Algún tema nuevo, componer… Grabar para mayo o junio, salir para noviembre y girar en febrero del 2021. El año que viene, Tarque quiere descansar también, porque no ha parado, y yo estaré tocando, componiendo… e intentando crecer en esta nueva etapa.
¿Eres como El Cordobés, que o te compras o un chalé o te vistes de luto?
[Risas] Esa broma se la decía yo a mi chica, me hace mucha gracia El Cordobés. Es una forma de decir que voy a por todas y que todo el que me conoce sabe de mi determinación. Por eso, cuando el otro día me preguntaste si hubo gente que me sugirió que no sacara un disco, que fue mucha, dije que la decisión ya estaba tomada, ya era irreversible. Y bueno, aquí estamos. Quiero hacer mi música, mis canciones, y quiero tener un hueco para poder tocarla, solamente eso. Todo lo que venga siempre será un regalo, porque haber tenido esta oportunidad me parece un regalo. Y así me lo tomo.