“La honestidad siempre ha sido la bandera de este autor, y eso le ha permitido vivir artísticamente con dignidad de un público que nunca le ha dado la espalda, porque el público quiere a Goñi tal cual es y nunca ha dejado de ser él y el respetable le escogió como su trovador particular”
Celebramos la edición de la lujosa caja recopilatoria “…Que veinte años no es nada” repasando la trayectoria de Carlos Goñi, así como el contenido de tan suculento lanzamiento. Ediciones así son necesarias, por respeto y porque la buena música escasea.
Texto: JUANJO ORDÁS.
El rock necesita ser emocional, no solo emocionante, necesita demostrar su plasticidad firmando canciones a corazón abierto sin abandonar su espíritu enérgico. Carlos Goñi lo sabe, sirve sus entrañas para exorcizar sus demonios, se exhibe sin miedo y permite que el rock español sea sentimental y enérgico, permite que nuestro rock muestre corazón. Revólver no es un nombre baladí, Goñi lleva años descargando la mejor munición y haciendo blanco en el público fiel que le sigue desde que iniciara su carrera y, a un nivel más masivo, desde explotara comercialmente con “Básico”, todo un clásico.
La caja “…Que veinte años no es nada” (Warner) recopila algunos de los mejores momentos de Revólver, haciendo parada en lo que el público espera aunque también atendiendo a los deseos de Goñi, dejando hueco a aquellas canciones que no fueron single pero que forman parte del repertorio fundamental de este ejército de un solo hombre. Y es que es cierto que para los no iniciados un nombre de banda puede desorientar, pero al fin y al cabo Revólver no es más que Carlos Goñi, al margen de los músicos en los que se apoye momentáneamente. No importa, la leyenda ya hace años que camina y es natural que ambos sustantivos equivalgan entre sí.
Revólver es la banda que llevó al público español el rock norteamericano, haciendo guiños a las radiofórmulas sin dejar de sudar el escenario, y es que hubo una época en que las ondas más mercantiles disfrutaban de una parrilla de calidad. Y ahí encontró Revólver su hueco, entre un público amplio que quizá no siempre había escuchado a Tom Petty ni a Kris Kristofferson pero que se emocionaba al dar con canciones cuidadas que les hablaban de tú a tú sobre el triunfo, la derrota, el dolor sentimental y el parnaso del cariño. Y ahí, Goñi no solo escribía con el alma, sino que presentaba a la masa los sonidos que le habían marcado como devorador musical desde joven, enseñando al respetable quiénes eran Flaco Jiménez, Bruce Springsteen, Bob Seger o los Eagles, aunque la concurrencia no les hubiera escuchado jamás.
Empeñado en construir un sonido propio, podríamos decir que Carlos Goñi sonó a sí mismo desde sus inicios, es esa reconocible voz la que se convirtió en su firma desde el primer día de Revólver. Da igual que la mezcla de su primer trabajo (de 1990, el que contiene ni más ni menos que ‘Fuera de lugar’) no sea del todo acertada, las canciones son demasiado buenas para que ninguna cuestión técnica las dañe, poco importa que el acústico “Básico” (1993) fuera radiado hasta la saciedad, da igual porque la honestidad siempre ha sido la bandera de este autor, y eso le ha permitido vivir artísticamente con dignidad de un público que nunca le ha dado la espalda, porque el público quiere a Goñi tal cual es y nunca ha dejado de ser él y el respetable le escogió como su trovador particular.
Cierto, quizá el único punto flaco de su trayectoria sea un disco tan flamante como “Eldorado” (1995). Sí, es una grabación lujosa y bien hecha, pero el espíritu de Springsteen marcó en exceso sus canciones clave. Claro que la titular ‘Eldorado’ y ‘No va más’ son buenos temas, pero esas teclas, esas guitarras, ese saxo remiten de continuo al bardo de New Jersey, un exceso fanático. Y con todo, ahí se encuentra un inspirado tex mex como ‘Por un beso’, que indicaba que el vórtice del de New Jersey no había absorbido del todo a un Goñi que, con todo, sigue siendo él mediante su emocionante voz y unas letras hermosas.
Si el punto flojo de una carrera es un buen y exitoso disco como “Eldorado” es fácil comprender que este músico no ha aflojado jamás. Sus siguientes movimientos le apartaron de este breve lapsus de admirador de inmediato: El colosal “Calle mayor” (1996) diluía las influencias en el pulso de un músico que está a punto de alcanzar la madurez. Y pese a la mitómana aparición de Roy Bittan como invitado puntual –quien, por cierto, no cobró por colaborar en un tema del disco–, Goñi suena más que nunca a él mismo, la misma personalidad de “Básico” pero electrificada, con ecos de Neil Young (‘El mismo hombre’) y demás colosos que se funden con su personalidad, dando con un country-rock como ‘Mi rendición’ que señala eso, que el autor ha crecido y que su sonido es único en España, que sus canciones suenan a las carreteras nacionales de la piel de toro, no a la ruta 66. El sudor de Goñi es español.
De ahí a su actual madurez, la que pasa por “Sur” (2000), “8:30 a.m.” (2001) y “Mestizo” (2004) para llegar a “21 gramos” (2008) –con “Básico 2″ (1997) y “Básico 3” (2006) de por medio–. Y es que si la primera época de Revólver es notable, esta segunda es aún mejor. Los tres primeros citados presentan a un Goñi que despierta al mundo de la sobriedad para abrirse a nuevos sonidos que con maestría es capaz de insertar en sus propias formas. Y eso no es fácil, no es sencillo ampliar horizontes sin perderse, pero él lo ha hecho sin extraviarse, sin perder la fuerza que en la actualidad Springsteen sí ha perdido y que Dylan recuperó hace una década.
LA CAJA
Toda esta homérica odisea queda registrada en la fabulosa caja “…Que veinte años no es nada”, una adquisición obligada para todo aquel que se diga seguidor del rock español. Con sus cuatro CDs y dos DVDs, más un extenso y surtido libreto, este box no solo recopila toda una vida de canciones, sino que está diseñado a conciencia para satisfacer al novato y para dar carne que morder al seguidor de Revólver.
Los dos primeros compactos hacen parada en cada uno de los discos editados por Goñi a lo largo de todos estos años. Separados entre juventud (de 1990 a 1997) y madurez (2000-2009), los temas recogidos suponen un recorrido interesante y remasterizado a través de todas esas canciones de sobra conocidas por todos. Sí, aquí están los hits ‘Si es tan solo amor’ y ‘Tu noche y la mía’, ‘Mi rendición’, el oscuro romanticismo pop de ‘Sara’, la dylaniana ‘Duro de llevar’ (¡esta canción habría encajado en “Desire”!) y del reciente y magistral “21 gramos” se recoge la imparable ‘Tiempo pequeño’, ‘Clarisa’ e ‘Y pasa el tiempo’; todas monumentales, no olvidemos que Goñi está dando ahora lo mejor, no hay más que prestar atención a esta última triada.
Sin duda, solo esos dos CDs y el extenso libreto –perfectamente diseñado y con abundante material fotográfico– son más que suficientes reclamos para acercarse a esta caja, y es que es todo un lujo escuchar de un tirón estas canciones mientras se leen las palabras de su autor relatando con detalle cada época y disco de su trayectoria. Pero el arca está bien surtida, esto es solo el inicio. El disco denominado “Colaboraciones, rarezas inéditos” agrupa lo que su título indica, es decir, dúos, versiones y temas no editados anteriormente. Y sí, es imprescindible. Goñi canta a Tom Petty con gusto y muy buen inglés (deberían aprender los indies anglocantantes), se mete en la piel de Miguel Ríos, aúlla junto a Carlos Segarra en un dueto mítico, presenta sus respetos a Chavela Vargas y se lleva a Duncan Dhu, Tequila y a Los Secretos a su terreno con enorme facilidad. Los inéditos, por su parte, proporcionan un vistazo a los bastidores de Revólver, con versiones distintas a las editadas en su día o sencillamente nunca escuchadas. Así, destacan una muy buena y electrificada ‘Asustando al huracán’ (aunque la batería programada pueda dañar los tímpanos), una acústica y lenta ‘Tu camino’, ‘Lo mejor de lo peor’ (¡cedida a Luz Casal con Goñi cantando en femenino!) y ‘Santa María’ (descartada de “21 gramos”).
La ristra de compactos de audio finaliza con una de las joyas de la colección, un disco en directo formado por nueve temas grabados en vivo en Madrid en 2006, una verdadera joya y una pena que no se haya incluido el concierto completo, porque no solo suena muy bien, sino que la participación del público es brutal. A cambio, se incluyen cuatro temas que no entraron en la versión audio de “Basico 3” aunque sí en el DVD.
A nivel DVDs, por una parte se recoge la consabida antología de videoclips, nada nuevo, habría tenido más interés una selección audiovisual de lo mejor de los “Básicos”. Pero lo mejor no es eso, sino el concierto grabado en 2003 en el Club Nokia Beat de Granada ante una pequeña audiencia y con Goñi respaldado únicamente por su guitarra y el acompañamiento de Paul Chafer a los teclados. Sencillamente magistral y de una gran calidad, perfectamente grabado y con un repertorio adaptado a la ocasión, con desnudez. Ahí está la esencia de Revólver, en un DVD que bien podría haber sido un nuevo lanzamiento al margen de esta caja.
Sin duda, un recorrido largo y majestuoso.