«¿Hasta dónde reparamos en las letras, textos y versos de una canción? ¿Qué importancia le da un músico a sus textos dentro de una canción? ¿Qué habría sido de grandes composiciones sin su letra?»
Diferentes músicos españoles ofrecen su punto de vista sobre la poética en las canciones, en este reportaje de Charly Hernández que nos invita a reflexionar sobre el valor de los textos en el pop y el rock.
Texto: CHARLY HERNÁNDEZ.
«Vamos a la distancia, sí, que soy el trovador, si la distancia llama, yo jamás veré ponerse el sol. Vamos a la distancia, ya, y si no llego, amor, vos le darás mi alma de argentino y de cantor.»
«Milonga del Trovador», Horacio Ferrer.
Y así, de cierta manera y con este texto de Horacio Ferrer sobre música de Astor Piazzola, se puede explicar sin conjeturas lo que puede ser un trovador, actual, moderno… un trovador. Desde Guillermo IX de Aquitania, Marcabrú, Guerau de Cabrera, pasando por Woody Guthrie, Townes Van Zandt, Leonard Cohen, Bob Dylan, Neil Young, Joaquín Sabina o Andrés Calamaro, hasta Quique González, Micah P. Hinson o Nacho Vegas y muchos otros.
Guitarra en ristre, recorriendo largas distancias, de aldea en aldea o de ciudad en ciudad, así transmitían los juglares, trovadores durante siglo XII, noticias, cantares y demás versos. ¿Actualmente? No son trovadores al uso, pero recorren países de punta a punta ofreciendo su espectáculo sobre un escenario y cambiando algunos matices, la esencia es parecida. Cantando y contando composiciones propias y ajenas cada día frente al público de la ciudad de turno.
Ese punto romántico aún sigue latente en ciertas giras, como la Never Ending Tour de Bob Dylan. Pero, ¿hasta dónde reparamos en las letras, textos y versos de una canción durante un concierto o la audición particular de un disco? ¿Qué importancia le da un músico a sus textos dentro de una canción? ¿Qué habría sido de grandes composiciones sin su letra? Para resolver estas dudas y otras más, han querido participar en este artículo, músicos de estilos algo distantes pero con un punto en común: La poesía en la música.
«Sin poesía no hay música, y las palabras no son tan necesarias para la poesía como se cree», Corcobado
LA IMPORTANCIA DEL TEXTO
Ramoncín, querido y odiado, pero al fin y al cabo un símbolo que esconde textos poéticos muy sucios y bien llevados explica la importancia de la palabra dentro de una canción. Aparte de sus canciones con alto contenido poético como ‘Marica de terciopelo’, ‘Como un susurro’, etc., tiene una bibliografía con obras tituladas «Animal de ojos caídos» o «Palabras de amor y otras cosas para decir en voz alta»: «Yo, la verdad, fui uno de los primeros que planteaba esa cuestión de si la poesía tenía una salida muy difícil en aquel momento. El mejor camino que encontramos algunos fue nuestra poesía, la que fuera. Con la calidad que tuviera, otros más, otros menos… encontrar un vínculo maravilloso para llegar con ella a la música. A lo largo de diecisiete discos y otro que estoy terminando de grabar, me di cuenta que, finalmente, todo está impregnado de eso. El balance de las canciones, el clima, las sensaciones… están impregnadas de lo que escribo. He hecho canciones intrascendentes, o sea, a mí me parece que ‘litros de alcohol corren por mis venas, mujer’ es una canción para divertirse y ya está. Pero ‘Marica de Terciopelo’ son sesenta y dos versos en métrica. Tú puedes utilizar la letra de las canciones para escribir cosas o para escribir tonterías. Siempre he intentado escribir cosas que tengan la misma importancia que las armonías, melodías o que la estructura de la canción.»
Por otro lado, Corcobado, otra de las máximas expresiones del rock nacional, destacado por los textos de sus canciones, argumenta de manera más directa: «Sin poesía no hay música, y las palabras no son tan necesarias para la poesía como se cree.» Mientras que para Eva Amaral, con una visión distinta, comenta; «Los textos son muy importantes, deben complementar lo que está contando la música. Para mí es algo ‘fifty-fifty’. Pero, la verdad es que la palabra es muy importante.» La otra mitad del grupo Amaral, Juan Aguirre, muestra una opinión distinta a la de su compañera, pues su respuesta tiene otro punto de vista que es interesante a la par que curioso: «Hay veces que las letras me molestan. Pueden llegar a ser un estorbo porque yo oigo sonidos y melodías y no me gusta que algunas palabras que no me suenan bien me molesten al escuchar las melodías. Otras veces te pueden hacer llorar, directamente, y que flipes.»
Curiosa también es la opinión de Jorge Pérez, integrante de Tórtel, Maderita y Ciudadano: «Si no tengo nada que contar no me pongo con ninguna canción, aunque acabe siendo instrumental…»
Pero el mejor ejemplo que podemos ofrecer es mentando la película «El Fulgor», de Ramón Lluis Bande, que tiene por protagonista a Nacho Vegas y el desarrollo de una canción, titulada como el filme. En el largometraje se cuenta cómo una canción nace de la nada, crece poco a poco escribiéndola, componiendo la letra para así, musicalizarla, ensayarla y llevarla al directo. Nacho, que entre su discografía y demás obra encontramos su libro de relatos y monólogos llamado «Política de hechos consumados», nos contaba hace unos días cómo crear una letra, de donde surge y las ideas que logra evocar un momento cotidiano del día a día. «Es lo más importante. Es lo que ocupa las veinticuatro horas del día. Te levantas por la mañana, vas a comprar el pan… alguien te dice algo y lo mismo eso lo metes en una letra. Lees algo e igual lo metes. Es lo que más te gusta de hacer una canción.»
Y para cerrar esta parte del artículo, Teddy Bautista, quien muestra una visión retrospectiva dada su experiencia musical y sus conocimientos: «Una buena canción sin texto no es una buena canción, es simplemente música. La distancia entre una canción y un poema instrumentado es justamente el texto. Lo que pasa es que yo creo que no se le da la suficiente importancia, es decir, también es cierto que es muy difícil elaborar un texto que fraseé y que acentúe el dibujo musical. Pero los que lo hacen bien, gente como Leonard Cohen, Dylan… aquí en España Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat… o el propio Víctor Manuel, que tiene unos textos fantásticos.»
«Lo importante de la canción es poder hacerla tuya al escucharla. Una vez eso se consigue, puedes dejar fluir la mente», Manolo Tarancón
LA AMBIGÜEDAD
¿Y la complejidad? Canciones desnudas que se entienden de una manera o canciones ambiguas con varias lecturas. Ambas formas tienen su aquel, una canción con un texto desnudo puede tener un mensaje muy directo, pero en cambio una canción con una letra ambigua tiene varias lecturas; lo que para un oyente viene a significar una cosa, para otra persona puede significar algo totalmente distinto.
Respecto a esto, el músico valenciano Manolo Tarancón, tiene una idea muy clara sobre la simbología de las letras, las que él trabaja en sus canciones que como ejemplo pondremos ‘Sin dramas ni lamentos’ de su último trabajo, «Imperfectos», y que viene a definir lo que trata de explicar el párrafo anterior: «En mi caso prefiero las letras algo más directas, aunque también me gustan las metáforas y dar rienda suelta a veces. Creo que lo importante de la canción es poder hacerla tuya al escucharla. Una vez eso se consigue, puedes dejar fluir la mente… En mi caso, a la hora de componer, me decanto más por las letras cercanas, aunque no todas lo son tanto.»
Lo mismo que el donostiarra Nacho Goberna, que explica a grandes rasgos cómo ha trabajado los textos para su último disco, de una forma más poética, pero de opinión parecida a la de Tarancón. Siempre entregando canciones con dobles lecturas pero a su vez desnudas para que el que las escuche, se vea reflejado en ellas. «No creo en las letras selladas, esas que pretenden decirlo todo sin dejar espacio para que quien escucha pueda interactuar desde la emotividad con ellas. En ‘Un Bosque de té verde’ y en toda mi trayectoria como autor siempre he buscado sugerir. Imagino mis canciones como espejos. Son los ojos que las miran, quienes las escuchan desde su propia vivencia vital, son ellos quienes dan la forma definitiva a cada una de mis canciones, quienes las llenan de contenido son ellos. Existen tantos bosques de té verde como personas tengan mi disco, y cada uno de esos bosques será distinto, diferente, único. Las canciones, música y letras, deben ser lienzos diáfanos donde otros pintarán, donde cada uno pueda volcar, con la paleta de colores de su vida como bandera, sus sentimientos, ilusiones, sus felicidades y sus tristezas.»
De nuevo, Nacho Vegas expone su opinión a cerca de las canciones y su contenido poético. La característica crudeza de sus letras y su visión lo hacen un músico excepcionalmente especial, creando una atmósfera, tanto en directo como escuchando el disco, donde acabas sintiéndote atravesado por las letras y las historias que en ellas suceden: «A mí me gustan letrístas crípticos, como por ejemplo Mark Smith. Me encantan las letras que hace pero yo prefiero quitar un poco lo que sobra y dejarlo todo más desnudo. Pero en la música también. Como cuando grabas un disco; para mí hacer un disco es quitar todo lo que sobra y hacer una letra también. Soltar un montón de cosas y quitar lo que sobra y dejarlo todo en la esencia.»
Dejando claro este punto y, para finalizar, Eva Amaral cuenta como con el paso del tiempo ha ido desarrollando unas letras distintas en cada trabajo: «Al principio lo hacíamos de forma más ambigua porque tendíamos a avergonzarnos un poco de nuestros sentimientos, intentando ocultarlos detrás de metáforas, y creo que con los años hemos ido perdiendo el pudor de desnudar nuestras vivencias y contarlas de forma más abierta.»
«Mis escritores favoritos son los que cuentan la historia desde cierta distancia, aunque la mayoría de las veces estén implicados en ella», Fabián
LAS INFLUENCIAS
Los maestros flamencos como Manolo Caracol, La Paquera de Jerez, etc… Indudablemente, Camarón, que dentro de su majestuosa obra podemos encontrar «La leyenda del tiempo», disco incomprendido por los puristas del flamenco, que contenía preciosos textos de Lorca, a recordar ‘Mi niña se fue a la mar’ o ‘Nana del caballo grande’, donde aparece además el sitar de Gualberto [Smash] y que más tarde Camarón, volvería a grabarla con la Royal Philarmonic Orchestra de Londres en el exitoso LP, «Soy gitano».
Otros poetas, como Machado, siempre fueron fuente inagotable de inspiración de textos dentro del flamenco. Si avanzamos en el tiempo, hasta el sonido Caño Roto con Los Chorbos o Las Grecas, tiene un fuerte poder poético a su modo. El tango de Carlos Gardel, las rancheras de José Alfredo Jiménez, Chavela… o Serrat cantando a Miguel Hernández. En toda cultura que se precie podemos encontrar cualquier reminiscencia poético-musical. ¡No todo es rock and roll!
Nuevas generaciones de autores de canciones llevan esa tónica en sus composiciones, influenciados por los más representativos «trovadores» del siglo XX. Fabián, otro joven y talentoso músico emergente, explicaba su idea de las influencias dentro de los textos: «Mis escritores favoritos son los que cuentan la historia desde cierta distancia, aunque la mayoría de las veces estén implicados en ella. Son como espectadores que se saben todos los trucos porque los han aprendido por las malas. O por las buenas. Un ejemplo formidable de canción con mayúsculas es, para mí, ‘Visions of Johanna’, de Bob Dylan. Todos esos factores de los que hablábamos están presentes. Probablemente él sabe de lo que está hablando, y lo describe realmente bien, e incluso puedes ver esa lluvia y, evidentemente, oír esa armónica tocando tonos esqueléticos. Pero de quién habla, ¿de Joan Baez? ¿De Sara Lownds? ¿De nadie? A mí me da igual. La canción es maravillosa de todos modos.»
Javier Corcobado, hablando del pasado y refiriéndose a sus influencias de por entonces, expone, «Hace unos 25 años que no tengo influencias literarias respecto a la música. En aquellos tiempos pudo ser Lewis Carroll bastante culpable, así como Burroughs…»
Otro apunte destacable es la influencia de la literatura japonesa. Murakami, Dazai Osamu, Murasaki Shikibu, Abe Kobo… poemas haikus, literatura contemporánea o textos venideros del país asiático han sido, en algún momento, pieza del rompecabezas musical en la carrera de ciertos músicos.
Enrique Bunbury, que aparte ya trabajaría en musicalizar la obra de Leopoldo María Panero, también tuvo sus influencias japonesas. En una entrevista concedida a Jesús Antón en 2006 para el fanzine que junto a su hermano Carlos Antón, editaron y titularon bajo el nombre del local que regentaron en Madrid «Rebel rebel, Letras desde la resistencia», el músico habla sobre su influencia de los textos japoneses: «Tengo una canción escrita desde hace muchísimo tiempo, se llama ‘Toyyo Sessu’ que es sobre un pintor japonés. Nunca he sabido terminarla pero era una canción en torno a una persona que era ese pintor que de niño era tan, tan travieso que sus padres le ataron a un árbol para que no estuviera tocando las pelotas todo el día. El hombre dibujó un ratón para que royera las cuerdas y le liberara del árbol y ese fue su primer cuadro. A partir de ahí se dedicó a la pintura. La conclusión final de Toyyo Sessu, que era ese pintor, es que él hubiera preferido que nunca le ataran a un árbol. Es una especie de coan japonés que lo que quiere decir es que a raíz de que lo atan al árbol, él tiene la capacidad para imaginar y crear a través de esa frustración su primer cuadro. Es una canción que hace como diez años que ronda por mi cabeza y que algún día escribiré.»
Pero Bunbury no es el único, pues Nacho Goberna, entre sus múltiples influencias destaca también la literatura japonesa: «Kafka, Tolkien, desde siempre, desde que recuerdo que empecé a leer por decisión propia y no para aprobar el examen de literatura, tenía 16 años, admiro sus formas de expresión y lo seguiré haciendo siempre. También la literatura japonesa, los preciosos poemas del lejano oriente de nombre haikus, la ciencia ficción que describe las autopistas del alma frente a las maravillas tecnológicas, Orson Scott Card, y como no, el Borges que emociona describiendo pequeños animales imaginados y peludos, los cronopios, las famas de Cortazar correteando por su universo. En la historia de la literatura está resguardado mucho de lo más bello que como seres humanos tenemos. La memoria escrita que linda, como pocas cosas lo hacen, con la eternidad.»
Por su parte, Ramoncín bebió de otras fuentes, pero siempre con un enlace en común con otros entrevistados que aparecen en este artículo. El madrileño explica su idea de la poesía musicalizada y el aporte de los compositores: «Yo creo que cada uno elige eso y no hay que olvidarse que los grandes poetas ingleses, como Tennyson, del cual soy un enamorado, pero había una poesía en los años sesenta que quien la ofrece es Pete Townshend, compositor de The Who y sin duda Ray Davies, de The Kinks, donde hacen un derroche de poesía. La poesía neoyorquina de Lou Reed está a la altura de la obra de cualquier otro poeta, no hablemos ya de la de Bob Dylan. La música ha escondido un nivel de poesía muy alto.»
Lou Reed, mentado por Ramoncín, es otro referente clave y nexo en común con Nacho Vegas, que habla de esos poetas que hacen canciones. ¿Cuánto puede haber de músico en un poeta y cuanto de poeta puede haber en un músico? El asturiano lo explica a continuación: «Yo creo que los que hacemos canciones tenemos un lenguaje particular. No es poesía, sino otro tipo de expresarse. No tiene porqué haber algo de poeta en un músico. Coges letras de los Stooges, por ejemplo, que no son nada poéticas pero son letras que las sientes, que te llegan. Aspiras más a hacer eso que una letra poética como las de otros que realmente sí unen poesía y rock como Cohen o Lou Reed. El primer grupo del que fui realmente fan fueron los Smiths, y me enamoraron por las letras, es el único grupo del que me se todas las letras. De carrerilla. También me pasa con Cohen, Lou Reed… que tienen una canción en la que cada palabra está en su sitio y está cantada justo en la manera que tiene que estar cantada para hacerte sentir algo. Hay un montón de ejemplos en el rock.»
Jorge Pérez respalda las palabras de Vegas con la siguiente opinión: «Me emociona especialmente ‘Chelsea Hotel’, de Leonard Cohen, también ‘Visions of Johanna’, de Dylan. No sé, hoy digo estas dos, pero podría haber dicho otras muchas, mañana seguramente daría otra respuesta. Evidentemente no son sólo las palabras, es la forma en cómo están dichas. Me parecen canciones sobrecogedoras.»
Y si antes la unión era Lou Reed o Cohen, The Smiths son otro referente como lo es para Nacho Vegas y también para Eva Amaral: «Hay músicos como Patti Smith que está considerada una gran poetisa. En distintas etapas de mi vida me han influido personas distintas y todos ellos se han ido quedando. Depende un poco también del tipo de canción que esté haciendo en ese momento, pues me influyen unos u otros. Así ahora mismo que recuerde… me han gustado mucho los textos de Morrisey de los Smiths. Me hice con un libro donde salían las letras traducidas y me parecieron increíbles.»
«La poesía y la música son como el agua, oxígeno e hidrógeno, dos elementos en fusión dando a luz una entidad diferente, líquida, transparente, poderosa, que todo lo empapa», Nacho Goberna
LOS POETAS MUSICALIZADOS
Patti Smith, recordemos, editó varios trabajos literarios, como «Seventh heaven», «Babel» o «Strange messenger». Y lo mismo Leonard Cohen: «Flowers for Hitler», «Death of a lady’s man» o «Book of longing». Bob Dylan y la curiosa historia con «Tarántula», o Luis Eduardo Aute con «Volver al agua»… Manolo Tarancón, en primer lugar habla de esos autores que pueden ser musicalizados perfectamente: «Supongo que depende del caso, en esto es complicado generalizar. Todo depende del estilo en el que estés embarcado. Por ejemplo, Javier Cánaves, poeta mallorquín que citaba antes, tiene un libro muy bueno, ‘Por fin has conseguido que odie el blues’. Tiene poemas muy ‘musicalizables’ y más de una vez me he propuesto pedirle alguno prestado… Pero creo que en esto no se puede generalizar.»
Y como no hay dos sin tres, su compañero Fabián expone, «También creo que tanto para hacer canciones como para escribir poemas que de verdad transmitan algo, tienes que contar con cierta sensibilidad ante todo lo que te rodea. Ir un paso más allá para no quedarte en lo obvio. Al fin y al cabo, estás trabajando con maneras de sentir, con elementos difíciles de manejar. En cualquier caso, creo que son dos oficios diferentes, que se tocan y se cruzan en algunos aspectos importantes, pero diferentes al final.»
Nacho Goberna, reflexiona a cerca de la distancia entre la música y la poesía, que no dejan de ser cosas distintas, pero elementos claves para realizar la mejor de las fusiones: «Cada caso, cada persona, cada autor es un mundo distinto, es la gente que te recibe quien debe valorar lo recibido. Para mí la poesía y la música son como el agua, oxígeno e hidrógeno, dos elementos en fusión dando a luz una entidad diferente, líquida, transparente, poderosa, que todo lo empapa. Las canciones son como el agua, nacen del amor entre dos elementos y existen para ser bebidas, para mojarnos por dentro, para regar nuestros jardines interiores. Si nuestro cuerpo está compuesto en gran parte de agua, también es cierto que nuestras almas desde que nacemos hasta que nos vamos tienen mucho de canción, de cuna y de anochecer.»
Los entrevistados para este artículo han ofrecido sus variadas pero casi parecidas respuestas a cerca de lo que es la poesía en la música, al fin y al cabo, como apuntaba Fabián, en primer lugar, la poesía y la música son distintos caminos pero cruzan sus senderos en la manera de hacer sentir una canción o un texto. Como Luis Alberto de Cuenca, letrista en su día para la Orquesta Mondragón y del que Gabriel Sopeña ha musicado algunos de sus textos para Loquillo, creando esa fusión de la que hablábamos anteriormente. Así, una larga lista de poetas y músicos que encontraron con la música, el punto interesante de esta fusión. «La belleza de los textos del poeta, la lírica de composición y la grandeza de la letra, conforman la rima en perfecta ecuación del santo y seña de la música, la palabra y la canción.»