DISCOS
“Sus canciones siguen doliendo, pero también ofrecen esperanza en este álbum complejo”
Manic Street Preachers
“Resistance is futile”
SONY
Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.
Manic Street Preachers deslumbran con “Resistance is futile”, el álbum número 13 de su discografía. Desde la misma puerta de entrada marcan el territorio. ‘People give in’ reivindica unas señas de identidad que hacen del grupo una marca registrada. Sus canciones siguen doliendo, pero también ofrecen esperanza en este trabajo complejo.
‘Distant colours’ y ‘Broken algorithms’ ofrecen el verdadero color del disco, un lamento ante la nueva cultura, las noticias falsas y las redes sociales, el verdadero enemigo del conocimiento. “Resistance is futile” invita a pensar y triunfa en su empeño.
‘Hold me like a heaven’ es uno de los éxitos del disco, un momento de verdadera esperanza tratándose de los galeses (“I hate the world more than I hate myself”). Sí, aquí hay coros más próximos a Coldplay o la épica de Arcade Fire, pero suenan deliciosamente verdaderos cuando se los apropia MSP. La épica regresa en ’Liverpool revisited’ aunque con algo menos de fiereza.
‘International blue’ es un single eufórico, un corte que entabla conexión directa con el ‘Motorcycle emptiness’ de su debut, una preciosa canción dedicada al pintor realista francés Yves Klein. ‘Dylan and Caitlin’ cuenta con la colaboración de Catherine Anne Davies, canción que emparenta directamente con los mejores duos del grupo: ‘Little baby nothing’ y ‘Your love alone’. ‘Sequels of forgotten wars’ alarga el camino europeo iniciado en su último trabajo, “Futurology”, mientras ‘In eternity’ es tan fría como cualquier pasaje del “Low” de Bowie.
En conjunto es un disco menos arriesgado que “Futurology”, pero revitaliza el sonido del grupo a medio camino entre “Generation terrorists” y “Everything must go”. El riesgo no siempre te hace mejor y en comparación, “Resistance is futile” doblega a los puntos a su predecesor.
Manic Street Preachers siguen siendo combativos. “Resistance is futile” es un magnifico disco. Siguen sonando a ellos (un bien perecedero en estos tiempos de reinvención), y lo hacen alejados del auto plagio o la parodia del grupo de rock con mensaje. Desde la misma imagen desafiante de uno de los últimos guerreros Samurai en su portada invitan al combate. Siguen aquí y están armados exclusivamente con canciones. No necesitan mucho más.
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Anterior crítica de discos: “Blue mesa”, de Luke Winslow King.
